LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

domingo, 28 de agosto de 2022

60 cumpleaños de la VIA por excelencia

Excelente resumen en la Web de Barrabés de la gesta de la apertura por parte de Rabadá y Navarro de la primera vía en la Oeste del Picu.
. . https://m.barrabes.com/blog/noticias/2-7928/60-anos-rabada_navarro-oeste-pico se te caen las pistolas pensando en estos dos máquinas.

martes, 23 de agosto de 2022

Ecrins, el Pelvoux pequeño, y el grande

Alpes Express 2022. Ecrins. Rubén Díaz . . Petit Pelvoux (3.753 m), Arista Sur (400 m, IV+) . Mont Pelvoux, punta Puiseux (3.943 m)
Día 1 paliza de coche, trece horas conduciendo. Salimos de Asturias lloviendo y a 20 grados. Por el camino escampa y llueve de nuevo a ratos, y las temperaturas suben hasta los 36 grados. Llegando a los Alpes se ven incendios, tormentas eléctricas… Llegamos al camping de Ailefroide a las nueve y media de la noche, ya está cerrado a esta hora así que buscamos una zona tranquila en una carretera adyacente y plantamos la tienda paralela al coche. Nos acostamos cansados, llueve…
Día 2 Madrugamos. Para hoy dan riesgo de tormenta y lluvias a partir del mediodía. No nos apetece mojarnos así que iniciamos la subida desde el camping de Ailefroide (1.500 m) hasta el refugio Pelvoux (2.700 m) a las 9 de la mañana.
Nos lleva 3 horas con calma, son 1200 m positivos, el paisaje es espectacular, el camino bueno, vistas a montañas enormes a nuestro alrededor.
Rebecos tranquilos pastando. Se intuye la falta de nieve. Al llegar no hay nadie en el refugio. El guarda se muestra algo borde cuando ve que somos dos en lugar de los tres de la reserva (la baja de última hora de Nando).
Después de descansar un rato subimos a explorar la trepada por detrás del refugio. Más arriba los primeros hitos están bien marcados: parece que más o menos hay buen camino hacia nuestro objetivo. Este tramo lo haremos con la frontal… Encima del refugio moderno está el antiguo refugio Lemercier. Es una pasada: madera, chimenea, literas, utensilios y herramientas antiguas… Todo muy bien conservado.
La tarde transcurre entre tormentas, granizadas, rayos y truenos. El panorama da miedo si piensas en estar metido allí arriba en una vía de roca… Poco a poco ha ido llegando gente, pero algunos (familias con niños) se vuelven para abajo. A ratos entra algo de cobertura y puedo cruzar unos mensajes con Paula. La cena temprana, a las seis y media, la compartimos con otras dos cordadas, unos holandeses y unos franceses. El francés come por tres; espectacular. Al terminar el postre, queso con tarta de plátano y chocolate, el guarda nos da el último parte meteorológico: la cosa parece que pinta bien para el día siguiente. Los holandeses irán a la arista Sur de la aguja Sialouze, junto con otros tres chavales (dos franceses y un mejicano), una clásica de la zona con muy buena pinta. La otra cordada francesa no tiene claro aún qué va a hacer. Nosotros confirmamos al guarda que intentaremos la Arista Sur del Petit Pelvoux (3.753 m), para cruzar luego el glaciar, hacer cumbre en la punta Puiseux (3.946 m), y terminar bajando por las Rocher Rouges.
Perfil de la Arista Sur del Petit Pelvoux El guarda nos dejará el desayuno preparado a las cuatro. . Día 3. El despertador suena a las cuatro y cuarto. Los holandeses ya se han levantado una hora antes. Bajamos a desayunar, nos preparamos y salimos del refugio con arnés y casco puesto. Son las cinco y cuarto. Las estrellas refulgen. Empieza la juerga.
Arrancamos la aproximación a la luz de la frontal, con calma. Trepadas y pedreras. Cuando nos acercamos a una zona de trepada delicada la luz del amanecer nos ayuda a encontrar el mejor paso por el zócalo de roca que da paso al prado triangular que marca la reseña. Desde aquí, por la cumbrera hacia la propia torre del Petit Pelvoux es un laborioso caminar entre bloques, vamos remontando poco a poco.
Al acercarnos a las torres y gendarmes nos entran dudas sobre el recorrido correcto. Hay varios grupos de torreones y gendarmes para escoger. Finalmente nos decantamos por unos hacia la derecha desde el collado en el que estamos. Nos atamos, ponemos los pies de gato y sale Rubén delante.
Son las ocho de la mañana. Estira los sesenta metros de la cuerda de 8,2 mm que hemos traído superando tramos que obligan a escalar con atención y cariño. Encuentra varios clavos, así que estamos más relajados respecto a estar en la vía. Monta reunión sobre bloques.
Tras alcanzarlo me pongo yo delante ahora para seguir por terreno bastante vertical sin seguros fijos. Fácil pero que requiere atención. En lo que parece la cumbre de un gendarme monto reunión, casi he terminado la cuerda.
Cuando llega Rubén me dice que tire de nuevo. Salgo otra vez por terreno variado, siguiendo el recorrido que me dicta la lógica sin tener ninguna referencia. De nuevo apuro casi toda la cuerda hasta que alcanzo la cumbre de una torre, una reunión de cordinos sobre un bloque nos muestra el camino a seguir. Al llegar me doy cuenta de que no estamos sobre el segundo gendarme del croquis, sino aún sobre el primero. A la vez veo que por delante tenemos un rápel de unos quince o veinte metros a un collado, y desde este, un muro tieso en lo que sí es el segundo gendarme. Desde este ángulo parece difícil.
El cielo está variable, y aunque sigue bien nos da un toque de atención el hecho de estemos más abajo de lo que creíamos. Azuzo a Rubén para que no perdamos tiempo. Desde esta reunión ya vemos asomar los enormes seracs y el plató glaciar superior a nuestra izquierda.
Rapelamos a la horcada, recuperamos cuerda sin problemas y me dispongo para afrontar el largo más difícil según el croquis: IV+. El grado no me preocupa, pero le entro con respeto. Arranca muy vertical desde una reunión de dos clavos. Muro tieso con buen canto. Coloco un buen fisurero y empiezo a remontarme en un diedro fisurado cuando me encuentro un clavo en los morros: estoy en el paso. Resuelvo tranquilo, aunque la mochila con el piolet y los bastones me incordia un poco. Después estiro la cuerda completa y llego a la parte alta de la torre. Reunión de cordinos viejos lazando un diente de roca y dos clavos. Tenemos la opción de crestear o rapelar a la siguiente horcada: después de una inspección por parte de Rubén vemos más claro el rápel. Es muy vertical y de unos veinte metros hasta unas terrazas sucias de arena y bloques, con algo de nieve que se precipitan en un canaleto feo.
No obstante, ahora vemos el panorama por delante más claro y nos animamos. Reforzamos el tinglado con un cordino y sale Rubén para abajo. Al retirar la cuerda estamos ahora posados en una pequeña repisa que nos conduce hacia la izquierda hacia otros dos pequeños gendarmes. Según la reseña, desde el segundo tenemos que levantarnos por los muros de encima en IV grado y navegarlos hacia la salida. En mitad de esto comentamos qué fea sería una retirada desde aquí si fuera necesario…
Sigo tirando delante: el largo exige de nuevo atención y lectura correcta del recorrido. La roca es buena en general. Derivo ligeramente a la izquierda y a unos veinticinco metros me encuentro un clavo. Bien. Después de esto estiro a tope la cuerda hasta lazar unos bloques en una terraza. Se empieza a intuir el final. Desde la reunión veo el glaciar y una cordada recorriéndolo. ¿De dónde habrán salido? deducimos luego que han subido por el glaciar de Violettes.
Al llegar Rubén nos atamos en corto y sale delante él. Buena decisión. En pocos minutos de trepar de forma simultánea por terreno intermedio estamos en el buzón de cumbre. La vía termina en la misma cima, 3.753 m. Gran sensación. Son las doce. Hemos tardado cuatro horas, en línea con las referencias de Camptocamp. Estamos muy contentos. La vía ha sido más sostenida de lo que creíamos al empezar. La mochila con las botas, crampones, piolet también se ha hecho notar.
Sentados en las piedras comemos y echamos un trago. Mandamos algunos mensajes a casa y a Luque, que está por la zona escalando con Inés. Yo llevo toda la vía con un forro fino. Rubén ha venido con algo de frío, y lleva la chupa puesta, gorro bajo el casco y a ratos hasta guantes. Raro porque solemos ir parecido. Nos cambiamos gatos por botas. Por delante tenemos ahora la bajada hasta el glaciar, andar de pedrera básicamente.
En pocos minutos estamos al borde del blanco poniendo los crampones. Nos equipamos para el glaciar guardando todo el hierro sobrante. Salimos a buscar unas huellas viejas, que nos llevan evitando las grietas hasta la huella de la cordada que vimos antes. Su trazado es perfecto. Subimos con calma: tenemos unos trescientos metros de desnivel que ganar y en esta cota se nota el esfuerzo y las horas de actividad.
Las grietas dan miedo. Su tamaño y el sonido del agua corriendo… La escala de estas montañas te hace sentir pequeño. Serpenteando ganamos altura y terminamos saliendo a las rocas que dan paso a las Rocher Rouges. Aquí propongo dejar las mochilas para la ascensión a la punta Puiseux, culminante del Mont Pelvoux. Tenemos que volver a pasar por aquí de todas formas. Así, de ligeros (yo sigo de forro fino), remontamos el último tramo del glaciar, esquivando grietas. La última pala se empina un poco.
Hacemos la cumbre solos y sin nadie alrededor, como llevamos todo el día. Son las dos menos diez. 3.953 m. El Pelvpux es una montaña grande en todas sus vertientes. Las vistas se abren: delante tenemos la enorme cara Sur de la Barra. Detrás el perfil serrado de la Meige. Al otro lado, el Ailefroide se muestra alpino, difícil. Trescientos sesenta grados de vistas de montañas y valles alpinos. El cielo aguanta y disfrutamos unos minutos (pocos) en la cumbre.
Hacemos la bajada del tramo glaciar ahora por la derecha. Está empinado. Con atención primero y relajados después llegamos hasta el collado donde tenemos las mochilas. Fuera crampones y volvemos a la pedrera. Estamos colgados más de mil metros por encima del refugio, que vemos claramente. La bajada de las Rocher Rouges discurre inicialmente por terreno cómodo y bien marcado. Después se empina y se complica. Y además desaparecen las referencias y aparecen grandes cortes. Vamos buscando el camino con bastante incertidumbre por momentos. Muy de vez en cuando divisamos algún hito o marca de pintura. Extremadamente escasos para lo complejo del recorrido. Muchos metros por debajo vemos los puntitos de las cordadas que fueron a la arista de Sialouze. Por suerte, el tiempo aguanta. Comentamos lo mucho que se podría complicar aquí la cosa. No queremos ni pensar en tener que bajar por aquí con niebla, o lloviendo, o entre granizadas como las de ayer, con el enorme riesgo de perderse y de caída de piedras. Es un auténtico laberinto. Menos mal que Rubén y yo nos movemos bien por estos terrenos… Con todo, la bajada se hace larga y estresante por momentos.
Finalmente llegamos al Col de la Bosse de Sialouze. Nos relajamos. Ya “solo” nos queda aguantar el tramo de descenso hasta el refugio, que vemos todavía varios cientos de metros por debajo, pero por terreno más amable.
Tras un rápel corto para salvar un último cortado por fin entramos en zona de caminar. Llegamos al refugio a las seis y cuarto. Trece horas después de salir. Apenas hemos parado unos breves minutos en las cumbres. Hemos estado solos todo el día. Yo estoy fundido… Saludamos al guarda. Día largo, le digo. Y me responde, pues todavía no habéis terminado… ¡Qué razón tiene! aún tenemos que bajar hasta el Camping de Ailefroide. Otros 1.200 metros de bajada…
Descansamos un rato. Yo como y bebo. Rubén viene fastidiado del estómago y no le admite bien ni la comida ni el agua. Completamos las mochilas. Cambio botas por playeros. Con filosofía arrancamos camino abajo. El camino es bueno, pero igualmente la cuesta no perdona. Aprovecho las paradas técnicas de Rubén para sentarme a reposar piernas y hombros.
Rebecos lustrosos corretean por las camperas. En un momento dado vemos a uno de ellos espantando a una marmota, que huye despavorida… El paisaje es espectacular. Lo disfrutamos a pesar de la reventada. Poco a poco vamos llegando al valle, al estruendo del torrente, a los árboles más grandes ya. La luz del día se va apagando. Hasta que se apaga del todo y nos obliga a sacar las frontales, cerrando el círculo de lo que está siendo un gran día de actividad alpina.
Tropezando con las raíces y las piedras, por fin llegamos al aparcamiento. Son las diez y veinte de la noche. Hemos tardado más del refugio al camping para bajar que para subir… Llevamos diecisiete horas desde que salimos esta mañana por la puerta del refugio. Por el medio dos cumbres, una vía de roca de unos cuatrocientos metros, unos 1.400 metros positivos, y unos 2.800 metros negativos… Movemos el coche al punto de la primera noche al llegar. Cenamos algo, montamos la tienda y nos derrumbamos en los sacos. Dia 4 A la mañana siguiente, aún metidos en sombra mientras desayunamos vemos tres corzos cruzando la campera que tenemos al lado. Al rato pasa en bicicleta un paisano con un forro polar rotulado del camping: muy educado nos pregunta si hemos dormido allí. Sí le decimos. Pues está prohibido, nos dice. Y le digo, amigo, llegamos ayer a las diez y media de la noche del Mont Pelvoux. Ok, ok. Se va… Optimistas nos planteamos quedarnos a intentar alguna vía de roca fácil de las muchas cercanas al camping, parte del plan inicial trazado en casa. Pero en realidad vemos que no estamos para nada. Intento contactar con Luque para saludarlos, pero no lo logro. Recogemos las cosas y arrancamos carretera alante.
Como siempre, el viaje de vuelta parece más largo. Paliza de coche, atascos, 38 grados. Pero todo esto se hace llevadero cuando has cumplido el objetivo del viaje que te habías marcado en casa. Todo ha salido a pedir de boca. Hemos conocido una nueva zona realmente espectacular. Montañas grandes y en un estado salvaje y poco transitado. Lástima la falta de nieve. Con Rubén, una vez más, perfecta coordinación. Un placer. · Salida del Refugio Pelvoux 5:15 h · Inicio Arista Sur Petit Pelvoux 8:00 h · Cumbre Petit Pelvoux 12:00 h · Cumbre Punta Puiseux Mont Pelvoux 13:50 h · Col de la Bosse de Sialouze 17:00 h · Refugio Pelvoux 18:15 h · Camping Ailefroide 22:20 h

martes, 16 de agosto de 2022

Paseo de tarde al Pico del Oso con Javi

14 agosto 22 Javi Puerto de San Isidro. Pico del Oso (2.021 m) desde El Fielato (1.245 m)
La idea era un paseo sin pretensiones. Quería controlar un collado por si subía a vivaquear con los niños. Salimos de casa a la una y media de la tarde. A las dos y media aparcamos a la sombra al pie de la carretera. El camino arranca desde las cabañas de El Fielato (1.245 m) y está muy bien marcado, hay un PR con el que compartimos la primera parte del recorrido. Superamos la zona de cabañas de Brañaredonda y remontamos prados con helechos, ganado abundante, vacas y caballos, vigilados por algún mastín.
El sol pega pero la brisa deja caminar bien. En el primer collado nos sentamos a picar algo. Mientras comemos unos frutos secos y echamos un trago se nos acerca un mastín joven, con más cara de hambre que otra cosa. Se nos va arrimando muy cauto. Le echamos pistachos, avellanas, almendras y hasta dátiles. De todos ellos da buena cuenta y se relame gustoso. ¡Un mastín vegetariano! El hambre que debe pasar el pobre…
Seguimos remontando a continuación la última zona boscosa, en silencio, confiando en ver algún corzo. En esas vamos cuando, ya cerca de un tramo de gravera de cuarcita, Javi me para y me señala en la altura: son tres y parecen corzos. Pastan en una zona arbustiva por encima de nosotros. Estamos un rato observándolos. Lástima haber olvidado los prismáticos en casa…
Seguimos después acercándonos a la preciosa majada de Fuente Alba. Aquí un buen rebaño de vacas pasta y sestea en los prados. Ya es hora, así que nos sentamos a comer el bocata. A nuestro alrededor destacan las alpinas laderas serradas de los Castillones, girando el Nogales aún alto, el Pico del Alba, por detrás parece Peña Redonda, y más hacia el valle la bajada de Braña del Gumial. La cuarcita verdosa y la luz del sol con nubes intercaladas que entran y salen le da el toque definitivo al paisaje Es entonces cuando empezamos a divisar numerosos rebecos. De nuevo echamos de menos los prismáticos…
Cuando retomamos la marcha, lo hacemos acercándonos a dos o tres de los rebecos más cercanos, que ante nuestra presencia salen corriendo ligeros ladera alante. Vamos girando hacia la izquierda la cabecera del valle, ganando metros veloces. La niebla a ratos oculta las crestas. Trepando entre las rocas fuera del camino, alcanzamos la cumbrera que separa de León. Se abren las vistas hacia el puerto de Vegarada. Estamos en una cumbre secundaria en la cuerda que conduce al el pico Fuentes, mirándolo en el mapa más tarde en casa parece que es la más alta de los Castillones (1.972 m). Bajamos desde esta al cercano collado llamado la Ventana de Fuentes y poco después hacemos cumbre en el Pico del Oso (2.021 m).
El viento fresco unido, la falta de sol y los girones de nube hace que nos pongamos el chubasquero. No hay buzón ni cruz ni nada, solo un montón de piedras apiladas. Son unos ochocientos metros positivos desde el coche, pero el recorrido es muy entretenido y variado, y esto ayuda a llevarlo mejor. El entorno es precioso. Picamos algo más de lo que nos queda. Acabamos el agua y salimos para abajo. En el camino de vuelta volvemos a ver grandes grupos de rebecos tranquilos por las laderas. Echamos un trago directo de una surgencia y más tarde recargamos más la botella en un bebedero.
A las siete y media ya estamos en el coche camino de casa.
Estupendo paseo en la mejor compañía.