LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

domingo, 20 de marzo de 2011

De rechazos y reencuentros

Sábado 19 Marzo 2011
Bene Santos

Realmente crujiente. Una sensación increíble, no por muchas veces repetida menos motivante: ese tacto de la nieve helada en la que apenas queda marca al progresar, en la que los crampones me transmiten seguridad y la progresión es rápida. Es sin duda, una de mis sensaciones favoritas en montaña.
El tacto de la caliza en las manos, la sensación de colocar un fisurero de libro, el hacer sitio al compañero recién llegado a la reunión, el reordenar el material en el arnés para la siguiente tirada, el lanzar las cuerdas para rapelar... Escalar, en su conjunto, me encanta.

Por segunda vez en el invierno, la norte de Ubiña rechaza mi intento, a pesar del aparente ímpetu desplegado.


Hace un mes fue el ir solo, más lo escaso de la nieve, lo que hizo que después de reiteradas pruebas por distintas opciones de entrada a la Elixir de la Suerte, en las que apenas progresé unos metros en cada una, me tuviera que retirar.
Clavo recuperado con la mano en un resalte de roca

Después de levantarme varias veces agarrando la roca descompuesta con los pies sobre nieve inestable. "No es el día", pensé en su momento. Detrás de mí entraron varias de las cordadas a las que yo había adelantado en la aproximación a pesar de la ventaja que me sacaban: no termino de entender esa estrategia en la que malgastan tiempo precioso que quizá echen en falta más tarde en la vía o en el descenso. Entonces, para aprovechar el día subí al Prau y a los dos Fontanes, con un ambiente espectacular y sin nadie alrededor: de crampones, hasta las cumbres sencillas me encantan.


Sentado sobre la mochila junto al buzón del Fontan Norte, con la capucha puesta para protegerme del viento, y comiéndome el bocata, reflexionaba sobre lo adecuado de la decisión:  en una vía que ya he hecho varias veces, alguna de ellas también en solo, simul-solo como dicen, con Miguel, no tiene sentido apurar. En realidad, concluía, no tiene sentido apurar casi nunca. A la bajada observaba cómo las cordadas que yo crucé en el pie de vía apenas habían levantado dos largos en todo este tiempo...

Observando las marcas de avalanchas
Hoy la cosa parecía diferente, -2 grados en el pueblo a las ocho de la mañana, había más carga de nieve y además crugía prometedora en las rampas desde que adandonamos la pista de Yandanay. Hoy también adelantábamos a grupos de gente que habían dormido en Torrebarrio, o incluso en una tienda al pie del espolón oeste, pero que desplegaban un ritmo de caracol incomprensible para mí, y también para Bene, que hoy era mi compañero. Grupos de dos y de tres, que además hacían cosas extrañas como remontar la enorme loma helada sin crampones ni haber sacado el piolet.... Prácticas poco recomendables, pensaba para mí.
Vamos de nuevo hacia la Elixir como mejor opción. La nieve fue bien hasta la base de la aguja, aquí empezó a degenerar: cambió de la estupenda masa sólida, dura y compacta, a una variable de costra húmeda con nieve sin transformar debajo. Empezamos a ver marcas de corte en las palas, la cosa empeoraba.
El sonido hueco en la nieve no es nada bueno, conforme remonto hacia el segundo largo de la vía, superada la primera reunión de tres clavos a nuestra derecha, las dudas me saturan el cuerpo: miro atrás y cruzamos pocas palabras, esto no está para nada. Pensamos en los flanqueos de más arriba y en las grandes marcas de avalancha que se aprietan en bloques blancos en el fondo de la cuenca, en las líneas de corte de las palas... Hoy tampoco toca, hoy también hay que retirar.


Cada vez me cuesta menos tomar estas decisiones; quizá interpreto mejor las señales, quizá soy más consciente de mis circunstancias, a lo peor soy más cobarde... Destrepamos con cuidado, espetando los piolets hasta la cabeza en esta masa inestable, medio costrosa en la que las huellas de hace un minuto no ayudan, sino que terminan siendo una auténtica zanja a sesenta grados... 
Las cordadas que adelantamos hace tanto rato apenas están llegando ahora y después de cruzar impresiones siguen hacia arriba: todos queremos ver las cosas por nosotros mismos. Les deseamos suerte y Bonne course, como dicen los vecinos. Seguro que algunos de ellos habrán hecho la vía.
La bajada se hace me corta hablando de libros, de cine, de música. También, cómo no, de montañas.
Suerte que nos trajimos unos pies de gato y podemos aprovechar el día con algo de roca: apenas son las once y media. Por despiste no hemos traído la guía, así que nos decantamos por la peña Pincuejo en Caldas de Luna; yo conozco casi todas sus vías, y eso unido a su comodidad, aproximación nula, y que Bene no ha escalado nunca aquí, la convierten en la mejor opción.


Hacemos tres vías, con sus rápeles correspondientes, "El placer", "La línea blanca" y "Luna de octubre", todas entre IV y 6a+, con chapas pero con más autoprotección, con una temperatura excelente para marzo. En el último rápel se nos va el sol, perfecto, recogemos los trastos y nos vamos para el coche. Charla cordial con una pareja madrileña afincada en Gijón, gente maja. A las cinco y media arrancamos de vuelta a casa.
Ha sido un día bien aprovechado, completo, de reencuentro con la roca, de crujir de crampones y de decisiones tomadas con buen criterio, quiero pensar.

miércoles, 2 de marzo de 2011

Mampodre - "La senda de los Elfos"

Viernes 25 Febrero 2011
Peña del Mediodía, 2180 m, "La Senda de los Elfos" III, 3+, 400 metros 
Ramón Turrado, Damián, Iñigo, Paco

A lo largo de la semana, mirando las webs habituales de previsión meteorológica, la conclusión era que el viernes era con diferencia el mejor día: el fin de semana se estropeaba seguro. El caso es que la temperatura estaba altísima, máximas de 17º en Fuente Dé no invitaban a escalar en hielo, si es que lo había. El plan hablado con Martín era intentar el espolón de los Franceses a Peña Vieja, que con nieve seguro que es una actividad interesante. Decidido, me pido el día en el curro. Así estaba el jueves a las ocho de la tarde cuando una llamada de Martín me descoloca; se ha hecho daño en una rodilla entrenando en el rocata, y lo ve complicado… Mierda.
Me pongo a repasar mentalmente la agenda en busca de alternativas, complicado para un día entre semana; Luque está por Noruega, Bene curra, Elías hace demasiado que no lo llamo… Aún así le mando un mensaje. Mon es mi esperanza: a las nueve de la noche lo llamo, y sin dudarlo me invita a unirme a él y sus amigos en un intento a la noreste de la Pico del Mediodía en el Mampodre, “La senda de los elfos” sería la vía. A mí en principio me da respeto, es una vía de Pita y su difunto colega, y para mí eso le da reputación de partida. Por otro lado, ellos han quedado temprano, a las seis y media en Sama, y yo no puedo madrugar tanto... Mon me dice que no me preocupe, intentaré alcanzarlos.


Salgo de casa a las siete y cuarto, al montar en coche le mando un sms a Mon para decirle que voy para allá. El trayecto es desconcertante: Gijón 5 grados, Sama 8, Caso 5, Tarna 8… Esto no pinta bien para el hielo/nieve dominante en la vía hablada. El caso es que al bajar hacia La Uña el termómetro se desploma hasta -2º. Aparco en la plaza de Maraña al lado de una solitaria Vito, en dos minutos me he puesto las botas y arranco con una mochila ligera en la que sólo llevo los piolets, los crampones, el arnés y una cuerda, no vaya a ser que el cálculo falle y me quede sin un cabo libre… Son las nueve menos cinco cuando cierro el coche.
Salgo pitando cuesta arriba, la nieve no está mala y la temperatura ideal para caminar. Con el fuelle silbando, remonto hasta alcanzar el collado desde el que veo la norte de la Peña del Convento o del Mediodía (nunca sé su nombre correcto): mientras me pongo los crampones, voy buscando con la vista por las palas de nieve las figuras que persigo. Todavía sin verlas, flanqueo hacia la derecha, más hacia la norte que hacia la noreste, con intención de ir cortando en la media ladera. Cuando los veo, son cuatro, están bastante altos ya. Acelero tanto como puedo: la nieve cambia a ratos, pero en general está helada y se progresa cómodo y rápido. Ganada por fin su vertical los veo, ellos me ven y me saludan de lejos. Al acercarme Mon me dice que me lo tome con calma, que no hay prisa, no obstante sigo a ritmo, no quiero que esperen más por mí.
Por fin llego, saludos y presentaciones: Damián, Iñigo y Paco, no los conozco pero me reciben con simpatía. Me arrimo en la repisa y vamos poniéndonos el arnés y el casco para empezar. Llevamos un juego de material para compartir, las cordadas se organizan, yo voy con Mon y en la otra los otros tres. Entre ellos, el cachondeo y las  bromas son continuos. El ambiente está caliente; no sé si ir en camiseta o qué guantes poner… El inicio es un pequeño zócalo rocoso para coger una pala de nieve que se mete por un corredor oculto a la vista entre espolones de roca. 


Desde abajo no se intuía bien la vía, predominantemente de nieve, entre tantos muros de roca. Son las once menos cuarto pasadas cuando arranca Damián y a los pocos minutos sale también Mon, que hace reunión antes y por debajo, así que yo empiezo por delante de los otros segundos. El largo es fácil pero guapo, sigo delante ahora hacia un resalte rocoso a unos veinte metros de la reunión, donde está Damián. Encima está el tramo clave de la vía: un muro de roca que marcan como V, con dos buenos clavos a unos tres metros del comienzo. Llego a su base y sopeso tirar para arriba, pero las dudas me hacen montar reunión y asegurar a Mon. Entre tanto, Paco e Iñigo están llegando también.


Mon sale para arriba sin mis reticencias y resuelve con rapidez y eficacia los pasos de crampones sobre roca algo roma; con los piolets empotrados por las fisuras, chapa los clavos y sale hacia arriba. La falta de nieve hace que bajen más piedras de las deseables. Al poco rato ya estoy yo rascando los pinchos por la roca: de segundo todo es más fácil y pronto llego junto a Mon, no sin antes apretar lo mío en un resalte de hielo que hacía una pequeña panza, justo para salir a la reunión. El paso de abajo me parece de IV+, como mucho, pero me imagino que con frío, o mojado, o con hielo la cosa se pondrá mucho más cruda…


Después de recoger algo de material me pongo delante para lo que parece un tramo largo y fácil de nieve a unos 50-60º; no está dura y se hace escalón con cada patada, pero se progresa muy rápido y pronto estamos ensamblados a sesenta metros con un par de seguros en la roca entre nosotros. Así seguimos unos 120 o 150 metros, difícil de precisar, hasta que monto una reunión con fisureros en unos bloques y recupero cuerdas. 

Llega Mon al minuto, pero no queremos separarnos de los colegas, así que con calma hace el siguiente largo y monta una reunión de clavos. Para cuando yo salgo, ya ha llegado Paco de primero, así que estamos bastante reagrupados.
La tónica se mantiene, nieve a unos 60º con algún resalte fácil, y temperatura alta.
El siguiente largo que me toca a mí se remonta sobre una zona con algo de roca, para volver a estirar las cuerdas a tope en una canal fácil: se intuye la arista a unos treinta metros. Mon llega y sigue, y sale al sol en un pequeño collado donde me reúno con él a esperar a los amigos: aquí hay huellas que parecen venir de la norte. 


Estamos a escasos treinta metros de la cumbre y por terreno fácil.


Nos reagrupamos y en pocos minutos hacemos cumbre: hemos invertido poco más de tres horas en la vía, que ha resultado muy entretenida. Seguro que con más hielo sería más interesante, pero la hemos disfrutado. De nuevo, cachondeo mientras recogemos los trastos y picamos algo.


El trayecto de vuelta al pueblo fue entretenido: primero con atención a los zuecos en las primeras palas inclinadas, y más tarde atentos a las rodillas para no hacerse daño cuando nos hundíamos en la nieve blanda. Todo esto amenizado con la charla alrededor de temas candentes como la crisis, la juventud de hoy en día, las experiencias personales… Miradas de vez en cuando a la pared intentando localizar el trazado de otras vías como la Perseverancia, la Dama blanca o la Norte Directa.


Me encontré de maravilla haciendo cordada con Mon, y compartiendo la vía con Damián, Paco e Iñigo: todos ellos gente simpática y agradable, que me esperaron y acogieron con confianza y cercanía. Un gran descubrimiento, igual que la noreste del Mediodía, que junto con la norte, habrá que repetir.
A las siete estaba en casa, muy contento.

Las fotos, una selección, son de todos.

7:15 h Gijón
8:55 h Maraña
10:30 h pie Vía
10:45 h Inicio escalada
14:00 h Cumbre
16:00 h Maraña
19:00 h Gijón