Conduciendo solo por la enorme planicie tejana, en mitad de un exilio laboral de tres semanas, uno echa de menos muy intensamente a la familia. Mucho.
La falta de relieve también hace que eche de menos otra cosa: las montañas.
Por momentos la melancolía me invade. Menos mal que el amigo Rosendo Mercado me anima con su provervial energía.
Los planes futuros se amontonan junto con los recuerdos...
Sucedió entonces que me quedaba algo de tiempo libre. Acababa de llegar de regreso de los Alpes, venía solo después de dejar a Javi en Santander y aún tenía un par de días sin obligaciones. Eran otros tiempos.
Con el hematocrito alto después de escalar en altura, me apetecía darme un pateo y hacer alguna cumbre. Me dirigí pues a Poncebos, donde una vez aparcado preparé una mochila ligera con el saco, la esterilla y algo de comer. Crucé el Cares y encaminé mis pasos a Bulnes, con intención de subir a dormir a Cabrones.
La falta de relieve también hace que eche de menos otra cosa: las montañas.
Por momentos la melancolía me invade. Menos mal que el amigo Rosendo Mercado me anima con su provervial energía.
Los planes futuros se amontonan junto con los recuerdos...
Sucedió entonces que me quedaba algo de tiempo libre. Acababa de llegar de regreso de los Alpes, venía solo después de dejar a Javi en Santander y aún tenía un par de días sin obligaciones. Eran otros tiempos.
Con el hematocrito alto después de escalar en altura, me apetecía darme un pateo y hacer alguna cumbre. Me dirigí pues a Poncebos, donde una vez aparcado preparé una mochila ligera con el saco, la esterilla y algo de comer. Crucé el Cares y encaminé mis pasos a Bulnes, con intención de subir a dormir a Cabrones.
La subida la recuerdo larga pero sin sufrimientos:
Bulnes, Amuesa, los Traves, Cabrones. Venía fuerte y no llevaba ni peso ni
prisa, así que a mi aire llegué al refugio donde por entonces estaba de guarda
Sergio. Tenía clientes por allí y más que llegarían, pero a mí no me importaba; pensaba vivaquear. Estuvimos de charla un rato.
Cuando Sergio se liberó de sus tareas, salimos
juntos hacia la normal del Pico de los Cabrones. Remontamos las gradas y los pequeños
pasajes que nos llevaron hasta esta cima, en la que yo únicamente había estado
una vez antes: la verdad que el ambiente de este circo alpino es espectacular.
En la cumbre charlamos un rato, disfrutamos de las vistas, y yo luego me
despedí para tirar hacia la arista.
Sergio, un guaje de aquella |
Recuerdo la trepada de la arista como aérea,
elegante, muy bonita. Salvo en un tramo más compacto aún cerca de Cabrones y el
tramo ya final para remontar a la cumbre del Torre, al resto no le vi
complicación. A pesar de ir con las botas de invierno (las que traía de Alpes),
los pasos de escalada no me costaron especialmente y en muy poco tiempo estaba
sentado en la cumbre más alta de los Picos, observando un grupo de gente que
venía por la normal, aún lejos de mí.
Sentado allí solo, recordaba cómo unos años antes,
en invierno y con unos cuantos amigos, nos tuvimos que dar la vuelta para abajo
apenas a quince metros de la cima. En aquella ocasión, allá por el 95 o 96, el mismo pequeño resalte de IV
que acababa de hacer sin pestañear, a pesar de ir encordado y armado de trastos
hasta los dientes, había sido entonces demasiado para mí: la nieve posada sobre
la roca y el fuerte viento me hizo retirarme para rapelar cientos de metros de
la Casal-Martínez.
También recordaba cuando junto con mi gran amigo
Rubén Gutiérrez hicimos esta misma cumbre por el Espolón Norte, una bonita vía clásica del señor Udaondo. De eso aún hacía más tiempo: creo que fue por el 93...
La arista |
La Casal Martínez, ambientazo |
Uno es uno y sus circunstancias, y a veces las
circunstancias lo cambian todo.
Bajé por la normal saludando a la gente que subía.
El resto de la tarde disfruté del paisaje alpino vagueando por allí. Esa noche
vivaqueé en un pequeño parche de hierba por encima del refugio y al día
siguiente me bajé de nuevo por los Traves y por Amuesa hasta Poncebos sin
cruzar a nadie.
Guapa arista la Cabrones-Cerredo. Tengo ganas de repetirla.
Guapa arista la Cabrones-Cerredo. Tengo ganas de repetirla.
Nos hacemos viejos ....93-94 unos mas que otros jejejeje que el ritmo no pare
ResponderEliminarJajaja! Que no pare! 40 tacos me cayeron hace un mes chulo
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