Sábado 4 Mayo 2019
Peñas del Prado
La temporada de roca está a la vuelta de la esquina, y nada mejor que las Peñas del Prado para ponerse a tono. Aquí las vías son buenas, de varios largos sobre roca excelente y poca aproximación, no se puede pedir mucho más.
En el trayecto por el Pajares el coche llegó a marcar 0 grados, y aunque hace sol el día está fresco. En realidad para escalar es casi ideal, especialmente aquí donde abundan los pasos de adherencia y el tacto de la roca es tan importante.
Apenas otros dos coches con el nuestro, unos cinco chavales que ya han salido delante: tres de ellos se tiran a la vertiente oeste, y los otros se quedan en la collada. Tenemos toda la plancha principal de la pared para nosotros.
Para Rubén es la primera vez aquí, así que para empezar me decido por “Noches de Escuela”. Yo ya la conozco de hacerla hace años con Alejandro.
A las diez y media empezamos a escalar.
La vía arranca en la parte derecha de la pared, levantando por un primer largo tumbado de placas de adherencia. Salgo delante. El segundo le toca a Rubén que lo resuelve rápidamente. El tercero es para mí, algo más tieso. El cuarto para Rubén, librando el desplome característico y con una travesía aérea a la izquierda. Me vuelve a tocar delante el quinto largo, y siendo según el croquis el más difícil y más vertical, la sensación es de haber apretado más en otros anteriores. Quizá es que vamos calentando.
Queda después un posible sexto largo pero es muy corto, ya por terreno tumbado y con bastante vegetación. No merece la pena. Montamos rápel y para abajo. Por debajo una cordada viene tras nuestros pasos ya por el segundo largo.
Cuatro rápeles nos posan en el suelo. La vía nos ha llevado unas dos horas y cuarto, y los rápeles tres cuartos de hora más.
Es la una y media cuando estamos de vuelta en el suelo.
Sin dejar pensar demasiado a Rubén, recogemos los trastos y salimos caminando hacia la collada, para bordear la pared hacia la vertiente más tiesa que mira al suroeste. Por encima vemos gente evolucionar en las clásicas “Lago de Luna” y alrededor.
Nosotros seguimos bordeando y bajando, a ritmo, hasta enfrentar la vertiente oeste y empezar a remontar de nuevo hasta el pie de vía. Vemos una cordada alta ya, quizá en una cuarta reunión en lo que yo creo que es la “Historia interminable”.
Nosotros vamos más a la derecha, al extremo, a por “Lobishome”. Esta vía también la hice hace años ya, con Chusín en este caso.
Son las dos, después de comer algo y echar un trago, me coloco los trastos y salgo a por la primera tirada: canalizos y placa. Muy guapa.
Este largo tiene roca más fea y da algo de mala sensación en algún momento: es bastante vertical, pero tiene chapas aunque alejadas.
El tercer largo tiene el paso más duro de la vía, dos movimientos de placa lisa que le dan el 6a+. Son dos chapas pero es verdad que para mí resultan aleatorias. Confiando en los pies salgo y continúo por terreno más llevadero y tumbado.
A nuestra izquierda están saliendo los chavales que vimos esta mañana, yo creía que iban por la “Historia interminable”, pero más tarde nos confirman que era “Cordillera express”.
El cuarto largo vuelve a tener un paso de adherencia que me exige concentración, para seguir después por una fisura característica, ancha y limpia, que se ve muy bien desde el pie de vía. El paso lo doy, y sigo a por la fisura que me exige trastear, apretar y resoplar a pesar de marcar V+.
Vamos rápidos y pronto estamos terminando el quinto y último largo. A las cinco de la tarde estamos arriba.
Los rápeles van bien y en el último nos cruzamos con los chavales de la mañana que vienen a repetir la nuestra. Media hora nos ha llevado bajar.
Para salirnos de la vertical de la gente escalando recogemos los trastos y nos vamos hasta la collada. Allí nos sentamos en el prado a comer y charlar un rato.
Ha sido un buen día de escalada: dos vías, casi cuatrocientos metros de escalada, diez largos, nueve rápeles, y todo esto en unas siete horas.
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