Sábado 15 Junio 2013
Nando del Pozo
Peñas del Prado, “La Negra” 200 m, 6c+ (6a/A0)
Hubo un tiempo, años y años, en el que yo miraba con
desdén a esta y a otras zonas de escalada de la Cordillera Cantábrica.
Por aquel entonces escalaba mucho y muy a menudo en los
Picos. Como zonas aledañas “homologadas” tenía el Agero y algunas otras del
valle de Liébana. Están claras mis influencias de juventud. Fuera de estas
zonas (me refiero a escaladas de montaña, de largos, no a deportiva), el resto
no las veía importantes. No digo que las despreciara, pero casi.
Por aquella época, y a pesar de las muchas recomendaciones
de ir a conocerlas por parte de Candi y de otros amigos, la verdad es que nunca
pasé por allí. Tenía metidas a las Peñas del Prado dentro de un lote de zonas
de escalada en roca secundarias, o poco interesantes. Dentro de ese lote aún
mantengo algunas que todavía no he visitado: está claro que soy algo terco.
Con los años, las restricciones en el tiempo libre me
hicieron ver las grandes ventajas que ofrecían sitios como las Peñas del Prado,
el Melluque y algunas otras, para poder escalar vías de montaña (o casi de
montaña) sin tener que pegarte grandes viajes ni aproximaciones.
Así he venido visitando periódicamente las Peñas del
Prado y comprobando la gran calidad de vías como “La Historia Interminable”, “Desgaste
emocional”, “Lobishome”, “Noches de Escuela”, “Venus”, y otras. Hoy tocaba una
clásica que estaba pendiente: “La Negra”.
Salimos de Gijón a las ocho de la mañana con cielo
nublado. Por la autopista y en cincuenta minutos estamos aparcados debajo de la
collada Aralla. Un solo coche a parte del nuestro, seguro que vendrá gente más
tarde. Tras el reparto de trastos arrancamos por entre la hierba alta en busca
del mejor camino. La primavera, retrasada por un invierno que no se quería
marchar, está estallando por todas partes: flores, brotes, colores y olores intensos
nos acompañan.
En el aire fresco de la mañana, alterno las miradas a la
pared con el bucólico paisaje hacia el embalse de Casares, un placer para
caminar.
Después de situarnos desde lejos para coger perspectiva e
identificar referencias, nos aproximamos al pie de vía donde dejamos mochilas y
zapatillas. Se ve venir el calor. Nando que ya va en camiseta, sale delante en
el primer largo, algo herboso aunque sin llegar a molestar.
Al poco rato me toca el turno y trepo hasta él. Salgo
después delante a por el segundo largo por un pequeño diedro en el que marca
6a+: sin problema, son apenas dos pasos y con chapas, otro tema sería si
tuviera que colocar los trastos. Para arriba es mucho más fácil, escalada
agradable sobre buena roca. Sigue habiendo chapas de cuando en cuando, aunque también
coloco algún seguro adicional.
Nando recorre el largo disfrutando, sonriente y contento
como siempre (yo no lo he visto nunca enfadado). Le hago sitio en la reunión y
me preparo para la siguiente tirada: es la más difícil de la vía y ya desde
aquí anticipo aceros. Un pequeño desplome, con chapas y clavos a medio metro
unos de otros indica la concentración de la dificultad: está cotado de 6c+. Después
de unos breves momentos mirando la secuencia y acariciando presas (más paripé
que otra cosa…), me agarro al primer clavo y hago tres aceros seguidos hasta
colocarme de nuevo en posición de escalada. Salgo ahora en libre a terreno más
amable, que se estira otros quince metros hasta el siguiente relevo. La
secuencia de cuatro o quizá cinco movimientos concentrados, bloqueros, exigían
un intenso apretón para el que no estoy preparado.
Nando resuelve sin problemas y me alcanza rápidamente: “con
unos estribos hubiera ido como un señor”, me comenta. No los necesitó para
nada. Por debajo, aún en el suelo, una cordada se prepara para nuestra vía, también
hemos visto pasar a más gente y abajo en la carretera ya se ven media docena de
coches.
Por encima tenemos ahora un largo sobre roca muy
compacta, chapado, con pasos de adherencia típicos de la zona. Es apenas V,
pero obliga a escalar, movimientos muy guapos.
Escalo después el último largo que comienza con un tramo vertical,
aéreo, pero con muy buen canto. Después tiene un paso simpático en el que hay que
levantarse de pies con poca cosa para las manos, hasta alcanzar buena presa de
nuevo. Muy chulo. Llego a la reunión final y aseguro al amigo que llega
rápidamente. Son las doce, hemos tardado dos horas justas y vamos bien para cumplir
mi intención de escalar otra vía.
El aéreo rápel nos posa en unas terrazas desde las que
vamos derivando hacia abajo.
Un vistazo a la fisura de “No hay caliza na Galiza” me
hace pensar que necesito más trastos grandes que los que he traído, pero me
quedo con la copla de su buen trazado para otro día. Su nombre también me trae
recuerdos de Budiño, Galiñeiro, Monte Ferro… qué granito!
Llegamos al pie de vía, recogemos las cosas y nos vamos
rápido para el sector de la Collada. Hay gente debajo de la “Lago de Luna”, la
más evidente de la zona. A su izquierda comienzan tres o cuatro vías más, pero
no vemos ningún seguro ni posibilidades evidentes para colocarlos sobre sus
placas compactas.
Finalmente me decanto por “Sin aspiraciones a nada”, que va a
la derecha de los otros chavales y donde al menos aflora algún parabolt. El
primer largo es muy guapo, de canalizos. El segundo cruza un techito más
aparente que difícil. Desde la segunda reunión, se ve el tercero como una muy estética
placa de adherencia; Nando viene con dolores en un gemelo (tanta bici, tanta
bici), así que decidimos evitarla derivando a la izquierda: El no llevar
croquis y no conocer grados ni vías del sector, unido a la idea de volver
pronto a casa, hace que al poco rato me ancle a una reunión desde la que en dos
rápeles muy limpios nos vamos al suelo.
Recogiendo las cosas en el pie de vía observo con
inquietud los dudosos progresos de un chaval sobre un primer largo a pocos
metros de nosotros: pocos seguros y muy mal colocados. De repente, el único
friend que había puesto en los diez metros que lleva se sale con el movimiento
de la cuerda y baja hasta su asegurador. Segundos después, se le cae un
fisurero que trataba de colocar. Nada que no nos haya pasado a todos alguna
vez. Trasteando entre la hierba de una fisura bastante tiesa, sin protección
alguna colocada, y hablando de otras cosas, lo que me extraña es su falta de
preocupación (la suya y la de sus colegas): pura inconsciencia claramente. No
soy muy amigo de dar consejos, pero no me callo una recomendación para que se centre
en lo que está haciendo. Con poca gana de verlo bajar por el aire y estamparse
en la terraza en la que estamos (no sería el primero ni el segundo que me toca
ver en directo), nos despedimos y salimos dirección al coche.
De camino a casa nos sorprenden los muchos neveros que
aún resisten a nuestro alrededor en cumbres modestas, e incluso en
orientaciones sur… Hoy mismo varios amigos (Rafa, Jose, Iñigo…) están corriendo
la Travesera de Picos, seguro que estará bien blanca. El puerto de Pajares lleva
nuestras conversaciones hacia las muchas opciones de actividad a realizar.
A las cuatro en casa, contentos después de hacer una vía
nueva de unos doscientos metros (Adrados es algo optimista en sus mediciones) y
otros dos largos más de otra vía que habrá que venir a completar.
Las Peñas del Prado, una joya más de la Cordillera
Cantábrica. Candi tenía razón.
...tanta bici, tanta bici...jajaja!! Prepárate tú pa la bici, que enseguida nos toca acabar algo que dejamos a medias...
ResponderEliminarAprovechamos el día haciendo actividad guapa..., buena compañía y ...SOL. Que más podemos pedir...??
Vete pensando en cual es la siguiente de la lista...
Nando
Buf, ya estoy sufriendo sólo de pensar en esas cuestas... voy a llevar un cordino para que tires de mí!
EliminarCuanta razón tienes sobre los origenes Diego. A mi me pasó lo mismo: Agero, Picos y un poquitín de deportiva pa ponerse las pilas.
ResponderEliminarPero poco a poco uno se da cuenta que hay mucho horizonte enfrente. Y entre muchas otras cosas descubrí las Peñas del Prado, una zona guapisima, como bien dices, una joya de la Cordillera.
Y lo más flipante es la tranquilidad que se respira en el valle, lejos de autopistas,bares... ruido. En el fondo...es la Babia (o casi) y eso lo dice todo.
Saludos!.
Joe
Hola Joe, es verdad. Yo empecé dedicándole bastante tiempo a la deportiva, que me encanta, aunque como lo que más me gusta es el monte, pues las zonas como esta, con altura, roca de calidad, y ambiente tranquilo pues son todo un lujo.
EliminarUn saludo y a ver si nos vemos por el monte.
¡Vaya dos!!!, miedo me dáis...
ResponderEliminarHombre Brojos, Nando sí que puede dar miedo... mira qué feo sale en las fotos!
EliminarOs vimos cuando pasamos. No sabíamos que erais vosotros los de la Negra. Estabais comenzando el primer largo. Luego, al bajar, nos lo dijo Luque. Una pena no coincidir. Un saludo.
ResponderEliminarUna pena sí señor, parece que el tener gustos comunes es lo que tiene, coincides con los amigos incluso sin saberlo.
EliminarUn saludo