LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

miércoles, 29 de enero de 2020

Rozando el absurdo

17 enero 2020, sesión de tarde
Rafa Belderráin
Peña Ubiña (2.417 m), Norte clásica asturiana


Alpinismo de sesión de tarde y en enero: suena casi absurdo.
Tiene que ser rápido por definición.
A las seis y media es de noche… en fin.

Trabajar hasta la una y media. Quedar en Mieres a las dos. Salir de Tuiza a las tres: La idea es, si la nieve está buena, hacer la Norte clásica asturiana y bajar por la Fana hacia el collado de Terreros.
Yo esto ya lo he hecho antes así, incluso viniendo solo, aunque quizá con más margen de luz, más a finales de invierno… 


No llevamos peso: ni cuerda ni material, nada más que los piolets y crampones. Bueno, eso y la frontal. Si la cosa no está, nos daremos la vuelta y punto. 

Rafa camina rápido y habla de forma continua: así vamos más entretenidos. Subimos hasta el Meicín y enfocamos Covarrubias.  Al remontar las primeras palas, la nieve estaba bien helada. Yo paro a poner los pinchos, Rafa sigue. 



Son las cuatro y media más o menos cuando alcanzamos el collado con el Cuitu Les Cabres. La Norte de Ubiña se ve muy guapa: tapizada de blanco la roca. El cielo presenta nubes extrañas. La previsión es que se tuerce al día siguiente, pero aquí nunca se sabe…



Seguimos progresando por debajo del Primer Castillín y de Puerta de Arco, altos en la media ladera, con nieve helada y blanda a ratos. Vengo esperando de cuando en cuando por Rafa: no podemos perder tiempo, llevamos la luz justa.


Por fin, casi a las cinco de la tarde, enfocamos la primera diagonal a izquierdas de la Norte clásica: la luz declina rápidamente y tenemos que espabilar. La roca está tapizada de nieve reciente. Coladas de nieve polvo nos bañan, procedentes de las palas superiores. Las nubes empiezan a cubrir todo el cielo. Ambiente de montaña.



Remontamos juntos, yo delante y Rafa detrás. A ratos paro a esperarlo: se le vienen enfriando las manos. 


Enfocando ahora la primera diagonal a derechas nos asaltan las primeras dudas: estoy en la mitad de un tramo de nieve inestable, en el que hay que sanear unos treinta centímetros de profundidad para pinchar algo consistente con los piolets. Los pies parece que van mejor. Nos sigue cayendo nieve polvo de las palas superiores. Son unos cuarenta metros, luego tumba y mejora la nieve: tiro delante hasta encontrar la cresta blanca que nos da vista hacia León.

Llamo a Rafa para que suba. Mientras llega, me pongo la chaqueta. Hace bastante frío y lo noto, a pesar de venir a ritmo. Miro alrededor y al valle: pienso que en estos momentos, aquí arriba, nuestro mundo es tan distinto al de ahí abajo…
Al rato llega Rafa. Comentamos el tramo: si hay que destreparlo, podríamos, pero aún confiamos en salir por arriba.


Por delante todo se hiela. Salimos buscando el paso más fácil por entre los espolones de roca. Ahora vamos rápidos enlazando pequeños corredores diagonales, ganando cota. Hielo de puntas delanteras y media hoja de piolets. Es tumbado, pero es hielo. A nuestro alrededor, la luz va bajando y también se levanta viento por momentos, nos ciegan a ratos las coladas y a veces también chispea algo de nieve, pero voy optimista. 

Vamos llegando al final, se intuye la cercanía de la cumbre, casi lo tenemos hecho. Nos montamos en la arista de roca para pasar a la vertiente leonesa: tramo de mixto para ganar el paso al pequeño corredor final que da acceso a la cumbre. Aquí hay poca nieve y pisamos roca tapizada.


Cuando por fin cogemos vista del paso, me desanimo: está muy justo de hielo y de nieve, aflora roca a ambos lados. Sé que desde esté ángulo parece más tieso de lo que es en realidad, lo he hecho varias veces sin cuerda, pero… 



Miro el reloj: son las seis menos cuarto. Calculo que nos queda poco más de media hora de luz. La nube nos rodea…
Sopesamos opciones.
Podemos probar a ver qué tal, gastar unos minutos de luz, estamos tan cerca de la cumbre… y luego ya es bajar por terreno fácil y conocido (aunque no sabemos cómo estará la nieve, ¿habrá placas de viento? ¿nos hundiremos hasta el eje?).



Hay que decidir rápido: yo hoy no lo veo claro para pasar a pelo, toca tirar para abajo (destrepar todo lo escalado también me da respeto…).

Una vez decidido, superada la incertidumbre, solo hay que ejecutar: Deshacemos el tramo de arista con cuidado y nos echamos cara a la pared para los tramos helados. Son movimientos sencillos, repetitivos, pero es importante hacerlos bien, prestar atención y no cometer errores... Hay pocas bromas ahora. 



La luz va a menos a cada metro. Desescalamos casi el mismo recorrido de hace un rato. Yo me muevo bastante más rápido que Rafa en este terreno, en parte imagino que por los piolets. Espero por él en varios puntos, según veo que la distancia entre nosotros crece.



Antes del tramo de nieve delicada paramos un rato a que le calienten las manos: dolor, mareos, qué chungo es ese proceso… Una vez repuesto salimos a por el tramo inestable. Yo paso rápido y me echo de nuevo a la zona helada de abajo. Rafa viene más lento.
Hacia las seis y media enciendo la frontal. Aún nos queda un rato hasta el collado con el Cuitu les Cabres. Se hace difícil identificar los mejores pasos, se pierde el relieve, pero aquí ya estamos relajados. Prácticamente se trata de andar: andar por laderas heladas y a oscuras, pero andar. Rafa vuelve a su locuacidad habitual.

Con el refugio cerrado, sabemos que no hay nadie más en el macizo (¿quién iba a estar por aquí a estas horas?). A escasos metros del fin de la nieve paramos a quitar los crampones. El resto del camino es rápido.
Hacia las ocho de la tarde llegamos al coche. Cinco horitas de montaña.

Ya llegando al coche, comentamos otro escenario que podía habese dado allá arriba: haber probado suerte con el resalte final, gastar unos minutos más en los que finalmente uno hubiera conseguido pasar delante, pero que el otro no se atreviera (los toboganes hacia Torrebarrio imponen), que el de arriba destrepara el paso estaba descartado (los toboganes hacia Torrebarrio…), y despedirse allí arriba a esta hora, cada uno hacia un lado distinto de la montaña, cada uno en solitario, los dos sin apenas luz…
Conclusión, buena decisión la tomada.

Acumulamos experiencia a lo largo de los años, esto nos hace tener criterio.
El buen criterio solo es consecuencia de sobrevivir al mal criterio. Exponernos a situaciones de estrés en terreno conocido y “manejable”, y tener que decidir aquí, nos ayuda para cuando esas situaciones aparezcan en terreno desconocido y menos manejable, porque lo más seguro es que antes o después, nos llegará el caso.

Alguien dirá que si tuviéramos buen criterio quizá simplemente no deberíamos intentar la norte de Ubiña en enero, con poco más de tres horas de luz, saliendo del pueblo a las tres de la tarde. Y está claro que en parte tiene razón. Pero ya explica el refrán cómo se aprende a capar…

Gran tarde de montaña.
Grande Rafa.

Tuiza 15:00 h
Cabecera Valle de Covarrubias 16:00 h
Inicio Norte Clásica Asturiana 17:00 h
Último punto alcanzado 17:45 h
Cabecera Valle de Covarrubias 18:45 h
Tuiza 20:00 h

jueves, 16 de enero de 2020

Amigos, hielo y tornillos

28 diciembre 2019
Martín Moriyón, Rubén Díaz
Peña Santa Enol (2.478 m), cara Noreste vertiente Cemba Vieya (300 m, ¿?,??)



Últimamente salgo poco de mi zona de confort. Y mi zona de confort cada vez es menos vertical. Así las cosas, la perspectiva de ir a escalar la Norte Directa de la Peña Santa de Enol, cascada tiesa donde las haya en los Picos, me había puesto nervioso. Había despertado cada hora de las pocas de la noche previa: el despertador sonó a las cuatro y media.
Todo vino de las referencias dadas por Fer y Martín de sus condiciones en días previos: Nano Zamora la había hecho y hablaba muy bien.



Nuestro plan inicial como cordada era mucho más modesto, una Torrezuela o similar, claramente más dentro de la mencionada zona de confort. La llamada de Martín alteró los planes. Cuando en el coche a las cinco de la mañana le comenté el tema a Rubén el destino aún no estaba cerrado, pero mi inquietud se le contagió automáticamente…
A las seis nos reunimos con Martín en Cangas. El termómetro marca 2 grados. A las siete menos cuarto ya estamos arrancando en Pandecarmen, a 8 o 9 grados positivos: Una temperatura nada buena para subir a escalar cascadas de hielo verticales…

A la luz de la frontal vamos remontando el camino a Vegarredonda.  Venimos en zapatillas acertadamente: la nieve no arranca hasta por encima del refugio viejo. Eso sí, arranca bien dura. En las zetas hacia la Fragua nos ponemos los crampones. Al llegar al collado y coger vista, nos saluda la helada cara norte con la cascada bien marcada. Está impresionante. Nuestra inquietud (de Rubén y mía, no de Martín) está en máximos cuando vemos varias figuras diminutas aproximando a la vía: se nos ha adelantado el personal.
No vamos a entrar a una vía de hielo como esta con cordadas por encima, así que nos toca buscar objetivo alternativo. Yo noto automáticamente una sensación de alivio…
La Pili Cristina, a pesar de haber subido hasta aquí unas cuantas veces a intentarla a lo largo de los años, también la tengo pendiente. Desde aquí su primer largo parece bien formado. Pero también aparece muy atractiva una línea de hielo poco habitual: a la izquierda dela Pili baja un chapón de hielo muy ancho, que se encauza abajo en una cascada… Por aquí no se sube todos los años, y yo nunca he visto tanto hielo como hoy en esa zona: hay un escudo tremendo. Ya tenemos reto: con este objetivo, que intuimos más fácil, Rubén y yo vamos ya más tranquilos.
Seguimos aproximando, piolet en mano, hacia la Cemba Vieya.
Vemos unas cinco personas por encima, algunos hacia la Norte Directa y otros hacia el Marqués. Por debajo de nosotros aún se acerca otra cordada.
En el último rellano paramos a poner arnés y ordenar el material. Cinco minutos más tarde estamos montando reunión bajo la cascada. No hace nada de frío.



Pienso ahora en mi amigo Javi Sáenz, entrando por aquí hace unos años, solo, de noche, para escalar esto que tenemos encima, luego la otra peña Santa, luego el Friero... Menudo jabalí.

Largo 1. Arranca más tieso de lo que creíamos: lo tiene nominado Martín. Resuelve el tramo tieso con envidiable soltura, da gusto verlo escalar: desaparece de nuestra vista y apura las cuerdas.  Cuando nos avisa salimos hacia arriba: los primeros pioletazos dan buena sensación. Otra cosa es que yo me vea torpe, pero el hielo desde luego está bien. Los primeros diez metros hay que apretar más, después va más tranquilo. Todo tornillos. Para llegar a la reunión vuelve a ponerse tieso. Solamente por este largo, pienso, ya merece la pena venir hasta aquí.







Largo 2. Sale de nuevo Martín en travesía oblicua ascendente a la derecha. Está fino de capa y hay que dar con tiento, y en momentos hasta ganchear  suave. Tres tornillos más tarde ya sale a una zona más tumbada y con más masa. Coge velocidad y estira las cuerdas enteras. Salimos Rubén y yo disfrutando a tope: de segundo la vida se ve de otra manera! Miro hacia atrás y veo por dónde venimos, es muy estético. Reunión en tornillos: esto no parece Picos. De nuevo, lujazo de largo.






Largo 3. La cosa tumba. Me ato a la otra cuerda y salgo yo delante. Plancha abierta tumbada. El hielo coge los tornillos. Coloco un friend en una fisura que aflora en el roñón de roca de la izquierda. Escalada fácil  y disfrutona. Por tramos la chapa de hielo adelgaza y hasta los tornillos cortos me tocan atrás, teniendo que alondrar con cinta en algún caso. Al acabar las cuerdas estoy en un bloque al lado del collado de enlace con la Noreste. Monto reunión en un bloque y aseguro a los colegas. Cinco o seis tornillos (¡!). Largo fácil, pero de disfrutar de la escalada.








Miro aquí hacia abajo y veo la salida al collado de la Noreste clásica, y me acuerdo de Miguel, de cuando hace más de 25 años, siendo yo un chaval, después de vivaquear en las Barrastrosas, subimos juntos por allí sin cuerda...


Largo 4. Para Rubén. Enlace con la Noreste: a diferencia de las otras veces que pasé por aquí, en nieve helada, hoy el terreno es hielo vivo con alguna franja breve de nieve y algo de roca aflorando.  Rubén sube a ritmo, metiendo pocos seguros. Apura cuerdas hasta el bloque de roca de la salida de la Pili Cristina. Martín y yo subimos charlando y comentando el día, planes presentes y futuros. 
Al llegar a la reunión tenemos vecinos encima: han salido de la Pili muy rápidos. Conocidos de Martín: José Tascón y compañía, majos.







Largo 5. Martín. Arranca en un resalte de tres o cuatro metros de hielo tieso, después hacia la derecha tumbado para enlazar con el Marqués. Me cuesta más este resalte que cualquier otro paso previo: creo que le entré mal. Después de bufar un poco salgo al tumbao y rápidamente hasta el relevo.




Llegando junto a Martín recordamos el día más frío de nuestras vidas, aquí juntos, hace unos diez años, la primera vez que nos encordabamos...

Al llegar a la reunión hemos terminado: qué disfrute de vía, condiciones de auténtico lujo. No ha hecho nada de frío pero el hielo estaba en perfectas condiciones. 
Por arriba hay mucho tráfico: al menos dos cordadas en la última tirada, y desde arriba otros cuatro o cinco rapelando.  Los tres somos de los de hacer cumbre, pero viendo el panorama, hoy decidimos (acertadamente) salir para abajo. Recogemos las cuerdas y destrepamos rápidos hasta el penúltimo largo. Aquí rapelamos al suelo.





Una vez en el rellano donde nos pusimos el arnés, nos lo quitamos de nuevo. Recogemos el material y comemos algo mientras los ojos no paran de recorrer las líneas de hielo que nos rodean, hoy en excepcionales condiciones.




Hemos hecho una escalada preciosa, sin referencias previas, sin encontrar ningún seguro, aunque sabíamos que por ahí se subía desde hace muchos años (más tarde supimos que la línea está incluso bautizada por Tito).

De camino para abajo, de pinchos aún un buen rato. El simple caminar de crampones por estas laderas heladas es en sí mismo un placer. Doce horas más tarde llegamos al coche con la frontal puesta. 



Venía pensando en la primera vez que subí a la Peña Santa de Enol en invierno, con 16 años, con Rubenín, como hoy...

Un gran día de montaña.
Qué guapos son los Picos y qué bien lo hemos pasado.



Con estos compañeros, a donde haga falta.

Las fotos son de los tres. Las buenas, de Martín.

Gijón 5:00 h
Pandecarmen 6:45 h
Cemba Vieya 10:15 h
Hombro Marqués 14:45 h
Cemba Vieya 15:30 h
Pandecarmen 19:00 h

miércoles, 8 de enero de 2020

Gigantes que se funden

Aprovechando la época invernal en la que estamos inmersos, de fríos y hielos, un artículo muy interesante publicado en la revista Alpinism acerca del impacto del incremento de temperatura en las montañas de los Alpes, y sus consecuencias en los últimos veranos.

Melting giants