Domingo, 18 Junio 2017
Peña Vieja (2.613 m), Espolón de
los Franceses (600 m, V)
Kike Díaz
Kike y yo nos conocemos hace
bastantes años. Entrenamos juntos muchas sesiones de tablón y compartimos
tardes de deportiva en las que él me motivaba enormemente con su gran fuerza y
estilo. Pero nunca habíamos escalado en el monte juntos, y ya tocaba.
Fuerte escalador deportivo, lleva
ya unos años acercándose al monte a repetir clásicas y no tan clásicas. Y en
ese proceso, nos planteamos el Espolón de los Franceses de Peña Vieja que él no
conocía, que es una imprescindible de los Picos, y que a mí me encajaba bien en
mi baja forma…
Madrugamos que el viaje es largo.
En Potes nos saludamos de coche a coche con Estivi y Javi que suben a hacer alguna
de las suyas. Nosotros subimos por Espinama: mi coche protesta en algún punto
de la pista, pero llega al Parador de Áliva donde aparcamos. Son algo más de
las nueve cuando salimos de pantalón corto hacia la pared, muy cercana desde
aquí.
Cargamos agua: un litro y medio cada
uno.
La temperatura de los días
anteriores era alta, demasiado para esta época del año, pero lo cierto es que
la previsión para Picos no hacía pensar lo que nos iba a tocar.
Empezamos a escalar pasadas las nueve
y media, y ya desde los primeros pasos nos aprieta un sol de justicia. Vamos
alternando cabeza de cuerda estirando tiradas a sesenta metros (o incluso con
algún pequeño ensamble). El Espolón es una vía clásica de grado fácil, con algo
de hierba en la zona baja, pero estética y con unas vistas muy buenas.
En el lardo seis, ya sobre el
propio filo, Kike se embarca en una chimenea más a la derecha de lo debido (por
fiarse de la descripción de la guía que trae) y tiene que hacer una travesía
algo fina para retomar la vía. Es lo que tiene ir sobrado de grado, que no
notas que por donde vas ya no es IV+ (ni V+ en el paso concreto).
En cada reunión vamos bebiendo,
echando crema también.
Largos elegantes en esta segunda
parte, buena roca. Disfrutones.
Como siempre me pasa en el monte,
yo voy pensando en los amigos, y especialmente en Miguel. Me lo imagino
trepando la vía sin cuerda, pero sobre todo pienso en cuando la destrepó a
pelo, y en los infelices que se cruzaran con él ese día... Genio y figura.
Llegamos a los gendarmes sobre las
dos y media, después de hacer diez largos casi a tope de cuerda todos. Unas
cinco horas para la vía. Una media hora por largo. No es para tirar cohetes,
pero es no corre ni gota de aire y el calor realmente aplana.
Mientras recogemos los trastos y
las cuerdas para afrontar el tramo de trepada hasta cumbre, comemos algo por
primera vez. Kike termina su agua aquí. A mí me queda el clásico cuarterón, que
ya prevemos no va a saciar nada…
La primera parte de la trepada
vamos encajados e incluso algo en sombra, cosa que se agradece. Con todo, yo me
tengo que sentar cada pocos minutos de la flojera que me invade.
Ya en zona de arista, como siempre,
vamos buscando el terreno más fácil. En un momento dado me separo de Kike y me
enredo en un resalte que me obliga a poner gatos de nuevo (no vaya a ser).
Alcanzamos las pequeñas torres donde adelantamos a los chavales que llevábamos
encima en la escalada. Yo voy sentándome cada vez más a menudo: parece que
estoy en un ochomil. Hacemos un par de rápeles cortos. Otros resaltes los destrepamos.
Finalmente, dos horas más tarde
estamos en la cumbre. El sol abrasa. Los Picos están más secos que muchos
agostos.Comemos un poco más y terminamos el agua.Creo que estoy en un estado
combinado de insolación y deshidratación, cercano a la temida pájara. Hace
muchos años que no me encuentro así.
Kike me empieza a atender como a un
enfermo.
La idea de bajar por la Canal del
Vidrio se desecha pensando en sus delicados destrepes y mi lamentable estado:
hasta mareos me dan. Salimos hacia el
Collado de la Canalona, parando a comer nieve en el último triste nevero que
queda bajo Coteros Rojos. Combino la nieve con una barrita energética con la
esperanza de ir recuperando.
Bajo la Canalona no hay nieve,
seguimos hacia Bustamante. Aquí volvemos a comer algo de nieve mientras veo las
zetas del camino tantas veces recorrido hacia Fuente De. No hay ni un alma.
Parece que voy recuperando poco a
poco y ya estiro tramos más largos. También es porque el sol ya está más bajo y
su impacto es menor. En la Vueltona aprovechamos la última sombra que queda
hasta Tajahierro. Me tiro al suelo.
Última tirada bajo la Olvidada,
Lloroza, Cobarrobres, y enfocamos hacia Áliva. Voy pensando en el caño de agua
junto al parador.
Llegamos por fin y bebemos. El agua
y el haber terminado parece que me resucita.
En el Parador entramos a tomar
algo. Kike saluda a sus conocidos por haber currado allí varios veranos en tema
de astronomía. Yo me tomo dos cervezas con limón (sin alcohol): cuando me quito
las gafas de sol noto la cara de sorpresa del camarero. Luego en el coche, me
miro en el espejo y me veo realmente demacrado, con los ojos hundidos en las
cuencas…
El viaje de vuelta en coche ya fue
normal: me encontraba bien y el líquido repuesto me recuperó rápidamente.
A pesar de venir bebiendo todo el
viaje, cuando al llegar a casa me peso: he perdido cuatro kilos hoy, obviamente
la mayor parte son de agua…
Gijón 6:00 h
Áliva 9:00 h
Pie de Vía 9:40 h
Fin escalada 14:30 h
Cumbre 16:30 h
Áliva 18:30 h
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