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lunes, 14 de septiembre de 2015

Norte de San Carlos

Invierno de 2001
Joaquín Piñera, José Antonio Estévez
Torre de San Carlos (2.390 m), Corredor Norte (300 m, III, 2+)

Como siempre me pasa, en el verano echo de menos la nieve… Las viejas diapos escaneadas me trasladan a inviernos lejanos.

Estivi y Juaco en la "Era de los Púlsar"
Hubo un tiempo en que apenas había guías publicadas de actividades invernales en los Picos. Por entonces tampoco existía Internet (o aún estaba naciendo) con todo su chorro de información, fiable y no. En aquella época, que obviamente duró mucho, la información se obtenía de la gente, ya fuera en un vivac arrebujados en el saco, en un refugio, o en la barra de un bar. Podía ser a través de la palabra o con un croquis dibujado con mayor o menor arte (a veces en una servilleta del bar, y no lo digo en broma). Era una transmisión del conocimiento mucho más cercana a lo que el hombre había hecho desde la época de las cavernas (algunos de los que te contaban cosas, aún parecían vivir en ellas…). Había que filtrar bien lo que te contaban; era necesario hacer un análisis pormenorizado, empezando por pensar quién era el que te lo contaba… si tenía experiencia o no, si sabía de lo que hablaba o no, si se estaba adornando… Para las actividades invernales, en las que las condiciones cambian tan rápido y pueden variar tanto de un invierno a otro, pues mucho más. 
De estas descripciones, a veces nacían las leyendas y algunas vías se podían convertir en verdaderos cocos…
En este caso, la Norte clásica del San Carlos, una ascensión muy sencilla, a nosotros nos la recomendaron Cholo y Javi, personas totalmente fiables respecto a su nivel y competencia (muy altos ambos), y que nos conocían bien a nosotros y sabían de nuestro nivel y competencia (reguleros ambos), así que nos fuimos para allá bien tranquilos.


La cara Norte de la Torre de San Carlos, en el macizo Central de Picos de Europa, es accesible de forma rápida. Desde la estación superior del teleférico de Fuente Dé, si la nieve está helada, no está a mucho más de hora y media. El tema es que los horarios del teleférico no están ni mucho menos orientados a los alpinistas (casi ni a los esquiadores ni excursionistas); empiezan demasiado tarde. Así las cosas, una opción era subir en el último de la tarde el día antes y dormir en el chabolo que había abierto justo al lado. No sé cómo fue la cosa, pero lo cierto fue que terminamos subiendo caminando por el Hachero. Es decir, que lo de la entrada cómoda a los Picos se había sustituido por una entrada normal: casi mil metros de desnivel con el petate de invierno.


La subida por el Hachero es espectacular tanto por el paisaje físico como por el humano (o lo que queda del mismo): los restos de cabañas e instalaciones mineras colgados de la ladera en posiciones de vértigo te hacen pensar lo bien que vivimos hoy día comparado con generaciones no tan lejanas. Ejemplos como este se encuentran en muchos otros sitios de Picos y de la Cordillera Cantábrica, pero quizá este llame la atención especialmente por lo dramático del emplazamiento. Lo cierto es que a pesar del duro remontar de desnivel, el pateo es una pasada.



Subiendo el día antes podíamos madrugar lo que quisiéramos (tampoco mucho). Esta escalada también se ataca muy bien desde Verónica o desde los vivacs de Horcados, pero en este caso concreto nosotros lo hicimos desde el Cable.
La escalada de esta Norte por su línea clásica es sencilla (porque tiene otras varias más difíciles), y si está en buenas condiciones muy disfrutona. Se trata de una serie de corredores abiertos que enlazan entre sí con algún paso estrecho. 


Como siempre en estas cosas, dependiendo de la carga y las condiciones del hielo o la nieve, el mismo resalte puede casi no existir o convertirse en un obstáculo infranqueable. Nosotros la cogimos bien, aunque el día estaba nubladete y algo desagradable.


Fuimos montando largos, alternando la cabeza de cuerda, desde que el ángulo nos hizo pensar que ya estábamos metidos en la escalada, algo que puede ser engañoso en vías de este tipo, en las que la aproximación se difumina en su parte final y no hay rimayas que indiquen la frontera. Estivi tiró los resaltes más tiesos con soltura, uno de ellos en torno a 80º, y Juaco y yo le seguimos con la confianza de la cuerda por arriba.

Estivi en el resalte
En la parte final, algo más mixta en la arista, el viento nos azotó un poco. Eso siempre le da ambiente al tema. Una foto de cumbre arriesgando que la cámara se fuera ladera abajo, y después descender por la normal hacia la canal de San Luis.
En poco tiempo estamos de vuelta en la zona del teleférico, recogemos los aperos del vivac y para abajo.


Una clásica esta Norte del San Carlos.

2 comentarios:

  1. Las fotos con el tiempo adquieren importancia... vaya recuerdos con los púlsar, los mios eran rectos y me destrozaban los nudillos los cabrones, bue... los ergo tb los jodian. Más tarde me hice con los rambo y la cosa mejoró algo, aúnque me seguian jodiendo los nudillos, he he, buena piada de un corredor que desconocía, un saludo!

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    1. Xosé, yo después de los pulsar tuve unos naja, que iban muy bien, menos por lo de los nudillos... Menos mal que los de ahora van mucho mejor! Respecto al corredor, lo mejor es lo muy accesible, ideal cuando el tiempo no está para irse muy dentro del macizo.
      Un saludo

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