LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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viernes, 16 de julio de 2010

Los Cántabros a Peña Vieja



Pablo Luque
Domingo 4 de Julio 2010
Los Cántabros (350 m) V+ a Peña Vieja (2613 m) 4 h escalada.
El verano parece que no quiere arrancar, ya estamos a primeros de Julio pero el cielo está totalmente cubierto. Son apenas las siete de la mañana cuando nos asaltan las dudas sobre el destino a elegir, pero el coche está en la autopista dirección Santander, y hay que intentarlo. En Fuente De sigue la nube metida. Suerte que tienen la webcam en la taquilla y vemos que arriba está totalmente despejado, parece que hemos acertado arriesgándonos con las dos horas de coche. En la cola charlamos con Javi, que sube a currar en Aliva.
Con la tercera o cuarta cabina llegamos arriba y arrancamos sin demora. Nuestro objetivo en esta ocasión es la Vía de los Cántabros a Peña Vieja, en su vertiente Suroeste: una vía de unos trescientos cincuenta metros con carácter alpino. La aproximación hasta la Vueltota, prácticamente llana, permite hablar sin parar, pero en cuanto empezamos a remontar la pedrera las conversaciones desaparecen. Con esfuerzo vamos ganando altura hasta alcanzar el nevero de entrada a la Canal Alucinante: la nieve en playeros es mejor evitarla, así que empezamos a trepar por la roca del flanco derecho. No tenemos clara la entrada de la vía, los croquis de Miguel y Adrados se contradicen; después de varias pruebas a izquierda y derecha, trepando y destrepando el zócalo de II grado, por fin encontramos el comienzo, aunque no hay rastro de ningún seguro. Nos ha llevado tiempo todo esto, ya son las doce, hay que espabilar.
Arranco yo en travesía compacta hacia la izquierda y por fin un clavo nos pone en ruta. Sin problemas remonto los 40 metros de IV+ hasta la primera reunión de dos spits, con el característico gendarme a la espalda.
Luque me alcanza rápidamente y sin apenas parar sale hacia el segundo largo, que empieza con un tramo de unos seis metros sobre placa compacta, con una chapa a la mitad, que frenan su velocidad. Luego tumba hasta el primer desplome, que se supera a través de una fisura off-width, en la que tiene que luchar lo suyo; le salta un allien mientras pelea con la mochila que se atasca, y que termina dejando anclada a un pitón. Después resuelve la salida y continúa hasta la reunión. El croquis marca V+, pero esto seguro que es más difícil.
Me reúno con él no sin sufrir lo mío en el desplome, las dos mochilas con bastones de esquiar no me dejan “disfrutar” del paso, y me agarro a uno de los friends hasta remontar los pies.
El tercer largo, que también marca V+, me toca a mí; comienza bien tieso por unas lajas amenazantes que incluso parecen desplomar. Una vez sobre ellas, la roca es mejor que lo que aparentaba desde la reunión, y se protege muy bien. Superado el paso continúa por unas fisuras hasta un gran puente de roca donde hay un cambio de diedro. Al no alargar bien este seguro, unos diez metros más tarde el roce de las cuerdas me impide tirar el último tramo de placa compacta; monto una buena reunión sobre friends y aseguro a Pablo, que una vez me alcanza, estira su escalada en un falso largo de diez metros algo expuestos hasta la verdadera reunión, que tiene una chapa.
De nuevo me pongo a tirar delante, se empieza a intuir la terraza intermedia, un largo más fácil sobre roca algo fracturada, recorriendo diedros y fisuras de cuarto superior. Después de unos 40 metros monto la reunión sobre friends.
Luque estira desde aquí otros cuarenta metros en el mismo grado, que una vez recorro yo nos dejan sobre la terraza intermedia, que remontamos juntos en unos cien metros de caminar.
Desde aquí optamos por la salida original, por un espolón a la derecha, casi en la arista que viene de la Olvidada: empiezo delante yo, sobre roca de bastante mal aspecto, rota en general, pero lo cierto es que escalando en montaña hay que saber moverse en este tipo de terreno, tan habitual en vías largas. La referencia es una torre a nuestra derecha. En dos largos de III/IV nos situamos sobre el collado que forma con la pared principal. Tiro delante el que parece el último largo, que una vez más discurre sobre roca delicada, y me deja en la misma cumbre de Peña Vieja.
Pablo llega enseguida, estamos contentos, la vía nos ha gustado a los dos, tiene carácter de montaña y no regala nada: exige orientación a pesar de lo lógico del trazado, permite asegurar bien, pero incluso los largos más fáciles obligan a prestar atención por la roca dudosa. Son las cuatro de la tarde, hemos tardado cuatro horas para unos ocho largos más la trepada intermedia. No ha sido un gran horario, hay que mejorar.
Recogemos el material, comemos y bebemos algo, foto de cumbre y arrancamos de nuevo normal abajo hacia el collado de la Canalona: la conversación vuelve a girar en torno a amigos, objetivos, dolores, lesiones, etc. En la base del hombro de Bustamante nos encontramos con Cholo, Churra y Eduardo que han subido por primera vez en la temporada a Picos. Después de varios años sin vernos es siempre una alegría reencontrar viejos amigos, más aún en este escenario donde tantas veces compartimos fines de semana. Después de unos minutos de ponernos al día, continuamos hacia el Cable. A las seis de la tarde estamos de nuevo en el aparcamiento envueltos en niebla, a las ocho y media en casa.
Una vez más, en pocas horas bien aprovechadas hemos cambiado el paisaje urbano por el de montaña, las ocupaciones del día a día por la escalada alpina. Hemos escalado alto, relativamente rápido y ligero. Ventajas de vivir donde vivimnos.

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