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viernes, 29 de octubre de 2021

Viernes tarde de desnivel y Berrea

24 Septiembre 2021
Ruta Circular cerca del Trigueiro (14,6 km, +870 m)



El Trigueiro es una cumbre de media montaña, en uno de esos cordales secundarios que vertebran Asturias al norte del eje de la Cordillera Cantábrica. Pertenece en parte al macizo de la imponente Peñamayor, uniéndolo a este con los ramales que vienen de la zona de Redes. Desde la iglesia de San Esteban del Condado, cerca de Laviana, arranco por una pista que gana altura desde el primer metro. La guía de Robin Walker "Por la Cordillera Cantábrica" detalla las brañas por las que voy pasando y ayuda a ilustrar el paisaje con su toponimia: Faidiella, Coz, la Ortigosa... Por encima asoma la cumbre de la Xamoca.


A ratos hay hormigón en el piso: eso suele ser señal de porcentajes altos de desnivel. Así es. Yendo solo me concentro en mantener el ritmo y en no pasarme. La circular que me he planteado requiere más horas de las que dispongo, y Robin no es precisamente de los que marca de más. 




Cuando gano el collado me sorprende el paisaje de la vertiente contraria: espectacular mar de nubes con los Picos de Europa como telón de fondo, sumado a unas cuantas yeguas recortadas contra el cielo. Mientras recupero un poco el resuello les saco unas fotos.

Desde el collado de Arudo tengo que derivar a la izquierda, dirección al Trigueiro. Faldeo la ladera por senderos estrechos del ganado entre tojos y cotollas densas, a media altura. Cruzo vacas tranquilas rumiando. En un momento dado, a escasos cincuenta metros de mí se levantan tres venados, un macho, una hembra y una cría. Rápidos remontan lo que les falta de ladera hasta la arista, y cruzan al otro lado. Cuando llego a su punto de paso me acerco sigiloso arrastrándome con cuidado, para asomarme de nuevo a la vertiente del mar de nubes. Esas nubes cubren la masa boscosa, y en ella resuenan sordos los berreos de los machos de venado, en celo. 

El ruido es hipnotizante. No veo a los bichos, pero los oigo cerca, los siento cerca. Al rato retrocedo a la vertiente contraria, por la que venía, por esta el terreno es complicado y no se puede caminar. 

Continúo para ganar un nuevo collado, la Campa de los Campuetos. Ya sobre aviso de la presencia de los venados, me muevo con sigilo. Al coronar el paso, me agacho y asomo poco a poco: bingo. Unos bufidos intensos, unas pisadas de animal grande suenan cercanos. Me asomo: apenas a quince metros un macho de venado de buen tamaño pasta tranquilo. Me agacho de nuevo y saco el móvil, asomo y le saco unas cuantas fotos. El bicho no se da cuenta de mi presencia y me permito avanzar hacia él. Cuando me detecta se gira y me mira, le saco más fotos. Emprende la huída hacia abajo, a la nube, al bosque. Trota ligero a pesar de su  majestuoso tamaño y cornamenta.

Encantado con el avistamiento de este y de los anteriores, y consciente de que voy tarde para hacer la cumbre, me quedo un rato más en la zona a escuchar la Berrea, y después arranco a media ladera bajo el cerro Rosellón, en busca de la otra pista principal por la que pretendo bajar. Sigo en silencio (voy solo, vaya pijada) con la esperanza de ver más animales, aunque no tengo ya más suerte. Bastante he tenido. Bajo contento por el valle de Breza hasta el coche.

Hoy he tenido mucha suerte. No había visto nunca un venado macho tan grande y tan cerca. A parte de los otros previos. Además, el paisaje de esta zona me ha encantado, y la cuesta me ha hecho sufrir (buen entrenamiento).

Catorce kilómetros y medio. Novecientos metros positivos. Tres horas y media.

Referencia: "Por la Cordillera Cantábrica" Robin Walker, excursión 7.6

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