LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 3 de febrero de 2012

Cuando menos es más

Tengo clara mi posición. Para mí es importante la preservación. El impacto del hombre en el planeta es algo manifiesto, pernicioso e imparable. Las pruebas son más que evidentes: el que no las quiere ver, no las ve, pero están ahí y algunas hacen daño a la vista. Soy consciente de que formo parte del conjunto y que cada día impacto negativamente con mi estilo de vida: me lo recuerdo a diario y hago lo que puedo por reducir ese impacto.
La superpoblación y el modelo de consumo impuesto nos llevarán a la quiebra planetaria: actualmente, la humanidad quema recursos a un ritmo que necesitaría 1,5 planetas (el doble para los europeos, y otra vez el doble para los yankees). No hay opción sostenible para que el resto de la humanidad se acerque a nuestro privilegiado estándar, aunque sí que la hay para que no pasen hambre muchos de los que la pasan.  De esto podría seguir escribiendo mucho rato, de la Iglesia y su muy negativo efecto, de los intereses y la especulación de las Corporaciones, de los hipócritas imperialistas que se venden como salvadores de la humanidad cuando únicamente persiguen su enriquecimiento personal, ni siquiera nacional… Prefiero hablar de montaña.


Me gustan las montañas. Me gusta lo que se respira en ellas. Su limpieza. Su pureza. Su dureza. Me gusta su ausencia de marcas humanas.
Soy escalador hace muchos años, y como escalador que soy, utilizo medios fijos para asegurarme y para descender de las montañas. Estos medios que utilizo son marcas que se van quedando en ellas, haciendo que éstas pierdan limpieza, pureza y dureza. Y soy consciente de ello.
Las montañas y las vías que escalo me dejan tanto mejor recuerdo cuanto menor es la presencia de material fijo, y cuanto más lejos quedan las infraestructuras humanas que facilitan acceder a ellas. Y si además no hay gente alrededor, pues mejor aún. No es que sea masoquista y me guste sufrir (o sí), sino que precisamente son esa falta de marcas y esa lejanía de la gente y de lo asfaltado lo que me llama.
Las montañas son salvajes. Dan miedo. Pasar miedo y dormir mal la noche antes de algunas vías forma parte de lo que me atrae hacia ellas. De eso se trata, de encontrarse a uno mismo afrontando algo no masticado. Al menos no tan masticado como nuestra vida diaria.
Hay muchísimas montañas, paredes y vías que nunca ascenderé, por difíciles o por lejanas. Pero también hay muchas al lado de casa que no creo que nunca vaya a ser capaz de hacer, porque no tengo lo que se necesita: ya sea nivel físico o técnico, o capacidad mental. No me preocupa. Hay más. De eso se trata.

Hace unas semanas se hizo una ascensión en un estilo excelente al Cerro Torre, probablemente la montaña más fantástica del mundo. En el descenso, la cordada en cuestión sacó una parte de las más de cuatrocientas Pes que Maestri metió, compresor mediante, hace ya mucho tiempo. Lo cuentan en detalle en Alpinist. Desde entonces, la controversia se ha levantado por todas partes, y mucha gente opina al respecto, muchos de ellos criticando su acción. Yo estoy a favor.

En 1970 el Torre fue rebajado por Maestri a la altura de su capacidad, por su ego exaltado. Fue rebajado hasta el punto de llevar un compresor para ayudar a meter los buriles. ¡Un compresor! Fue rebajado hasta obviar fisuras que admitían pitones (extrañamente los dejó abajo), y seguir ciegamente metiendo expansiones, muchas de ellas de forma absurda, hasta un número de más de cuatrocientas. Sin todas esas expansiones, hoy día la montaña seguramente tendría menos de un cinco por ciento de las ascensiones acumuladas hasta la fecha. Exactamente igual que el oxígeno embotellado en los ochomiles: esto es trampa. Maestri cometió el llamado entonces por Messner “Asesinato del imposible”.

La escalada artificial no me gusta especialmente, pero no la critico. Me parece difícil técnicamente y sicológicamente dura. Dentro de la escalada artificial, se da más valor a las vías sin expansiones, y también a las hechas sin maza y clavos. De nuevo, también en esta disciplina, se valora la limpieza con la que quedan los largos y las vías. En las vías de montaña se utiliza la escalada artificial ocasionalmente, cuando el libre no es factible por las circunstancias que sean. Sin embargo, se puede recurrir al artificial sin dejar de hacerlo en buen estilo.
Para mí, un largo que consista en una riestra de buriles sin más, simplemente no es escalar. Y si estiras varios largos de esta forma, buril a buril, entonces empieza a ser una aberración. Las directíssimas abiertas por muchos sitios hace unos cuarenta años, para mí eran eso, aberraciones.
Pero no se trata sólo de las buriladas de escalada artificial. En el monte sobra hierro de muchas formas. Hace años se instalaron reuniones de spits con cable para rapelar en la Sur Clásica de Peña Santa de Castilla. En su día, después de escalar otra vía de la sur, rapelamos por ellas: una vía bastante tumbada, con terrazas y con piedras en ellas… poco recomendable. Al cabo de un tiempo, los “escaladores de la noche” desmontaron esas instalaciones. Yo estuve a favor entonces y lo sigo estando ahora. Peña Santa de Castilla tiene una vía normal mucho más sencilla y corta. Rapelar la cara sur no tiene sentido, pero no obstante, si la quisieras rapelar, se pueden montar instalaciones sin taladrar.
Se criticó duramente su retirada y se defendió la instalación con su uso en rescates. He comprobado que cuando hay un rescate se mete lo que haga falta y donde haga falta, y así es como tiene que ser.
En la cara Oeste de Urriellu sucede algo similar con los rápeles de la Murciana. Del Picu se baja por la Sur en dos o tres rápeles: no veo por qué tiene que haber instalaciones ex profeso en la Oeste, donde se requieren diez o doce rápeles. Estas instalaciones rebajan el compromiso de la pared, la hacen más accesible. Yo he utilizado esos rápeles a lo largo de los años para retirarme de la Rabadá, de la Gizon, y de la Directísima en solitario, las tres veces escapando de la lluvia. Si no hubieran estado, la cosa habría sido mucho más complicada. Hoy día ya te puedes bajar sin mayores problemas, al menos parcialmente, por Directísima, Gizon y Murciana, y seguramente por Leiva u otras vías de la derecha de la pared. Cada vez se escala más grado, pero a la vez se rebajan las montañas.

Con Juaco en Sep 2008 retirando desde el largo 13 de la Rabadá
Se montan instalaciones de rápel en montañas que tienen una vía normal por la que se puede bajar caminando… Auténticos sin sentidos.
El material de aseguramiento (friends, fisureros, etc) evoluciona, pero se añaden expansiones adicionales a vías existentes...
Hay montañas como el Cervino o el Diente del Gigante con maromas instaladas, otras tienen cadenas, peldaños, barras, cables… En las ferratas no quiero ni pensar.
Junto con las placas, cruces, buzones... Todo eso sobra, no debería estar.

Abrir vías me parece muy difícil. Yo sólo soy un repetidor (con muchas vías encima, pero un repetidor) y además no estoy totalmente en contra de las expansiones (a veces no hay alternativa lógica), pero los que llevamos un tiempo escalando en el monte sabemos lo que está bien, y lo que no tanto.
Todos comentemos errores. Lo bueno es aprender de ellos para no repetirlos, y si es posible, corregirlos. Si además se pueden corregir desde el consenso, mucho mejor claro.

Comesaña, Fonrouge, De la Cruz, Garibotti, Salvaterra, Haley… son apellidos respetados y con gran trayectoria en Patagonia. Todos ellos critican los clavos de Maestri y están a favor de su retirada. Por algo será.

En Patagonia, igual que en las montañas de aquí, y en todas partes, a menos hierro, más compromiso, más calidad de la experiencia y más respeto por el entorno y por los demás, ya sean estos del pasado o del futuro.

Como también se puede leer en Alpinist, esta acción ha sido, al menos en parte, “la restauración del imposible”.

A veces, menos es más.

9 comentarios:

  1. Fue interesante escucharte y da gusto leerte.

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  2. Casualidades: la última entrada de Colin Haley en su blog, de hoy sábado, analiza en mucho detalle el tema del Torre. Curiosamente algunas de mis palabras parecen directamente copiadas de las suyas...

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  3. Diego, tu última entrada da para mucho más que un simple post, pero aún así me gustaría dar mi opinión, opinión de alguien que tiene un experincia alpinística que roza el nulo pero que pasa mucho tiempo (del disponible) en las montañas. No es una opinión técnica. Creo que uno ha de llegar a donde sus capacidades físicas, técnica y mentales le permitan , si éstas hacen que tenga que renuciar a un montón de cosas pues seguiré subiendo montañas caminando. Es bueno encontrarlas tal y como son y quizás el concepto alpinista que tengo en mi cabeza pasa por el compromiso y la capacidad de superación. Si no llego....NO VOY.

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  4. Todo el mundo lo sabe, pero pocos lo reconocemos...; En la montaña hay pocos montañeros, excasos alpinistas y muchos cazamedallas...
    En mi experiencia montañera he hecho de todo, pero siempre he sido consciente del cómo y el porque...y he llegado a la conclusión de que para mi lo mas importante es el con quien.

    Un saludo

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  5. Otra casualidad, hoy lunes 6, otro que no es manco ni habla sin saber, Kelly Cordes en el blog de Patagonia tiene una entrada específica (Cerro Torre, deviations from reason) muy explicativa también, que no tiene desperdicio.
    Una frase que la condensa:
    "None of us has an inalienable right to summit anything. If you aren’t capable of climbing a peak after a manmade path has been removed, nothing has been stolen from you"
    Nadie tiene el derecho inalienable a hacer una cumbre. Si no eres capaz de escalar un pico después de que se haya quitado algo puesto por el hombre, entonces, nadie te ha robado nada.

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  6. Hoy día 8, en Desnivel, con una prosa un tanto enrevesada, es Comesaña quien apoya la acción de retirada de los buriles de Maestri. Aunque algunas partes de su mensaje suenan (y para mí están) algo desfasadas, el fondo del mensaje es claro.

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  7. Entonces los que más respetan la montaña y por lo tanto los que más la aprecian serían los que no la visitan. Los escaladores, la rompen, la perforan, la pisan... en definitiva la modelan para obtener su gozo personal. El purismo es algo muy duro de llevar; hay que vivir en una cueva, desnudo, usando piedras y palos (que no sean de otro animal) y del comer... que sería, ¿vegano? ¿frugívoro? ¿carnívoro? mejor no hablar. además tampoco podría relacionarse con personas que siguieran su misma filosofía de ¿vida?
    No es una crítica, me ha encantado la lectura del texto, pero con los pies en la tierra, entre un buril y el aceite que se vierte por loe desagües de las ciudades, me quedo con el buril, que además puede salvar alguna vida.
    Continúa haciendo este blog (que lo haces bien) y espero que nunca te vayas a vivir a una cueva.

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  8. Muy guapo el articulo como siempre.No me gustan las cosas que se hacen por cojones ni los que las hacen, es decir tiro la virgen por cojones, arranco los buriles por cojones, por mis cojones.
    Si creo que hay un problema de falta de humildad ,todo el mundo quiere escalar todo ,las fotos hacen mucho daño,en las fotos no sientes el frio el miedo o la ampolla que te jode vivo.
    Hay una frase de un amigo mio que cuando la cosa no esta o tu no estas es balsamica para el ego : lo mismo me da escalar esto que tomar un vermut en Cangas.Resumo si no pueds te bajas y a otra cosa mariposa pero no hagas trampa no sirven para nada.Esta es mi opinion que no tiene que ser la de otros,ademas tampoco yo soy el amo el prao.

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  9. El tema es delicado, de eso no hay duda. Personalmente, creo que va a ser prácticamente imposible que yo nunca quite nada de ningún sitio: lo que está, está. Y en esto entran las vírgenes de cumbre, los buzones y los buriles.
    No obstante, como hasta ahora, creo que siempre criticaré lo que vea de más, o fuera de sitio. Siempre me identificaré en primer lugar con los que no dejan huella, y en último lugar con los que la dejan más de la cuenta. Y entre los primeros y los últimos, me situaré muchas veces del lado de los que desmontan, limpian y restablecen lo original. Aunque es cierto que estos últimos actuarán casi siempre desde fuera del consenso (igual que los que retroespitan, taladran en vías ajenas, equipan desde arriba, colocan cruces...)

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