LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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viernes, 16 de agosto de 2013

"Rabadá-Navarro" al Gallinero, Ordesa

Martes, 30 Julio 2013
Pablo Luque
"Rabadá-Navarro" al Pilar de Cotatuero, Gallinero, Ordesa. 400 m 6c, 6a obligado

Después de tantos años escalando por el monte, era imperdonable no haber dado una visita a las paredes de Ordesa. La verdad es que los años fueron pasando y fui centrando los viajes más en los Alpes que en Pirineos, y mi desconocimiento de estos últimos (para mi vergüenza) es casi completo. Apenas unas pocas visitas, casi siempre de vuelta de Alpes por mal tiempo.
Por fin, este verano me he empezado a quitar la espina de Ordesa.



El plan inicial era irnos una semana a los Ecrins o a Chamonix, con idea de escalar, y como siempre con objetivos abiertos. El caso es que, aunque la meteo prevista era muy buena, la temperatura estaba altísima, y esto nos echaba para atrás para cualquier cosa con glaciares de por medio. Total, que para acabar escalando en roca en zonas más bajas (que seguro que son excelentes también), decidimos cambiar por Pirineos. Una vez decidido, nuestra idea era visitar varias zonas e intentar escalar variado. El primer sitio: Ordesa. 


Largo 1: bienvenido a la "Sensación Ordesa"
Las tormentas aquí son legendarias. Las características del macizo se prestan para generar grandes marrones: mucho calor en el valle, cumbres altas alrededor, fuertes desniveles… No queríamos ni pensar en que nos pillara una de ellas en mitad de una vía con difícil retirada. La previsión meteorológica las descartaba, pero por si acaso decidimos madrugar el máximo.  Para coger el primer bus nos levantamos a las cinco de la mañana en el camping, desayunamos con todo el sigilo posible, y salimos a la carretera para caminar quince minutos hasta la parada en Torla. Apenas somos unas quince o veinte personas en total, y escaladores sólo cuatro: nosotros dos y otra cordada en la que reconozco a Juan, un tipo muy majo de Zaragoza que tiene un buen blog que leo hace tiempo. Intercambiamos saludos y comentamos objetivos: ellos van a la pared de la Cascada, al diedro de “Los Trituradores”. Sin saber nada sobre ella, el nombre de la vía ya asusta…
El bus tarda más de lo normal por culpa de un inmenso rebaño de vacas que sube por la carretera hasta desviarse a la pista de Bujaruelo, camino de pastos altos. Con todo, algo después de las seis y media estamos en la Pradera en la suave luz del amanecer. Salimos camino adelante y a los pocos cientos de metros ya vamos solos en el bosque: nos encontramos varios sarrios (son muy parecidos a nuestros rebecos aunque más rubios). El camino pronto pica cuesta arriba y sudamos bastante. La mirada se escapa frecuentemente a las inmensas paredes que nos rodean. Entre ellas miramos con atención nuestro objetivo: el espolón sureste del Gallinero, el pilar de Cotatuero.


Pablo en el largo 2, V

Aunque nunca había escalado aquí, ya venía predispuesto a la verticalidad del sitio. Las tapias salen a cuchillo desde el primer metro, sin transición. Y siguen así de radicales hasta que terminan en una de las bandas de hierba intermedias. Impresionantes.
Son las ocho y veinte de la mañana cuando empiezo a trepar por el primer largo de la vía: cincuenta metros, el más largo según el croquis. Pronto me encuentro con la “sensación Ordesa”: esto es totalmente tieso incluso en grados sencillos, buena roca pero que requiere fijarse, escalada física y secuencias algo intrincadas librando bloques y techos. Una vez te acostumbras la cosa va bien.
Asegurando a Pablo desde la reunión, disfruto del paisaje: a nuestra izquierda, la cascada de la pared del mismo nombre cae dispersada contra la luz del sol. Detrás, en el valle por el que bajaremos por la tarde, otra gran cascada se precipita. En frente, un gran murallón cierra el valle que sube camino a la Cola de Caballo y a Góriz.
Pablo en el tercer largo, verticalidad total
Llevamos con nosotros varios croquis de la vía y las diferencias entre ellos son notables. El mejor sin duda nos está resultando el de Luis Alfonso (lanochedelloro), por el gran detalle y calidad del dibujo. Sin él estaríamos perdiendo mucho tiempo.
De nuevo me toca tirar delante. Una vez caliente las sensaciones son mejores. Disfrutamos los movimientos. Poco a poco nos vamos acercando a la zona de techos, clave de la primera parte de la vía; la dificultad aumenta.
Le toca a Pablo un largo precioso que empieza por un diedro gris y termina en una aérea travesía de placa. El ambiente de la vía es una pasada.

Cuarto largo, diedro negro

Después tiro yo delante en un largo en el que, para remontar un paso bastante pulido y de dificultad concentrada, para no perder tiempo (y para pasar...) tengo que pisar a modo de estribo una cinta pasada por un clavo: nos reímos porque este es un paso que en uno de los croquis lo marca literalmente como “6a fino fino”, mientras en el otro lo marca de 6b. Vamos, que será 6b. El largo entero es muy bueno y sobre una roca excelente.




Quinto largo, pasito de 6b (A0) y después 6a, una pasada
A continuación Pablo resuelve el largo del techo con maestría (con aceros, pero con maestría). Yo sufro algo más con la mochila que se me engancha en la salida. A nuestra izquierda el techazo de la Zaratustra.


Pablo saliendo del techo del sexto largo
Mi falta de forma es patente: todo me cuesta más de lo normal. Es mi primera vía de montaña de la temporada. Es la temporada que menos he escalado de mi vida. Y es una vía seria. Con todo, lo estoy pasando bien. Alternamos la cabeza de cuerda y llevamos bastante buen ritmo.


Pablo en el largo de escape hacia la vira intermedia
Pablo estira la cuerda a tope en el largo de salida a la vira intermedia: estamos ahorrando una reunión del croquis y eso siempre está bien. Nos ponemos las zapatillas para el tramo de hierba y la vira alta hacia la izquierda que nos lleva de nuevo al filo del pilar, en el comienzo de su segunda mitad.



Después de unos momentos de incertidumbre sobre el camino a seguir (esto está tieso total), mirar el excelente croquis de Luichy, y beber y comer algo, finalmente le pido a Pablo que tire delante aunque sea mi turno. El largo de ahora se ve tan tieso como los anteriores y necesito descansar la cabeza. Él no lo duda y sale para arriba con decisión, resuelve en libre y con seguridad los veinte metros hasta la reunión. De segundo paso bien, pero al llega a la R le pido que tire otra vez. Vuelve a resolver el siguiente 6b sin problemas y rápido. Yo de segundo, curiosamente también. No obstante, no me arrepiento de pedirle que tirara delante… Maldita flojera!


Pablo en nuestro largo 9, 6b
Pablo en nuestro largo 10, 6b atlético
La cosa empieza a tener más color, el siguiente largo es más fácil y tiro delante. Rápidamente llego a la base de la chimenea de salida: tiene unos setenta metros y dos largos de croquis. Incrustado en lo profundo del agujero, en mitad de plumas de pájaro y un olor asqueroso a algo muerto, monto reunión con un par de fisureros y un friend (aquí no hay nada) y aseguro al grandón. 
Mirando para arriba, la chimenea se ve aparentemente lisa, tiesa, tétrica, y larga. A Pablo tampoco parece gustarle el tema al llegar, pero sale para arriba una vez más con decisión. Después de cambiar la espalda de lado de la pared y de pelear para colocar algún cacharro, sale de mi vista y me da una voz para soltarle. Con la mochila colgando del arnés con una cinta larga, me aplico en imitar las técnicas que ves en los libros clásicos… Al final no fue para tanto.

Primera tirada de la chimenea de salida
Cuando por fin llego a la reunión se me repite la sensación anterior: por encima tengo otra tirada de chimenea aparentemente lisa, tiesa, tétrica, con pocas posibilidades de asegurar, y larga… Encima, uno de nuestros croquis marca en este largo un 6a (claro que para mayor jolgorio también tenemos otro que lo  marca de IV+…). Una chova nos grazna uraña desde el fondo de la chimenea. En fin, con filosofía empiezo a aplicarme a la técnica: metro a metro, con algo de tensión, alcanzo el primer punto donde puedo asegurar, ya a unos seis metros de Pablo. De ahí para arriba se ve muy compacto y me asaltan las dudas (vamos que me empiezo a poner algo nervioso), pero el caso es que siempre voy encontrando la postura y sin mucho estrés consigo colocar dos buenos aliens en las oscuras profundidades. Ahora sólo me quedan un par de metros lisos para salir de lo difícil: animado por los seguros salgo más tranquilo. Por fin, alcanzo una zona más fácil donde abandono la técnica chimenea para escalar ya más normal... Un clavo me saluda y veo el resto de largo ya más fácil. Al poco llego a la reunión y aseguro a Pablo.



Saliendo de la segunda chimenea, 6a ó IV+ (...)
Pablo con la mochila colgando
Comentamos que las dos tiradas de chimenea fueron menos chungas de lo que nos esperábamos desde abajo, aunque sí exigen escalar tranquilo (y desde luego no creo que sean IV+ en ningún caso).
Nos queda una tirada final de IV para acabar la vía, que ya recorremos totalmente relajados y disfrutando.
Cuando alcanzo a Pablo miro el reloj: las cuatro y cuarto. Hemos tardado casi ocho horas: algo por encima de unas estimaciones, aunque dentro de otras.



Impresionante paisaje
Rehidratación directa
En total hemos hecho catorce largos de los quince que marcan los croquis (descontando la tirada de la vira, aunque ahí, trepar trepas): ocho los tiró Pablo y seis yo. Hemos escalado todo en libre excepto los aceros del quinto y sexto largos. La vía es muy buena, tiene bastantes seguros aunque obliga a escalar, como debe ser.
Desde luego no hemos ido rápido, pero estamos satisfechos siendo nuestra primera vía en Ordesa. Rabadá y Navarro, unos máquinas.
Salimos andando, parando a sacar fotos, contemplando los abismos, los sarrios, las marmotas. Bebemos en los arroyos y descansamos en la hierba mullida.
La bajada al valle muy guapa.




Ya en la base de la pared de la Cascada, después de escuchar unas voces, vemos en los largos finales a la cordada con la que coincidimos esta mañana en el autobús. ¡Menudo ambiente se ve! Aunque también es cierto que mirando al Pilar de Cotatuero, la vía que acabamos de hacer también nos resulta impresionante.

Intimidante panorámica desde el pie de vía

Pilar de Cotatuero, espectacular perfil
Un sitio espectacular Ordesa. Merecida la fama. Ya tengo la siguiente vía en la cabeza...

L1 V, 50 m, yo
L2 V, 30 m, Pablo
L3 V+, 30 m, yo
L4 V+, 35 m, Pablo
L5 6b (A0), 6a, 30 m, yo
L6 6c (A0), 25 m, Pablo
L7  IV+, 35 m, yo
L8+L9, IV+, 65 m, Pablo (pequeño ensamble)
Vira intermedia
L10, 6b, 25 m, Pablo
L11, 6b, 20 m, Pablo
L12, V, 20 m, yo
L13, V+, 30 m, Pablo
L14, 6a, 30 m, yo
L15, IV+ Pablo

6:45 inicio aproximación en la Pradera
8:20 h inicio escalada
16:15 h fin escalada
18:00 Pradera

martes, 6 de agosto de 2013

Escapada estival a Pirineos

La isoterma 0º a 4.800 metros, unido a los días disponibles nos recomendaron cambiar el destino inicial de los Alpes por los más cercanos Pirineos.
Apenas cinco días en total, pero bastante bien aprovechados.
Primero en Ordesa: mi primera visita a esta meca nacional me puso en situacíón del exigente estilo imperante. La vía elegida la "Rabadá-Navarro" al Pilar de Cotatuero, en el Gallinero. Espectacular.


Al día siguiente el cuerpo pedía descanso y se lo dimos con un breve paseo por el norte del Midi D´Ossau: paisaje precioso, imponente vista del Embarrader, el espolón Norte y alrededores.
El jueves el objetivo era la cara Sureste del Midi a través de la combinación de las vías "Jolly" más "Superjolly". Después de casi diez años desde mi anterior visita, me maravillo del paisaje.
Tras un importante embarque por mi parte en el tercer largo, así como discutir un buen rato sobre el aspecto y la calidad de la roca (Pablo tenía en esto una opinión más fuerte que la mía después de que la cuerda soltara un bloque tamaño microondas que voló unos veinte metros hasta rebotar a su lado), se impuso una retirada temprana... De estas, desde luego no me faltan.


El viernes, considerando el tremendo calor de la vertiente española (ola de calor) y la recomendación de Chus de vías en la vertiente francesa, nos acercamos a Gourette. Desde este precioso pueblo de esquí hacemos en el Péne Sarriére la vía clásica a su cara Este. Una vía placer de doscientos metros muy guapa, sencilla y equipada: el sello Ravier es garantía. En apenas tres horas aproximamos, escalamos y descendemos de vuelta al pueblo. Calor impresionante.


El mismo día viajamos de vuelta a casa.
Una visita express muy completa con una buena vía de montaña, una retirada (no vaya a ser que nos lo creamos), una vía placer, paseos, nuevas zonas...