LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 27 de enero de 2012

Recuerdos del Peak District



Hace ya más de una década, pero aquel año me marcó en muchos aspectos.
Está claro que soy un tipo con suerte: suerte en la vida en general. Para muestra, un botón:


En mi escuela en la Universidad de Oviedo ofertaban pocas plazas de Erasmus, y menos aún a Inglaterra. Tenía claro que de irme fuera (si es que mis padres/patrocinadores aprobaban la inversión), tendría que ser a un país de habla inglesa para afianzar el idioma, aunque ya lo hablaba bastante bien. El caso es que conseguí una de esas pocas plazas, y mis padres decidieron hacer el gran esfuerzo económico que suponía mandarme allí. Paula, que también se había presentado en su facultad, también había sacado plaza para una beca, en su caso en Swansea, en Gales, así que estaríamos relativamente cerca.

Con Paula frente al Tower Bridge en la City
Pero la suerte aún iba más lejos: la universidad con la que mi escuela tenía firmado el convenio era la de Sheffield. En principio Sheffield no suena muy atractivo, recuerda a la película Full Monty, reconversión industrial, ambiente cutre, señales todas de haber vivido tiempos mejores. Tampoco nada que a un asturiano le suene demasiado extraño… Pero el tema es que desde el punto de vista de un escalador, seguramente sea el mejor sitio de la isla: allí está el Peak District, la mayor concentración de zonas de escalada de Inglaterra, a tiro de piedra de la ciudad.

Un sector de vías de iniciación
En una isla arrasada por la densidad de población humana, por la industria, donde la planicie es la dominante y apenas afloran las rocas, el gritstone del Peak District es la meca. Por supuesto hay más zonas en el país, Pembroke en el Sur o Snowdonia en el Norte de Gales, el Lake District al norte de Manchester, o toda Escocia completa eran otras opciones, pero el caso es que en Sheffield hay una comunidad escaladora tremenda: escaladores ingleses de todo el país se mudan a vivir allí por la escalada, y eso será por algo. Yo aún no sabía todo esto, pero lo iba a aprender.


Vista del valle abierto de Burbage
Apenas llevaba unos días en la ciudad, cuando ya me había informado de cómo llegar al Peak: cogí un autobús público en el que iba un montón de gente con botas, mochilas y ropa de montaña, y me coloqué en una ventanilla para no perderme nada. En poco más de un cuarto de hora el paisaje cambió radicalmente, se acabaron las hileras de casas, las arboledas de las zonas boscosas, y el verde cambió por un color marrón general, el horizonte se abría alrededor en una zona claramente más salvaje, pero yo no veía montañas… La gente se apeaba en distintas paradas; en una en la que pareció levantarse del asiento casi la mayoría, me uní a ellos y me bajé: estaba entre Hatthersage y Burbage, y un minuto después pisaba la hierba mojada camino de un valle abierto donde a derecha e izquierda se levantaban unas pequeñas franjas de roca y bloques, nunca más altas de unos veinte metros, pero de kilómetros de largo: ya estaba en el Peak District. Ese día caminé por varias áreas, vi a mucha gente escalando, haciendo bloque, caminando, en bicicleta, corriendo… una actividad frenética se respiraba por todas partes. Aún así, había mucho espacio y se veía respeto por el medio, no había apenas basura ni papeles por el suelo, ¡cultura de montaña en un sitio tan plano!


Nick en "The Left Unconquerable", Stanage, HVS 5a, digamos V+6a
A partir de ese día fui conociendo gente que escalaba por múltiples e intrincados medios, unos estaban empezando, otros eran unos gallos, y otros estaban en el medio: mi agenda tenía un buen abanico de gente a la que llamar para ir a trepar, pero cuando fallaba, podía salir solo a caminar o a hacer bloque.
Es famoso el mal tiempo de Inglaterra, pero el caso es que en esto también tuve suerte y pude escalar todo el curso sin interrupciones largas (por supuesto nos llovió, nevó y granizó un montón). Mi primer día de escalada fue en Millstone Edge. Aquí fue donde Gullich se cayó de una vía y se pegó un buen golpe en el suelo: ahí estaba yo, en ese pie de vía, pisando las piedras de la base y viendo la línea, pensando la historia que me rodeaba.
Ese día hice unas cuantas vías con unos chavales de la universidad, que quedaban para trepar y que me acogieron abiertamente.


Fue poco después de esa primera vez cuando una tarde terminé llegando al mismo sitio, Millstone Edge, y presencié cómo un chavalete probaba primero en top rope y luego de primero la misma vía antes mencionada, Master´s Edge, 7b+ de autoprotección (poca) y de movimientos inciertos sobre presa roma: recuerdo cómo me temblaba la cámara (así salieron las fotos) mientras veía al tipo jugarse un sartenazo tremendo hasta llegar al primer y único seguro, a unos siete metros del suelo, y luego seguir con maniobras bastante acrobáticas e inciertas, durante otros seis o siete metros hasta salir de lo difícil...


"Masters Edge"  palabras mayores en Millstone
Escalar en el Peak es pensar en colocar todos tus seguros, incluida la reunión de arriba para asegurar al compañero. Es muy raro encontrar material en las vías, en todo lo que yo escalé ese año apenas algún clavo en un par de ellas… Esto es un aliciente más, obliga a saber manejar el material si no quieres hacerte daño. Por aquel entonces yo ya había hecho la mayoría de las vías "duras" de mi curriculum de montaña en Picos, pero ese año coloqué más trastos que en muchos aquí juntos.

E1 5C, (6b/+) Buena adherencia, a pesar del color...
Diría que allí la gente en general escala mejor que aquí, no más grado de dificultad, sino que escalan mejor porque controlan más el medio en que se mueven. También es cierto que la arenisca del Peak “agarra” el material de forma sorprendente: los friends quedan planchados sin apenas mirar para ellos, y los fisureros mejor. De hecho hay que tener cuidado si eres escalador de caliza, porque como te pases metiendo quites a los trastos, igual no los sacas de la fisura (eso me pasó a mí uno de los primeros días con un Wild Country del 2).

Gardoms, disfrutando de los "Flakes"
Stanage, Burbage, Froggatt, Curbar, Gardoms Edge, Robin Hood Stride, Millstone, Lawrencefield… por todas estas zonas pasé repitiendo clásicas VS (very severe), HVS (hard very severe), intentando algunos E1, E2, E3 y hasta E4. La graduación inglesa tiene dos escalas, una para el global de la vía y otra para el paso más difícil. Tardas en entenderla, pero una vez conseguido, te da una información completa de la vía.

Mi amigo Al, de primero
Las vías son muy variadas, en general no muy largas, hasta unos veinte o veinticinco metros, pero con trazados intrincados, estilos distintos desde la adherencia, fisura, desplome, filos romos… Llegas a hacer vías de varios largos gracias a las travesías.



Las guías describen la vías de forma más detallada a lo que estamos acostumbrados: indican dónde está lo delicado, qué tipo de cacharros y dónde conviene colocar, dónde se sufre, desde dónde mejor no caerse, etcétera. Digamos que escalar a vista es distinto.



Entre semana, cuando llovía o no tenía tiempo de salir fuera, a menudo iba a entrenar a alguno de los rocódromos de la ciudad, dos principales y enormes: The Foundry y The Edge. El primero es una pasada de grande, puedes hacer bloque, escalar de primero o en top rope, en vías de muchos estilos y grados, todo muy profesional. Es en The Foundry donde aparecen de vez en cuando Ben Moon, Jerry Moffat y gente similar: famosos veteranos, historia de la escalada que viven en Sheffield. A mí me quedaba más cerca de casa el otro, The Edge, también muy bien montado y donde entrené muchos días codo con codo con Ron Fawcett, otro histórico de la época dorada de Yosemite. 

Lawrencefield
También tenía cerca de casa, para cuando no llovía pero no tenía más de una hora (o andaba pillado de pasta, algo habitual por otro lado), unos edificios de residencia de estudiantes donde la gente hacía travesías en sus paredes de piedra negra: como cuando iba al muro en la playa en Gijón.



Mis compañeros de esos días, Al, Dave, Alex, Marc, Nick, me dieron grandes jornadas de escalada en un ambiente recio, donde solíamos terminar en un pub tomando una gran taza de té si habíamos tenido un día de mojadura, frío, miedo o todo combinado, o unas pintas si la cosa había ido bien. A veces pasábamos de lo primero a lo segundo… Fue en una sesión de pintas cuando en medio de un abarrotado pub mi colega me dio un codazo señalándome luego a un tipo con entradas y algo de barriga, que se afanaba por llegar a pedir a la barra; era Joe Simpson. El autor de “Tocando el vacío” también vivía allí. Empecé su libro pocos días después de verlo: una lectura imprescindible (la película también es imprescindible).


Tuve jornadas de escalada de todo tipo, lo mismo en camiseta o incluso sin ella, con calor auténtico, que de frío agudo (que mejoraba mucho la adherencia de la roca), otras ventosas, también las hubo en las que empezó a nevar en mitad de un largo, y muchas en las que la lluvia nos echaba fuera sin miramientos.

Entre el boulder y el solo
A parte de escalar, salimos a caminar muchos días por el Black Peak (gritstone) o por el White Peak (caliza). A veces incluso salía caminando directamente desde casa; en algo más de una hora llegaba a zonas preciosas.


El paisaje del Black Peak, en general es de un color marrón por el tipo de vegetación, la roca es bastante oscura y los arroyos llevan un agua de color whisky, que yo pensaba primero que era suciedad, hasta que descubrí que era por el filtrado de la abundante turba de la tierra. Abundan los abedules no muy frondosos, se nota la latitud norte.

Atardecer de bloque en Stanage Plantation
El White Peak en cambio es más parecido a Asturias, verde y gris caliza: es aquí donde están los sectores de vías deportivas súper duras de Ben Moon, Jerry Moffat, Steve McClure y demás gallos, o sea con chapas: yo no escalé aquí, prefería la arenisca del gritstone y la autoprotección a las chapas en caliza.


mis grandes amigos Dave y Gracia
En Sheffield se respiraba afición por los deportes de aire libre, había varias tiendas de material de montaña donde podías encontrar una enorme oferta (oferta en cuanto a variedad, los precios eran astronómicos).

Con mi housemate neoyorkina, Erika

Mis números ingleses no son muy impresionantes la verdad. El máximo grado escalado equivaldría aproximadamente a 7a+, indoor llegué a hacer 7b a vista (los rocatas están fenomenal y las vías las equipan y cotan de forma muy profesional).


La mayor parte del tiempo la dediqué a recorrer el mayor número de vías posible, y que como en general eran cortas, resulta que cada día podía hacer diez, doce o quince vías. Así conseguí un mejor manejo del material, saber qué talla de cacharro tocaba en cada momento sin duda. Ahora esta habilidad se ha evaporado, y me cuesta hasta tres intentos acertar, para mayor emoción…

Al y su clásico, nuestro transporte habitual
Después de mi año de Erasmus he vuelto a Sheffield un par de veces a visitar amigos, y en ambas ocasiones he sacado tiempo para acercarme al Peak District aunque fuera a pasear o hacer algo de bloque. Para futuras ocasiones me gustaría conocer otros sitios como el Lake District, o Pembroke y hacer clásicas como “Dream of white horses”, o en Escocia, donde en el Ben Nevis o los Cairgorms, por supuesto por vías fáciles, poder disfrutar de su particular concepción del mixto. Pero a la vez espero volver a Sheffield y al Peak District.


Información detallada del Peak en http://peakdistrict.nationaltrust.org.uk/
Para entender el concepto de escalada del Pek Distrct, y el inglés en general: Hard Grit: una pasada.


El Peak District siempre permanecerá en mi recuerdo como un sitio mágico, donde disfrutar de la naturaleza y la escalada en un estado puro. La escalada británica es de costumbres recias y rigores meteorológicos: será por eso que los ingleses salen pisando fuerte por las montañas del Mundo. Bueno, por eso y porque están algo pirados…

lunes, 16 de enero de 2012

Raro y solo

Durante toda la semana de anticiclón, sentado delante del ordenador en la oficina, he ido sabiendo de los amigos que estaban escalando en Picos, con grandes condiciones: están siendo unas buenas semanas estas últimas.
De lunes a viernes salí a correr un poco un par de días. Solo. También fui un día un rato al gimnasio a estirar, a hacer unas dominadas y unas abdominales, poca cosa. Esta vez rodeado de gente, pero solo.
El fin de semana familiar transcurre entretenido con tareas y amigos.
El sábado por la tarde aprovecho una hora libre para entrenar en el tablón del Grupo: la temperatura sería de unos 8 o 9º y el tacto de las presas excelente. Unas series a una trave de 30 movimientos en canto pequeño (pequeño para mí) hasta que los antebrazos pidieron tregua. Estuve todo el tiempo solo.


El domingo tocaba algo más de fondo; correr se contempló, pero la bicicleta apetecía más. La previsión meteorológica hablaba de un claro empeoramiento y no falló. A las tres y media, después de comer, cuando me preparo para salir, la lluvia empieza a arreciar: a esa hora, y más si lo ves lloviendo, el cuerpo pide sofá y siesta, pero el plan está para cumplirlo. Con la capucha del chubasquero puesta por encima del casco salgo por el parque fluvial dirección Camocha; no hay nadie. En un recodo del río, asustada por mi llegada, levanta el vuelo una esbelta garza real.
El culote largo se agradece. Los dedos de las manos y de los pies se están quedando fríos, pero imagino que irán calentando.

Retrato al estilo de mi amigo Alberto
Los primeros cinco kilómetros son prácticamente llanos, perfecto para calentar. A partir de ahí la cuesta es continua para ganar los setecientos metros del Fario. Repechos duros que alternan con tramos más suaves.
La zona de chalets y caserías se queda atrás. Voy encadenando todos los tramos de cuesta a excepción del clásico “repecho imposible” justo después del último hormigón. Entro ahora en el bosque de pinos disfrutando del pedaleo en silencio, todo ruido amortiguado por la alfombra de agujas en el suelo. El esfuerzo es grande, no por ser conocido baja el sufrimiento, pero las sensaciones son buenas.
Llego a la cumbre a las cinco y diez, una hora y cuarenta minutos después de arrancar: unos dieciséis kilómetros y casi setecientos metros de desnivel, 95% de pista. Es un recorrido que me encanta. Al pie del vértice geodésico un belén de cumbres de la pasada navidad (…).


Miro el paisaje en los 360º: la nube baja acorta el horizonte. Peña Mayor está nevada, a ver si el invierno entra por fin, porque la Cordillera está muy triste.
Saco el teléfono y le mando un mensaje de texto a Iñaki (para mí siempre será Elías) con quien había quedado para tomar un café y charlar después de mucho tiempo, ponernos al día y retomar relaciones alpinas. Lo he dejado colgado y la disculpa seguro que habrá sonado vacía, pero es que cuando salí de casa no pensé que fuera a llegar hasta tan lejos.
Hace frío, me abrigo con lo que me queda por poner y salgo cuesta abajo por el mismo camino. La pista es rápida y me esfuerzo por prestar atención. A ratos, me invade una extraña sensación de miedo: miedo a qué? No lo sé, pero estar ahora por aquí solo, en la penumbra del bosque, se me presenta extraño…


Un ferre despega de una rama a mi paso. Observo más tarde a las vacas y los caballos, impasibles en mitad de la lluvia, perfectamente adaptados. Entre escalofríos pienso en lo inútiles que somos en comparación.
A las seis en punto llego a casa, 32 km de BTT y dos horas y media, cansado, pingando y con los dedos de las manos y los pies tiesos de frío. Encantado del paseo.
Doscientas ochenta mil personas viviendo aquí y apenas he cruzado a un par en los tramos finales, entrando ya en la ciudad. A veces me da la sensación de ser el único (tonto) disfrutando de estos placeres. El caso es que esto me pasa en muchas ocasiones: seré yo el raro.
Al entrar a casa, me recibe Javi ataviado con un delantal de flores, ha estado haciendo un bizcocho con su madre. La cara de ilusión es tremenda. 


Fallar a Iñaki, y no estar en la operación bizcocho… Me quedo pensando que a algunas cosas es muy difícil ponerles precio, incluida la vuelta en bici de esta tarde.

miércoles, 4 de enero de 2012

Retiradas 2011

Saliendo menos a menudo al monte, y a la vez cumpliendo años, uno tiende a mirar bastante hacia atrás, a recordar. Como tantos otros, al comienzo tuve una libreta (que guardo con mucho cariño) en la que iba apuntando las actividades que consideraba más relevantes: como escalaba muy a menudo, algunas cosas no las consideraba reseñables (ahora, casi todo me parece suficientemente importante como para apuntarlo...).
En un afán por no olvidar lo vivido, hace años, varios ya, inicié un archivo de Excel que llamé Crónica Alpina. Pretendía que me sirviera de histórico de mis escaladas, para poder ordenarlas por zonas, por fechas o por compañeros. He intentado llevarlo hacia atrás en el tiempo hasta mis comienzos, pero es difícil. De algunas escaladas apenas tengo recuerdos o referencias, a pesar de saber positivamente que he hecho esas vías. Algunas en sitios como Galayos, la Pedriza o el Peak District, no recuerdo con quién las hice. De otras zonas, como Leiva, Vilanova, Finale o Calpe, recuerdo los compañeros, pero he olvidado el nombre de las vías. Finalmente, estoy seguro de que también hay otras que se me han olvidado totalmente, pero de esas ya no puedo hacer nada, hasta que algún colega me las recuerde. Fueron años intensos.
En ese archivo incluyo comentarios importantes como el horario, si salió todo en libre, si lo hice todo de primero de cuerda...
Sin embargo, hace tiempo que vengo pensando en ampliar el archivo con una pestaña más en la que listar otra cosa importante: mis retiradas.
Con el tiempo voy acumulando unas cuantas, y algunas de ellas han sido muy  importantes para mí, y hasta me siento orgulloso de ellas. Además de incluirlas en el archivo, creo que aprovechando el cierre de año, voy a listar aquí las correspondientes a este año 2011, ahora que las tengo frescas.

Dentro de 2011, estas fueron las retiradas (no son pocas):

12 Febrero:
Norte de Ubiña - "Elixir de la suerte" - Intento solitario, retirada en las primeras palas, a la altura aproximada de la segunda reunión por malas condiciones de nieve. Aproveché el resto del día haciendo día cumbre en el Prao y los dos Fontanes. Nadie por allí. Día espectacular.



19 Marzo:
Norte de Ubiña - "Elixir de la suerte" - con Bene, otra vez retirada en las primeras palas, a la altura aproximada de la segunda reunión por malas condiciones de nieve. Aprovechamos el resto del día escalando en peña Pincuejo.


Mayo:
Teverga, Aguja Sobia "La Mariana" - con Luque, retirada por lluvia en la primera reunión, después de apretar bastante en el primer largo, con varios aceros y reposos. Aprovechamos el resto del día escalando en el Muro Techo.


Junio:

Val Bregaglia, Piz Badile, Cara Norte, vía"Cassin" - con Luque, retirada anticipada (sin ni siquiera entrar) a la vía Cassin, objetivo prioritario del viaje, por exceso de nieve y condiciones peligrosas de la pared. Aprovechamos la visita haciendo el Espolón Norte, que es la vía habitual de descenso de esa cara.



Dentro del mismo viaje, en una visita a una zona baja hasta que las condiciones en montaña mejorasen:

Arco di Trento, vía "Concordia" -  con Luque, tromba de agua cuando estábamos a cuatro largos del suelo y dos de la salida. Con mucho calor, se secó rápido y aprovechamos el resto del día escalando vías de dos largos en sectores cercanos, a la espera de mejora de predicción para subir a Dolomitas.



15 de Octubre:
Sueve, carrera de Montaña "Subida al Pienzu", con la inscripción pagada, fiebre la noche antes. Desaproveché el resto del día tirado en el sofá.

29 de Octubre:
Requexón - "Este azul no se puede pintar" - con Luque, retirada por falta de friends grandes, pero sobre todo, por falta de determinación. Aprovechamos el resto del día ascendiendo el Espolón Sur del mismo pico. Nadie por allí. Día espectacular.


Mi lista de pendientes crece paralela a la de objetivos cumplidos. Algunas de estas actividades me atraen ahora más que antes intentarlas y de haber fracasado. No voy a tener problemas para buscar cosas que hacer...