LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 24 de marzo de 2023

La última: Celleros en esquíes

Peña Celleros (1.864 m) Viernes tarde Nando y Noelia
La peña Celleros es una cumbre suave de la cordillera, situada en el Puerto Pajares. Si bien el resto del año su interés es menor, cuando la cubre la nieve, como tantas otras, se transforma y su atractivo crece. Tiene palas adecuadas para el esquí de montaña en casi todas sus vertientes (alguna demasiado difícil para mí). Una de sus grandes ventajas es la gran accesibilidad: en apenas una hora desde casa estás calzando las tablas. Esto hace que sea ideal para escapadas express. Por supuesto se puede incluir en circuitos más largos y complejos también, enlazando cumbres y travesías.
Salgo del trabajo hacia la una y media, paso por casa de Nando. Nos juntamos con Noelia y arrancamos hacia el monte. Estoy a cuatro días de la operación. Salir a esquiar con este escenario me asusta un poco, pero por otra parte pienso que si no tuviera fecha marcada para la operación,seguiría saliendo al monte como estoy haciendo: es decir cada vez con más limitación, cada vez a menos volumen, pero seguiría saliendo. Con todo, mi actitud es totalmente amarrategui.
Este invierno ha sido muy rácano en precipitaciones y hasta hace apenas un mes no había nieve. Pero todo cambia con un par de temporales buenos. Hoy la nieve parece estar muy buena, las huellas que vemos al llegar sobre la ladera son de lo más inspiradoras; marcas de giros de esas que hacen que te apetezca salir para allá inmediatamente. Arrancamos cuesta arriba ganando metros. A lo lejos bastante por encima va una pareja. La loma tiene el ángulo ideal para mí, es bastante suave. Más arriba sí tenemos un tramo más empinado, no sé si por aquí me atreveré a bajar esquiando, ya se verá.
Nos cruzamos con la pareja que divisábamos por encima antes: vienen girando con soltura hacia nosotros y luego se echan por la pala de la derecha. Se les ve con muy buen nivel de esquí, sobre todo al que va delante. Aun así se cae un par de veces girando en la nieve profunda y empinada.
Al salir al plató de arriba la nieve cambia: está algo helada y esculpida por el viento que la ha castigado. Hacemos cumbre, nos sacamos unas fotos, y decidimos hacia qué lado tirar: otra gente hace un rato se ha echado hacia la vertiente de la estación. Nosotros vamos a bajar por donde hemos subido.
El primer tramo de la bajada para mí va entre el derrape y la cuña: está muy helado para mí. Noe y Nando me esperan cada poco. Una vez en la loma, la nieve mejora y ya vamos haciendo algunos giros, muy defensivos por mi parte. Cuando llegamos al tramo más empinado decido quitarme las tablas: no quiero arriesgar. Esquiar con una sola pierna y además con mi poco nivel, es demasiado riesgo. Bajo caminando la zona más inclidada, y luego ya me calzo de nuevo las tablas. El tramo final, en el que veíamos las huellas tan atractivas al llegar, está estupendo.
Hasta yo puedo ir marcando mis propios giros en la nieve virgen y suelta. Llegamos abajo contentos, como siempre es todo un regalo poder hacer esto después de haber trabajado. Disfrutar de la montaña aunque sea en dosis pequeñas.
Por este año se ha terminado el esquí para mí. Confío en que todo vaya bien y para la próxima temporada lo pueda retomar con mejores sensaciones.

martes, 7 de marzo de 2023

La penúltima: el Ferreirua en esquíes

4 Febrero 2023 Pico Ferreirua (1.987 m) desde Ventana Nando, Noelia y Roberto
En la Cordillera Cantábrica hay multitud de ascensiones buenas para el esquí de montaña. Especialmente desde los puertos o desde la vertiente leonesa. En general el desnivel no es demasiado grande, y las laderas son más adecuadas para el esquí en las vertientes Sur.
En la zona del puerto Ventana hay varias opciones como son los Huertos del Diablo o el pico Colines, hacia el lado de Ubiña. O bien las cumbres que apuntan hacia Somiedo como es el caso del pico Ferreirua.
Esta cumbre que no alcanza los dosmil metros, tiene no obstante una ubicación privilegiada que le da estupendas vistas. Se puede ascender de manera directa desde el mismo puerto, cresteando la arista sobre los bosques de Teverga. Esta opción es mejor si vas caminando. Para subir con esquíes hay varias alternativas más recomendables: desde el pueblo de Torrestío es una de ellas.
Nosotros optamos por arrancar de una curva del puerto un poco más arriba del desvío. Desde aquí, comienzas sorteando los pocos árboles que quedan a esta altura, para internarnos por un valle que poco a poco se va abriendo.
Ganamos cota de manera cómoda, con pendiente suave y constante. El paisaje se va abriendo y ya podemos observar las atractivas palas que nos dejarán descender desde cumbre dentro de un rato.
Continuamos hacia el collado buscando la traza de menor resistencia. Al alcanzarlo hacemos una breve parada para disfrutar de las vistas.
Hay gente en la cumbre, seguramente han ido por la arista, porque por nuestro recorrido las pocas huellas que vemos no son recientes.
Giramos a la derecha hacia el tramo final, más empinado ahora. La nieve se pone un poco más dura y obliga a cantear más.
Cuando mis amigos se ponen las cuchillas decido quitar las tablas y seguir caminando. No se va mal a pie.
Remontamos con esfuerzo pero disfrutando el momento. Alcanzada la zona de la arista todavía nos quedan unos cientos de metros para llegar a la cumbre. Dejamos las tablas en lo que parece el mejor sitio para iniciar el descenso, y continuamos andando todos juntos.
Después de trepar unos pocos pasos sobre la cuarcita verdosa llegamos a la cumbre. Llama la atención la ubicación del buzón, realmente al filo de la caída al Norte...
Comemos algo y sacamos fotos: las vistas son muy buenas.
De vuelta en las tablas, quitamos pieles, nos ajustamos las botas y nos preparamos para el descenso.
Comienza este ligeramente diagonal hacia el Este para ganar la amplia pala. La nieve está buena. Mis amigos van girando tranquilamente por delante de mí. En un punto en que parece coger más ángulo, me da respeto (vengo esquiando básicamente con una pierna y no quiero sustos). Decido hacer una transición más amplia a la derecha para coger la pala cerca del collado, menos empinada.
La cosa funciona bien y con giros muy defensivos y lentos vuelvo a reagruparme con los colegas. Ellos han disfrutado en el tramo que yo renuncié: no se ve demasiado complicado, pero he hecho bien con mi decisión. La segunda parte del descenso pierde un poco de interés, y consiste más bien en interpretar bien el recorrido para intentar evitar atascar con los árboles o tener que remar. Aún así es bonito. En poco rato estamos de vuelta en el coche, descalzando las tablas a medio metro...
Excursión breve pero bonita.
De vuelta, paramos a tomar una cerveza en San Emiliano. Placeres cantábricos.