Domingo 23 Noviembre 2025
Nando del Pozo
Pico Valmartín (1.932 m) desde la Raya
Nando del Pozo
Pico Valmartín (1.932 m) desde la Raya
Seis meses después de la última salida en esquíes por Pirineos, volvemos a pegar pieles y foquear, esta vez al lado de casa.
La primera nevada de la temporada ha llegado. Como viene sucediendo en los últimos años nuestra esperanza se eleva tan pronto como vemos el blanco aparecer en las montañas de la Cordillera. Como también nos viene pasando, los altibajos de la isoterma no nos dejan estar tranquilos. Dado lo efímera que es la nieve en nuestras latitudes, no nos queda otra que intentar aprovechar lo que hay sin pensarlo mucho.
El día antes varios colegas me habían informado de sus respectivas salidas: Rafa subió a la Rapaína, Kico al Boru, Luque por Pajares, Pablo por Fuentes... No hay duda de que hay muchas ganas. Algunos hablaban bien, otros no tanto. La cosa es que, si bien la previsión meteorológica para el domingo no era buena, ante el miedo a que se nos fuera la capa blanca y volviéramos de nuevo a la casilla de salida (esto es, al verde prado), el domingo por la mañana Nando y yo subimos al puerto de San Isidro a dar una vuelta.
Mientras desayuno disfruto la luz del amanecer desde la cocina de casa. El cielo está cargado de nubes.
De camino en coche, la temperatura está alta, mucho más que los días previos.
El puerto tiene nieve aunque justa. Subimos hasta Cebolledo a ver qué aspecto tenía; las pistas están blancas lo suficiente, ya se ve gente ya foqueando y seguramente esquiaríamos más aquí que fuera de pista (estas parecen pisadas), pero preferimos irnos al monte de verdad. Bastante esquiamos en estación cuando no hay otra opción...
Volvemos atrás y aparcamos en el parking de la Raya: hay un montón de autocaravanas y bastantes coches. Gente preparándose para salir con raquetas o con esquíes. Vemos a varios conocidos: Jame arranca con un un buen grupo dirección Fuentes. Nosotros nos preparamos y salimos en dirección contraria: vamos hacia el Valmartín a ver qué tal está la cosa. Son las diez de la mañana.
La subida hacia esta cumbre es corta, cómoda y suave. Arrancamos desde la misma carretera remontando una pista que va cogiendo altura muy suavemente, rodeando lomas en dirección a la línea de cumbres. Hoy solo hay huella en el primer tramo. Hay nieve suficiente, aunque está totalmente sin consolidar: normal, está recién caída y no ha habido tiempo para nada. Los bastones se hunden bastante si les metes presión. Si te bajas de las tablas te hundes hasta más arriba de la rodilla. Además, las abundantes escobas son una auténtica trampa. Por ahora eso no nos molesta, aunque sabemos que va a ser así dentro de un rato cuando bajemos.
A ratos cogemos ángulo con el telón de fondo del Pico Torres: cumbre alpina y emblemática de esta zona de cordillera.
El cielo está muy nublado pero eso deja una luz guapa: de mal tiempo pero guapa.
Al asomar a un pequeño collado ganamos vista a la pala de las Vallinas del Torres y vecinos. Desde aquí observamos cómo una buena manada de rebecos remonta la ladera alejándose de nosotros.
La nube ha venido subiendo por los valles y a ratos envuelve las cumbres vecinas. El paisaje, como siempre que la nieve lo decora, está especialmente bonito.
Nos queda el tramo final: ganar el amplio collado (collada Valmartín) y remontar luego la loma final que lleva a cumbre. Esta loma tiene una cinta de nieve estrecha que se queda seca hacia el norte y cae vertiginosa hacia el sur.
En el collado ganas vistas al norte: se ven cumbres secundarias también blanqueadas, brañas de cabañas y pequeñas charcas. Hacia el sur numerosas cimas entre nubes de algodón.
Subimos sin prisa. Unas zetas y vueltasmaría en el tramo final y llegamos a la cumbre. Son las once y media. Hace bastante viento y no se está cómodo.
Apenas paramos: quitamos pieles, apretamos botas, calzamos tablas, y salimos para abajo con precaución: siendo la primera esquiada en meses y con la condición de la nieve todo junto llama a la prudencia.
Giros lentos y controlados en esta zona de arista. Incluso algún tramo corto derrapado para quitar los metros más empinados. De nuevo esquiando más ágil ganamos el collado principal y de este en media ladera hasta la otra collada menor. Toca ahora remontar unos metros y empezar la zona arbustiva.
Apenas se esquía mucho más desde aquí.
En el tramo final nos encontramos a mi amigo Manu, que viene con una chica del Torre. Paramos a charlar: a ellos el día antes les cogió lluvia intensa esquiando en Riopinos... qué cosa más desagradable! También nos cuentan cómo de noche sube la gente a hacer trompos en el parking helado hasta altas horas de la madrugada, en plan película Fast´n Furious, dando voces y molestando sin educación a la gente que está allí tranquila pasando la noche: desde luego cada uno tenemos nuestras aficiones y gustos, y todos serán respetables, pero algunos tienen el nivel de civismo más bajo de la cuenta. De eso no hay duda. Nos despedimos. Siguen por nuestras huellas hacia el Valmartín.
Nosotros apuramos los últimos metros hasta la carretera y de esta hasta el coche caminando.
Ha sido una salida corta, unos 8 km y 450 m de desnivel. Dos horas y media. Con todo, como siempre, disfrutada.
Recogemos y tiramos para casa, a donde llegamos a la hora del vermut. Lujo.
Al día siguiente llueve en altura y se va buena parte de la nieve, pero parece que la semana enfría y volverá a caer. Veremos qué tal. Si no se puede esquiar, habrá que intentar hacer algo de alpinismo!
Por lo pronto, ya hemos esquiado este noviembre. Sin queja.










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