Lunes 26 Diciembre 2011
Martín Moriyón, Pablo Luque
Peña Santa de Castilla (2597 m), Cara Norte, “El Ojal” 350 m, IV/3
Northern Exposure: mi serie de televisión favorita de todos los tiempos. Las peripecias de un médico judío, neoyorquino, recién titulado, que es enviado a un pequeño pueblo de Alaska a hacer méritos para devolver a la Administración parte del favor de haberle dado crédito para pagarse sus estudios. Un urbanita extremo en una aldea perdida en mitad de la naturaleza más salvaje, con un clima radical, y con unos habitantes y una forma de vida un tanto peculiares.
La traducción del título es difícil de hacer, pero dentro de las acepciones posibles, podrían estar la de Orientación Norte, o la de Exposición al Norte. Las dos me valen al efecto.
Festivo, buena previsión de la meteo y casi un mes sin salir al monte: hay que ir a Picos.
No tenemos información de las condiciones, así que, iremos con objetivos bastante abiertos; llevaremos incluso los pies de gato, por si hay que dedicarse a la roca, pero eso sí, arriba. Si no subes, seguro que no haces nada. Además, los pateos de aproximación y los porteos son muy sanos (más aún si en algún momento pretendes escalar en montañas más grandes).
Madrugón. Un grado en Gijón. Rascar el parabrisas por primera vez en la temporada. Recojo a Martín y cogemos autopista hasta la gasolinera de la Villa donde hemos quedado con Pablo. Nos agrupamos en un coche y salimos dirección a los Picos: yo tengo en la cabeza la Peña Santa desde que salimos, aunque también se barajan otras opciones.
Son las siete y media cuando arrancamos a andar en Pandecarmen. Hay algunos coches más, con la previsión metrológica tan buena es normal. La temperatura no está muy baja, hacía más frío en Cangas, pero los charcos están helados. Mucho antes de lo que esperábamos, empezamos a pisar nieve. Llevo mucho sin cambiar las pilas de la frontal, esto no alumbra nada; menos mal que con las de los colegas voy viendo lo suficiente. Pronto la apago, la nieve y la claridad del amanecer son suficientes.
Pasamos Vegarredonda y paramos a cargar agua en la fuente del refugio viejo. Al cabo de un rato, en las zetas de subida a la Fragua, alcanzamos a dos chavales que suben con intención de hacer el Marqués. En la collada comemos y bebemos, nos ponemos los pinchos y sacamos un piolet. Escondemos los gatos detrás de un bloque, no van a hacer falta. No vamos muy bien de tiempo, llevamos unas dos horas, pero yo no me veo corriendo más…
La media ladera está muy guapa, y aunque la nieve se dejaría caminar sin crampones, lo cierto es que me veo más seguro con ellos. La pareja del Marqués ya están remontando hacia Cemba Vieya, a nosotros aún nos queda un buen rato. La Pili Cristina y la Norte Directa tienen mucho más hielo del que esperábamos encontrar, aunque parece que les falta un poco aún para poder hacerse.
Cruzando el Jou de los Asturianos, librada la Aguja Enol, nos quedamos boquiabiertos con la enorme cascada de hielo en la llamada “Canal de la Derecha”, en la Noreste de la Santamaría. Unos cuantos metros a la derecha de la Arrieta (que se ve escasa), hay un buen largo a tope de cuerda sobre hielo de fusión: está espectacular, nunca la he visto tan formada, y a la luz del sol de primera hora de la mañana resulta muy atractiva, casi irresistible. Lo malo es precisamente ese sol que le lleva dando un rato. Descubrimos que hay una cordada en la vía, ya por encima de la cascada, subiendo hacia las goulottes superiores. Unas voces cruzadas nos confirman que está en condiciones. Nos lo pensamos un rato, pero finalmente yo tiro de los demás hacia la Peña Santa.
Santamaría: Norte Directa y Pili Cristina en formación |
La media ladera está muy guapa, y aunque la nieve se dejaría caminar sin crampones, lo cierto es que me veo más seguro con ellos. La pareja del Marqués ya están remontando hacia Cemba Vieya, a nosotros aún nos queda un buen rato. La Pili Cristina y la Norte Directa tienen mucho más hielo del que esperábamos encontrar, aunque parece que les falta un poco aún para poder hacerse.
La Torre del Torco desde el Jou de los Asturianos |
Cruzando el Jou de los Asturianos, librada la Aguja Enol, nos quedamos boquiabiertos con la enorme cascada de hielo en la llamada “Canal de la Derecha”, en la Noreste de la Santamaría. Unos cuantos metros a la derecha de la Arrieta (que se ve escasa), hay un buen largo a tope de cuerda sobre hielo de fusión: está espectacular, nunca la he visto tan formada, y a la luz del sol de primera hora de la mañana resulta muy atractiva, casi irresistible. Lo malo es precisamente ese sol que le lleva dando un rato. Descubrimos que hay una cordada en la vía, ya por encima de la cascada, subiendo hacia las goulottes superiores. Unas voces cruzadas nos confirman que está en condiciones. Nos lo pensamos un rato, pero finalmente yo tiro de los demás hacia la Peña Santa.
Aún nos queda un buen trecho: cruzar el Jou Santu y remontar laderas aún nos lleva casi una hora hasta el rellano donde paramos a ponernos los arneses y preparar el material.
La norte está espectacular, con mucho hielo: la Tiritonitis” parece en condiciones (para el gallo que se levante por allí, claro), “Big Foot” casi a punto, y la “Norte Directa” perfecta. La nuestra, “El Ojal”, la más fácil del centro de la Norte, tiene muy buena pinta; un primer largo con dos tramos de cascada muy estéticos, y para arriba las clásicas palas y pequeños corredores enlazados.
La aproximación no es solo caminar |
La norte está espectacular, con mucho hielo: la Tiritonitis” parece en condiciones (para el gallo que se levante por allí, claro), “Big Foot” casi a punto, y la “Norte Directa” perfecta. La nuestra, “El Ojal”, la más fácil del centro de la Norte, tiene muy buena pinta; un primer largo con dos tramos de cascada muy estéticos, y para arriba las clásicas palas y pequeños corredores enlazados.
Cuando montamos la reunión en la base de la cascada del primer largo son casi las doce y cuarto. Muy tarde si se nos complica algo por encima. Los pies se me están quedando fríos, las manos acaban de calentar ahora.
Luque venía desde hace rato con molestias en una rodilla, y cuando Martín avisa de que tiene montada la primera reunión, a pesar de mis ánimos, increpaciones y hasta insultos, decide retirarse por hoy.
De tres a dos todo se hace más rápido. Hacia la una menos cuarto empiezo yo a escalar: los piolets nuevos van de cine, el que va muy torpe es el dueño: no sin esfuerzo remonto los dos tramos de cascada, el primero de unos cinco metros, el segundo más largo, de unos diez. Tardo bastante más tiempo que Martín yendo de primero, que subió silbando.
Llego a su altura: reunión de tres tornillos cortos ecualizados… Sin apenas parar, me pasa algo de material y salgo directo para arriba; nieve helada, muy consolidada, aunque a ratos hace algo de costra. Curva a la izquierda, resaltín de hielo, tornillo, remonto otros quince metros y estoy chapando un puente de roca cuando Martín me avisa de que se acaba la cuerda.
Ensamblamos unos quince metros más hasta la reunión, en una franja de roca: un clavo y un fisurero viejos que refuerzo con un alien y otro empotrador.
Llego a su altura: reunión de tres tornillos cortos ecualizados… Sin apenas parar, me pasa algo de material y salgo directo para arriba; nieve helada, muy consolidada, aunque a ratos hace algo de costra. Curva a la izquierda, resaltín de hielo, tornillo, remonto otros quince metros y estoy chapando un puente de roca cuando Martín me avisa de que se acaba la cuerda.
Ensamblamos unos quince metros más hasta la reunión, en una franja de roca: un clavo y un fisurero viejos que refuerzo con un alien y otro empotrador.
Al minuto llega el gallo: traspaso de trastos y para arriba con la misma tónica de nieve helada, de vez en cuando zonas donde aflora el hielo para meter algún tornillo, y tramos cortos de nieve costra o hueca, con polvo por debajo, que exigen cariño con los piolets y las patadas. Ahora soy yo quien sale en ensamble unos doce metros para que Martín encuentre una buena localización sobre roca para el relevo. Dos camalots a cañón.
Dudamos de si tirar a cumbre o no, es bastante tarde, pero estamos tan cerca… Lo vamos a intentar al menos: salgo yo hacia la izquierda, en una diagonal ascendente, la arista se intuye muy próxima.
Voy cruzando pequeños espolones cubiertos de hielo, atravesando tramos de nieve más delicada.
Cuando se me termina la cuerda, tengo encima el bloque de cumbre al sol, a menos de quince metros: me paro en mitad de la nada, coloco el camalot del 3 en una fisura ciega y con hielo, sin más opciones.
Dudamos de si tirar a cumbre o no, es bastante tarde, pero estamos tan cerca… Lo vamos a intentar al menos: salgo yo hacia la izquierda, en una diagonal ascendente, la arista se intuye muy próxima.
Voy cruzando pequeños espolones cubiertos de hielo, atravesando tramos de nieve más delicada.
Cuando se me termina la cuerda, tengo encima el bloque de cumbre al sol, a menos de quince metros: me paro en mitad de la nada, coloco el camalot del 3 en una fisura ciega y con hielo, sin más opciones.
Miro el friend y la cumbre tan próxima, finalmente le doy una voz a Martín, que ya viene veloz, para que a medio largo empiece a derivar a la derecha. Abortamos la misión: en cuatro largos y apenas dos horas hemos llegado hasta al lado de la cumbre, pero es muy tarde y toca retirar.
Luque nos observa desde abajo.
Luque nos observa desde abajo.
Cuando Martín desaparece hacia el Oeste y las cuerdas se terminan en mis manos, salgo recorriendo otra vez parte de lo que acabo de escalar, siguiendo después por terreno nuevo en travesía, a ratos descendente a ratos ascendente, voy recuperando tornillos, asentando con cuidado los movimientos. Estamos escalando de forma muy rápida en terreno alpino, aunque es fácil, tiene bastante exposición: la coordinación y la sincronía son totales.
El ambiente es espectacular.
Alcanzo la reunión montada en un hombro, al que llego destrepando con atención, y donde por primera vez el sol nos roza: es un sol de invierno, pero su calidez se agradece. Comemos y bebemos. Hemos tardado muy poco en la vía: apenas dos horas. Las vistas preciosas, la costa, la cordillera, las cumbres cercanas… Recogemos una cuerda y con la otra nos encordamos a unos doce metros para hacer el destrepe hasta la brecha Norte, donde cogeremos la Canal Ancha como vía de descenso.
El ambiente es espectacular.
Alcanzo la reunión montada en un hombro, al que llego destrepando con atención, y donde por primera vez el sol nos roza: es un sol de invierno, pero su calidez se agradece. Comemos y bebemos. Hemos tardado muy poco en la vía: apenas dos horas. Las vistas preciosas, la costa, la cordillera, las cumbres cercanas… Recogemos una cuerda y con la otra nos encordamos a unos doce metros para hacer el destrepe hasta la brecha Norte, donde cogeremos la Canal Ancha como vía de descenso.
La arista está increíble, merengues de nieve transforman los perfiles de los resaltes por los que se baja en verano, haciéndolos irreconocibles para mí, a pesar de haber pasado por aquí muchas veces.
Alternamos la delantera en el destrepe. Unos pasos mixtos nos posan en el collado de entrada a la Ancha, donde despedimos al sol.
Una vez dentro de la canal, nos movemos simultáneamente hacia abajo: yo siempre de cara a la pared, Martín a ratos cara al valle!
En pocos minutos estamos montando el único rápel que haremos, a sesenta metros, y que nos posará en las palas a mitad de la norte: refuerzo la reunión con un fisurero sin carga antes de que baje Martín: los clavos parecen trabajar bien, y lo retiro cuando me toca el turno.
Alternamos la delantera en el destrepe. Unos pasos mixtos nos posan en el collado de entrada a la Ancha, donde despedimos al sol.
Una vez dentro de la canal, nos movemos simultáneamente hacia abajo: yo siempre de cara a la pared, Martín a ratos cara al valle!
En pocos minutos estamos montando el único rápel que haremos, a sesenta metros, y que nos posará en las palas a mitad de la norte: refuerzo la reunión con un fisurero sin carga antes de que baje Martín: los clavos parecen trabajar bien, y lo retiro cuando me toca el turno.
Todo va perfecto, recogemos las cuerdas para seguir destrepando con cuidado las canales por las que Luque nos orienta desde abajo hacia la bajada más rápida.
Ya está casi hecho, pero debemos mantener la concentración en estos tramos finales de terreno técnico.
En un llano donde nos espera Pablo nos quitamos los arneses y recogemos el material. Sentados sobre la mochila por primera vez en unas cuantas horas, bebemos y comemos lo que nos queda.
Recuerdo en este punto cuando en enero de 2001 hice esta misma vía con mi amigo Edu Dedeus, con unas condiciones increíbles también; aquella vez el ambiente era realmente patagónico, entonces encendimos las frontales recogiendo las cuerdas después de rapelar en la Ancha. Un gran día.
Seguimos cramponeando camino a la Fragua, admirando la tremenda belleza de los Picos, tan alpinos con el blanco de la nieve y el hielo: imaginamos nuevos trazados por los sistemas de diedros y canales que nos rodean (algunos a mí me parecen imposibles).
Recuerdo en este punto cuando en enero de 2001 hice esta misma vía con mi amigo Edu Dedeus, con unas condiciones increíbles también; aquella vez el ambiente era realmente patagónico, entonces encendimos las frontales recogiendo las cuerdas después de rapelar en la Ancha. Un gran día.
Eduardo saliendo a la arista, una década atrás |
Invierno 2001, apurando la luz |
Saludamos de lejos a Javi Malo, que con unos colegas, se disponen a vivaquear en la boca del Jou de los Asturianos: ellos eran la cordada de esta mañana en la Santamaría.
La luz va bajando: de Vegarredonda para abajo tenemos que sacar las frontales (tengo que comprar pilas…).
La luz va bajando: de Vegarredonda para abajo tenemos que sacar las frontales (tengo que comprar pilas…).
Llegamos al coche a las siete y media, doce horas después de salir esta mañana. Ha sido una buena paliza, pero es que la Peña Santa está bien lejos. Desde luego ha merecido la pena: una ascensión rápida, con bastantes tramos en ensamble, moviéndonos con seguridad por terrenos delicados, y con un paisaje espectacular. Hemos escalado alto, rápido y ligero.
Siete horas de crampones, la mayor parte del tiempo a media ladera, me van a dejar unas buenas agujetas para varios días… Una espectacular jornada de montaña, una jornada de "Northern Exposure".
Siete horas de crampones, la mayor parte del tiempo a media ladera, me van a dejar unas buenas agujetas para varios días… Una espectacular jornada de montaña, una jornada de "Northern Exposure".
Gijón 5:30 h
Pandecarmen 7:30 h
La Fragua 9:30 h
Pie de Vía 12:15 h
Arista 14:15 h
Pie de Vía 15:45 h
La Fragua 17:30 h
Pandecarmen 19:30 h
Gijón 21:00 h
Regalar una pequeña parte de tu vida dice mucho.
ResponderEliminarComo gusta lo autentico.
Todas las cosas fingidas caen como flores marchitas, porque ninguna simulación puede durar largo tiempo. CICERÓN.
Tu Blog tiene buen abono, y motiva. Lo que no es poco.
Salud.
Me gusta, da gusto leer estos relatos, un saludo
ResponderEliminarEn efecto, da gusto leerlos y más cuando lo he vivido contigo! Nos queda mucho por hacer Diego...que suerte!!!
ResponderEliminarVaya par de máquinas!!!
ResponderEliminarPoco que decir Diego, otro gran post...
Feliz año a todos
Durante un rato he podido sentirme allí....francamente bueno Diego.
ResponderEliminarese diego!! que bien escribes.. otro fan de alaska...
ResponderEliminarQue buena actividad. Y que buena entrada, cada día escribes mejor.
ResponderEliminarComo siempre leo tus relatos atento, motivadores y realmente entretenidos. Enhorabuena por la actividad Diego!! Espero volver a escalar contigo. Guardo muy buen recuerdo del Sendero de los Elfos en el Mampodre.
ResponderEliminarGracias a vuestra información pudimos al día siguiente escalar esa fantástica cascada de la de la derecha de la Torre Sta María. Muchas gracias!!
Gracias a todos, muchachos.
ResponderEliminarMe alegro de que os guste la entrada. Eso significa que he conseguido transmitir, al menos en parte, lo muy bien que lo pasamos el lunes. Un saludo.