LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

jueves, 27 de noviembre de 2014

Categoría especial

Sábado 22 Noviembre 2014
Nando y Miguel Del Pozo
Subida a los Lagos y bajada por la majada de Belbín (44 km aprox, 1.200 m desnivel aprox)


Tenía ganas de hacer este puerto mítico desde hace años, pero lo cierto es que las posibles rutas de BTT por la zona no son muchas, y casi todas las opciones suponen un porcentaje alto de asfalto, del que solemos intentar escapar.
La previsión de la meteo era lo suficientemente mala como para echarme para atrás en intentar ir a escalar. Más aún en el monte, donde las altas temperaturas de los últimos días seguramente habrían dejado la nieve fatal. La última alternativa en desechar había sido el Agero, pero es que allí daban agua segura a partir de las dos, y con que se adelantara un poco no haríamos nada… Total, que la bicicleta ganó enteros y la oferta para la misma era variada tanto en compañeros como en destinos: cuanto más al oriente, más tarde teóricamente llegaba la lluvia, así que los Lagos se definieron como objetivo.
Salimos del zoo de Cangas (100 m) a las diez de la mañana y con cielo azul. En los primeros kilómetros fuimos encontrando algunos grupos de bicicletas, nos manteníamos en un ritmo tranquilo.


Llegamos a Covadonga con la sensación de haber calentado bien: desde aquí las rampas ya empiezan en el mismo desvío donde tiras hacia los Lagos. Tras una breve parada para quitar ropa, comenzamos la subida del puerto propiamente dicho. Imito aquí a mis compañeros y meto plato pequeño, para ir jugando con los piñones.
La carretera, tantas veces recorrida, se ve de otra forma apretando los pedales. Voy reconociendo los tramos y ninguno se me hace extraño. La luz otoñal y los colores en estos primeros tramos boscosos distraen la mente de la pendiente constante.
Pronto estamos afrontando la Huesera, zona mítica en cuyo comienzo una señal de tráfico te anuncia 15% de desnivel, y en el mismo sitio y en el suelo una pintada dice 16%. Conscientes de que queda mucho puerto después de este tramo, vamos subiendo de forma conservadora. No obstante, hemos divisado a dos ciclistas unos cientos de metros por delante, y yo no puedo evitar el involuntario impulso de competición (no sé de dónde me viene), de ponerlos en mi punto de mira e intentar darles caza.
Miguel viene muy bien, pero a sus quince añitos no ha subido apenas puertos largos y a ratos se va descolgando, así que Nando se queda a esperarlo. Yo sigo adelante con la otra pareja a tiro. Los paso a los pocos cientos de metros cuando ya volvemos a retorcernos en curvas después del Mirador de la Reina. A partir de aquí, sin nadie por delante y con los amigos descolgados, pedaleo a mi aire disfrutando del momento. En el suelo las pintadas de ánimo a los ciclistas, algunos conocidos para mí, otros no. El día sigue bueno (las previsiones fallando como tantas veces), y la temperatura muy agradable para estar ya a dos tercios de otoño: voy en camiseta y culote corto.
Por fin corono y asomo al lago Enol (1.150 m). Son las once cuarentaicinco. Desde Covadonga son once kilómetros, algo más de diecisiete desde Soto de Cangas, donde hemos dejado el coche, me ha parecido un puerto fantástico. Mientras espero a los amigos aprovecho para sacar alguna foto y comer algo.





Cuando nos reagrupamos seguimos dirección a Buferrera.
Abandonado por fin el asfalto y apenas cogida la pista, un guarda del Parque nos dice que no podemos ciclar por allí, que está prohibido e indicado en varios carteles (ya lo sabíamos); nos apeamos y con las bicicletas de la mano, caminamos un buen tramo por la pista dirección a la majada de Belbín. Las vistas hacia los perfiles del Central con el Torrecerredo y sus vecinos, así como los más cercanos de la Torre de Santa María y Cebolledas nos acompañan un buen rato.





Superado un pequeño collado llamado la Llomba Cangas (1.150 m), ya fuera del alcance de la vista de nadie, y aunque aquí sigue estando prohibido, nos subimos de nuevo a las bicis: nos parece realmente ridículo caminar con la bicicleta de la mano por una pista ancha y bien marcada por el paso de los todoterrenos.
La majada de Belbín es realmente preciosa: corrros de cabañas en medio de amplias camperas. Aquí, no sé si por respeto, por miedo, o por una mezcla de ambos, volvemos a apearnos y caminamos por la mullida hierba hasta el pequeño collado que nos saca hacia otra majada.




Tenemos ahora un tramo de camino empedrado que nos hace echar las bicis al hombro por un cuarto de hora; gira hacia la izquierda buscando un paso poco evidente, pero que una vez ganado nos abre amplia perspectiva hacia la impresionante vega de Comeya a la izquierda, y hacia nuestro valle de bajada a la derecha, el de Gamonedo y más tarde hacia el pueblo de Demués. Vemos nuestra pista ahora casi al alcance de la mano, serpentear luego hasta las profundidades de los valles perdiendo muchos cientos de metros de altura.

  



Desde que cogemos la pista la bajada es muy rápida. Tramos muy cuestos de hormigón alternan con kilómetros de pista de tierra con unas vistas preciosas. El día sigue perfecto. Paramos de vez en cuando a disfrutar el paisaje de los valles y cordales cercanos: el famoso pueblo de Gamonedo se destaca a nuestra izquierda.
La espectacular pista se termina en Demués, cuando ya llevamos casi 8 km de bajada continua. Seguimos ahora por carretera estrecha y cuando ya nos parecía que la bajada era infinita, empalmamos en Benia (12 km de bajada y 800 metros de desnivel perdidos) con la carretera general que une Cangas de Onís y Cabrales. Desde aquí, pasando por Mestas de Con, por Intriago, por  Corao, intento no descolgar del todo de mis amigos: me esfuerzo sobre desarrollos de plato grande por primera vez en el día. Ellos levantan el pie varias veces para que reenganche, pero no les aguanto el ritmo. La parte final para llegar a Soto de Cangas se me llega a hacer larga.





Llegamos al coche a las dos menos diez de la tarde: nos ha llevado un poco menos de cuatro horas para lo que me ha parecido un recorrido fantástico, con un puerto mítico, pasando luego por solitarias majadas en las faldas del macizo del Cornión. Todo esto gracias a Nando, que actuó hoy como guía: él había hecho la misma excursión el pasado verano pero en dirección contraria (probablemente más dura). Fue por entonces explorando en solitario, sin referencias, sin haber encontrado el trak en internet, sino a la antigua, tirando de mapa y de intuición, encontrando aquel día esta fantástica excursión que hoy compartimos.

Desde luego una mañana buenísima (y sigue haciendo sol).

Gijón 8:30 h
Inicio pedaleo Soto Cangas (100 m) 10:00 h
Covadonga (200 m) 10:25 h
Lago Enol (1.150 m) 11:45 h
Belbín 13:00 h
Soto de Cangas 13:50 h

Gijón 15:30 h

domingo, 16 de noviembre de 2014

Noviembre como debe ser

14 Noviembre 2014
Rafa Belderráin
Intento Peña Ubiña (2.417 m)

Cuando la previsión es mala y te pones las botas junto al coche bajo la lluvia, cuando la visibilidad es muy reducida por la nube metida, y las manos se te quedan tiesas a pesar de los guantes... todo parece indicar que lo razonable sería darse la vuelta y ir a tomar un café a techo. Con todo y eso, tu colega sigue tirando para arriba charlando despreocupadamente de temas varios. Y yo encantado. Está claro que tiene gustos similares a los míos...

Camino del Meicín: poca nieve y nube cerrada
Tercer viernes consecutivo por el monte. Por tercera vez también salida de medio día por la zona de Ubiña en busca de unas horas de montaña, de entreno y de disfrute. Hoy el tiempo está claramente peor: el invierno está entrando. Aunque hay bastante menos nieve que la semana pasada, esto es así; la nieve entra, se quita, vuelve a entrar... y el suelo se va enfriando para acabar manteniendo el manto blanco por meses... En la mochila apenas nada: un forro y la frontal (nunca se sabe), el resto ya va puesto.



Desde el coche la lluvia venía cayendo sin parar. Ahora parece que escampa e incluso vemos algún parche de cielo azul por entre el marrón. Espejismos. Al poco rato la lluvia cambia por nieve y el viento va arreciando hasta rachas que me desequilibran a pesar de los bastones.
Vamos hacia la normal de Peña Ubiña, pero camino del collado de Terreros ya dudamos de que vayamos a llegar a ninguna parte hoy. Al abrigo de un pequeño resalte paramos a ponernos lo que nos queda de ropa y continuamos para arriba.


Echando de menos los crampones
Buscando las zonas menos expuestas al viento vamos haciendo zetas entre la hierba, la piedra suelta, y la nieve, aumentando la proporción de la última con cada metro que ganamos. 
Debemos estar por encima de 2.350 metros, enfilando los últimos metros para alcanzar la arista, cuando los neveros muy helados nos hacen detenernos. Conocemos bien el sitio y el riesgo potencial del canalón a nuestra derecha. El sentido común (más el de Rafa que el mío) nos hace decidir dar la vuelta. Apenas a un cuarto de hora de la cumbre, pero no tenía sentido seguir sin pinchos.
Una pena no haberlos traído: habría sido una tarde redonda tocar cima en mitad de este lío.



De bajada, el viento sigue dándonos sin miramientos. Paramos en el refugio del Meicín a tomar un caldo, calentar el cuerpo, y ver lo acogedor que está por dentro.
A los pocos minutos salimos para abajo.
A las siete en casa.

Tuiza (1.250 m) 14:30 h
Ultimo punto alcanzado (2.350 m aprox)
Tuiza 18:00 h

lunes, 10 de noviembre de 2014

Ya huele a invierno

Viernes 7 Noviembre 2014
Solo
Prau del Albo (2.131 m), Macizo de Ubiña

Salida ultracorta de entrenamiento y a pisar la primera nieve. 
Novecientos metros de desnivel, directo a las piernas casi desde el primer paso: sale una media del 25%.
En la mochila el chubasquero, unos guantes y las polainas que finalmente no utilicé.
La intención era subir al Fariñentu, pero una niebla traicionera en el momento clave me hizo desviarme hacia el más evidente Prau del Albo.
La nieve sorprendentemente cómoda de caminar, transformada a medias.
Viento fresco y algunos copos apretados en la arista. 
Sol a ratos bajando el valle de Corrales.
Ni un alma excepto por un par de buitres y media docena de rebecos.
Estaba el monte muy guapo.

8:40 h Tuiza 1.240 m
10:05 h Prau del Albo 2.131 m
11:00 h Tuiza 1.240 m

Ya huele a invierno.

Cresterío hacia el Fariñentu





El Siegalavá y nuevos copos cayendo



Tuiza y sus envidiables vistas
















El sábado he visto la película "Beyond the edge", que me pasó mi amigo Dani. Recrea la primera ascensión al Everest en 1953. Con imágenes y sonidos originales y con varios de los protagonistas hablando. Muy buena.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Bajada de pistón y viento en la Mesa

Viernes 31 Octubre 2014
Rafael Belderráin
La Mesa (1.922 m), “Espolón Tabuyo” 175 metros, V+



La semana había venido salteada de deserciones. Los planes de fin de semana escalando en Pirineos se habían desbaratado: uno tras otro, mis tres opciones de compañero se habían caído. Todos ellos con motivos de peso que conozco y comparto: la familia, los niños, las obligaciones... El caso es que el último, Rafa, me lo confirmó el jueves por la tarde, tarde.



Dado que la previsión de la meteo para Asturias el fin de semana era mala (cosa que luego no fue para tanto), intentamos aprovechar al menos escalando la tarde del viernes.
También en este plan de consolación la cosa fue menguando de forma estrepitosa: con la hora cambiada y currando de mañana, las horas de luz disponibles son pocas. Queriendo trepar en montaña, sopesamos destinos entre San Isidro, las Peñas del Prado, el Fontún, Ubiña… Finalmente nos decantamos por la Mesa en Ubiña, por su nula aproximación. Además, daban bastante viento en altura.

La Mesa tiene unas cuantas vías de escalada y como primer objetivo teníamos la “Natahoyo” con pasos de 6b creo, luego la “Tiempos de República”, de dificultad similar en principio. Estas dos son más duras pero más cortas. Además estaba la vía “Gran Diedro”, más fácil, con algún V+ suelto, muy atrayente para mí por lo evidente de su trazado.


Yo sólo he hecho el Espolón Tabuyo, esta ya unas cuantas veces a lo largo de los años. Una escalada clásica muy guapa, elegante y cómoda, sin apenas aproximación ni logística: lástima no tenga diez o doce largos más en el mismo plan… Siempre es una opción.
Cuando nos juntamos en Mieres a la una y media de la tarde había 29 grados. 31 de Octubre y un calor que en Agosto sería motivo de comentario y queja… Tremendo.

Salimos puerto arriba y afortunadamente el calor afloja: en la Cubilla hay 15º. Una vez aparcados en la Mayá Vieya, preparamos las mochilas a toda velocidad y arrancamos hacia la pared algo mosqueados por el viento. Al llegar al collado donde arrancan las dos primeras vías de nuestra lista, las ráfagas ya nos zarandean violentamente hasta para caminar: claramente así no podemos trepar. Las dos primeras opciones de vía objetivo se descartan automáticamente: seguimos bajando el listón…

Tiramos canal abajo hacia la entrada del “Gran Diedro” y el “Tabuyo”. Yo quiero ir a por la primera porque por lo menos, aunque sea fácil en general (según el croquis), escalaríamos una vía nueva.

Llegados al pie de vía me encuerdo sin demora (tres meses sin poner el arnés…), me calzo los gatos y salgo a por el primer largo: III y luego IV según Adrados. A los pocos metros me atasco en un paso en chimenea vertical y pulida. Yo estoy muy fuera de forma, pero desde luego no parece IV (y si me apuras, ni V!). Lo miro un momento y empiezo a destrepar: vamos éxito tras éxito en esta semana aciaga…



No conocemos a nadie que haya hecho la vía y no tenemos referencias. No queriendo perder lo que nos queda de día (son más de las tres de la tarde y a las seis y media no se ve nada), nos vamos al “Tabuyo”: más vale malo conocido… (y en este caso no es malo en absoluto).




Con bastante viento, aunque menos que arriba en el collado, tiro en la diagonal de partida echando de menos un buril que recuerdo en la misma entrada. Será cosa mía, pienso. Alcanzada la terraza de la primera reunión veo un parabolt reluciente justo a treinta centímetros de varias fisuras perfectas para cacharrear, y vecino además de dos vetustos clavos. Si el buril de la entrada me suena que estuviera, este parabolt estoy totalmente seguro de que no estaba antes… Yo esta reunión nunca la hago, así que continúo para arriba otros seis metros hasta la terraza con tres clavos que triangulo, justo antes del comienzo de los pasos más difíciles.



Rafa me comenta al llegar que se nota flojo de fuerzas. Ya me lo había dicho en el coche, pero ahora se hace patente que venir a trepar después de que te hayan sacado una muela con mucho sudor por parte del dentista, no es nada recomendable. El caso es que Rafa es un tipo duro duro, y yo no soy quien para cuestionar sus métodos de entreno… 

Total, que vuelvo a tirar yo, ahora el largo de V+. Preciosa escalada combinando fisuras y adherencias. Hay bastantes clavos, pero creo recordar quizá alguna chapa que hoy no veo…

El viento va aumentando: ya no nos oímos apenas. Cuando llega Rafa a la reunión (en la que también echo de menos alguna chapa, según recuerdo) viene pálido y mareado, con sabor a hierro en la boca, de sangre de la herida: le quito los trastos y vuelvo a tirar.

Estoy encantado con que me deje ir delante, llevo mucho sin escalar y nada mejor que largos disfrutones como estos para reencontrarse con la roca. Hay que tener cuidado al trepar porque el viento ya desequilibra.

Apurados los sesenta metros de cuerda, el espolón tumba y monto reunión en dos buenos puentes de roca. Mientras aseguro a Rafa me recreo con las vistas y pensando en cuando pasé por aquí en solitario hace unos pocos años, más o menos en esta época, con nieve en las terrazas aquel día.

En este mismo punto guardé la cuerda en la mochila las dos veces que lo hice solo: quedan aún unos ochenta metros a la cumbre, pero más fáciles. Hoy, quizá por el viento que nos zarandea, me sorprende que pasara por estos sitios a pelo. Está claro que todo depende de las circunstancias.



Casi al final hay una pequeña panza donde está el último paso difícil: también creo recordar aquí una chapa que lo protegía y que hoy no está, pero la roca ofrece posibilidades de protección natural.
En la última reunión me pongo la chupa, el viento me ha enfriado el cuerpo.

Días después comentando el tema con Pablo, me preguntaba él si estaba desequipada la vía, que algo había oído. O sea, que algo pasó con alguno de los buriles o espits que me suena que faltan, aunque también creció un parabolt… En cualquier caso, creo que la vía se protege perfectamente tal y como está, con lo existente y lo que deja añadir.



En la cumbre miro la hora: las cinco y veinte, algo más de dos horas desde que empezamos.
Estamos contentos con haber aprovechado la tarde. El cielo azul cuando llegamos, está ahora gris oscuro, anticipando la llegada del otoño y de la primera nevada, anunciada para dentro de dos días, y que tanta gana tenemos ya de ver…




Bajamos charlando hasta el coche, recordando nuestra primera ascensión a esta cumbre muchos años atrás, yo de niño, ambos con el grupo de montaña del colegio, quién sabe si ya coincidimos aquel día…

Para mí una tarde disfrutada con un amigo en el monte, algo azotados por el viento. Una delicia.
Para Rafa una escalada bajo los efectos secundarios de la anestesia y de gente arrancándote con esfuerzo arraigadas piezas dentales.
...Cada uno disfruta a su manera.

Mieres 13:30 h
Mayá Vieya 14:45 h
Pie de “Gran Diedro” 15:00 h
Pie de “Tabuyo” 15:15 h
Cumbre 17:15 h
Mayá Vieya 17:45 h