LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 15 de diciembre de 2017

Los Lunes al Sol

Lunes 27 Noviembre 2017
Fernando Calvo, Martín Moriyón
Torre del Torco (2.452 m) “Los lunes al sol” (150 m,  III, 3) Nueva ruta invernal a la cara E


Esto del alpinismo invernal puede parecer algo rebuscado, complicado, poco natural. Los madrugones, el andar a oscuras por sitios solitarios, subirse a sitios resbaladizos, todo ese esfuerzo para nada…
Para nosotros es al contrario, en realidad es de lo más natural y simple. Tres amigos con sus mochilas, en las que llevan un par de cuerdas y unos pocos trastos de fierro, con los que pretenden sujetarse a la nieve, el hielo y la roca de la montaña, y si esta se deja, subirse hasta lo más alto en un afán infructuoso a ojos del 99% del personal, pero simplemente impagable para nosotros.

Hay veces que se alinean los astros y las cosas salen justo como quieres. Será casualidad, pero cada vez que quedo con estos dos chavales, ya sea juntos o por separado, suelen salir días memorables.
Que estando en noviembre ellos ya hubieran escalado la Norte Directa de Peña Santa dos semanas antes es ya un acontecimiento. La cita para probar suerte en una zona en teoría no tocada de la cara Este de la Torre del Torco se me hizo irresistible.


Un día entre semana de otoño no es probable encontrar gente por los Picos. Más aún si empiezas a caminar hacia las seis de la mañana. Pero es que, como bien dice uno de León, el Jou Santu se llama así porque está en casadios. A la luz de las frontales subimos hablando sin parar. Estos dos están como motos, pero a mí me han liberado de la mayor parte de la carga que me tocaría en deferencia a mi cadera, así que más o menos les sigo el ritmo… Menos mal.
El amanecer nos coge remontando a la Fragua: luces increíbles en la collada, me vienen recuerdos de vivacs gélidos hace muchos años...


Vamos caminando por estas laderas nevadas, sin huella apenas, con la incertidumbre de si estará o no en condiciones lo que deseamos escalar. Qué guapos son los Picos.


Cruzar el Jou Santu puede resultar peligroso en estas condiciones de nieve fresca aún sin transformar. Mirando hacia las distintas paredes que nos rodean puedes despistar el paso y meterte en uno de los muchos agujeros que la caliza tiene por esta zona…

Remontamos el zócalo inferior y salimos al sol de la mañana. La temperatura sube hasta hacernos sudar.
Vamos encarando la entrada del corredor que nos conducirá a las goulotes y las palas que pretendemos. La incertidumbre de si podremos pasar se mantiene. A simple vista, esta entrada parece llevadera, así que me adjudico el primero de la cuerda no vaya a ser que más arriba no me atreva…



Efectivamente la escalada transcurre en grados sencillos, y se deja proteger muy bien en roca. Dos resaltes entretenidos y unos 45 metros más tarde me encuentro en la base del corredor encajado por el que irá el segundo largo. Destapando roca consigo meter dos clavos de forma parcial, y un fisurero potente. Triangulo y aviso a los amigos que suben veloces y parlanchines.



Le toca ahora a Fer. La cosa pinta más delicada desde el comienzo. Una placa con nieve posada en la que hacer una travesía a la izquierda para acceder al canal. Crampones en roca, gancheos laterales de piolet, y delicadeza para acceder al buen hielo, ya en sombra de nuevo. Apura casi la totalidad de las cuerdas rápidamente.



Tras las voces de turno, Martín me precede resolviendo con la naturalidad y fuidez del que domina el arte del mixto (como también hizo Fer, aunque de primero ya se sabe que se llevan otras precauciones). Le sigo unos metros por detrás. Voy flipando con el largo: es precioso.



Nos reagrupamos bajo unos desplomes con una plataforma amplia de nieve. La salida claramente por la derecha, ya que la izquierda parece de roca continua compacta y vertical.
A nuestra espalda, la Peña Santa se alza espectacular. Nos demoramos en recorrer sus líneas, en buscar sus puntos flacos. Por la Forcadona asoma la cabeza de la aguja del Gato. Hacia el norte la Canal Parda, Traviesos…
Martín coge los trastos y arranca por una pendiente de nieve que termina contra caliza gris. Sin mucha contemplación ganchea, coloca seguros y desaparece de nuestra vista hacia lo que intuimos son placas tumbadas. Al cabo de un rato sus voces nos avisan de que ha montado reunión. Agradecemos volver a movernos: nos hemos quedado tiesos en esta parada. Los pasos del inicio del largo son mixtos aéreos, muy guapos. Después es más fácil aunque expuesto. Vamos recorriendo una pala de llambrias con nieve posada, pero Martín se las ha arreglado para meter seguros destapando la roca.




Este largo es realmente efímero y difícil de encontrar en estas condiciones: creemos que seguramente por eso no se haya escalado antes esta vertiente en condiciones invernales. Digamos que es la llave de la vía.


Nos reagrupamos en la arista, donde coincidimos con una de las salidas de la vía normal a cumbre.
Estamos haciendo lo que nos gusta, y se nota. Cachondeo permanente. Nuestra vía tiene solo tres largos para los que hemos hecho una aproximación de casi cinco horas. Pero no dudamos en que ha merecido, está mereciendo, la pena.
Me pongo yo de nuevo delante y estiro las cuerdas hasta la antecima por pendientes de nieve corcho helada. Perfecta. Cuando llegan Fer y Martín nos desencordamos para recorrer los cien metros de arista hasta la cumbre real.




Hace sol y frío pero apenas viento, y tenemos 360º de vistas para nosotros. Son las tres de la tarde y, aunque aún tenemos un largo camino de vuelta, no tenemos prisa.
Sentados en las mochilas compartimos comida mientras charlamos. Apreciamos lo muy afortunados que somos disfrutando todo esto en un día como hoy, lunes, y recordamos algún amigo ausente (yo me lo imagino tranquilamente sentado a mi lado, probablemente con la gorra algo torcida, y soltando de las suyas…).


Como todo llega y todo pasa, salimos destrepando con cuidado hasta el collado de la normal. Allí montamos un rápel y después de este un segundo. Luego tenemos que cruzar con cuidado las laderas, buscando nuestras huellas de la mañana.


Vamos recorriendo con la vista cada cumbre, cada pared, recordando momentos, siguiendo las escaladas abiertas, y soñando otras futuras.
El camino hasta la Fragua se hace llevadero con la luz del atardecer tiñendo las nubes hacia el mar. Son momentos mágicos de conexión con la montaña (¡y eso a pesar de la charla ininterrumpida, y el cachondeo constante!). Disparamos fotos sin parar.


Bajando hacia Vegarredonda la Luna amanece brillante entre los colmillos de los Argaos. Nos quedamos bobos viendo el espectáculo. Nuestras cámaras apenas son capaces de captar el momento.
Las frontales aparecen de nuevo para el tramo final del día.

Llegando abajo voy pensando en que no hemos dejado ninguna marca de lo que hemos hecho hoy, nada más allá de nuestros recuerdos y las fotos. Quizá como mucho algún cordino en un puente de roca, y si acaso más que nada por “mexar los felechos”…

Trece horas después de empezar esta mañana, nos quitamos las botas junto al coche.
De vuelta a Llovio, una parada en la gasolinera para pillar unos Aquarius y unas bolsas de patatas fritas nos convierten por un rato en los tíos más felices del hemisferio norte. Somos simples. Realmente.

Es todo un placer compartir montaña con estos dos elementos. Tengo mucha suerte.

Llovio 4:30 h
Pandecarmen 6:15 h
La Fragua 8:10 h
Pie de Vía 11:00 h
Cumbre 15:15 h
La Fragua 17:45 h
Pandecarmen 19:30 h