LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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viernes, 15 de noviembre de 2013

La Feria y la Gueta

El otoño viene acompañado de tiempo inestable y de poca luz, pero siempre hay actividades alternativas.

Estoy seguro de que fue en estos ambientes en los que empezó mi afición por la montaña.
Los dos están muy lejos de cumbres y de aristas, de escaladas o de nieves. Sin embargo, fue en ellos y en otros similares en los que, ya de muy pequeño, empecé a apreciar los placeres del contacto directo con la naturaleza.


Mis primeros contactos con la Gueta (en asturiano, la búsqueda y recolección de castañas) se remontan a tiempos en que mi hermano y yo éramos dos mocosos que íbamos con mi Abuela caleyando por los alrededores de la Pola, recogiendo lo que para ella había sido en su infancia una pieza clave de la alimentación: la castaña.
También los muchos amagüestos con el grupo de montaña del colegio, con alguna indigestión incluida.


Los primeros recuerdos de la Feria de ganado también me resultan remotos, cuando con mi tío Jose íbamos al mercado de ganado a ver los bichos, las gentes (algunos parecían bichos también), y el ambiente general.

También las visitas de guaje a las pumaradas de mi tía Ana a pañar manzana fueron iniciáticas (estas visitas aún las mantengo a día de hoy). Mucho más tarde, con Estivi en Anayo, prensando la fruta en el llagar de su casa, seguí enlazando la relación entre el campo, sus frutos, y los placeres de la vida (la sidra también ayudaba a ese enaltecimiento).

Tradiciones y cultura de naturaleza y montaña.

La vida avanza como un rodillo, los años pasan, y ahora repito esas mismas actividades, pero acompañando a mis hijos en sus primeras experiencias... 




Dos fines de semana seguidos, con tiempo regular tirando a malo, aprovechados en el monte. El primero en Sajambre, junto con unos amigos y sus niños: paseos por el bosque y las majadas, acariciando caballos, observando setas.
También con visita a la Feria de Oseja, donde pudimos apreciar las características del ganado local, orgullo de estas gentes que, contra viento y marea, intentan seguir viviendo en la montaña, de la montaña y para la montaña.
Las ferias ya no son lo que eran. Ahora el comercio del ganado entre las partes, objetivo inicial de las mismas, es minotirario. En la actualidad, se mantienen gracias al impulso de unos pocos, complementándolas con concursos de ganado, con puestos de artesanía y gastronomía locales, y con atracciones como exhibiciones de juegos y deportes tradicionales. De todo ello disfrutamos y tratamos de contribuir: un par de quesos de la tierra sí volvieron para casa.


Tres años más tarde, estreno otra Mochila que habla

El fin de semana siguiente, de los tres días que tenía solo uno libró de la lluvia, y lo aprovechamos. Junto con más amigos y sus niños, en la parte sur de los cordales de la sierra del Sueve, salimos a pasear por sus bosques, a disfrutar de la luz del otoño, y a recolectar el fruto de sus árboles. La castaña está en temporada y en cuanto te separas unos metros de las casas, de las carreteras y de las zonas más accesibles, su abundancia es enorme. Los niños lo pasaron fenomenal, y los mayores también.



Estoy seguro de que a mis niños, como me pasó a mí, estos primeros contactos con el mundo natural les hará aprender a disfrutarlo, a respetarlo y a defenderlo. Por mi parte no va a quedar. 

2 comentarios:

  1. Cuando las mochilas hablan pesan menos.Salud.

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    1. Mon, lo que es seguro es que me dejan menos agujetas que unos inventos de madera con forma de piolet... un saludo

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