LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

sábado, 19 de abril de 2025

Intento al Pico Lago

Paseo de tarde por el Pico Lago (2.009 m) desde el puerto de las Señales (1.625 m). Con Javi y Nando.

Queríamos esquiar. No hay casi nieve pero tampoco nos apetecía foquear por estación, así que en San Isidro decidimos continuar hacia Tarna a ver si podíamos hacer algo por allí.


En las Señales hay nieve aunque no demasiada.  Vamos a probar suerte en el precioso Pico Lago.

Esta montaña que apenas roza los dosmil metros, es guapa de forma, sus laderas están cubiertas de pinos, y es suave tanto en pendiente como en desnivel. Ideal para un paseo de tarde. 

Salimos del coche casi a las cuatro y media.

Vamos disfrutando del paisaje sin prisas. Dejamos atrás el bosque y nos vamos levantando por la ladera norte. El sol está ya escapando y notamos cómo la nieve endurece por momentos.

Peña Ten con su mole preside el horizonte. El Abedular girando hacia Tarna está pelado. Al otro lado Remenlende y vecinos parecen tener suficiente nieve. Era la otra opción manejada.

La media ladera va cogiendo ángulo. En un momento dado decido decirle a Javi que se quite las tablas; se está poniendo más empinado y duro a la vez. Mejor caminando y con piolet.

Tablas a la mochila y hacemos una media ladera diagonal para ganar la loma.  A Javi parece gustarle esto de pisar nieve y clavar piolet. 

Ganada la cumbrera continuamos remontando un rato pero sin los esquíes. Hay poca nieve y no tiene buena pinta para bajar.

Cuando ya no queda mucho para la cumbre, mirando el reloj decidimos dejarlo aquí por hoy y dar la vuelta.

Una vez en los esquíes nos los calzamos y damos unos leves giros en la cumbrera para después echarnos al norte. Con mucho cuidado canteamos los primeros tramos más empinados y ya helados.


Está muy dura la nieve ya, y hasta que la cosa suaviza de ángulo yo no me relajo. Nando y Javi me tienen que ir esperando. 


De vuelta por el tramo de bosque, en la luz del atardecer, disfrutamos los últimos momentos antes de llegar al coche.

No esquiamos casi nada, pero ha sido bueno para que Javi vea por qué nos gusta tanto la montaña invernal.  Lástima no llegara a ponerse los crampones porque con eso creo que ya se habría quedado enganchado como nosotros. 

Nos ha quedado una tarde muy guapa.


martes, 15 de abril de 2025

Lagarde a las Droites

En el blog El guía del paraíso, excelente relato de su preciosa escalada hace apenas unos días a la Lagarde a la Noreste de Les Droites

Qué guapo de leer!

Enhorabuena Xuaco y Rafa!

martes, 1 de abril de 2025

En recuerdo de Seoane

26 Julio 1992, 
Aguja de la Canalona (2.530 m), vía Normal (AD sup, IV, 90 m)
Torre de las Corteras Rojas (2.453 m), vía de la Chimenea (IV, 160 m)
Invierno 1993,
Los Argaos (2.160 m), Corredores Izquierda (II,2, 170 m) y Derecha (II,2, 170 m)
Con Alejandro Seoane

Mis primeras escaladas en montaña, en los Picos de Europa, fueron el verano de 1.992, cuando yo tenía 17 años, y algunas de ellas las hice con mi amigo Alejandro Seoane.

Las que hoy recuerdo aquí son algunas escaladas sencillas en una zona espectacular del macizo Central y del Cornión de Picos de Europa:

La Aguja de la Canalona es una torre que cualquier escalador que la vea querrá ascender. Nuestra vía de escalada fue su Normal, como es lógico cuando estás empezando en el tema, como era mi caso. Arrancó delante Alejandro en el primer largo y luego me dejó a mí tirar el resto de la vía, otros tres largos cortos. ¡Qué disfrute llegar a esa cumbre espectacular!

Después de bajar de esta, nos dirigimos a la pared vecina, justo al otro lado de la canal.

Los Coteros Rojos, o las Coteras Rojas como también se llama, es una cumbre muy cercana a la anterior. Es una cima secundaria adosada a la Peña Vieja que ofrece una pared interesante en la vertiente que mira hacia Cabaña Verónica. Tiene varias vías en torno al llamado Pilar de Nazaret: a su derecha, la vía de la Chimenea es quizá la menos atractiva, pero a la vez es la más evidente, fácil y clásica. Hicimos la vía alternando cabeza de cuerda en cinco tiradas cortas.

En la cumbre de la Canalona, con Alejandro aquel día, la única foto que tengo

Escalamos las dos vías seguidas, en la misma jornada. En mi libreta de escaladas indica que la primera nos llevó una hora de ascensión y veinte minutos de rápeles. La segunda nos llevó dos horas y cuarto de escalada. De esta se baja caminando.


Aunque el recuerdo que tengo de aquellos días está ya muy difuminado, ha pasado mucho tiempo, poniéndolo en perspectiva resulta que fue iniciático para mí; vivaqueando, vagando por esas paredes y cumbres.

Y mi compañero de acampada y de cordada, compartiendo la experiencia aquellos días, fue Alejandro Seoane. No tengo ni una foto con él...

En aquellos años también compartí cuerda con Alejandro en temporada invernal. En el macizo del Cornión escalamos juntos algunos de los corredores de los Argaos, típica actividad de iniciación, que era lo que yo estaba haciendo por entonces. Recuerdo escalar con un piolet, una maza de invierno y crampones de correas, todo ello alquilado en el club Torrecerredo. Recuerdo meter clavos montando reuniones, rapelar de vuelta hacia la vertiente de la Llampa Cimera… 


Mismas temporadas, mismos corredores, pero aquí con Rubén

Por Ubiña también hicimos alguna cumbre invernal juntos.

A lo largo de los años he hecho otras escaladas a esas mismas cumbres o paredes. Más difíciles, más estéticas e interesantes, con compañeros y amigos variados, también he repetido algunas de estas mismas escaladas en solo. Pero aquellos días están en lugar destacado por el hecho de ser de los primeros vividos en este plan en los Picos; vivaqueando, caminando y escalando.

Después de aquello creo que ya no escalé más con Alejandro en las montañas. Sí que compartimos cuerda alguna vez más en zonas de deportiva. No obstante Alejandro continuó siempre presente.

Apenas hace cuatro meses Alejandro se puso malo. Un día se empezó a encontrar mal, le costaba respirar, y cuando le revisaron en el hospital ya era demasiado tarde para nada. Y así fue la cosa, en apenas unas semanas se apagó, consumido por el bicho. Rapidísimo. Terrible.

Alejandrón, como yo acostumbraba a llamarlo, por su metro noventa. Mis recuerdos suyos son muchos. Tantas sesiones de entrenamiento en el Grupo, saliendo a correr, entrenamientos en el gimnasio: teníamos muchos amigos comunes así que las tertulias eran continuas, largas y entretenidas.

Recuerdo tardes en el Café Gregorio, del que él era un cliente habitual, con charlas de temas variados, pero casi siempre sobre montaña.

Durante unos años estuvo en la organización de la Semana de Montaña de Gijón. En esta tarea recuerdo su invitación para que yo hiciera de traductor para Steve House. Aquello me hizo mucha ilusión.

También recuerdo vernos alguna vez en Soto de Sajambre, él al volante de un Landrover largo cargado de turistas, camino de Vegabaño, para seguir más tarde hacia Valdeón.

Una persona especial, a la que le encantaban las montañas, y que siempre las tuvo entre sus prioridades. Adaptando la actividad a su nivel de cada momento, es decir, como todos. Siempre subiendo al monte a caminar, a escalar, en bicicleta, a sacar fotos.

Recuerdo vernos múltiples veces atravesando Gijón en bicicleta, y parar a charlar. Siempre una palabra amable, preguntándome por Paula o por los niños. Ese ritmo propio sin prisas, ese estilo a medias entre lo desordenado y lo agudo.

Una de las últimas veces que coincidimos fue precisamente dando un paseo por el Muro, frente a la playa, lugar habitual tanto para él como para mí. Apenas unas semanas antes de su hospitalización.

En su funeral en la iglesia de San José estaba una buena representación de los aficionados a la montaña de Gijón. Me gustó ver a mucha gente de la montaña despidiendo al amigo.

No somos nada. La vida sigue. Nos olvidamos rápido.

Alejandro, se te recuerda y se te echa de menos.