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sábado, 22 de agosto de 2020

Integral del Cornión

Sábado 25 y domingo 26 Julio 2020

Rubén Díaz

Integral del Cornión: Torres Argaos-Torres Cebolledas-Aguja GUA-Torre Santa María-Torre Horcada-Torre En medio-Tres Marías-Torre del Torco-Peña Santa de Castilla

 

Hay líneas tan evidentes que no hace falta que nadie te las explique. Están ahí llamándote por sí mismas.

La Integral del Cornión es uno de esos ejemplos.

El Cornión es el Macizo Occidental de Picos de Europa, el más grande en superficie de los tres, cuya cumbre más alta, Peña Santa de Castilla, es una de mis montañas favoritas.

La Integral del Cornión consiste de una línea natural de cumbres que forma la espina dorsal del macizo de forma continua, sin apenas collados ni interrupciones, para terminar en su cota más alta y más imponente, la Peña Santa, la Perla de los Picos.

Recorrer esta línea de cumbres en el día está al alcance de pocos. Nosotros, conscientes de nuestras limitaciones, nos la planteamos con una noche de por medio. Esto hace que, aunque sigas teniendo que escalar (trepar en realidad; la mayor parte del terreno es sencillo) rápido y sin cuerda lo máximo posible, ahora vayas lastrado por el peso extra del material de vivac y la comida adicional. Pero esto es lo que venimos a buscar, nuestra aventura particular en los Picos. Y la encontraremos.

El recorrido empieza en el collado de la Fragua, a unos 1.900 metros.  Para llegar aquí nosotros invertimos dos horas de aproximación desde el coche en Pandecarmen (salimos a las 8:00 h, son unos 900 metros positivos), cargando cada uno con una cuerda, algo de hierro (poco), arnés, gatos, saco, esterilla, ropa, agua, comida, frontal… En total unos 13 kilos de mochila que se convertirán en el principal obstáculo del día.

En la subida a Vegarredonda nos partimos de risa con algunos de estos que nosotros llamamos “carrerinas”, tan de moda hoy día, con sus mallas, sus gafas y sus zapatillas especializadas, muy preparaos ellos, que intentan correr cuesta arriba y apenas consiguen descolgarnos a nosotros dos, puretas, de botas, bastante cargados y además de tranqui, dosificando para la larga jornada que tenemos por delante. Les falta monte y les sobran pijadas. Me pillan en otro momento y les arranco las pegatinas (yo de botas y de mochila).


Llegamos a collada de La Fragua las 10:00 h. La collada separa la Porra la Altiquera del Primer Argao, puntode inicio de la Integral. Podría considerarse la Altiquera la primera cumbre, pero se suele descontar.

Parada a comer y beber algo, y a poner el arnés y los fierros al mismo, que no hacen falta, pero todo sea por aligerar un poco los hombros.

El día está claro y hace algo de viento, esto nos refrescará y hará que deshidratemos menos. A ver si no aumenta y empieza a ser un problema…

Tenemos por delante unas once horas y media de luz, y un largo camino por recorrer. No sabemos aún hasta dónde vamos a llegar.  No hay problema, un hueco para tirar el saco, malo será…

 

Argaos:


Aquí empieza nuestra escalada, que recorre primero la dentada cresta de los Argaos: unas cinco o seis  cumbres de entre 2.024 metros el primero y 2.238 metros el último, que suben y bajan, a veces sencillos, a veces afilados. Este tramo lo hicimos entero desencordados, con cuidado en algún punto, pero sin problema.En la cresta adelantamos a tres tíos, vascos creo.


Al terminar los Argaos hay un collado verde, el Mosquil de Cebolledas, donde hacemos otra parada para comer y beber. Este collado da paso al segundo grupo de Torres, más grandes estas ya, las Cebolledas.

 

Torres Cebolledas:

 

Las Torres Cebolledas, las tres de altura similar en torno a los 2400 metros, presentan dificultades variables en función de por dónde las ataques. Las tres son muy alpinas y con paredes vertiginosas al Norte y al Sur. La primera, la tomamos por el lado Norte, aprovechando unas viras  verdes y escalando roca solo el tramo final. Casi se agradece los tramos de trepar donde repartes esfuerzo entre brazos y piernas. A la segunda pasamos por el propio filo calizo, siempre desencordados.

 


 


Cuando destrepamos al collado con la tercera Torre, paso aéreo, alcanzamos en el mismo a una cordada en la base del largo de IV grado que da paso a la cumbre de la Tercera. Tras vernos llegar veloces, amablemente nos ceden el paso: nosotros sin dudarlo aprovechamos el favor agradeciéndoselo. Por primera vez en el día nos encordamos. Rubén tira delante en gatos, yo detrás en botas. Largo bonito de escalar, roca buenísima.

Cumbre (2.445 m). Recogemos la cuerda, Rubén se pone de nuevo las botas, y cresteamos un tramo hasta montar un rápel de 30 metros, el primero del día, que, con un destrepe añadido, nos deja en la base de la siguiente cumbre: la aguja del GUA. Esta es una aguja secundaria pero igualmente bonita,  con una caliza excepcional.


Aguja GUA:

 


Escalamos el GUA (2.386 m) de nuevo sin cuerda y flanqueamos su cumbre para destrepar por el otro lado hasta llegar a un nuevo rápel, el segundo del día, corto, aéreo, que nos ahorra un destrepe delicado.

 

Peña Santa de Enol:


 


 


Estamos ya en el collado con Peña Santa de Enol.  Esta la escalaremos por su espolón Oeste: estupenda vía de 3 largos en torno a IV grado, con roca excelente, con unas vistas espectaculares. El primero yo, el segundo Rubén, el tercero yo. Lo hicimos sacando aquí las dos cuerdas (para quitar peso a la espalda) y de gatos (los guides, que son muy finos ellos, se lo hacen de botas).


Cumbre de Peña Santa de Enol (2.478 m), son las dos y media de la tarde.

 

Nueva parada a comer y beber. Recogemos las cuerdas y salimos hacia abajo por la Grieta Rubia, la vía normal: destrepe aéreo, delicado de roca por zonas, donde no hay margen de error. Adelantamos a un tipo en solitario que nos sigue como referencia, pasándolo mal en el último tramo antes de la Horcada, algo que ya le habíamos advertido…

 

Hasta aquí, en línea recta, sin contar rodeos ni subidas y bajadas, la cresta ya suma unos dos kilómetros.

Estamos en la Horcada de Santa María, son las tres de la tarde, vamos bien, pero el sol, la mochila y la xatada ya empiezan a pasar factura. Ya no vamos tan ligeros como antes. Con todo, hasta aquí hemos invertido una hora menos que el año pasado (solo hicimos este tramo entonces), a pesar del peso extra. Es decir, vamos bien.

Tras breve un reposo salimos hacia la collada entre la Torre de la Horcada y la de En medio. Cruzamos ahora neveros y remontamos pedreras. Intentamos coger agua en un desagüe de nieve. Observamos de pasada los abundantes fósiles marinos desperdigados, sin ánimo de coger ninguno, no está la cosa para añadir peso…




Torre de la Horcada:

En la collada tiramos las mochilas y salimos a por la Torre de la Horcada: trepada aérea de chimenea, más difícil de lo que recordábamos ambos, yo hace muchos años que no paso por aquí. Foto de cumbre (2.447 metros) y para abajo, el destrepe me resulta difícil e inquitante. Si hubiéramos subido una cuerda, yo sin duda habría rapelado…


De nuevo en el collado (2.401 m) comentamos que nos falta frescura ya… se notan las horas, los metros recorridos y el sol en la cabeza.


Torre de En medio:

 

Recogemos las mochilas y nos vamos hacia la Torre de En medio (2.459 m). Después de hacer la cumbre, destrepamos hacia el Sur hasta una terraza. Aquí se concentra ahora nuestra mayor incertidumbre del día: tenemos por delante el tramo que no controlamos y que por relatos leídos puede ser “entretenido”. Hay que hacer un vertiginoso descenso de 150 metros, muy verticales, y sin escape fácil si tenemos un problema en medio. Sabemos que si hacemos este tramo sin problemas, tenemos muchas posibilidades de cumplir nuestro objetivo.


El primer montaje de rápel consiste en un trozo de cuerda rodeando un bloque enorme, tendrá unos ocho o diez metros de perímetro. Está descolorido y no tiene buena pinta, pero creemos que lo cambió Fernando en su repetición invernal del año pasado… Por si acaso, yo refuerzo con dos Friends sin carga para que baje delante Rubén.



El viendo azota las cuerdas hacia el lado del JouSantu, y le lleva un buen rato bajar y encontrar la reunión. Cuando me toca, desmonto el refuerzo de Friends y me confío al descolorido trozo de cuerda. El rápel es largo, unos 50 metros, y muy aéreo, los muros enormes, compactos, intimidantes. Ahora me alegro de venir con dos cuerdas y no con una y un cordino de kevlar como nos planteamos, por aligerar…

Llego a la reunión con Rubén: muy colgada, tres clavos a cañón y un spit. Unidos por cordino reguleros, que ahora sí, reforzamos con alguno nuestro. Confiamos en que las cuerdas recuperen bien, y así es a pesar del viento. 

Tiro yo delante ahora, muros tiesos, lucha con las cuerdas para llevarlas al sitio. El nudo bloqueador se hace necesario al menos tres veces para poder organizar el tema. 50 metros más abajo llego a una repisa más cómoda con un relevo con tres clavos buenos, y cordinos con buen color. El último rápel vuelve a ser largo y muy aéreo. Este el que más: los últimos 15 o 20 metros vas separado de la pared, y para cuando tocas suelo estás al menos a 6 metros de la misma. Tremendo. Con razón algunos lo llamaron “la madre de todas las bajadas”. Con todo, cuando llega Rubén y recuperamos cuerdas miro el reloj: nos ha llevado una hora. Muy bien.


En este punto, tras este tremendo descenso, no podemos evitar pensar en relatos novelescos y fantasiosos que circulan en el imaginario alpinístico asturiano hace décadas. En fin…

 

Tres Marías:

Estamos ahora más relajados de cabeza.

Tenemos por delante ahora el tramo de las Marías. Primero por la vertiente del JouSantu, trepando roca compacta, buscando el mejor recorrido, a ratos placas, a ratos filos. Avanzamos desencordados y de botas.


La distancia engaña, el Torco que vemos tan lejano, no lo está tanto. Cuando nos acercamos a la Tercera María vemos de lejos una canal que la recorre y que termina aparentemente en un tramo tieso: ese va a ser el largo que nos comentaba Fer,  que hay que atarse y escalar con atención. Así es, llegamos al sitio y tras montar una reunión, escalo un diedro chimenea lavado, que me hace apretar más de lo previsto. Después simplemente estiro las cuerdas hasta la arista, cincuenta metros más arriba.

 



De esta cumbre, después de crestear un rato, hacemos cumbre en la segunda María, y después un rápel corto pero agradecido, el destrepe alternativo habría sido muy aéreo para nuestras cabezas cansadas.

 



Afrontamos la Primera María, pero rápidamente vemos la lógica de flanquearla por el Oeste hasta el collado con el Torco: canalizos demasiado compactos de frente.

En el collado tiramos las mochilas y trepamos a pelo con sumo cuidado hasta su cumbre: tiene unos seis u ocho metros delicados. Cumbre y destrepe al collado, de nuevo con sumo cuidado.

 

Torre del Torco:

 



 Ahora nos queda el Torco, que se sube andando. Diez minutos más tarde estamos en su cumbre: son las ocho y cuarto de la tarde. Hemos invertido diez horas hasta aquí. Estamos muy contentos.

 

La bajada del Torco la hacemos por su normal, y esta no es nada a despreciar: es aérea y tiene unos neveros muy serios, huecos por el interior, que los hacen peligrosos. Destrepamos por un lateral, luego pasamos un túnel por debajo del nevero, al otro lado. Intentamos cargar agua a las botellas en un drenaje. Luego hay que buscar el mejor camino para llegar abajo. Este tramo nos lleva más de una hora.


 

En el declinar de la luz de la tarde buscamos un sitio donde tirar los sacos, en las inmediaciones de la fuente de las Balas. Después de posar las cosas nos vamos a ver si da agua, nuestra última preocupación: afortunadamente mana bien, y podemos beber sin preocupaciones.

 

Cenamos y nos tiramos en los sacos. Estamos contentos por nuestra actividad, todo ha salido como esperábamos.

Tirado en el saco, en silencio, recuerdo la primera vez que subí a Peña Santa. Fue en el año 1992. Iba con mi amigo Iñaki, y queríamos controlar la Canal Estrecha, como vía normal y de descenso, porque al día siguiente queríamos escalar la Sur Clásica (500 m, V). Iba a ser nuestra primera vía larga. Esa tarde hicimos la Estrecha y la cumbre a la Peña Santa, solos. Al día siguiente hicimos la Sur Clásica, solos en la pared. Gracias a unos chavales que en Vega Huerta nos dejaron unos fisureros. No teníamos casi nada de material. Teníamos 17 años. 

Yo tengo 45 años y Rubén 46, o 47. Toda la gente que nos cruzamos en el recorrido eran más o menos como nosotros. ¿No hay relevo? ¿Dónde está la juventud? ¿Qué está haciendo la chavalería? Se están perdiendo algo realmente increíble. Con estas reflexiones me quedo roque.

Dormimos regular: el suelo del vivac está inclinado y nosotros demasiado cansados para conciliar bien el sueño.

 

Peña Santa de Castilla:

A las ocho de la mañana ya estamos desayunando. El día está claro. Salimos hacia Peña Santa con una cuerda, el arnés, los gatos y una botella de agua. Nuestra intención inicial es subir por la ruta original, que ninguno de los dos conocemos. Remontamos por el nevero hasta al lado de la Forcadona, aquí nos salimos a la izquierda por gradas fáciles buscando el paso más lógico. Hemos ganado bastante altura, hasta una cueva de la que hemos oído referencias, pero en este punto no vemos paso evidente para una cordada del siglo XIX. Decidimos destrepar a buscar otro paso más abajo a la izquierda. Los puntos que nos parecen más evidentes nos obligarían a trepar en llambrias finas. La otra alternativa que vemos es sobre roca dudosa. No lo vemos. Después de debatir la situación, decidimos bajar todo lo ganado y subir por la Canal Estrecha.

Todo este periplo nos ha ocupado más de hora y media, pero una vez en la Canal, nos ponemos los gatos y ganamos altura a gran velocidad.

En pocos minutos estamos en la Brecha Norte, y poco después, tras sortear las trepadas y llambrias del lado norte, llegamos a la cumbre. Son las diez de la mañana. Aquí hemos completado nuestra versión de la Integral. Otras versiones, más estrictas, continúan cresteando hacia el espolón Asturias. Estamos solos en la cumbre disfrutando de las vistas en 360 grados. Muy contentos.

 

Al cabo de un rato iniciamos el descenso. Cruzamos a varias parejas que vienen ascendiendo. En la Canal rapelamos tranquilamente, sin gente por encima.

 

Una vez fuera de la canal, bajamos destrepando ligeros hasta el nevero y nos dejamos deslizar felices en dirección a nuestro vivac. Allí nos tiramos a descansar un rato, comer y beber, antes de echarnos a la espalda las mochilas para el largo descenso.

 

La bajada se nos hace dura, muy dura, por el calor y lo cansados que vamos.

Por citar a Amandi, rosca, llanta, walkingdead, corpo-escombro, estoy Malhoy…

Tres horas más tarde estamos en Pandecarmen.

El tramo final desde Vega La Piedra se me ha hecho eterno.

 

Todo llega y todo pasa. En el coche nos cambiamos de ropa, de calzado, repartimos los trastos de cada uno, nos ponemos la puta mascarilla, y arrancamos pa casa.

 

Resumen:

Sábado 25 de Julio

Pandecarmen: inicio a las 8:00 h

Argaos  Inicio a las 10:00 h Sin encordar

Cebolledas: 1 largo a la tercera, 1 rápel 30 m a la base GUA Tercera torre cumbre 12:55 h

GUA sin encordar, 1 rápel al collado con Santa María, cumbre GUA 13:20 h

Santa María: 3 largos espolón Oeste (IV), destrepe grieta Rubia, cumbre Santa María 14:30 h

Horcada Santa María: recoger 2 botellas de agua escondidas, 15:00 h

Torre de la Horcada: sin encordar, ojito al destrepe, cumbre 15:55 h

Torre de Enmedio, caminando.Cumbre 16:15 h. Descenso en 3 rápeles de 50 m muy aéreos, especialmente el último, volado, inicio rápel 16: 45h, suelo 17:45 h

Tercera María a pelo hasta un largo de chimenea (IV), paso jodido con mochila pesada

Segunda María a pelo, fácil, rápel corto

Primera María: flanqueo lado de las Pozas, mochilas al collado, trepada fina a pelo y destrepe

Torco: subida andando, cumbre a las 20:15 h, bajada hacia JouSantudelicada por nevero grande e inestable, muy hueco, túnel, destrepe lateral, carga agua en goteos

Vivac cerca de la Fuente de las Balas 22:00 h

Domingo 26 de Julio

Peña Santa: intento a la vía original, trepada hasta casi la altura de la Brecha Norte, no lo vemos claro, destrepe y Estrecha. De gatos. Cumbre 10:30 h.

Bajada 13:30  a 17:30 h. Bajada dura, sol, cansancio, peso mochilas, 3.5 horas al coche.

 

Mochila aproximada (cada uno):

Cuerda 3.5 kg

Hierro 2 kg

Gatos 0.5 kg

Arnés 0.5 kg

Comida 1.5 kg

Agua 2.5 kg

Saco 1.5 kg

Ropa 1.5 kg

Otros 0.5 kg

 

Nuestro material (entre los dos):

2 cuerdas 8.1 mm

6 express

5 friends

1 juego fisureros

Cintas y cordinos

1 Maza y 4 clavos

 

Nuestros largos encordados:

Tercera Cebolleda: 1 largo IV (40 m)

Torre Santa María: 3 largos IV (140 m)

Segunda María: 1 largo IV (50 m)

 

Nuestros rápeles:

Tercera Cebolleda: 1 de 30 m

GUA: 1 de 20m

Torre de En medio: 3 de 50 m, aéreos. Convendría cambiar el cordino del primero (10-12 m)

Segunda María: 1 de 20 m

Torco: 1 de 30 m (hay opción de hacer más)

Peña Santa 3 de 30 m

 

Resumen aproximado:

Argaos (IV-, 1000 m)

Cebolledas (IV+, 1000 m)

GUA (III, 60 m)

Peña Santa Enol, Espolón Oeste (IV, 150 m)

Torre de la Horcada (III+, 60 m)

Torre de En medio (II)

Marías (IV+, 500 m)

Torre del Torco (II)

Peña Santa Castilla (III+, 200 m)

 

Conclusiones:

Una nueva aventura completada. Esta largamente deseada. De la experiencia vivida destaca especialmente la coordinación perfecta con mi compañero Rubén.

También destacar que se me caerá la uña del dedo gordo del pie derecho.


La clave para tener éxito en esta actividad es para mí doble:

Primero elegir bien el equipo que llevas, aligerando todo lo posible para minimizar el peso de la mochila. Segundo, la capacidad personal y elegir bien el compañero: por longitud, conviene escalar lo máximo posible sin cuerda, pero a la vez, los dos tenemos que estar muy alineados: cuando uno quiere encordarse, que el otro lo sugiera por delante. Cuando uno cree mejor destrepar, que al otro le parezca lo adecuado.

Rubén y yo estamos así: pensamos lo mismo sin apenas hablar. Y él escala muy bien, rápido y seguro el terreno de grado fácil sin encordar.

 

Gracias por el apoyo directo a Fernando, Kico y Martín por las referencias y datos. Gracias  también a Alberto Boza. Indirectamente también a Augusto y la entrada en su blog.

Como ya han pasado unos cuantos días y uno en casa es muy valiente, analizando los datos, ya tengo reto para el año que viene (cadera funcional mediante): completar la integral pero en un solo día. Nosotros salimos de la Fragua a las 10 de la mañana, después de 2 horas de pateo porteando, y llegamos al Torco a las 20. Si dormimos en la Fragua, empezamos dos horas antes (las 8), si no llevamos peso extra de saco y comida, escalamos igual de bien y no tenemos contratiempos, tenemos que llegar a Peña Santa…

Hay que ver qué bravo soy desde el sofá…

 

sábado, 1 de agosto de 2020

Bautismo de acampada

Bautismo de acampada
Viernes 10 Sábado 11 Julio 2020
Taranes-Tiatordos-Taranes


Se me había escapado el verano anterior sin hacerlo, y tenía unas ganas de la leche. Sabía que iba a ser una experiencia estupenda para ellos, y así fue. 

Lo hablamos Rafa y yo: sus niños y los míos son buenos amigos, e iguales de edad. Buscamos un buen fin de semana a efectos de coordinación de agendas. Cuando lo teníamos ya organizado se apuntaron varios sobrinos más de Rafa, eran dos y de catorce años, así que más autónomos que los nuestros. A última hora se nos unió otra sobrina más, de once años. Finalmente éramos toda una expedición: Rafa y yo de adultos, una niña de siete (Jimena), un niño de ocho recién cumplidos (Félix), tres de once (Carmen, Javi y Rafa), y dos de catorce (Jaime y Javi).



Buscar un sitio donde plantar unas tiendas de campaña para pasar la noche en una región como Asturias, donde la naturaleza es exuberante y la variedad y cantidad de paisajes idílicos  es enorme, empieza a ser absurdamente complicado. Las restricciones de los distintos parques y territorios son muy grandes. En algunos casos rozando el absurdo. Es mi opinión.


Rebelde por naturaleza, tiendo a pasar de estos temas y hacer lo que me parece. Por supuesto siendo respetuoso con el medio y con la gente que lo habita. Simplemente me parece absurdo prohibir que alguien llegue a un sitio por la tarde, plante su tienda para pasar la noche, y la retire a la mañana siguiente. 
Con los años acumulo experiencias sorprendentes, como que vivaqueando al pie de la canal de Pedabejo un guarda nos despierte a las siete de la mañana y nos obligue a levantarnos porque está prohibido vivaquear, mientras él subía en ese momento con cuatro cazadores a pegar tiros, que sí está permitido. Que yo no pueda vivaquear en Áliva, pero que sí puedan estar pasando  los todoterrenos taxi durante todo el santo día por la pista... O que hablen de cerrar al tránsito remotas canales del Cares, pero a la vez organicemos carreras de montaña con cientos de participantes…
En algún punto de mi interior, me resisto a que me digan que no puedo tirarme a descansar en el suelo, ya sea en una tienda o incluso al raso. Me parece simplemente el colmo.
Lo cierto es que, al ir con unos cuantos niños, lo razonable era buscar un sitio “legal”.
Así las cosas, las opciones estudiadas por Rafa nos dirigían hacia Ponga. Esto nos hacía tener algo más de coche, pero podíamos estar más tranquilos con el plan. Ponga es un paraíso. El plan era:
Salir el viernes tarde desde Taranes (573 m), subir la Foz de la Escalada y seguir hasta la majada de Entregüé (1.350 m) para acampar. Esto nos daba unos 800 metros positivos para la primera jornada: más que suficiente para niños pequeños y para padres cargados más de la cuenta.
Al día siguiente el plan era subir al Tiatordos (1.951 m), es decir, otros 600 metros positivos. Luego volver a la majada, recoger las cosas que habríamos dejado allí, y bajar de vuelta al coche: unos 1.400 metros de bajada, que con los típicos acumulados adicionales andarían más por los 1.600… 
Es decir, el plan era ambicioso, como nosotros.
Menos ambiciosa se me quedó la cara cuando antes de salir de casa pesé la mochila: rondaba los 18 kilos... Hace años que evito portear más de la cuenta: la cadera sufre mucho y con ella el resto del cuerpo. Lo cierto es que escalando en el monte, es más que habitual portear 12 o 13 kilos, especialmente en invierno cuando le sumas los piolets, los crampones y ropa adicional. Pero si hasta ese rango parece que lo llevo más o menos bien, estos 5 kg extra los voy a notar. Y cuánto!
El tiempo está algo revuelto: en el trayecto en coche ha llovido a ratos, y al llegar a Taranes el cielo está gris marengo y la nube baja no deja ver las cumbres. Tras un rato organizando mochilas, comprobando que todo el mundo lleva lo que tiene que llevar, y que no nos dejamos en el coche nada importante, arrancamos desde el pueblo en una cuesta intensa que no nos va a dar cuartel en mucho rato. 
Los niños van frescos, y con ciertas maniobras de despiste con los más pequeños vamos cogiendo altura sin mayores protestas a pesar de ganar desnivel de manera continua. La primera parte, la Foz de la Escalada, tiene el camino empedrado y está resbaladizo. Hay que prestarle atención para no tropezar. Al salir de la Foz, cambiamos de desfiladero a bosque: un hayedo precioso en el que nuestro camino está absolutamente embarrado: esto, de nuevo, que a priori es un hándicap, resulta ser beneficioso porque despista a los niños respecto a la cuesta. La misma nube que nos envuelve y empapa, no deja ver cuánto queda, y eso siempre es mejor para la cabeza. No hace calor, pero el esfuerzo hace que vayamos cómodos en camiseta. Lo único malo los pies, que se van mojando.
Fuera del bosque nos queda remontar hasta un collado y luego llanear algo hasta las cabañas.
Aún por debajo del collado nos cruzamos con un pastor, que con un perro y un mulo, viene de la majada de nuestro destino. Nos informa de que la nube lleva instalada allí varios días. También nos confirma que tenemos agua en la fuente. Esto nos relaja porque era una preocupación adicional para Rafa y para mí. Nos orienta de que nos queda aproximadamente hora y media.
Desde aquí las quejas y reclamaciones ya se generalizan. Excepto Rafa niño, Jaime y Javi, que van en cabeza tirando del grupo y esperando cada poco, los demás nos increpan, nos protestan, nos amenazan. El motín parece cercano…

Cuando ya afloja la cuesta, empezamos a verle color al tema. En pocos minutos llegamos a la majada de Entregüé en mitad de la niebla. Hemos tardado dos horas y media: ¡lo hemos hecho realmente bien! 
Buscamos el punto óptimo para acampar y nos ponemos inmediatamente a ello. Nos abrigamos porque con la sudada, al parar se nota el fresco. Mandamos a los niños más proactivos en busca de la fuente (que no encuentran). Mientras, Rafa y yo montamos las tres tiendas. Tan pronto están listas nos metemos directamente cada uno en la nuestra. 



El termómetro de Rafa indica 13 grados. Cambio de ropa integral para los niños: tienen los pies totalmente encharcados (los míos están bastante bien). Una vez cambiados y abrigados, el hambre es la siguiente necesidad a atender. Cenamos empanada, macarrones con chorizo, fuet, galletas, chocolate… Como limas. Llamada a casa para saludar a Mamá; a pesar de la mala cobertura lo conseguimos. Al terminar, un pis y para el saco. Entre una cosa y otra han dado las once de la noche y tras unas pocas risas intercambiadas entre tiendas, nos dormimos como lirones.  





Amanecemos a eso de las siete, de nuevo entre risas. Es lo que tienen los niños, que se ríen mucho. Deberíamos copiarles algunos.
Seguimos medio metidos en la nube, pero ya se intuye el sol cerca. Después de desayunar y vertirnos, desmontamos las tiendas y metemos todas las cosas en el soportal de la cabaña del paisano de ayer.
Así, de ligeros, arrancamos hoy hacia nuestra montaña destino. El Tiatordos (1.951 m) es una montaña emblemática de la Cordillera Cantábrica. Su prominencia a pesar de la cota moderada, su espectacular caída en la vertiente Este, sus vistas, el entorno que lo rodea… lo convierten en una cima destino.
Salimos de la majada bordeando en subida suave, cruzando laderas de helecho, algún bosquecillo aislado, y camperas más abiertas. Pronto el sol nos acompaña, y por debajo de nosotros se extiende un espectacular mar de nubes que deja a los niños con la boca abierta.
Tras un rato de cuesta suave, nos enfrentamos ahora a la ascensión propiamente dicha, donde la pendiente vuelve a ser intensa. Tenemos que debatirnos entre frenar a los impetuosos, Rafa y Javi, y animar a los pequeños. 
Un rebeco sobre un saliente rocoso se recorta contra el mar de nubes: los niños encantados.


Subimos muy bien y alcanzamos la cumbre sin sobresaltos. Las vistas son tremendas.
Llegan otros montañeros que nos saludan, especialmente a los más pequeños, que se sienten ufanos.
Comemos y bebemos, nos sacamos fotos, identificamos cumbres en la distancia… Lo clásico de hacer monte.


Al cabo de un rato emprendemos la bajada, con cuidado en las zonas más rocosas, y vamos recorriendo de vuelta el camino de hace un rato.


De regreso a la majada hacemos alguna parada breve a descansar. Cruzamos bastante gente que viene de la vertiente de Caso, Pendones, pero también algunos de nuestro lado, Ponga, Taranes.
En la majada, a mediodía ya, hacemos una comida copiosa y rearmamos las mochilas. 




Un buen rebaño de vacas con toro incorporado nos acompaña, han venido a la majada a beber. La nube vuelve a bajar y para cuando salimos caminando ya estamos metidos en niebla otra vez.




La bajada se hace larga, especialmente para Jimena y Félix. Los demás van entretenidos con los resbalones en el barro, alguna culada, y su charleta.
Llegamos al coche cansados, yo tengo una buena fundida.
Nos cambiamos de ropa y calzado, totalmente embarrado, y nos vamos a tomar una cocacola-acuarius-helado-claraconlimón según el gusto de cada cual.


Ha sido una experiencia estupenda. Los niños lo han pasado fenomenal, y a pesar del cansancio ya nos van preguntando por cuándo va a ser la siguiente…