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sábado, 28 de noviembre de 2015

El Mofrechu con niños

11 Octubre 2015
Pico Mofrechu (900 m) desde collada Igena


Salir de excursión con niños pequeños es una actividad que hay que planear con cariño. El recorrido propuesto ha de ser variado para que no se aburran, no demasiado largo ni con demasiado desnivel, y conviene que incluya de cuando en cuando cosas que los mantengan entretenidos. Como todo esto lleva tiempo y además interesa garantizar que sus primeras experiencias con la montaña les resulten atractivas, nada mejor que acudir a una guía específica para excursiones con niños:

"32 razones para ir al monte con niños" Rutas fáciles por la Cordillera Cantábrica,
de Orlando Merás González, Editorial KRK

Una guía práctica, con buenas descripciones y propuestas, que por lo que hemos probado hasta la fecha, acierta. Totalmente recomendable
En el caso de hoy, la ruta número 5, el Mofrechu



La carretera desde que abandonamos la general es alucinante. Apetece venir a recorrerla en bicicleta. En poco más de una hora desde casa estamos aparcados en la collada Igena, que es el alto desde los valles que caen hacia Cangas de Onís y los que caen hacia Llanes. Desde aquí sale una pista forestal que sube hasta unas majadas cerca ya de la cumbre objetivo: el Mofrechu. Esta pequeña montaña culmina uno de los muchos cordales costeros de la cornisa Cantábrica, levantándose 900 metros encima de Ribadesella, y con vistas espectaculares a la costa y al interior.
Somos dos parejas de adultos y cuatro niños: Luis de un año, Jimena de tres y Ana y Javi de seis. Luis va en mochila con su padre, los mayores son autónomos, y luego está Jimena, que a ratos es mayor, a ratos es pequeña…
Los colores del otoño van entrando pero aún le falta.


Al poco de comenzar nos paramos junto a un pequeño bosque de robles y castaños a descansar y a enseñar a los niños los frutos de los árboles.
Más tarde, después de remontar bastantes metros a pesar de lo suave de la pendiente, paramos en un bebedero vacío a comer una galleta y jugar un rato.
Las vacas, los caballos, escondernos de las mamás, todo sirve para la sorpresa y el juego.
Jimena pide cuello cada vez más de seguido: hoy voy a tener una buena sesión de entrenamiento de porteo con carga dinámica y riesgo de tirón de pelo. Eso sí, también me da algún beso de cuando en cuando.


Pasamos por preciosas majadas de cabañas cuando nos vamos acercando al tramo final. El cielo, azul hasta ahora, se ha venido cubriendo desde la costa por una niebla cada vez más cerrada: sería una pena perdernos las vistas desde la cumbre.
En la cuesta final, el ángulo se hace más duro, y las cotollas dificultan el andar. Especialmente desde que yo perdí el buen camino y ahora lo buscamos campo a través y de forma más directa.


Una vez en la cumbre tenemos suerte, el día vuelve a abrir y podemos disfrutar de las impresionantes vistas: nos vamos pasando los prismáticos que ha traído Kike, buscando pueblos, playas, picos…
Los niños juegan a contar los belenes de cumbre: hasta ocho contamos entre los bloques cercanos al buzón de cumbre…



 



Comemos los bocatas en una campera aún arriba del todo.
El camino de vuelta se recorre entre canciones y juegos para distraer al personal, las quejas de Javi por sed (es más el cansancio general), Jimena a caballo casi todo el tiempo, y los papás pensando en la siguiente excursión a organizar, y en la cerveza que nos vamos a tomar (que nos tomamos en Guadamía por cierto).
Muy guapo día y excursión. Repetiremos.

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