LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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martes, 17 de agosto de 2010

Frío en Agosto - Espolón Norte Peña Santa Castilla

14 Ago 2010
Bene Santos
Después del madrugón arrancamos en Pan de Carmen con bastantes coches aparcados. La niebla está empapándonos y las dudas sobre si el cielo nos dejará escalar son cada vez mayores. Hemos aligerado a tope las mochilas, subimos con un equipo bastante escueto: una sola cuerda de 8.1 mm, 8 express, 4 friends (eso sí, 3 son de estos nuevos multitalla, una pasada por cierto), 1 juego fisureros y cintas largas y cordinos. Así conseguimos progresar rápido y además ir hablando.
Pasado Vegarredonda, camino de La Fragua se ve cielo azul entre las nubes, nuestras esperanzas aumentan. En el collado, apenas hora y media después de empezar, paramos a comer y beber algo. Hace frío, demasiado frío para agosto.
El resto de aproximación se hace mejor, casi todo el desnivel ya está ganado y la parte final es más entretenida con las trepadas de llambrias y demás. Son las once y cuarto cuando llegamos al pie de vía.
El espolón nos intimida entre jirones de nube: la roca no está totalmente seca, los neveros aún son grandes, hace frío y te sientes pequeño y solo frente a la montaña, típico ambiente de cara norte.
Después de discutir cuál será la entrada, nos decidimos por un diedro fisurado: el croquis de Miguel en la guía ayuda muy poco. Hace frío y mientras me encuerdo y me coloco el material me entra un tembleque considerable; Bene se ríe, pero lo cierto es que debemos de estar a unos 5 grados y con mucha humedad.
“Yo creo que con una cuerda nos podemos bajar de esa reunión” digo mirando cómo la niebla sigue humedeciendo la roca: son las dudas del comienzo.
Empiezo a escalar esquivando las zonas mojadas, soplando y agitando las manos a cada paso. Después de enhebrar un buen puente de roca enfrento el diedro que parece más difícil de lo que realmente es después (aunque tampoco sea IV). Tengo insensibles las dos últimas falanges de todos los dedos, manos y pies, escalar así es como si llevases apoyos de madera, me tengo que parar a cada paso para intentar recuperar sensibilidad. Los friends quedan perfectos. Después de echar mucho más tiempo del razonable para estos 25 metros, alcanzo los tres clavos de la reunión; escalar en cara norte tiene estas cosas.
Bene arranca más rápido que yo, pero cuando llega a la reunión está helado, así que tiro yo de nuevo. El segundo largo empieza con una panza con dos clavos, será el quinto que marca el croquis; colocando pies salgo sin problema. Más arriba tumba y se trata de navegar por el espolón a la izquierda el diedro, buscando emplazamientos para seguros y evitando la roca dudosa. El largo serpentea después a la derecha, dos clavos en roca algo rota, y otros tres metros de fisura, en total unos cuarenta metros, para terminar en otro clavo, este con un mosquetón, en una repisa: con estas cosas uno siempre duda si será un embarque, pero parece que podemos seguir para arriba sin problemas.
La niebla nos sigue rodeando pero yo ya he entrado en calor, quizá también ha subido algo la temperatura, salgo de nuevo delante al tercer largo por terreno más sencillo, 40 m con algún paso de IV aunque sin rastro de material. Ahora nos estamos cambiando del flanco derecho hacia el izquierdo del espolón, perdemos de vista la cuenca de la Norte Directa y del Ojal, por encima se sigue viendo un mar de roca con torres, placas, canales…
Bene lidera ahora una diagonal de III/IV siguiendo una vira de unos 40 metros. “Vamos bien” me dice mientras chapa un clavo a media travesía. En su extremo monta la reunión y me asegura.
Una vez reunidos nos desencordamos, recogemos los trastos y nos ponemos los playeros: salimos trepando rápido por la amplia franja intermedia de la pared, de II y III. Aquí se marcan las diferencias de tiempos: si esto lo haces a largos, le puedes sumar a la vía varias horas.
El tiempo parece estable aunque se mantiene la nube.
Después de unos 200 metros fáciles con algún paso de IV aislado, sin ver rastro de ningún seguro, llegamos a la base de un muro que invita a volver a encordarse. En el siguiente largo voy por terreno fácil de IV, IV+ como mucho, poco definido, sobre buena roca. Unos 50 metros sin seguros de referencia hasta una vira que parece marcar la última parte de la pared: a la izquierda se intuye la salida original y de frente tendrá que ser la Directa de Udaondo, “este paisano sí que era un máquina”, pienso. No veo ninguna señal de material y no veo la salida lógica. Monto reunión y espero a Bene que llega asustado por el morrillo tamaño balón de fútbol que le he tirado con un movimiento de cuerda…
No vemos clara la salida Udaondo, dudamos un rato explorando cada uno por un lado de la vira, para terminar saliendo por la normal. En unos 60 metros salgo a la arista, el vértice geodésico está a apenas quince metros. Son las tres menos cuarto, un poco más de tres horas para unos 450 metros de vía.
El sol nos calienta pero no vemos ninguna cumbre más: la nube lo cubre todo. Apretón de manos, algo de comer y beber, y salimos hacia la Brecha Norte sin más compañía que la de un rebeco que nos mira desde una llambria a unos metros de la cumbre, nunca habíamos visto uno tan arriba…
La Estrecha está muy pulida y los destrepes empiezan a llevar casi más tiempo que rapelar: Bene me mira divertido mientras intento descolgarme por un bloque, con los pies resbalando por la roca gastada, definitivamente me estoy haciendo viejo. Los dos últimos resaltes los hacemos montando rápeles: el objetivo es ser lo más rápidos posible manteniendo el nivel de seguridad, rapelar era la opción inteligente.
En la gravera, cargadas las mochilas, salimos hacia la civilización hablando si parar: fotografía, maratones, bicicleta de carretera y montaña, repostería… También hablamos como siempre de escalada, de escaladores antiguos, de libros de montaña. En las Barrastrosas está el campamento anual de expeleos polacos, unas cinco tiendas. Nos tomamos un Acuarius en el refugio, Javi tararea canciones mientras nos confirma que el negocio va flojo, no hay gente, la restricción de subida de coches a los Lagos les hace polvo.
Finalmente llegamos al coche a las seis y media, diez horas después de salir, contentos por la actividad, el horario, el estilo y las condiciones en que la hemos hecho: algo machacados, pero es que Peña Santa es una cumbre que no regala nada.
Repetir esta vía en invierno se convierte en un objetivo, pero de los serios.
  • 6:30 h Gijón
  • 8:30 h Arranque Pan de Carmen
  • 11:15 h Pie de Vía
  • 11:30 h Inicio Escalada
  • 14:45 h Cumbre
  • 17:30 h Vegarredonda
  • 18:30 h Pan de Carmen
  • 20:30 h Gijón

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