Domingo 30 Octubre 2016
Hasta este día, el otoño ha venido
cálido y anticiclónico: en los últimos días ha habido niebla cerrada en la
costa, pero en cuanto te alejas del mar, el cielo azul domina.
Asturias tiene muchas ventajas para
los que nos gusta la montaña y aire libre: hoy, en apenas media hora de coche
desde casa ya estamos aparcando en Fuensanta.
La excursión elegida, como
otras veces, está sacada del libro “32 razones para ir al monte con niños”, de
Orlando Merás. Las que hemos hecho hasta ahora nos han encantado. Está en Nava.
Se trata de una ruta circular (PR-AS45) de unos diez kilómetros y unos
cuatrocientos metros de desnivel: recorre primero el valle que lleva hasta las
Foces del Río Pendón, y después gira para bajar de vuelta al punto de partida
por la pista que sube a les Praeres.
El aparcamiento tiene unas cuantas
plazas, pero casi no quedan libres. Se ve que esta excursión es un clásico.
Después de poner las botas, coger
agua en la fuente y rematar las mochilas, salimos por la pista.
Somos cinco adultos y cuatro niños:
dos de siete años, Tomás y Javi, y dos de cuatro años, Martín y Jimena.
La ruta empieza con algo de cuesta hasta alcanzar un primer collado, el collao Fornos: se inicia entre castaños y robles, que aún lucen bastante verdes para la época. Los niños juegan y corren adelante y atrás, aún frescos y con ganas de pasarlo bien.
La ruta empieza con algo de cuesta hasta alcanzar un primer collado, el collao Fornos: se inicia entre castaños y robles, que aún lucen bastante verdes para la época. Los niños juegan y corren adelante y atrás, aún frescos y con ganas de pasarlo bien.
En el collado Fornos un pastor llama a sus vacas, que acuden trotonas desde todas partes a por la deliciosa sal. Desde aquí, el camino nos va llevando hacia un valle, cada vez más cerrado, que termina en las foces que dan nombre a la excursión. El camino es cómodo, en suave subida, con vistas.
Cruzamos gente que viene corriendo, bastantes, preparando una carrera de montaña que se celebrará en breve en este mismo circuito circular. También bastante gente va caminando como nosotros. Está esto muy concurrido.
Los niños caminan contentos,
jugando, con sus muchas simpáticas ocurrencias. Los mayores disfrutando y
charlando sin parar.
Cuando las foces se cierran y nos acercamos al nivel del río, aparece algo de barro. Pronto empezamos a remontar la ladera hacia el Suroeste.
Nos toca ahora un tramo donde se concentra la mayor subida del día: tenemos que alcanzar un nuevo collado para llegar al llamado Malláu Pastor. Es una majada que marca aproximadamente la mitad de la excursión. Salimos de la sombra de los árboles y el sol cae plano sobre nosotros. Jimena quiere que la lleve a caballo, así que, una vez la subo a hombros, me pongo a ritmo: con sus casi veinte kilos no puedo andar esperando. Javi viene con nosotros y juntos los tres nos adelantamos considerablemente del resto.
Desde el alto vemos las cabañas de la majada Malláu Pastor donde vamos a parar a comer. Igual que nosotros lo ha pensado más gente, así que nos juntamos un buen grupo a la sombra de los árboles. Es la leche que a finales de Octubre busques la sombra en lugar del sol…
Cuando las foces se cierran y nos acercamos al nivel del río, aparece algo de barro. Pronto empezamos a remontar la ladera hacia el Suroeste.
Nos toca ahora un tramo donde se concentra la mayor subida del día: tenemos que alcanzar un nuevo collado para llegar al llamado Malláu Pastor. Es una majada que marca aproximadamente la mitad de la excursión. Salimos de la sombra de los árboles y el sol cae plano sobre nosotros. Jimena quiere que la lleve a caballo, así que, una vez la subo a hombros, me pongo a ritmo: con sus casi veinte kilos no puedo andar esperando. Javi viene con nosotros y juntos los tres nos adelantamos considerablemente del resto.
Desde el alto vemos las cabañas de la majada Malláu Pastor donde vamos a parar a comer. Igual que nosotros lo ha pensado más gente, así que nos juntamos un buen grupo a la sombra de los árboles. Es la leche que a finales de Octubre busques la sombra en lugar del sol…
Después de comer los bocatas
arrancamos pista abajo.
La pista va pasando por pequeños
collados, bajando serpenteante hacia el valle. En los tramos de mayor desnivel
está hormigonada. Recuerdo sufrir lo mío hace unos años subiendo estas rampas en
bicicleta: tiene repechos muy empinados. Vamos charlando, alternando los juegos
con los niños entre nosotros. Asomándonos a los bebederos a contar renacuajos,
cogiendo palos, hojas…
Entretenidos llegamos a la zona baja, cerca ya del coche, donde en los prados trotan caballos y ponys.
Entretenidos llegamos a la zona baja, cerca ya del coche, donde en los prados trotan caballos y ponys.
Hemos tardado en total unas cinco
horas. Algo menos.
Para ser unos diez kilómetros y un
desnivel de unos 400 metros, haber ido con dos niños de cuatro años, lo hemos
hecho muy bien. La excursión es realmente recomendable. En una terraza saliendo
de Nava nos regalamos una birra unos, un colacao otros.
Qué bien lo paso de paseo en días
como este con tan buena compañía.
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