27 Julio 2016
Juan y Juaco Piñera, Rafa Belderráin
Aiguille de Bionnassay (4.052 m)
La primera vez que fui a escalar en roca a Chamonix, año 97 o 98, con Estivi, para aclimatar subimos al Montblanc por la normal a la carrera y luego nos fuimos porque entró mal tiempo. Recuerdo a media subida quedarme mirando para la arista de la Bionnassay impresionado por su línea.
Años después, creo que en 2003, en
una buena visita con Javi en la que escalamos el Frendo y la Oeste de las
Petites Jorases, recuerdo estar entre actividades en un albergue del pueblo
donde coincidimos con Pedro Udaondo y sus compañeros. Venían de hacer la
Bionnassay y al paisano, entrado ya en años y con mucha montaña encima, le
brillaban los ojos contándonos lo bonita que era. Grande Pedro. Desde entonces
la tenía en mi lista.
Las tres de la mañana. Leves ruidos a mi alrededor me despiertan. La gente se empieza a mover con gran sigilo en este encaje de bolillos que es el interior del refugio Durier. Las plazas oficiales que admite son 12, hoy estamos aquí 19 o 20 y la verdad que para dormir no hay ningún problema. El lío es más bien para sentarse a comer o para prepararte para salir al exterior.
Desayunar a estas horas tan
intempestivas es algo típico de los arranques de jornada alpinos. A veces no te
apetece comer, pero hay que meter algo al depósito, porque en breve estaremos
en movimiento y es mejor empezar bien.
Para no variar, somos los últimos en salir del refugio. Esto me lleva pasando toda la vida, con distintos compañeros y hacia distintos destinos. A ver si voy a ser yo… Pero no, en este caso hace un rato que estamos todos listos fuera esperando por Rafa.
Para no variar, somos los últimos en salir del refugio. Esto me lleva pasando toda la vida, con distintos compañeros y hacia distintos destinos. A ver si voy a ser yo… Pero no, en este caso hace un rato que estamos todos listos fuera esperando por Rafa.
Para cuando arrancamos por la pala
de nieve arriba, las luces de las otras cuatro cordadas ya están muy altas. La
verdad es que se gana altura rápidamente y el terreno es cómodo de caminar.
Juaco y yo vamos encordados a unos seis metros desde que nos topamos con un
resalte de roca que a oscuras no apetecía hacer a pelo.
Nuestra ascensión es básicamente de
nieve fácil, con unos tres o cuatro largos de roca en la zona más tiesa de la
montaña. Me intriga esa parte.
Nos distanciamos cada vez más de
Juan y Rafa, así que en un pequeño lomo nos paramos a esperarlos, no vaya a ser
que haya algún problema. Mientras esperamos, observamos el recorrido de las
luces de las frontales en el bastión de roca que da paso a las palas finales a
la cima, para entender por dónde hay que tirar. Estas cordadas están haciendo
estos largos de roca prácticamente a oscuras.
Una vez apoyados contra la roca, el
camino a seguir me parece claro. Cuando llegan Rafa y Juan comentamos la jugada
y decidimos hacer una única cordada choricera: yo iré delante. Detrás, por una
cuerda vendrá Juaco, y por la otra Juan y Rafa, uno al cabo y el otro unos
metros por encima. No me gustan estas cosas, pero seguramente sea la opción más
rápida para el grupo: hemos aligerado bastante el material y así además nos
mantendremos juntos.
Arranco rápidamente por terreno sencillo, tendente a la derecha. Apuradas las cuerdas monto reunión en una terraza. Cuando llegan los colegas me indican una reunión de cadena unos diez metros por encima: bien, estamos en la vía.
Vamos de crampones y sin guantes
casi todo el rato: la trepada es fácil y la roca agradecida.
Arranco rápidamente por terreno sencillo, tendente a la derecha. Apuradas las cuerdas monto reunión en una terraza. Cuando llegan los colegas me indican una reunión de cadena unos diez metros por encima: bien, estamos en la vía.
El segundo largo es más aéreo y
espectacular en algún punto, pero sigue siendo fácil y no dudo de por dónde
tirar. Termina con un diedro muy vertical pero con un canto tremendo: creo que por
aquí puede estar el paso de IV que indican en alguna reseña. Para estar a unos 3.900 metros me encuentro muy bien.
Mientras aseguro a los amigos me
recreo con las vistas: la luz rosada del amanecer colorea todas las cumbres y
glaciares que nos rodean. Los valles aún sumidos en la penumbra. Estamos en un
sitio simplemente fantástico.
Reunidos de nuevo en una terraza de bloques, salgo delante a por otra tirada en roca, más tumbada y sin dificultades. Estiro los sesenta metros y vuelvo a recuperar cuerdas. Parece que desde aquí ya saldremos pronto al tramo de nieve de cumbre.
Separados de nuevo en dos cordadas evolucionamos siguiendo la huella que se dirige bastante directa a la cima.
Juacón llegando a la reunión, con vistas a glaciares y cumbres |
Separados de nuevo en dos cordadas evolucionamos siguiendo la huella que se dirige bastante directa a la cima.
Vamos encantados, disfrutando el
momento. Las condiciones son simplemente perfectas: no hay nubes, no hay
viento, no hay gente, y la nieve está muy bien a pesar de no hacer frío.
Sigo delante yo. Para cuando por
fin alcanzo la arista y por ende la cumbre, me sorprendo ante lo increíblemente
afilado de la misma: siendo plana, no da margen para nada. Es una vertiginosa
arista que en escasos centímetros se precipita bien al norte, bien al sur, por
cientos o miles de metros.
Los cuatro en la cumbre nos
felicitamos sin abrazos, sin apenas fotos, y arrancamos directamente hacia
abajo sin siquiera comer nada.
Foto de cumbre con poco margen de maniobra |
Juaco baja delante de mí,
afianzando cada paso, con atención, despacio pero sin pausa. Nos recordamos
mutuamente prestar atención a cada momento. Así, poco a poco, recorremos la
arista a ratos por la derecha, a ratos por la izquierda, y a ratos por el filo.
En estas circunstancias eres especialmente consciente de lo que significa la cordada, de cómo te pones en
manos del compañero y él en las tuyas. Juaco y yo llevamos atándonos juntos
veintitantos años. Sin duda, yo no haría esto con cualquiera. Con él voy tranquilo, conscientes de lo que hacemos.
Una vez más nos vamos distanciando
de Juan y Rafa, que a diferencia de nosotros que vamos atados en corto, han decidido
extender más cuerda, colocar algún seguro intermedio (solo una estaca puede
valer), y venir haciendo largos. Después de un buen rato en el collado,
comiendo y bebiendo, extrañados por la tardanza, remonto un buen tramo de arista para ver si tienen problemas:
cuando los veo, les doy ánimos y vuelvo a bajar.
En el collado les sacamos una media
hora en la que comemos y descansamos. Simplemente vienen despacio. Nos estamos
quedando fríos. Cuando ya los vemos más cerca, decidimos arrancar hacia la
siguiente cumbre de hoy, el Pitón de los Italianos. Más arista afilada (aunque
menos), algún tramo mixto y cumbre.
Seguimos después en dirección al Dome de Gouter, buscando un sitio cómodo para parar. En un amplio collado a unos 4.200 metros Juaco y yo nos sentamos de nuevo a comer y esperar por los amigos.
Seguimos después en dirección al Dome de Gouter, buscando un sitio cómodo para parar. En un amplio collado a unos 4.200 metros Juaco y yo nos sentamos de nuevo a comer y esperar por los amigos.
Desde aquí, la cosa ya venía casi
definida desde el principio: tirar hacia Gouter y para abajo. La variante
grande, que es seguir a la cumbre del Montblanc (e incluso bajar por
Cuatromiles) se nos antoja excesiva: la hora y el cansancio dictan.
Cuando llega Rafa (que físicamente
está como una moto) aún plantea tirar al Montblanc, pero los tres le decimos que
no. Hemos venido perdiendo tiempo desde antes
de salir del mismo refugio, y también en las palas iniciales. Después, el
descenso de la Bionnassay les ha llevado más de lo previsto. Calculo que en total
podríamos haber ahorrado entre hora y hora y media al menos. Sin esto, quizá
podríamos haberlo planteado (no sé si las fuerzas me darían), pero no ahora.
Hay horas de luz por delante, pero las cosas no se hacen así.
No importa. Lo estamos pasando de cine. La bajada hasta Gouter sigue siendo muy atractiva, las dimensiones de lo que nos rodea son tremendas. En Gouter Rafa aún plantea quedarse para hacer cumbre del Montblanc al día siguiente por les Bosses; tras confirmar lo evidente, que no hay plazas, salimos hacia el valle.
Bajada hacia Gouter con vistas a la arista de hace un rato |
No importa. Lo estamos pasando de cine. La bajada hasta Gouter sigue siendo muy atractiva, las dimensiones de lo que nos rodea son tremendas. En Gouter Rafa aún plantea quedarse para hacer cumbre del Montblanc al día siguiente por les Bosses; tras confirmar lo evidente, que no hay plazas, salimos hacia el valle.
Los destrepes de la zona de cables
(excesivo hierro a mi entender) se hacen engorrosos por la cantidad de gente que
transita, tanto para arriba como para abajo, y no todos ellos en las mejores
condiciones a juzgar por su velocidad. Me distancio de los amigos. Llego al paso de la Bolera: lo paso corriendo y con
todo, me pegan un buen susto unos bloques de tamaño variado entre microondas y
lavadora que vienen rebotando desde las alturas. Una vez en terreno seguro me
siento a esperar a los chavales. Mientras llegan, observo sorprendido la
pachorra con la que pasan algunos por este punto: aquí muere gente año sí año también y parece que no se enteran.
Después, el tramo final hasta el tren se nos hace muy largo: todos hemos pasado antes por aquí, alguno varias veces, y no lo recordamos tan pesado. Como los dos días anteriores, la tormenta se arma y se descarga, aunque sin exceso.
Después, el tramo final hasta el tren se nos hace muy largo: todos hemos pasado antes por aquí, alguno varias veces, y no lo recordamos tan pesado. Como los dos días anteriores, la tormenta se arma y se descarga, aunque sin exceso.
Por fin en el tren. Luego autobús
desde Saint Gervais hasta Les Contamines, recoger el coche, para Chamonix donde
nos pegaremos una ducha en la Gité y después una buena cena en terraza en la
calle principal. Por supuesto, cayeron unas cervezas de premio.
Al día siguiente remoloneamos
callejeando por Chamonix, entrando en las tiendas, tomando café en sus
terrazas. Como siempre, me da pena marchar.
El viaje de vuelta lo fraccionamos:
la primera parte hasta las Landas, la segunda al día siguiente hasta casa.
Encantado una vez más de disfrutar la montaña con grandes amigos. Repetiremos. Seguro.
Encantado una vez más de disfrutar la montaña con grandes amigos. Repetiremos. Seguro.
Qué gozada! Esa la tengo en la libreta de "actividades pendientes". Gracias por la piada y a saborear la actividad durante muchos años.
ResponderEliminarSaludos!
Buf Circomarco, lo pasamos como enanos! Es una actividad preciosa y muy completa. Con las Domes de Miage ideal, y si sigues al Montblanc y cuatromiles ya ni te cuento. A por ella!
EliminarALPINISMO CLASICO PURO...VAYA DIA MAS GUAPO PILLASTEIS PA HACER LA ARISTA.
ResponderEliminarA SEGUIR DANDO LEÑA
Definición exacta Edu. Día perfecto. Es lo bueno de esto nuestro, lo puedes pasar de lujo sin importar demasiado el nivel que tengas (los cotones también disfrutamos). Saludos gallo
EliminarBonita actividad. El verano anterior, el viento a 90 km/h nos dejó con cara de tontos y sin Bionnassay. Rafa dijo que era una cuenta pendiente y lo solucionó este año. Enhorabuena a todos!!!
ResponderEliminarMuy bonita Amable. Pero allí arriba con viento no hay opción. Mejor dejarla para cuando esté bien. Habrá otras oportunidades.
EliminarUn saludo