LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 16 de abril de 2010

Sueño, Sueño y Recuerdo...

La Cumbre de Les Courtes, después de hacer los Suizos
Hace hoy un año y dos semanas estaba bajando entre los pinos de Montevers a Chamoxix. Llevábamos 23 horas sin parar, arrancando en Grand Montets a las 12:00 h de la noche el día antes, habiendo hecho los Suizos a la Norte de Les Courtes, bajado el glaciar de Talefre, parte del glaciar de Lexchaux, la Mer de Glace... iba contento, pero con ganas de llegar abajo. Ganas de llegar abajo y de volver a casa; Paula estaba embarazada de 7 meses y el médico le había dicho el día antes que se quedara en casa de reposo, estaba muy nerviosa y mi móvil se había quedado sin batería hacía 5 horas, no le había podido decir que todo había ido bien, que estuviera tranquila, que al día siguiente estaría con ella... estaba a 1500 km.

Hace tres semanas subí al Picu con Bene, rápidos, ligeros y en condiciones muy alpinas, una pasada. Nunca había subido al Picu en Marzo. Últimamente mis salidas son así, ultrarrápidas, llevo mucho sin vivaquear en Picos, pero esto también me gusta: recorrer mucha distancia en el día, escalar aunque sea fácil, cabalgar la montaña.

Hace dos semanas, el sábado por la mañana subía a toda velocidad a desde Soto a Peña Beza, intentando batir mi propio record, pero la trepada de mixtos sin piolet era delicada y me retiré a veinte metros de la cumbre. Desde la arista afilada, solo, miraba el pueblo mientras me ajustaba los crampones: abajo Paula me esperaba. Esa misma tarde bajaba de Vegabaño con el bebé dormido en la mochila, entre los árboles al atardecer, viendo corzos a lo lejos, una sensación increíble.

Ayer y anteayer por la tarde estaba en el muro, donde la Lloca, haciendo travesías al sol, apretando los dedos y flipando con cómo se hinchan los antebrazos en travesías que hace quince años hacía silbando... Una vez más estaba solo con mis pensamientos, que como siempre, giraban en torno a la montaña y mis múltiples sueños.

Ya estoy pensando en la siguiente salida: algo por Picos, una vía larga en la que tenga sensación de alpinismo, donde la nieve que aún queda incordie en las terrazas, donde la aproximación y la bajada obliguen a sacar el piolet, a poner los crampones... alpinismo.

El sábado pasado cumplí 35 tacos. Ni muchos ni pocos, 35. Llevo escalando desde los 15, y subiendo al monte desde los 8. El monte es mi obsesión: sé hace mucho que no lo podré soltar jamás. Escalaré vías difíciles o fáciles pero escalaré mientras pueda. Cuando no pueda escalar haré aristas, y cuando tampoco pueda con eso haré vías normales, hasta terminar subiendo entre cotollas...siempre hacia arriba.
La roca, la nieve, el hielo, escalando, caminando, en bicicleta, en esquíes... da igual con tal de sentir lo que siento cuando estoy arriba.

Ahora tengo un niño. En mayo cumple un año. Echo cuentas de los años que tendré cuando él esté en plenitud de forma, y me imagino qué vías podré hacer con él y cuáles no. A lo peor no le gusta la montaña... Sé de gente que repite clásicas de Alpes con sus hijos, a mí me valdría con repetir clásicas de Picos.

Sueño con ir este verano a Alpes: quiero intentar el Piz Badile, o la norte del Lavaredo, o volver al Eiger por tercera vez, a ver si de esta conseguimos levantarnos por allí... El miedo es mayor que antes, mi fuerza es menos que antes, pero me quiero convencer de que mi experiencia acumulada ayudará, que en realidad tengo más fondo y más recursos que cuando tenía veinte años. Es mi esperanza.

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