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viernes, 24 de junio de 2022

Urriellu, 30 Cumpleaños

15 Junio 2022      

Picu Urriellu (2.519 m) Cara Este, Vía Martínez-Somoano + salida Cepeda (310 m, 6a)

Rubén Díaz

Tres décadas. Ojo cuidao.


Empecé a escalar a los 15 años. Fue casi una evolución natural después de haber ido de monte desde pequeño. Bueno, eso unido a la inquietud adolescente, y a que escalar es algo tan atractivo que desde el primer momento haciendo boulder en la playa la cosa se convirtió casi en adicción.

También seguramente porque venía de hacer montaña, mi visión respecto a la escalada fue desde el principio orientada a subir montañas, y no tanto hacia la deportiva, bastante adictiva ya en sí misma.

El Picu es la montaña por antonomasia en Asturias. Icónica. Simbólica. 

La primera vez que estuve en Vega Urriellu tendría unos trece años. Subimos a pasar el día. Iba con mi amigo Nacho, del cole, nos llevaban unos amigos de sus padres. Cuando llegué me quedé alucinado con la tapia. Recuerdo estar tirado en el prado resiguiendo la pared en busca de los diminutos puntitos de color que eran los escaladores. Era algo fuera de escala. Desde entonces me quedé enganchado con el Picu.

Cuando llevaba un año escalando ya creía que estaba en condiciones de subir. 

A primeros de verano del 92 durante tres fines de semana seguidos subí a la Vega con distintos compañeros para intentar escalarlo. El primer fin de semana con mi amigo Caneja, el tiempo no acompañó y una niebla densa unida a la nieve en el Jou tras el Picu no nos permitió encontrar el pie de vía. El segundo, con mi amigo Elías llovía y no hubo opción. No desistí. El tercer fin de semana, esta vez con mi amigo Rubén, tuvimos suerte con el tiempo y pudimos hacerlo; subimos por la Sur clásica, la normal, la Directa de los Martínez, teóricamente la vía más fácil del Naranjo. Y lo hicimos a largos, alternando cabeza de cuerda y en libre. Vamos, como tiene que ser. Gran momento.

No tengo ni una triste foto de aquel día (como de tantos otros días memorables de aquellos comienzos).

Al año siguiente, 1993, hice mi segunda escalada al Picu. Esta vez con mi amigo Elías, quien se convertiría desde ese momento en un amante de esta montaña, recorriéndola compulsivamente por multitud de itinerarios por todas sus caras, acompañado y en solitario, en libre y en artificial. Pero la primera vez para Elías fue conmigo, fue por la Cara Este,  y por la Martínez-Somoano, o Carretero como también la llaman. Eso sí que es un buen comienzo. 

Ese mismo verano hicimos aquí nuestra primera Oeste, la Leiva, con Miguel, a largos. Grande Miguel. Tampoco tengo ninguna foto de aquellos días. ¡Qué triste!

A lo largo de los años he venido repitiendo bastantes vías de las que había hecho en mis comienzos (casi todas las vías pendientes o son muy difíciles, o muy expuestas, o ambas cosas), sin embargo la Carretero no la había vuelto a hacer. Y le tenía ganas.

Este verano se cumplen 30 años de mi primera escalada. Y yo quería celebrarlo bien. Y lo he hecho con una combinación de compañero y vías, con Rubén y por la Martínez-Somoano.

A mediados de junio empieza a haber gente ya, y con las restricciones de aparcamiento hemos preferido venir entre semana. A las ocho salimos del coche, junto con otros grupos. 

Sin prisa pero sin pausa, son sobre las diez y media cuando llegamos al pie de pared. En ese momento hay dos cordadas en la Cepeda,  los más altos en el tercer largo. Y otra cordada de tres en la Espejismo de verano.

Habíamos visto otra cordada más en la Pidal, que podía ser Martín trabajando por lo que me había comentado Fer. Por la Sur obviamente habría más gente. Lo dicho, un acierto venir entre semana.

Nos preparamos bajo un sol de justicia. Apenas llevamos ropa para arriba. No subimos ni las zapatillas. Agua y algo de comer.

Son las once cuando arranca Rubén a por el primer largo, de reunión común con la Amistad con el Diablo. 

Subo yo y salgo a por el segundo. Algo de navegación a buscar chapas viejas de La Luna. Después a la derecha por una zona fisurada y hasta la terraza de la reunión sin equipar.



Tercera tirada para Rubén, más vertical por una lastra fisurada con tramos tipo bavaresa fácil.  Un clavo en la zona final.


Rocaza.

El cuarto largo es el más difícil y característico de la vía. Recorre una media luna invertida que es una de las formaciones de referencia de la cara Este. La guía de Alberto indica que tiene cuatro chapas y dos clavos. Nada mal para lo que es la Este del Picu.

Arranca la cosa en travesía casi descendente a la derecha. Se pone tieso desde el primer movimiento, pero con un clavo cerca y esa calidad de roca... 


Me levanto a por la media luna, dentro de ella, al final y al fondo hay un clavo. Movimientos atléticos y me salgo al muro de la derecha. Unos metros más y primer parabolt. Escalada vertical con buena presa y con esta roca... placer puro.



Se mantiene el estilo, alternando zonas de seguro natural con otras con chapas en las zonas compactas. Paso clave hacia la izquierda pero con la chapa en la cara, sin estreses. Después fisura ancha muy tiesa, de canto, hasta el nicho de la reunión.  Estupendo largo. 


El quinto largo es una diagonal a izquierdas,  cuarenta y cinco metros, V+ y según la guía difícil de proteger. La cosa intimida un poco. Rubén prefiere no liarse y me deja repetir delante. Yo creo que lo haría sin problema. Salgo de nuevo al típico mar de roca de la Este. Corto la Amistad si sigo en oblicuo ascendente. Grado fácil, pero metros entre seguros. Creatividad para colocar algún friend en agujeros. Llego al clavo de la reunión,  refuerzo y recupero al colega. Llega de pancho, sabiendo que lo podría haber hecho delante bien.




Ahora tira delante rápidamente un largo a tope de cuerda para acercarnos a la Cepeda. La gente suena cerca pero no parece que vayan muy altos. Se augura atasco...

Cuando llego al relevo lo mando de nuevo delante: tenemos encima una cordada de tres ingleses que van lentos, y llegando por detrás tres cántabros de la Espejismo. Mientras Rubén escala yo charlo con los tres; tenemos amigos comunes, algunos andan por aquí currando, otros andan también seguro en espíritu...

Rubén escala a toda velocidad, pasando a los segundos ingleses en su reunión, y alcanzando al primero de cuerda, de hecho esperando por él. 


Salgo a toda pastilla en mi turno y conseguimos adelantar a los Brits. Son puretas, de cerca de Manchester, majos, charlo con ellos de sus zonas de escalada locales, es su primera vez en Picos, están encantados.

Gracias al sprint nos ponemos delante de los ingleses y vamos a por el Rompetobillos. Yo ya lo he hecho muchas veces y sé que a Rubén le viene bien ir delante para afianzar confianza.

Resuelve rápido y yo le sigo a través del agujero hacia el Anfietatro. Recogemos cuerdas, las dejamos en los rápeles y tiramos a cumbre.

Cruzamos a una pareja bajando de cumbre,  pero al llegar estamos solos. Un lujo. Son las dos y media. Tres horas y media desde el pie de vía.  No está mal para dos carrozas...



Apretón de manos, fotos de rigor. Estamos muy contentos con la escalada, la vía preciosa y la hemos hecho bien. Algo más de calor de la cuenta, pero bien.

  • Gijón 6:00 h
  • Pandébano 8:00 h
  • Pie de la Este 10:30 h
  • Comienzo escalada 11:00 h
  • Cumbre 14:30 h

Rapelando alcanzamos gente, y cruzamos a otros subiendo. Las cordadas de la Este apenas empiezan a salir por el agujero... En el penúltimo rápel, desenredando las cuerdas, se me cae la placa. Tengo que bajar con un dinámico. ¿Exceso de confianza?

A media Celada paramos a cargar agua de una surgencia, con paso delicado de rimaya y puente de nieve para llegar,  pero la sed aprieta... ramasseo hasta el último metro de nieve. 




Calor hasta Pandébano. Cerveza en Ortiguero, y a casa.

Tres décadas escalando en el Picu. Y compartiéndolo con los mismos amigos...







2 comentarios:

  1. Felicidades Diego.
    También felicitarte y agradecer tu trabajo en este blog que tantas horas de satisfacción y tanta información me aportan.
    Por cierto también yo hago 30 años en el monte.

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