Domingo 25 Septiembre 2016
Nando del Pozo, José Antonio
Estévez
Ruta exploratoria zona Valle del
Lago, Somiedo (+-25 km, +1200 m, 6 horas)
- Finu, ¿el
domingo cómo lo tienes?
- Diiime. Lo tengo… bien
- ¿Una betetera de día completo?
- Bueno
- Dan algo de riesgo de agua pero pa la bici vale. Sobre todo hacia Occidente
- Ahí tamos
- ¿Somiedo?
- Vale
- Vete pensando ruta
- Tengo pendiente una de exploración por allí, si te atreves…
- Siempre
- Diiime. Lo tengo… bien
- ¿Una betetera de día completo?
- Bueno
- Dan algo de riesgo de agua pero pa la bici vale. Sobre todo hacia Occidente
- Ahí tamos
- ¿Somiedo?
- Vale
- Vete pensando ruta
- Tengo pendiente una de exploración por allí, si te atreves…
- Siempre
- (Iconos varios
de aceptación)
Así quedamos, por watsapp. Ya ni
hablamos por teléfono…
Como siempre, lo que me apetecía
era ir a escalar algo por el monte. Una vez más, cuando tengo libre la
previsión no era segura, así que optamos por la bicicleta de montaña: no es que
en bici no fastidie mojarse, pero no te quedas tan fuera de juego como si
fueras a escalar en roca.
El recorrido propuesto se dividía
en dos partes claras: la ida, por valles y collados en los que el mapa marcaba
pista, y la vuelta, donde parecía que no estaba nada claro. Y así fue.
Salimos de casa con nube baja
mojándonos mientras colocamos las máquinas en el techo del coche. En la hora y
media de camino el cielo alterna, y la carretera a ratos está seca a ratos no.
La ruta comienza en el pequeño
pueblo de Veigas (811 m) en la carretera que sube hacia la Farrapona. En medio
de la niebla salimos carretera arriba. En menos de un kilómetro la abandonamos
para internarnos en un angosto valle, por una pista que serpentea cuesta arriba
en medio de arboleda.
El ángulo es duro, y el hormigón aparece más de lo que nos gustaría: cuando hay hormigón (que cuesta una pasta), es porque hay repecho duro. Estivi tiene problemas con el piñón del 1, y unido a la falta de forma, echa pie a tierra antes y más a menudo que Nando o yo. Aunque yo me sumo a empujar de vez en cuando, especialmente cuando el terreno muy suelto me hace perder el equilibrio.
El ángulo es duro, y el hormigón aparece más de lo que nos gustaría: cuando hay hormigón (que cuesta una pasta), es porque hay repecho duro. Estivi tiene problemas con el piñón del 1, y unido a la falta de forma, echa pie a tierra antes y más a menudo que Nando o yo. Aunque yo me sumo a empujar de vez en cuando, especialmente cuando el terreno muy suelto me hace perder el equilibrio.
Son unos cuatro kilómetros hasta un
collado en los que remontamos 400 metros de desnivel, así, para calentar (una
media directa del 10% habla de repechos del 20% seguro…). Paramos un poco a
disfrutar las vistas hacia el pueblo de Valle de Lago y hacia el valle que le
da nombre, y hacia su cabecera, donde está el lago que los nombra a todos…
Bajamos al pueblo y lo cruzamos en pocos minutos. Desde aquí el valle sube
suave, salvo en dos o tres repechos, durante unos 6.5 km y unos 350 m de
desnivel, en un paraje precioso, que lo convierte en una excursión típica de
esta zona, tan típica de excursiones por otra parte.
Hasta aquí terreno ciclable al 100% (si te dan las piernas y el corazón). En adelante, comienza la exploración, y comienza como ya apuntaba el terreno: bici al hombro, remontar de ladera, cotolla, bloques de cuarcita… Vamos retrocediendo por el valle por la ladera Norte, ganando metros poco a poco. A ratos empujamos las bicis, a ratos tiramos de ellas. Otros, los peores, las porteamos.
El paisaje sigue precioso. Las nubes ayudan a mejorar la luz. Nos recreamos con las vistas y con el vuelo de los buitres mientras recuperamos resuello y comentamos resignados que siguen pintando bastos. Por fin, el estrecho camino mejora y podemos montarnos en las bicis, aunque sea alternando con desmontes.
Llegamos a la Vega Camayor, donde el camino tira hacia los lagos de Saliencia y de allí a la Farrapona. Las dudas vuelven a aparecer: aseguramos ruta o seguimos con el plan original de exploración? Las nubes abren un poco más y nos dejan ver nuestro siguiente collado objetivo, el Tarambicu, a más de 1.800 m. Decidido, seguiremos sufriendo. La subida vuelve a ser desmontados, y ya llevamos hora y media desde el lago…
En el collado empezamos a ciclar,
trialero a ratos, luego por buenas camperas donde nos reconciliamos con las
bicis, disfrutando como enanos con un paisaje espectacular, solitario. Sin
camino ni senda recorremos los puertos ante la mirada de algunas vacas, algunos
rebecos y me imagino yo, algún oso oculto (estamos justo al límite de una gran
zona restringida). Pasamos brañas con restos abundantes de cabañas, señales
inequívocas de la gran actividad ganadera que antaño existía por estos lugares
solitarios hoy. Tras unos momentos de duda en los que sacamos el mapa (no somos
gente de gps), aprovechamos para comer y echar un trago, reemprendemos un nuevo
tramo malo, apenas ciclable independientemente del seguro médico que tengas
(Nando siempre apura más que nosotros, debe de tener cobertura premium).
Hasta aquí terreno ciclable al 100% (si te dan las piernas y el corazón). En adelante, comienza la exploración, y comienza como ya apuntaba el terreno: bici al hombro, remontar de ladera, cotolla, bloques de cuarcita… Vamos retrocediendo por el valle por la ladera Norte, ganando metros poco a poco. A ratos empujamos las bicis, a ratos tiramos de ellas. Otros, los peores, las porteamos.
El paisaje sigue precioso. Las nubes ayudan a mejorar la luz. Nos recreamos con las vistas y con el vuelo de los buitres mientras recuperamos resuello y comentamos resignados que siguen pintando bastos. Por fin, el estrecho camino mejora y podemos montarnos en las bicis, aunque sea alternando con desmontes.
Llegamos a la Vega Camayor, donde el camino tira hacia los lagos de Saliencia y de allí a la Farrapona. Las dudas vuelven a aparecer: aseguramos ruta o seguimos con el plan original de exploración? Las nubes abren un poco más y nos dejan ver nuestro siguiente collado objetivo, el Tarambicu, a más de 1.800 m. Decidido, seguiremos sufriendo. La subida vuelve a ser desmontados, y ya llevamos hora y media desde el lago…
En el Cantu de Bobia empezamos a
atisbar el estrecho valle por el que subimos esta mañana: ya estamos rematando
el tema. Pero aún nos toca bajarnos por una empinada ladera (bicicleta en mano
gran parte) hasta entrar en el bosque, donde las cabañas de Llamera ya nos dan
paso a una empinadísima pista de hormigón (una caída sería fatal) y después de
esta, soltando frenos ya, dejarnos ir
por el primer tramo de la mañana y hasta el coche.
Unos 25 km,
Desnivel positivo aproximado 1.200
metros,
Porcentaje ciclable (aquí hay
opiniones encontradas): digamos una franja entre el 60% y el 80% (ja!)
Horario invertido total: 6 horas
(casi para hacerla caminando…)
Disfrutada: muuuuucho
Recomendable? Sí, para la gente que
le “gusta el Barro” (es decir, salirse del camino trillado).
Nada como salir de monte con amigos
y sufrir un rato para justificar las birras y demás: en
Pola de Somiedo recuperamos sales, proteínas y grasas perdidas a base de
productos de la tierra.