Salida ciclo-escaladora a Picos
Pablo Luque
Nando del Pozo
Nando del Pozo
Se define el hombre del Renacimiento, o erudito, como una
persona que es experta en varios campos o disciplinas múltiples, y que tiene
una amplia base de conocimientos. El hombre del Renacimiento por excelencia fue
Leonardo Da Vinci, quien fue un maestro de arte, un ingeniero, un experto en la
anatomía y que también lleva a cabo muchas otras disciplinas con gran éxito y
aplomo: "...el artista en este contexto social no debe ser un simple
artesano, sino un intelectual preparado en todas las disciplinas y en todos los
terrenos".
A los efectos, y en lo que a mí respecta, esta excelencia me queda muy lejos. Para mí se traduce
más bien en “aprendiz de mucho, maestro de nada”, o también, “el que mucho
abarca, poco aprieta”. Las dos me aplican.
La idea fue mía. La ociosidad es la madre de todos los vicios. A uno, que le pican varias disciplinas, y que no tiene tiempo para atenderlas a todas convenientemente, pues busca la forma de combinar. Si a esto le sumas que tienes amigos que se apuntan a un bombardeo (estos no sé si son del Renacimiento, del Barroco o del Jurásico…), en realidad no es difícil meterte en estas cosas. “¡Vaya refalfiu que tenéis!”, que diría mi abuela.
Por fin está llegando el otoño. Después de una sequía
tremenda, la previsión del tiempo empezaba a cambiar. El fin de semana era de
tres días, pero sólo el sábado parecía dar opción, así que para ese día nos
coordinamos.
Llevar bicicletas complica la logística en el coche, pero no arreglamos bien. El trayecto hasta Sotres pasa rápido mientras charlamos. Al bajarnos en la Curvona, la temperatura es fresca. Nos redistribuimos el material y comprobamos que las mochilas pesan parecido: mucho para pedalear cómodos, pero a esto hemos venido. Son las nueve cuando, después de hinchar alguna rueda y los ajustes finales arrancamos por la pista dirección a Aliva.
Llevar bicicletas complica la logística en el coche, pero no arreglamos bien. El trayecto hasta Sotres pasa rápido mientras charlamos. Al bajarnos en la Curvona, la temperatura es fresca. Nos redistribuimos el material y comprobamos que las mochilas pesan parecido: mucho para pedalear cómodos, pero a esto hemos venido. Son las nueve cuando, después de hinchar alguna rueda y los ajustes finales arrancamos por la pista dirección a Aliva.
El primer tramo es cómodo, bastante llano, con buena
pista. Fresnidiello aparece por entre las nubes totalmente chorreado de agua de
arriba abajo, pero confiamos que la cosa vaya secando. A partir de las Vegas de
Sotres, la pista pica arriba de forma intensa y la mochila se hace muy
presente, sobre todo en los lumbares. Pesa lo suyo, pero es que claro, llevamos
cada uno una cuerda o material, arnés, gatos, las zapatillas para caminar,
comida, algo de ropa… Seguro que ronda los diez kilos.
El día va levantando, la luz aumenta, y las nubes también
parece que se disipan. Por entre ellas vemos la caliza alta del Oriental y está
seca. Yo tengo confianza en que vayamos a tener suerte. Los tramos de cuesta se
alternan con otros más suaves. Paramos a reagruparnos de vez en cuando.
Superamos la portilla entre provincias, la piedrona de la llomba del Toro, y por fin vamos encarando Aliva.
Superamos la portilla entre provincias, la piedrona de la llomba del Toro, y por fin vamos encarando Aliva.
El tiempo pasa, superamos el hotel, y para cuando
llegamos al Chalet Real, entre paradas y demás, casi llevamos dos horas desde
que empezamos: son nueve kilómetros, y más de setecientos metros de desnivel.
Ahora toca escalar: nos cambiamos de ropa, de zapatos,
candamos las bicis y salimos dirección a la pared de Peña Vieja. La suerte se
tuerce y por un buen rato estamos envueltos en una densa niebla. No vemos nada.
Menos mal que el terreno es conocido, y al cabo de unos minutos estamos
encordándonos en el pie de vía.
Hemos elegido una escalada nueva para los tres, el “Espolón Don Valentín”. Se trata de un recorrido fácil, con tramos largos de trepada en III, y unos cinco o seis largos de escalada en IV y algún V aislado.
Hemos elegido una escalada nueva para los tres, el “Espolón Don Valentín”. Se trata de un recorrido fácil, con tramos largos de trepada en III, y unos cinco o seis largos de escalada en IV y algún V aislado.
Son casi las doce cuando empezamos a escalar. Arranco yo
delante buscando el recorrido lógico y ayudándome de una excelente descripción
sacada de Foropicos.
Paso la primera reunión (relativamente pronto) y sigo para arriba. Mis compañeros ensamblan unos metros hasta que llego a la segunda. Seguimos con esta dinámica por otros dos largos más, muy fáciles y por terreno poco atractivo hasta llegar a un hombro en la base de las tiradas de canalizos. Es la cuarta reunión del croquis, la tercera para nosotros.
La niebla ha seguido envolviéndonos, pero parece que el día va a despejar. La temperatura es buena para trepar con un forro fino. Para ahorrar tiempo, me siguen cediendo la cabeza de cuerda, así que sigo delante ahora por largos de excelente caliza y escalada agradable, donde de cuando en cuando aparece una reunión con clavos, o un clavo y un espit, generalmente en lugares cómodos.
Los tres largos de canalizos, bonitos, nos dejan de nuevo en una zona de transición. Son dos tiradas largas, primero a la izquierda y luego a la derecha y con ensamble incluido, que nos dejan enfocados a los gendarmes del espolón de los Franceses. Aquí podríamos unirnos a esa vía sin ningún problema: me queda claro como me venían comentando Luque y Nando que la nuestra es un buen escape a Franceses si es necesario, ellos lo han hecho varias veces.
Tenemos un poco por encima el largo más difícil de la vía: otros treinta metros más de terreno fácil y monto la reunión justo al comienzo de la sección que aparenta más difícil, un pequeño embudo amarillo vertical. Monto reunión con un clavo y un puente de roca aseguro a los colegas, que vienen charlando sin parar, como desde el comienzo de la vía.
Paso la primera reunión (relativamente pronto) y sigo para arriba. Mis compañeros ensamblan unos metros hasta que llego a la segunda. Seguimos con esta dinámica por otros dos largos más, muy fáciles y por terreno poco atractivo hasta llegar a un hombro en la base de las tiradas de canalizos. Es la cuarta reunión del croquis, la tercera para nosotros.
La niebla ha seguido envolviéndonos, pero parece que el día va a despejar. La temperatura es buena para trepar con un forro fino. Para ahorrar tiempo, me siguen cediendo la cabeza de cuerda, así que sigo delante ahora por largos de excelente caliza y escalada agradable, donde de cuando en cuando aparece una reunión con clavos, o un clavo y un espit, generalmente en lugares cómodos.
Los tres largos de canalizos, bonitos, nos dejan de nuevo en una zona de transición. Son dos tiradas largas, primero a la izquierda y luego a la derecha y con ensamble incluido, que nos dejan enfocados a los gendarmes del espolón de los Franceses. Aquí podríamos unirnos a esa vía sin ningún problema: me queda claro como me venían comentando Luque y Nando que la nuestra es un buen escape a Franceses si es necesario, ellos lo han hecho varias veces.
Tenemos un poco por encima el largo más difícil de la vía: otros treinta metros más de terreno fácil y monto la reunión justo al comienzo de la sección que aparenta más difícil, un pequeño embudo amarillo vertical. Monto reunión con un clavo y un puente de roca aseguro a los colegas, que vienen charlando sin parar, como desde el comienzo de la vía.
El comienzo del largo 12 (según el croquis) obliga a
pensar más para colocar seguros, con un par de movimientos aéreos, de V+, salgo
de nuevo a terreno fácil. Ha sido un paso aislado. Estiro la cuerda hasta una
terraza cómoda donde monto reunión, aquí no hay nada. A la derecha está el
largo de salida y el final de la vía.
Llegan los cicloescaladores y vuelvo a tirar el largo 13
según el croquis y 11 para nosotros. Estamos ya en el terreno de cresta de Peña
Vieja. Hemos tardado unas tres horas y poco en la vía. Yo me desencuerdo,
mientas que Nando y Luque siguen en ensamble. Sentado en el filo, comiendo un
bocado, observo la progresión de mis amigos: el ambiente tan espectacular como
siempre. Una pasada.
La arista se hace larga, pero finalmente, después de dos
pequeños rápeles, hacemos cumbre. Son las cinco menos diez de la tarde, unas cinco
horas desde que empezamos en el pie de vía.
El descenso yo quiero hacerlo por la canal del Vidrio,
que mis compañeros no conocen. Está despejado así que después de algunas dudas,
decidimos ir por ahí, ahorrando tiempo respecto a la normal de Peña Vieja hacia
Fuente De.
Paisaje espectacular de Picos, bajo una luz increíble las paredes del cordal de Juan de la Cuadra.
Luque está fuerte y va tirando de nosotros: yo noto el poco ejercicio de los
últimos meses, voy cansado.
En la parte final de la canal el paisaje es un poco tétrico, opresivo: pasando por entre restos metálicos de las instalaciones de la mina de las Mánforas, vamos imaginando la durísima vida, cercana a la esclavitud, que seguramente llevaba la gente que aquí trabajó.
El Vidrio, la mina, Aliva, la Llomba y Sotres |
En la parte final de la canal el paisaje es un poco tétrico, opresivo: pasando por entre restos metálicos de las instalaciones de la mina de las Mánforas, vamos imaginando la durísima vida, cercana a la esclavitud, que seguramente llevaba la gente que aquí trabajó.
En poco más de una hora estamos preparándonos para coger
de nuevo las bicicletas. El sol hace rato que se fue, se está levantando el viento
del atardecer y la temperatura cae. Con los chubasqueros puestos comenzamos el
descenso. Todo el sufrimiento de la mañana lo vemos ahora recompensado: no hace
falta dar ni un pedal.
Tras una breve parada en el hotel a tomar una coca cola, retomamos la pista. Vamos solos, excepto algún caminante aislado y algún todoterreno, el paisaje es todo nuestro. Subidos sobre la morrena central de este valle glaciar, veloces, recorremos los kilómetros de vuelta al coche. A las siete y media, con la luz en declive, llegamos al coche, contentos por la actividad, satisfechos por lo completa, original y redonda que ha quedado. Volvemos a casa pensando ya en la siguiente.
Tras una breve parada en el hotel a tomar una coca cola, retomamos la pista. Vamos solos, excepto algún caminante aislado y algún todoterreno, el paisaje es todo nuestro. Subidos sobre la morrena central de este valle glaciar, veloces, recorremos los kilómetros de vuelta al coche. A las siete y media, con la luz en declive, llegamos al coche, contentos por la actividad, satisfechos por lo completa, original y redonda que ha quedado. Volvemos a casa pensando ya en la siguiente.
Gijón 7:00 h
Curva Sotres 9:00 h
Chalet Real 11:00 h
Pie de Vía 11:50 h
Fin de Vía
Cumbre 16:50 h
Chalet Real 18:15 h
Curva Sotres 19:30 h
Gijón 20:45 h
Resumen
Bicicleta:
Sotres-Aliva 800 metros aprox
Escalada
+ Arista: 800 metros aprox
Desnivel
total 1700 aprox