LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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viernes, 2 de julio de 2010

Quirós y el Psoas Illíaco

La tarde se presentaba bochornosa. En Trubia el coche marcaba veintisiete grados. Mientras esperaba a Luque me releí por enésima vez la descripción del Piz Badile de la Desnivel: otra vía que ocupa mis pensamientos como objetivo de verano.
Una vez en Quirós decidimos tirar hacia la Amarilla, para intentar hacer vías largas encadenadas, sin tocar suelo. Amarilla, Bertín y Mágico, algo hecho ya muchas veces pero que no me canso de repetir. Sin nadie más en el sector, arranca Pablo desde la base de las placas del Trigo, con una travesía algo incómoda hasta la base de la chimenea del primer largo de la Amarilla. Le relevo yo y de nuevo alternamos. Alcanzamos el alto de la vía con una gran sudada, a pesar de haber empezado ya en sombra, y yo con la sensación de estar en un horrible nivel. Mucha hierba y plantas en las fisuras. Rapelamos hasta la primera reunión y salimos hacia arriba por la Bertín Segoviano. Entre la primavera lluviosa, y lo poco de moda que está la escuela, estas vías no se repiten lo suficiente, y Pablo tiene que actuar de desbrozadora en los cuarenta metros de los dos largos empalmados.
Estamos a media vía cuando aparece Brojos por el Ventolín, lo reconozco enseguida a pesar de las distancias, tanto la física como la temporal: su estampa es inconfundible. Ha venido solo, así que decidimos bajar con él cuando terminemos la vía. El último largo, 6c, lo tiro yo; ya lo recuerdo peleón, pero entre la falta de forma, el calor agobiante y demás, tengo que reposar en un seguro. Continúo por la extensión equipada hasta la última del Espolón Mágico, por el que rapelamos. Observamos un chapucero e incoherente reequipamiento: chapas viejas sin retirar, chapas nuevas a escasos dos centímetros de las viejas, parabolts con tuerca pero sin chapa, cadenas colgando sin maillon… todo bastante feo.
Una vez de vuelta en el suelo, subimos al Ventolín: el reencuentro con el viejo amigo me alegra, últimamente sabía de él por el Blog, pero es mucho mejor en vivo. Además, ha venido hasta aquí porque Luque le dijo que había quedado conmigo…
Mientras continuamos haciendo algunas vías más, charlamos de múltiples temas. Hacemos el Ventolín entrada directa, la Escaramujo, y la Sensación Multicolor (esta última sólo Brojos, nosotros tenemos las yemas machacadas del calor y la falta de práctica).
Hablamos de vías, de viajes, de carreras, de hijos, de amigos… La conversación va derivando y nos terminamos centrando en los muchos, dispares y resistentes dolores que nos acosan; unos son de lesiones deportivas o de caídas, otros, como dice Luque, de la propia edad y la mala costumbre de los humanos de caminar erguidos.
Tirando del hilo, descubro que lo que me duele últimamente no es la cadera (ya me veía operado con una prótesis) ni tampoco el abductor, sino el Psoas Illíaco. Que además no es culpa de los Vasque, sino de la añeja contractura lumbar y del no estirar lo suficiente (ni de lejos). Pero sobre todo, descubro que no soy el único ni mucho menos que lo sufre, que es muy habitual.
Ahora también recuerdo a Pelayo hablándome hace meses de este mismo músculo, y a Bene y a Silvia, hablando de lo importante de los abdominales para contrarrestar problemas lumbares.
El Psoas es un músculo que conecta los lumbares con la parte delantera de la pierna en su unión con la cadera. Las cargas lumbares, tan comunes para casi todos, provocan un acortamiento del Psoas, que si no lo estiras, a la larga causa problemas musculares o incluso desviaciones en la cadera, haciéndonos pisar mal. Dado que las descripciones de mis dos amigos cuadran muy bien con mis sensaciones, concluyo que están en lo cierto. Incluso me dicen cómo tengo que estirar!
Yo les creo, y haré la prueba las próximas veces que salga a correr. No obstante, tendré que confirmar esto con un fisio… Ya se sabe que la automedicación no es buena, así que la autofisioterapeutización seguro que tampoco.
Bajamos hasta el coche hablando sin parar. El calor sigue intenso, la tormenta prevista no ha llegado. Ha sido una tarde de escalada, nueve largos entre V y 6c, pero sobre todo ha sido una tarde de reencuentro. Nos despedimos instándonos a no dejar de nuevo que vuelva a pasar tanto tiempo: seguro que no.

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