16 septiembre 2025
Solo
Combinada ciclo-montañera al Cantu l'Osu (1.793 m) desde Bezanes (658 m)
Solo
Combinada ciclo-montañera al Cantu l'Osu (1.793 m) desde Bezanes (658 m)
Aprovechando una nueva jornada no laborable, y no encontrando compañero, me decido a dar un paseo combinado de bicicleta y caminar por Redes.
Salgo de Bezanes a medias de sol y sombra, con tiempo fresco. Las cuestas casi inmediatas me hacen entrar en calor. Los pedales están duros así en frío.
Luz preciosa con nubes algodonosas que se van disipando y dejando ver las vistas de los cordales que me rodean.
Los primeros kilómetros son más duros, luego la cosa suaviza. Se abre el paisaje hacia el norte y las cumbres de la Cordillera, que visten una leve capa blanca de nieve reciente.
Me paro a ratos a contemplar el paisaje, las cabañas, los efectos de recientes incendios, a escuchar a los venados berrear. Y a recuperar aliento también, claro.
Alcanzo la mágica majada de Brañagallones. La belleza parece aumentar con la soledad reinante. Sólo intuyo vida en una de las últimas cabañas, de la que sale leve humo.
Como un bocado mientras decido qué hacer. Continuar hacia Valdevezón y el collado de las Arenas era el plan, pero hay algo de nube a ratos, y la sensación de soledad me invita a repensarlo.
Se acerca el paisano de la cabaña del humo. Charlamos unos minutos. Tras hablar de temas varios, me comenta que pasa aquí largas temporadas. Solo. Es un tipo peculiar.
Finalmente decido subir al Cantu l'Osu por el camino normal desde la majada. Dejaré la bicicleta detrás de un arbusto y subiré caminando.
Me cambio de indumentaria. Me pongo botas que había traído al efecto. Y salgo por la canal arriba remontando suavemente.
Llego a la cumbre cresteando. Vistas. Colores. Yeguas y potros. Dos águilas planean señoriales. Me demoro sin prisas disfrutando el momento. Esto es claramente un privilegio.
La bajada hasta la braña se me hace corta. Al llegar recojo la bicicleta y me arrimo a saludar al único habitante de este reino. Hablamos del privilegio de disfrutar estos sitios. De pesca, de incendios, de turistas, de falta de cultura y exceso de narcisismo, del necesario respeto a lo que nos rodea. Roberto me cuenta que pinta y esculpe, me enseña algunos de sus dibujos y sus tallas. Me resulta una persona muy interesante.
Al rato nos despedimos. Me subo a la bicicleta pensando en que, cuando vuelva por aquí, sin duda pasaré a ver si está para saludarlo.
La bajada es tendida al principio y permite disfutar las vistas. Más tarde se hace más veloz y con ello la necesidad de prestar atención a la bicicleta.
Llego a Bezanes. Me cambio y me voy a tomar un café al único bar abierto. En la terraza junto con varios paisanos y paisanas de charla relajada, repaso mentalmente las vivencias del día.
Regreso a casa con las pilas cargadas por ese paisaje espectacular. Redes. Paraíso.
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