LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 4 de marzo de 2022

Placeres pirenaicos: Chipeta Alto en esquíes

Sábado 12 Febrero 2022

Chipeta Alto (2175 m) desde Zuriza

Nando del Pozo

 

El fin de semana del 13 de marzo de 2020 teníamos previsto ir al refugio de Linza. Habíamos pagado la reserva y para allá que nos íbamos con la intención de hacer algo de esquí de montaña. Pobres infelices. Ese mismo fin de semana se nos vino encima el acontecimiento más extraño en décadas. Nos encerraron en casa por una buena temporada. Algo realmente impensable, insólito, increíble, inaudito y todos los términos que empiecen por i que se me ocurran…

 


Este invierno, un extraño bloqueo anticiclónico nos ha mantenido durante unas cuantas semanas sin precipitaciones y con temperaturas bajas. Como resultado la nieve caída en abundancia allá por noviembre y diciembre ha venido menguando algo,si bien aguanta, y la que queda está, en muchos casos, dura de crampones.

Como la cosa no parecía cambiar ni a mejor ni a peor, por fin nos habíamos decidido a intentarlo de nuevo, a pesar de que la nieve iba a estar justita. No queríamos esperar más ya. Yo no había estado nunca en esta parte de los Pirineos, y además ofrece la ventaja para una visita express de ser uno de los primeros valles, y por tanto con menos viaje desde casa.

Precisamente esta semana se anunciaba algo de precipitación para jueves o viernes. Esto mismo lo veíamos ideal nosotros, para dejarnos unos centímetros de nieve nueva sobre la base dura existente.

 

El viernes trabajé hasta las dos, me fui a casa a comer rápidamente, meter los trastos para el coche y pasar a buscar a Nando por su casa. A las tres arrancamos contentos hacia el Este. El trayecto se nos hace corto hasta Pamplona, autopista, y el tramo final también, a pesar de ser carretera es más virada desde allí. Llegamos a Linza ya de noche, hacia las ocho y algo. Hay poca gente para lo grande que es el refugio. Un grupo de unos treinta franceses anima el comedor. Cenamos y nos tomamos una cerveza.

 

A la mañana siguiente amanece con una buena helada. Tenemos que rascar el coche por los cuatro costados para conducir los diez minutos que nos separan del Camping de Zuriza. La nieve está alta y por suerte podemos meter el coche un buen trecho de pista hasta que un nevero nos corta el paso y aparcamos. Después de prepararnos, hacia las nueve de la mañana arrancamos. Salimos de aproximadamente los 1250 metros de altura, con las tablas y las botas en la mochila, de zapatillas. La nieve se ve aún alta, pero también lo está nuestro ánimo.

 

Ganado el collado donde está el refugio de Tacheras, cogemos perspectiva. El paisaje es muy bonito, bosques de pinos con hayas intercaladas, juegos de colores a pesar de la falta de hoja. En otoño esto tiene que ser espectacular. La sierra del Alano, a nuestra derecha, con su perfil dentado y alpino. Vamos remontando por un camino de GR, bastante cómodo. Poco después, auna hora aproximadamente desde que arrancamos, tocamos nieve, muy dura. Nos ponemos las botas y nos subimos a las tablas.


Empezamos a remontar hacia la derecha, con cuidado en alguna media ladera, muy helada, canteando con cariño. El sol apenas sale entre las nubes, y además aún va bajo. Así las cosas, la helada se mantiene. 



Al rato enfrentamos un pequeño tubo donde la prudencia nos hace quitar tablas y poner crampones. Es poco trecho pero un resbalón sería peligroso. Seguimos luego con los pinchos puestos hasta que ganamos la zona superior, más tumbada. Llegamos a un amplio collado donde tenemos de nuevo vistas a los Alanos, y al valle de Hecho. 



Vamos con mucha calma. Volvemos a ponernos las tablas y afrontamos el tramo superior de nuestra montaña: palas amplísimas de pendiente suave en las que ya anticipamos un descenso glorioso. No obstante, tenemos miedo de encontrar tramos helados por el medio. El sol se abre paso a ratos entre las nubes y nos regala luces variadas.





Este tramo se hace más largo de lo que anticipábamos; a cada loma le sucede otra detrás, con la cumbre huyendo de nosotros. Mejor será el descenso.

 


Llegamos a la cima (2.175 m) con frío pero sin viento.Desde aquí consigo hablar por teléfono con Paula: en toda esta zona apenas hay cobertura móvil, ni siquiera en Linza, que mueve un montón de gente a lo largo del año. 


Esto es algo a lo que cada vez estamos menos acostumbrados: estar en el monte aislados, sin contacto exterior. Mientras comemos algo y echamos un trago, admiramos el panorama a trescientos sesenta grados.

 




Mirando alrededor tenemos por un lado los dentados Alanos. A su izquierda el Valle de Hecho, y el llamativo Castillo de Achert, girando más y a lo lejos distinguimos la mole negra del Midi D´Ossau, más a la izquierda macizos blancos que no ubicamos, y luego la Mesa de los Tres Reyes, adosadas las Agujas de Ansabere, el Petrechema, el Mallo Acherito… Espectacular. Si bien estas cumbres las vemos menos claras para el esquí.

Más cercanos, al otro lado de nuestro valle tenemos los Quimboas, que presentan palas amplias y suaves, excelentes para mi nivel de esquí. Lástima lo escaso de la nieve. Quedan apuntadas para otra visita futura.

 

No tenemos prisa porque aunque es temprano la falta de nieve no nos dejaría enlazar fácil con otra cumbre, y además porque cada minuto de sol sobre la pendiente nos mejorará las condiciones para el descenso. 

Aparecen entonces dos veteranos montañeros que vimos antes abajo en la pista. Han subido al collado Petraficha y vienen despacio remontando la arista. Cuando llegan, charlamos un rato admirando el paisaje y nuestra suerte de disfrutarlo: el placer de la cumbre para el montañero, tan difícil de explicar al profano.

 

Al cabo de un rato nos preparamos para el descenso: ajustamos las botas, y nos calzamos las tablas. Finalmente arrancamos.

 


Los primeros giros me veo algo torpe, aunque pronto parece que empiezo a fluir (dentro de mi nivel). Vamos tranquilos, la pendiente es suave. Ganamos la loma suave de la derecha y continuamos girando. A ratos la nieve rasca helada, pero no da problemas. Vamos buscando el trazado en el amplísimo plató blanco, intentando identificar nuestras leves huellas de subida, derivando a un lado y al otro.

La sensación es una pasada.

Cuando estamos llegando a la zona en la que antes nos pusimos los crampones, derivamos a la derecha y cogemos un tramo de nieve excelente, un poco más empinado y que nos deja disfrutar a tope.


Después de este giramos otra vez a la izquierda buscando el mejor paso, y en un punto concreto nos vemos obligados a quitarnos las tablas, para cruzar un tramo pelado de nieve. Después de esto volvemos a tirarnos hacia las palas de la izquierda, más heladas por ser más norte, derrapando por tramos hasta coger el tubo final, donde ya entre arbolillos, aprovechamos apurando los últimos metros.



Llevamos casi media hora de descenso cuando agotamos la nieve. Ha sido memorable.

Forever young







Volvemos a poner las tablas a la mochila, aunque de momento seguimos de botas, porque tenemos algún tramo delicado. Una vez entramos al bosque la pendiente suaviza. Llegamos al refugio caído de Tacheras. Nos sentamos en el prado a su lado, nos quitamos las botas, comemos y disfrutamos de las vistas.



Desde aquí apenas un cuarto de hora y estamos de vuelta en el coche. Es temprano, las cuatro de la tarde. Hemos aprovechado lo que teníamos. Novecientos metros de desnivel, de ellos unos seiscientos sobre blanco tanto para arriba como para abajo. Un rato de porteo, un rato de crampones, y otro muy bueno de giros de esquí… Jornada completa.

Conducimos de vuelta los cinco minutos hasta el refugio de Linza, donde estiramos la tarde despreocupados, tomando alguna cerveza, picando avellanas y almendras. Luego nos damos un paseo por el circuito de esquí de fondo, inspeccionando la pinta que tiene para arrancar por él ala mañana siguiente. Cuando baja la luz ya estamos de regreso en el refugio, hoy con mucha más gente que ayer. La cena a las siete y media, sabrosa. Después de cenar algo más de sobremesa y cerveza, para subir a dormir temprano.



Buenos recuerdos voy a guardar de este día.

2 comentarios:

  1. Estuvo genial, lástima que no hubiera un pelín mas de nieve...ahora a buscar otro finde, en cuanto puedas...hay que aprovechar lo que esta cayendo estos días!!!

    Nando

    ResponderEliminar