Marzo 2022. Javi, 12 años.
Ya me lo había dicho el año
pasado, que quería probar.
Yo no soy un esquiador de montaña.
Salgo unas cuantas veces por temporada y es verdad que me gusta mucho a pesar
de mi bajo nivel. Se trata de una disciplina en la que el esfuerzo es el rey, ocupando
un porcentaje muy alto del tiempo total dedicado. En realidad, se me parece
mucho a la bicicleta de montaña: cuestas que te lleva mucho tiempo remontar y que se
convierten en breves momentos en la bajada. Me resulta ideal también para
entrenar, acumular desnivel sin impacto. Por otro lado, los paisajes a los que
accedes, el ambiente de la montaña invernal, la sensación de libertad es simplemente
espectacular.
Buscando material de segunda mano conseguí unas tablas y pieles que, bien trabajadas ya, servirán para probar. Mi amiga Raquel nos las vendió. Respecto a botas no ha habido suerte, tendrá que probar con las de pista. Ya aparecerán para la próxima temporada.
Javi tiene doce años. No es
habitual por aquí ver niños de esa edad haciendo esquí de montaña. Tampoco es
habitual verlos remontando rampas duras en bici de montaña como él empezó a
hacer hace ya varias temporadas. En una de sus primeras subidas al Picu Sol hace
ya tres años, la gente que nos cruzaba se le paraba a mirar, y a comentar el
empeño, admirados. Lo mismo nos pasó con los primeros días foqueando.
El invierno toca a su fin y las condiciones no son las mejores. Así que nos hemos limitado a la estación. Por otra parte, para probar es sin duda la mejor opción.
La primera sesión la dimos él y yo solos un viernes de tarde: salir del cole, comer a toda leche y subir al puerto. Al llegar apenas hay nadie en el aparcamiento. Nos preparamos y para arriba por el Vallón. Hay nieve suficiente para remontar por esta zona fuera de pista.
Las primeras sensaciones fueron
raras, cuesta dar los primeros pasos. Al rato ya remonta sin problemas. Lo saco
a alguna media ladera para que se acostumbre un poco. Cruzamos a dos o tres tíos
entrenando, subiendo y bajando solos o con perros. Se le quedan mirando
incrédulos…
La estación está vacía y el día
regular. Al llegar arriba del todo lo felicito: es un gallo. Hemos tardado algo
más de una hora, pero es normal. Consejos de padre, pasos a seguir: quitar
tablas, quitar pieles, ojo que no hay frenos, apretar botas, ojo no se vuele
nada, calzar tablas, ojo que aquí no está pisado… Mira que estamos solos:
atención a no caerse, no hacerse daño, esto es el monte (aunque ahora estemos
en estación). Trato de que cale el mensaje sin parecer pesado…
Los primeros giros no son buenos.
Javi está acostumbrado a sus tablas de pista, con las que vuela. El cambio de
peso, de tamaño y que no están enceradas, le frustra. Por momentos hay crisis. Llegamos
abajo sin mucha alegría. Las sensaciones del descenso le han desanimado. Trato
de decirle que es normal, que si las tablas nuevas, que si la falta de cera,
que la nieve… No parece quedar muy convencido.
El caso es que a la semana
siguiente estamos otra vez camino de Pajares.
Madrugar el sábado ya demuestra interés. La pena hoy es que se ha quitado mucha nieve con la semana de calima y lluvia combinadas. Además, el cielo también está muy cerrado. Pero esta vez le he encerado tanto las tablas como las pieles. Además vamos con Nando, que es garantía de éxito.
La cosa es que aún no hemos terminado de prepararnos Nando y yo y el guaje ya sale foqueando para arriba…
Subimos charlando, bromeando. Los
otros esquiadores de montaña que andan por aquí, cuando ven al guaje paran a
saludarle, a comentar la jugada, a darle ánimos. Subimos más rápido que la
semana pasada. En la cumbre, le remito el mantra: quitar pieles, ojo que no hay
frenos, que no se vuele nada, apretar botas, calzar tablas, y p´abajo con
precaución.
Hoy desde el primer giro las sensaciones sí son buenas. Sale contento y confiado. Al poco rato ya tienen que parar a esperarme… Se le ve encantado.
Cuando llegamos abajo nos pide
volver a remontar otra vez: solo un trozo le decimos. Ponemos pieles y de nuevo
para arriba. Alguno de los que andan foqueando y lo ven subiendo otra vez no
dan crédito. Remontamos hasta un cruce, como a un tercio de subida, y nos
volvemos a dejar deslizar.
A mediodía en casa. Encantados. Hoy las sensaciones han sido muy buenas. Tanto para arriba como para abajo.
A ver si nieva y podemos salir a intentar
alguna cumbre fácil, de verdad de esquí de travesía. Si no ya quedará la cosa para
la próxima temporada. Ha mordido el anzuelo. Creo que le ha gustado el tema y
querrá repetir.
Como dice Nando, vaya filón que
tengo con este guaje. Hay relevo!
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