LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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jueves, 10 de diciembre de 2015

Iñíguez al Fontán

Viernes 13 Noviembre 2015
Martín Moriyón
Fontán Norte (2.417 m), Vía Iñiguez (200 m, 6b/A0)


Por fin, por días, el otoño es lo que tiene que ser: la nube descarga lluvia y nieve en montaña, va enfriando el ambiente y el suelo, preparando las condiciones para el invierno. Es que hasta hace dos semanas el ambiente era veraniego. Nosotros cogimos uno de esos últimos días benévolos.

Salimos de casa temprano, a las seis. A las siete aparcamos en Tuiza en la oscuridad. Se ven estrellas por zonas. La previsión habla de nube, aunque sin precipitación. Rematamos las mochilas y salimos con las frontales pueblo arriba. Pasamos por el Meicín amaneciendo, cargamos agua y salimos a por la dura cuesta que sube a la Forqueta del Portillín. La nítida luz del amanecer recorta precisos perfiles todo a nuestro alrededor: el macizo de Ubiña destaca por lo alpino de sus cumbres. Hoy se ven mejorados por un mar de nubes que engulle los valles.



Con esfuerzo alcanzamos la Forqueta: son las ocho y media, hemos ganado unos 1000 metros desde que salimos del coche. Tenemos la primera vista de la pared a escalar. Su aspecto es el que recordaba: franjas de desplomes, cambios de color en la roca. Se ve recio, tieso, alpino… Las vistas hacia Cuevapalacios son espectaculares: el mar de nubes se ve interrumpido por la gran Peña Rueda. Nos queda ahora cruzar la cuenca de piedras hasta la base de la pared. La subida está hecha, pero este tramo final aún nos lleva un buen rato: a las nueve y cuarto estamos finalmente en la cueva de la que parten tanto nuestra vía como la temida Rubén Solís.


Con calma y charlando nos vamos preparando para la escalada.
Comienza Marín el primer largo, 6b. A los pocos metros de empezar, después de una chapa en una placa, dejo de verlo. Le lleva su tiempo, pero es que cuando me toca a mí y llego a la secuencia tiesa del largo, me doy cuenta de por qué. Recuerdo el comentario de Johnny cuando le pregunté por la vía, y me dijo que en el primer largo... Pasos atléticos muy verticales, teniendo que tirar fuerte de algún canto que no da buen rollo. Un clavo y un spit que Marto complementa con dos Friends en los que me cuelgo a recuperar el resuello. Desde luego un arranque intenso especialmente para mi lamentable forma.


Salgo yo a por el segundo largo, que empieza por terreno fácil aunque algo roto, para transicionar por una rampa tumbada en la que hay un parabolt en un sitio algo raro. Después una corta fisura de V+/6a (para mí 6a) que protejo con dos fisureros y un alien a la salida. A partir de ahí terreno más fácil con otro parabolt hasta ganar una chimenea que lleva a la terraza de la reunión. Escalada bonita.



Tercera tirada, Martín, comienza por un muro de roca más tipo Lego: con cuidado y seleccionando bien los cantos, va serpenteando hasta alcanzar una chapa bajo una panza en la que se concentra la dificultad 6b. Antes coloca un buen alien. Se sale a la izquierda para coger el Diedro Gris: roca perfecta ahora, fisura perfecta de unos diez o doce metros. Tres chapas protegen el tramo, aunque bien podría haber quedado limpio… Escalada fantástica.




El día sigue igual de bueno: escalamos en camiseta a unos 2.300 metros, con un fondo de paisaje de mar de nubes que a ratos sube hasta nuestro pie de vía, a ratos baja un poco. Sin viento. Simplemente perfecto.


El cuarto largo tiene pocos metros, desde la reunión se ve entero. Arranco por un tramo tumbado y compacto que lleva a una terraza que me coloca bajo el desplome que concentra la dificultad: paso las cuerdas por una primera chapa: está demasiado baja y no protege del vuelo a la terraza, al medio metro de esta, un clavo bocabajo: paso cuerdas y destrepo. Miro la secuencia, me levanto bien, supero el desplome, coloco la cinta en la siguiente chapa, y cuando voy a pasar las cuerdas la flojera me hace agarrarme a la cinta: estoy más bajo que nunca. El resto de largo es un corto diedro hasta la R. Por supuesto, Martín se sube sin pestañear, claro.



Por encima se levanta el largo 5, aparentemente tieso y desde nuestra perspectiva poco evidente a primera vista. Martín empieza a navegar por él buscando la lógica, va encontrando los clavos que el buen croquis que llevamos (En la vertical, de Fernando) marca. Con solvencia circula bajo los desplomes hasta embocar el diedro final y llegar a la reunión después de unos estéticos movimientos atléticos finales.




Cuando lo voy recorriendo de segundo, voy disfrutando enormemente los pasos, lo muy aéreo del trazado, y lo audaz del recorrido. Me da que hay tramos de más grado que el V+ que marca el croquis, sobre todo en la diagonal a la izquierda para llegar al diedro final. Muy bueno.



Me toca el largo final, que empieza por una chimenea estrecha, casi off-width por tramos, fácil y muy estética. Más arriba gira un poco a la izquierda y recorre un diedro con algún paso de V+: la escalada de este último es fantástica también.


Salgo a la arista y estiro cuerda otros quince metros hasta unos bloques grandes donde monto el relevo final.
Martín llega encantado también por ese último largo, un buen broche para una vía que nos ha dejado muy buen sabor de boca.


Son las dos de la tarde: hemos tardado algo menos de cuatro horas y media. Mientras recogemos los trastos y comemos algo comentamos la muy buena sensación que nos ha dejado la escalada.

La vía es totalmente recomendable. ¿Para todo el mundo? Pues no, para todo el mundo no. Es necesario que te guste la escalada en montaña, y que sepas lidiar con roca que no deja cogerse directamente al primer agarre que ves. No obstante, no es tampoco tan mala.
El equipamiento fijo es suficiente en general, quizá algo extraño en algunos sitios. Alguna chapa nos llamó la atención.
Hay zonas en las que has de exponer un poco, y luego otras similares pueden tener varios seguros seguidos. En cuanto al grado, en realidad no obliga demasiado, las zonas más duras se dejan proteger adicionalmente sin mucho problema, y acerando pasas. Doy fe.
Si te gusta la escalada en montaña, es sin duda una vía a tachar.


Ya bajamos pensando que hay que venir a hacer la mítica Rubén Solís, ahora que le hemos cogido el gusto a la pared. Eso sí, quedará para la próxima temporada, porque la nieve ya ha llegado.

Bajamos en mitad de la niebla hablando de muchas cosas, entre ellas de lobos. En el Meicín pasamos a tomar una cocacola: los guardas nos enseñan un vídeo que grabaron esta misma mañana de un lobo comiendo de un jato muerto a apenas cien metros del refu. Espectactular. Nosotros habíamos pasado justo unos minutos antes por ese mismo sitio. Me encanta saber que el equilibrio se mantiene y que el máximo predador sigue rondando a pesar de nosotros. Creo que siempre es buena señal.

Nos vamos a casa como siempre, pensando ya en la próxima.

Las fotos buenas, ¡las de Marto!

Gijón 6:00 h
Tuiza 7:10 h
Pie de Vía 9:30 h
Arista 14:00 h
Tuiza 17:30h

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