LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

sábado, 28 de julio de 2012

A vueltas con la limpieza

Siguiendo con las reflexiones de mi anterior entrada "Cuando menos es más".
La temporada alta allí se terminó hace mucho tiempo ya, y seguro que hasta el próximo otoño no se reaviva la polémica. Sin embargo, las manifestaciones a favor de la retirada de buriles se siguen sucediendo (imagino que las manifestaciones en contra también).


En la web de Rolo Garibotti se pueden leer interesantes informaciones acerca de este tema y de todo lo relativo a Patagonia en general. 
Gracias a Rolo por promover el compromiso, el respeto y la limpieza en la montaña.
Hace unos tres meses, el British Moutaineering Council, que es el equivalente en el Reino Unido a la Federación Española de Montaña (en su caso representan a unos setenta mil asociados) se manifestó sobre lo sucedido. Emitieron una carta oficial y explícita diciendo lo que opinaban al respecto, que decía así: 

“El comité internacional del BMC defiende la ética tradicional en el montañismo y apoya la retirada de los buriles de Maestri del Cerro Torre”. 

La carta la firma el presidente del BMC, Nick Colton. (sí, es el Colton de las Jorases, que algo de alpinismo también sabe). 
Por seguir insistiendo en el mismo caso, otra frase que suena coherente: 

“Maestri tuvo el derecho de colocar los clavos en 1970, Jason y Hayden tenían el derecho de sacarlos. Cesare demostró que el Torre era posible con el compresor, Jason y Hayden demostraron que era posible sin. Por haber liberado la vía del Compresor de las cadenas del alpinismo de conquista, un estilo que deberíamos finalmente dejar de lado, Jason y Hayden merecen mi máximo respeto”. 
Messner dixit. 

No sé si alguien lo duda, yo no: Mejor limpio. Menos es más.
Nada de lo que dicen o digo es nuevo. 


Uno de los mejores libros de montaña de mi biblioteca, "The games climbers play" es un compendio de artículos, relatos, cuentos e historias relacionadas con la montaña y la escalada. En sus casi setecientas páginas se le dan muchas vueltas y desde muchos puntos de vista a las distintas formas de acercarse a la montaña y cómo unas son claramente mejores que otras.
El libro en cuestión es de 1978. Una joya.

En meses pasados he visto imágenes impactantes de la parte alta de la ruta normal al Everest, una larguísima serpiente de color de gente enchufada a la cuerda fija y a la botella de oxígeno. El lío parece haber pasado hace tiempo ya, y los intentos sin oxígeno dejan de estar en la cartelera: me pregunto si es que han cerrado la montaña, si ya no se puede intentar (imagino que el monzón marca los tiempos), si habrán retirado las cuerdas instaladas…
Es claro que es la cumbre número uno, que no hay montañas mayores, pero ¿merecerá la pena? Me lo pregunto tanto para los que se enchufan al O2 como los que lo intentan de verdad (para mí, de verdad es sin O2 embotellado) en mitad de esta romería.
Por otro lado, aunque la tecnología ha mejorado y la previsión de la meteo debe de ser muy precisa y fiable, ¿qué sucedería en ese escenario ante un cambio de tiempo, aunque este sólo sea un poco de viento…? Con que sucediera algo, cualquier cosa, que retrasara un poco los horarios de toda esa gente que depende directamente de la duración del contenido de la botella… lo sucedido allí mismo en 1996 puede ser de risa comparado con el potencial de desastre actual.
En paralelo, en montañas vecinas (espectaculares muchas de ellas) o en la misma montaña por otras vertientes (igualmente espectaculares), no sólo no hay aglomeraciones, sino que no hay nadie. Nadie.
Aquí claramente menos es más. 
Hace un par de meses repetí una estupenda escalada de largos, con una calidad poco común. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto de una vía. Sin embargo, también en esta ocasión me dio para pensar en el efecto del sobre-equipamiento en la escalada: el evidente exceso de equipamiento en algunas partes de esta vía, unido al método seguido para colocarlo (distinto del habitual de la zona) hace que la sensación final sea un poco contradictoria. 
De nuevo, menos es más. 
El respeto es algo importante. Casi siempre es suficiente con respetar la tradición de cada sitio: en el Torre no hay tradición de retroespitar (en realidad, eso no es tradición en ningún sitio), igual que no es tradicional usar oxígeno embotellado para subir montañas (aunque en el Everest en concreto sí lo sea). Tampoco es habitual descolgarse desde lo alto de una pared importante en Picos o en la cordillera para bajar metiendo parabolts. 
Con esto no defiendo el inmovilismo. No defiendo el inmovilismo ni el movimiento continuo, sobre todo si este no es respetuoso. Ese respeto debe ser hacia nuestros predecesores, a los que vengan en el futuro, pero sobre todo al entorno. 


Decía con sorna un entrenador que tuve de niño "¿Qué ye, que vale engañar?": Pues eso. 

No todo el mundo puede hacer el Cerro Torre. No a las buriladas.
No todo el mundo puede hacer el Everest. No al doping.
No todo el mundo puede hacer la pared del Frailón (6a+ obligado no es todo el mundo, pero se le acerca). No al retroespitamiento. 

Con esto no estoy discriminando a nadie, y de ser así, yo mismo soy el primer discriminado.
No existen verdades absolutas, y por usar la expresión de uno de Tineo que sabe mucho, “yo no soy el dueño del prao”, pero me reitero, menos es más.

jueves, 19 de julio de 2012

La Luz del Mundo

Hoy se cumple una semana desde el segundo día D de mi vida.


No hay comparación posible con nada: estos dos días están por encima del resto a una distancia sideral.
En ellos viví los momentos mágicos en los que se condensa el misterio de la vida. 
En ellos he sido testigo de la mayor de las entregas, la mayor capacidad de sacrificio y la generosidad máxima.
He sentido miedo, y finalmente he compartido la Felicidad pura. 
Esta Felicidad continúa.
Un antes y un después.
Las prioridades se redefinen.
La Luz del Mundo

domingo, 8 de julio de 2012

Mi primera norte de Alpes

Eduardo Rodríguez Dedeus, Javier Sáenz
Julio 2002


Javi disfrutando de la luz de atardecer en el Plan de la Aiguille, al fondo la Aiguille de L´M




Hay que empezar desde abajo. Paso a paso.
Es mi cuarto o quinto viaje a los Alpes, y casi desde el primero, el objetivo ha sido escalar.
La Aiguille de L´M es una cumbre singular, independiente, separada, pero pequeña. Desde el pueblo apenas te fijas en ella: sus vecinas, mucho mayores, recortadas contra el cielo, con su granito naranja y sus glaciares y neveros colgados, hacen que los ojos no vean la pequeña M. Su nombre está totalmente justificado: sus dos cumbres, más o menos igual de altas, separadas por un collado en V, forman una clarísima m mayúscula.



Estamos a principios de verano, recién acampados en los mullidos prados del Plan de L´Aiguille, la norte de la Aiguille de Midi está aún muy blanca de nieve, demasiado. Como siempre al venir a los Alpes, traemos la mente abierta a distintas opciones, y más o menos material para todo, lo mismo roca que nieve o hielo. Disfrutamos la tarde tirados por los prados, vagueando entre los bloques, mordisqueando galletas, espiando a las marmotas que se asoman en gran cantidad de sus madrigueras después de un largo encierro invernal. Revisando las guías nos estamos decantando por el Pilar Rojo de la Blaitiere, una pared de unos trescientos metros de orientación oeste, con muy buena roca y una aproximación relativamente corta. El tema es que de momento se ve algo mojada del rezume de la nieve de algunas terrazas y campas superiores. Vamos a esperar un día más para acercarnos. La alternativa que hemos pensado es hacer la Vía Clásica a la Norte de la Aiguille de L´M: clásica, V+, no muy larga, norte.




No hace falta madrugar demasiado, en poco más de una hora estaremos en el pie de vía. Apenas hay que ganar altura y no necesitamos llevar piolet o crampones. El camino al principio es cómodo: primero por senderos horizontales que van cortando los prados, evitando las pequeñas lagunas formadas por el deshielo. La mirada se escapa inevitablemente al Grand Charmoz, a la Blaitiere, al Peigne, a los Pelerins… Espectacular.





Atravesamos las graveras rápidamente, vamos ligeros y frescos, con ganas de empezar a escalar. La parte final de la aproximación obliga a pisar nieve, tenemos que cruzar la parte baja del glaciar de Nantillons, que baja desde los tres mil ochocientos metros de la parte alta de la Blaitiere y las caras oeste de Grand Charmoz, Grepon, Fou… Es una lengua de hielo con algunas zonas muy fracturadas en su mitad, seracs amenazantes aunque lejanos. Estamos a mitad de cruce de este tramo, ya entre bloques de granito gris, cuando unos cientos de metros por encima algo grande cruje: todos miramos hacia el origen del ruido, un enorme bloque de roca, del tamaño de un Land Rover, se ha puesto en movimiento, rotando sobre sí mismo, chocando con las paredes de roca y con los otros bloques, parece que va a cámara lenta, pero las alarmas se nos encienden: a un grito de Javi los tres estamos corriendo como rebecos, de bloque en bloque, hacia el borde salvador, aún a unos treinta o cuarenta metros. Cuando nos encontramos en zona segura nos paramos a recuperar el aliento, y a observar cómo los efectos del bloque, aunque menores de lo que esperábamos, sí pasan por la zona en la que estábamos. Estas montañas son grandes y eso se nota en todo.


Llegamos al pie de vía, sacamos el material y nos empezamos a preparar: es ahora, al enfriar del pateo, cuando nos damos cuenta de que está bastante fresco. La orientación norte, unida al ligero viento que nos ventila, hace que se note el frío.




Nos repartimos la vía en tres partes, empieza Javi, la parte intermedia la haré yo, y la parte final Edu. Sin más, empezamos a escalar. La vía transcurre sin problemas, tiene corte clásico y discurre por diedros y fisuras, más o menos aéreos. Las reuniones son cómodas en general. Antes de que nos demos cuenta estamos en la cima. Hemos hecho la que para mí es la primera vía en cara norte en los Alpes. Es una vía sencilla, en una cumbre modesta, pero creo que es mejor así, empezar poco a poco, para hacerme a las dimensiones, a las implicaciones y a las complicaciones de escalar en cara norte. Contento voy destrepando con mis compañeros, de vuelta a nuestro campamento en el Plan de l´Aiguille.


Al día siguiente escalamos una vía preciosa al pilar Rojo de la Blaitiere: “L´eau rance d´Arabia”, de Michel Piola. Ocho largos de hasta 6a+/6b, 250 metros de calidad total, cara oeste, así que escalamos casi todo el día a la sombra.






Igual que el día anterior, vamos alternando la cabeza de cuerda, el largo más duro, adherencia en placa, le toca a Eduardo. A mí me tocan largos muy guapos de fisura.






Javi culmina la vía al sol, con un Off-width muy estético.






Desde la cumbre del pilar rapelamos al suelo, donde nos esperan las botas y crampones para el nevero que se apoya en la pared.

Una mariposa encaprichada con Eduardo




A escasos cincuenta metros del pie de vía arranca la fisura Brown, una vía súper clásica que, si se completa, llega a la cima de la Blaitiere: otra más para la lista.




Recogemos el campamento y bajamos a Chamonix a pensar nuevos planes. Para tener tiempo para pensar, bajamos caminando, una experiencia torturadora con peso y botas de plástico. Una vez abajo, mientras nos decidimos, escalamos en una de las muchas zonas de escuela del Valle. La temperatura aquí abajo es altísima y las adherencias se vuelven complicadas.





Después de estas jornadas de roca, nos apetece pisar algo de nieve: subimos con el primer teleférico a Midi, y salimos pitando hacia el Valle Blanco con el objetivo de hacer la Goulotte Chere al Triángulo Rocoso del Tacul. Esta es una vía fácil clásica de hielo, con muy poca aproximación, instalaciones de rápel, y que suele estar en condiciones casi todo el año, incluso como ahora, en verano. Estas condiciones hacen que cada día haya varias (a veces muchas) cordadas que la quieren hacer. Y esto se traduce en que nuestro ritmo de aproximación fue muy alto, intentando pasar a todos aquellos que tenían pinta de ir para allá…


A la caza de las cordadas de delante


Cuando ya empezamos a remontar la pala final que lleva al pie de vía, somos tres cordadas peleando por la pole. En el momento de encordarnos para atacar el cono de entrada a la propia goulotte, una de las cordadas claramente ha tirado la toalla y se preparan con calma, pero la otra sigue a todo tren. 




Yo soy el que va a hacer este primer largo, y arranco con las cuerdas a toda leche por la pala inclinada de hielo, en paralelo con el primero de la otra cordada. A base de corazón me voy poniendo por delante, solo pongo un tornillo en los sesenta metros, pero consigo llegar antes a la roca donde está la reunión. Eduardo y Javi salen rápidos también, y llegan con bastante diferencia frente al otro segundo, así que lo hemos conseguido, tenemos la goulotte para nosotros.









Empezamos una vez más alternando largos, primero Edu, luego Javi y luego yo. La vía es muy guapa y el hielo está bueno. Hay muchos seguros en la roca, y opciones de colocar más. También hay instalaciones montadas para rapelar a distintas alturas y a los dos lados de la lengua de hielo, señal de lo muy transitada que está la vía. Por debajo de nosotros, un guirigay de cordadas de múltiples nacionalidades va ganando altura.





Alcanzado el final de la goulotte, miramos las palas de encima, pero decidimos no continuar y rapelar: hemos hecho la vía. Nuestras cuerdas incordian a los que vienen por detrás, es esto precisamente, junto con los cascotes de hielo que desprendemos al escalar, lo que queríamos evitar al llegar los primeros al pie de vía. Alguna protesta en francés por parte de un guía, pero es lo que hay.






De vuelta en el Valle Blanco, los ojos se van a las cumbres, a la rojiza pared sur de Midi, donde las cordadas disfrutan de su excelente roca, también al risco donde está la Digital Crack, un 8a a cuatro mil metros… Remontar a la estación se hace tan pesado como siempre.







La semana ha sido muy completa, hemos escalado muy variado.
Se acaban los días de vacaciones y enfocamos la carretera de vuelta a casa: el Kadet 1800 gasolina de Eduardo ruge por las autopistas francesas.


Referencia:
Aiguille de L´M, vía Couzy 
"El Macizo del Mont Blanc, las cien mejores ascensiones" Gaston Rebuffat Actividad 46
Aiguille de Blaitiere, Pilar Rojo, "Le eau rance d´Arabia"
"Le todo du massif du Mont Blanc" - Tome 2 - Michel Piola
Mont Blanc de Tacul, Triángulo rocoso, "Goulotte Chere"
"Escaladas en el macizo del Mont Blanc, nieve hielo y mixto" Tomo 2 - Francois Damilano, Actividad 190