LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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jueves, 30 de diciembre de 2021

El grado de incertidumbre: Arrieta-Pomeda a Ubiña

Sábado 18 Diciembre 2021 Rubén Díaz Peña Ubiña (2.417 m), Cara norte, vía Arrieta Pomeda (300 m, AD)
Cuando llegué a lo que creía que era el final de la travesía, miré el clavo y el cintajo y decidí reforzar con otro. La fisura por la derecha parecía que cegaba después de unos mazazos, pero la de encima admitió el pitón plano casero de Rubén, cantando bien al cabo de unos ocho o diez golpes. Triangulé con una cinta cosida que llevaba ya suficientes años en el arnés como para abandonarla sin remordimientos. Metí otro friend de refuerzo y di una voz a Rubén para que subiera. Desde aquí teníamos que rapelar hasta una pequeña goulotte colgada que daba acceso a las campas superiores, pero que no tiene salida por abajo. Confiábamos que la cosa fuera bien. Al final, esto es lo que buscamos. Un poco de incertidumbre, que nos haga sentir vivos. Que nos enfrente a la realidad. Que veamos que nuestras acciones tienen consecuencias directas, que hay que pensarlo bien, y luego actuar.
La Arrieta-Pomeda a Peña Ubiña es una vía más de las que recorren la Norte asturiana, en este caso en el límite con la arista Este. La abrieron estos dos prolíficos alpinistas allá por 1978. Se trata de una sucesión de corredores y campas de nieve que avanzan en diagonal hacia la derecha, interrumpidas en algún tramo para enlazar. La salida final tiene un muro de roca no muy grande, pero sí obligado. En la Red no se encuentran apenas referencias de repetidores ni croquis. Señal clara de que no se hace mucho. Cuando después de un buen rato detrás de ellos, alcanzamos finalmente a Gelu, Augusto y su colega, ya estábamos cerca de la entrada. Ellos venían a abrir algo duro de frente y a nuestra derecha: gente así, con inquietud, empuja el nivel hacia arriba. Nos contaron un poco de la Arrieta (son los únicos conocidos que sabía que la habían hecho): lo suficiente como para saber que la salida final en roca sí sería IV grado. Los despedimos deseándoles buena jornada y continuamos a lo nuestro.
En la entrada paramos a preparar un poco el material, recoger bastones y sacar el segundo piolet. Aprovechamos para echar un trago y comer algo. Eran casi las once de la mañana y llevábamos dos horas y media desde el coche: las distancias engañan. Arrancamos sin cuerda, Rubén delante de mí, por los primeros corredores fáciles. La nieve estaba variable, sinceramente esperábamos que estuviera mejor, pero más o menos dejaba progresar con seguridad.
Libramos alguna zona con calvas de nieve hasta arrimar a un bloque en el que decidimos sacar la cuerda: salió Rubenín delante por terreno sencillo, estirando los 60 metros hasta montar relevo sobre friends.
El siguiente largo arrancaba similar, pero pronto al acercarme a la roca empecé a encontrar clavos que fui chapando. Movimientos sencillos sobre nieve a medio transformar, luego más dura y un poco más tiesa, y cada vez más mixto. Claramente se trataba de la travesía que nos dejaría en el rápel para enlazar con la segunda parte.
Seguía siendo fácil, y cuando llevaba chapados cuatro o cinco clavos creí llegar al rápel, que me pareció algo cutre, así que reforcé. Estaba medio colgado, con los pies sobre algo de nieve helada, no muy cómodo. Cuando Rubén estaba a medio camino hacia mí, me dí cuenta de que por encima había otro clavo, y unos cinco o seis metros más a la derecha en travesía casi descendente parecía que estaba el rápel correcto (varias cintas ajadas y descoloridas por los inviernos).
Llega el colega, le cuento la película, así que sale a intentar llegar al rápel. La cosa era más rara de lo que parecía a simple vista, y después de mirarlo un rato volvió a mi reunión. Metimos alguna pieza adicional de refuerzo sin carga, para ver cómo trabajaba la instalación. Salí yo para abajo el primero, fueron unos quince metros de rápel bastante aéreo hasta que llegué a la canalilla estrecha, donde la nieve estaba más dura. Busqué dónde colocar algo: un allien amarillo más los dos piolets bien anclados me dieron confianza para avisar a Rubén de que bajara. Con Rubén en la parte más tiesa del rápel, me di cuenta de que yo me había anclado la cuerda al arnés. En ese momento piensas, si salta el rápel nos vamos los dos a tomar por saco... Pero como era de esperar, habíamos montado una buena reunión, y llegó tranquilamente hasta mi lado. Me pasó otro allien para reforzar y recuperamos la cuerda. En ese momento vuelves a pensar, mejor que haya salida por arriba, porque ya no podríamos volver por donde hemos venido. Tira Rubenín por la goulotte, y tras un paso algo delicado por escaso de nieve-hielo, un poco de tapíntracción y sale a la campa de nieve. Estira a tope y arranco yo ensamblando unos metros antes de que montara reunión.
De segundo es mero trámite: le alcanzo y continúo por nieve sencilla, asegurando en bloques que asoman cada bastantes metros. Cuando se acaba la cuerda monto reunión con dos friends en unas muy buenas fisuras a unos veinte metros del muro de roca de salida final.
Rubén viene hasta mí, le paso el material, y sale sin dudar a ver qué nos depara este último largo. A los quince metros toca roca, encuentra un clavo, mira a derecha, no lo ve claro, mira a izquierda y ve otro clavo: vamos bien. Se trata de un muro bastante tieso. Se quita los guantes, se levanta con tiento, mete un fisurero algo y, después de mirar la pinta del terreno, opta por quitarse los crampones (tal y como nos habían avisado Gelo y Augusto). Sin ellos resuelve rápido y seguro la salida por una chimenea bastante tiesa.
Una vez gana la arista, saliendo al sol (y al aire) me avisa para que suba. Me gusta el largo, especialmente me gusta lo bien que lo ha resuelto, sin dudar. Sí que tendrá algún paso de IV, y se agradece quitar los pinchos para ganar tacto en los pies. Nos calzamos de nuevo los crampones y recogemos la cuerda. Salimos por la arista Este disfrutando las vistas: la Fana tiene formas suaves en la nieve.
Compartimos la cumbre con unas cuantas cordadas de gallegos que vienen todos de la vertiente de Torrebarrio: Elixir, Maripaz, Espolón Oeste... Todos contentos, cada uno con su escalada. Comemos algo y salimos para abajo.
La nieve está buena y deja bajar con seguridad. Collado Terreros y para abajo. Nos paramos en el Meicín a quitar crampones, unas cuantas horas después de calzarlos esta mañana, y seguimos hacia Tuiza. Llegamos al coche después de algunos resbalones. Hemos echado algo más de ocho horas y media.Tres horas para la vía. Sin correr, pero sin parar. Nos ha parecido una vía interesante, similar a la Canal Central, si acaso más guapa esta última. Buena actividad en cualquier caso, y otra vía más apuntada en la libreta de Ubiña. Sexta ola; marcarilla de nuevo en el coche. Contentos volvemos a casa. Tuiza 8:25 h Inicio escalada 11:10 h Fin escalada 14:20 h Cumbre 14:30 h Tuiza 16:45 h

viernes, 24 de diciembre de 2021

XXVI Semana de Montaña de Villaviciosa

La semana pasada tuve el privilegio de participar en la Semana de Montaña de Villaviciosa.
Esta ha sido mi primera vez dando una proyección formal al público. Bueno, la primera no, porque había hecho una hace unos años en el bar La Corrada en Cimadevilla. Pero lo cierto es que en esta ocasión era una semana de montaña oficial, que ha tenido a lo largo de los años ponentes de gran renombre. Se celebra en el teatro Riera de la Villa, un sitio muy chulo. La combinación del Covid y de mi poco tirón hizo que apenas se juntaran unas decenas de personas en el patio de butacas, varios de ellos amigos que vinieron a verme hablar. Di una charla con fotos de mis escaladas en los Alpes a lo largo de casi tres décadas.
Mi falta de experiencia me hizo cometer varios fallos importantes: se me olvidó la música que había llevado, no cogí el puntero láser, y sobre todo, hizo que se me fuera de larga. Antes de terminar ya me había dado cuenta de que había metido más contenido de lo recomendable. La limitación de tiempo y el haber empezado algo tarde, hizo que no tuviera el ritmo adecuado. Seguramente hubo gente que se aburrió. Por otra parte, a pesar de todo, me encontré cómodo hablando y contando anécdotas varias. Después de la proyección, los amables organizadores me obsequiaron con varios recuerdos, con productos de la tierra (estupendo arroz con leche de Los Caserinos), y además me invitaron a cenar (en la Fábrica de Chocolate). Durante la cena hablamos de montaña, cómo no: de todo alrededor de la montaña. Desde escaladas en los Alpes, los Pirineos o en los Picos, a las distintas formas de acercarse al monte y entender la montaña que vivimos todos hoy día. Hablamos de las enormes diferencias que existen respecto a nuestros comienzos, del declive general de los grupos de montaña y las excursiones colectivas, con las que nosotros empezamos y aprendimos nuestros primeros pasos. Gente maja la del Grupo de Monaña Llamaello a la que estoy muy agradecido por la oportunidad. Buena experiencia, algunas cosas aprendidas.

martes, 7 de diciembre de 2021

Primer foqueo invierno 21-22

Viernes tarde, miniventana de buen tiempo. Arrancamos del parking con nube metida, desagradable niebla. Después de calentar un rato cuesta arriba bajamos a buscar a Manolo, que llegaba más tarde. Una vez los tres juntos arrancanos de nuevo para arriba y hacia la mitad de la subida la suerte nos sonrió. Buenas vistas a las Marías, buena nieve fuera pista en la loma final. Solos, cosa rara, disfrutamos de una bajada merecida. Nando y yo aun remontamos otro tramo de nuevo, por el placer de hacerlo. Seiscientos metros positivos para una breve sesión inicial. Cerveza en el puerto. Gran tarde
3 de diciembre 2021 Nando del Pozo, Manolo Crespo

domingo, 21 de noviembre de 2021

La cuarcita de Panondres

En una semana para olvidar, en la que he visto cómo dos amigos han sufrido pérdidas irreparabbles, las dos absolutamente terribles, me doy cuenta una vez más de que todo a nuestro alrededor está en un equilibrio muy inestable, que nada es seguro ni permanente, y de lo importante de apreciar las cosas pequeñas de la vida.
Descubrir nuevos sitios siempre gusta. Si además son tan especiales como este, pues más aún. Queda un poco a desmano si piensas en escalar en Asturias, pero precisamente por eso tiene encanto.
Adicionalmente, la roca de este lugar, cuarcita, con sus formas y su tacto y su escalar tan particular, le da un punto original.
Aproximación cómoda, pie de vía más aún. Vistas imponentes con el telón de fondo del Cantábrico. Equipamiento moderno e impecable. Excelente trabajo. Hace ya tiempo que Nando me decía que merece la pena. Gelu también.
Me alegro de haber venido, y estoy seguro de que repetiré. Salud y montaña.

domingo, 14 de noviembre de 2021

Urriellu otoñal: la Nani

16 Octubre 2021 Rubén Díaz Picu Urriellu (2.519 m) Vía Nani (250 m,V/V+) Urriellu es una meca de la escalada en España, y por algo es.
En el límite entre la cara Sur y la Este del Naranjo discurren varias vías, similares en grado pero distintas en su detalle. Mientras unas, como la Nani, buscan los puntos flacos de la pared (canales, diedros, fisuras), otras como la Why recorren los muros abiertos con una exposición mayor. También las hay que atacan zonas más verticales. En todas ellas la calidad de la roca es realmente excepcional, y salvo algunos tramos cortos muy concentrados, el disfrute es total.
Estamos en octubre y los días ya van acortando. Salimos de Pandébano a la luz del amanecer: para coger las cosas del maletero del coche tuvimos que encender la frontal. Hay bastantes coches y gente saliendo para arriba.
La temperatura es fresca, casi de guantes, ideal para caminar. Subimos hablando, disfrutando las vistas. El amanecer nos regala espectaculares rojos y naranjas sobre el Neverón de Urriellu y los Albos. Los colores del otoño temprano también van tintando ya los bosques que bajan hacia Bulnes. Hasta la entrada de la Celada se me hace rápido (no es que hayamos subido rápido), pero la canal parece no querer terminar. Cuando ganamos altura vemos varias cordadas en las clásicas de la Este: la Cepeda, la Amistad y en la Somoano: qué ganas tengo de repetir esta última. Al ganar vista hacia la Sur también vemos varias cordadas ya metidas en la vía normal y otras cuantas haciendo cola en la base. Afortunadamente no hay nadie en nuestra vía objetivo (hace dos años tuvimos que cambiar al Paso horizontal por tener dos cordadas ya metidas en la Nani al llegar).
Está el día fresco y decidimos escalar con la chaqueta puesta: la Peña Santa hace unas semanas ya nos hizo poner guantes… y aunque hoy la orientación es totalmente distinta, también han pasado unas semanas y el sol va más bajo. Dejamos todo abajo: no llevamos mochila, ni agua ni comida (salvo una chocolatina en la chaqueta). Ni las zapatillas. La Nani arranca apenas a cien metros de la Sur clásica, así que no hay distancia que recorrer en gatos.
Yo conozco la vía de hacerla con Chusín hace unos años: su primera al Picu, lo bien que lo pasamos. Invito a Rubén a salir delante. Sé que el tipo de escalada y el grado de dificultad son perfectos para él. Estira los dos primeros largos en uno de sesenta metros. La roca perfecta: pocos seguros en alguna zona compacta, pero la verdad es que si vas tranquilo, el tacto increíble: estás agarrado como con velcro.
Quiero que siga cogiendo confianza en sí mismo, así que lo vuelvo a mandar delante a por el tercero y cuarto largos, que vuelve a resolver unidos y sin problemas estirando de nuevo casi toda la cuerda. En estos cuatro primeros largos vas metido en un sistema que sigue una canal-diedro con tendencia ligeramente a la derecha (hacia la Este). Terminan en una pequeña terraza sobre unos bloques. Por encima está una tirada corta hasta unos nichos, más en muro abierto. Asoman varios cordinos nuevos que guían el recorrido hasta los dos nichos donde se puede hacer reunión. Mando a Rubén a por ello otra vez, y le digo que siga hasta el segundo de los nichos, que te deja mejor para el siguiente largo, teóricamente el más difícil. Duda un poco antes de empezar, pero una vez arranca lo disfruta mucho. Como le había dicho, hay buen canto y hay para proteger.
Llego yo y le vuelvo a recomendar tirar el siguiente, el más difícil, pero en este caso prefiere dejármelo a mí, algo tendré que hacer! En cuanto salgo lo recuerdo del año pasado con Boza y paso tranquilo, primero por el murito de V+ de la foto del libro rojo de Adrados (mítica de un tipo con barbas y gatos clásicos!). Después viene un tramo algo más atlético aunque corto y con muy buen canto. Se agradece el clavo a la mitad. Nuevamente la reunión (dos o tres clavos) está en una cómoda terraza.
Cuando llega Rubén, contento vuelve a salir delante a por el siguiente largo: más abierto y de navegación, conviene no enriscarse. Estira la cuerda bastante, no recuerdo si completa, y monta reunión en una gran oquedad. Desde esta posición se puede hacer travesía a la derecha y llegas al Rompetobillos de la Cepeda, salida clásica de las vías de la Este (lo que el año pasado hice con Alberto). Hay tráfico en la Cepeda, unos chavales nos preguntan por dónde ir, además yo prefiero continuar por nuestra vía. Vuelvo a decirle a Rubén que vaya delante, hoy está liderando casi toda la vía él. El largo remonta hacia la izquierda para ganar el borde con el Anfiteatro. A ratos parece que empieza a gotear. Después de pensárselo un poco en un pasito, continúa hasta la reunión. Desde esta damos vista a la Sur, vemos a las distintas cordadas progresar hacia arriba o hacia abajo por el rallado paisaje de canalizos. Escalo los quince metros finales hasta la reunión final que nos deja rapelar hacia el final de la Teógenes, justo donde el hueco de salida de la Cepeda. Por encima, la cresta empieza a tener roca más rota y hay demasiada gente alrededor para seguir por allí con el riesgo de soltar alguna piedra.
Nos ha llevado la escalada dos horas y media. Se notan los ensambles y lo coordinados que es escalamos (y que la vía es fácil). Rapelamos al Anfiteatro, recogemos las cuerdas, las dejamos en la última reunión de la Sur clásica, y salimos a por la cumbre. Por el camino cruzamos a un par de chavales muy majos (guía él clienta ella). Cumbre solitaria para nosotros dos. Vistas, fotos, charla: Rubén me dice lo bien que le ha venido tirar delante todos estos largos, comentamos lo mucho que cuenta la confianza en uno mismo y cómo condiciona el compañero con el que estés atado, incluso en la misma vía.
El día ha ido cambiando y amenaza lluvia, a ratos parece chispear. Durante la escalada me he acordado varias veces de Nani, el de la Corrada, que está pasando momentos difíciles. Destrepamos hasta las cuerdas, y muy en línea con el estilo de Rubén, las cogemos y decidimos no rapelar la primera tirada, sino destreparla también. Me viene a la cabeza cuando vine con Bene en invierno, y la nieve nos tapaba las reuniones… Dos rápeles sin problemas y estamos en el suelo. Bajada y vuelta al coche, cerveza en el Ortiguero charlando con los locales. La primera vez que subí al Picu tenía diecisiete años, fue en 1992. Lo hice por la Sur Clásica, la vía de los Martínez, lo hice escalando en cordada, yendo a largos de primero. Y lo hice con Rubén. El año que viene se cumplirán treinta años de esa mi primera escalada al Picu, con Rubén, y pretendo volver con él para celebrarlo.