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domingo, 20 de octubre de 2024

Placeres ventosos otoñales

El viento y su ruido... Con la capucha puesta percibo peor mi entorno. El rápido enfriar de las manos... Y en la cabeza, aunque sea en segundo plano, la sensación de soledad y de exposición... Todo esto junto y combinado lo noto en mi equilibrio y en el fluir de mis movimientos, y hace que el IV grado del largo (segundo largo de "Amistad con el Diablo",  incluso III+ en algunos croquis) se perciba tan diferente a escalar esto mismo en otras condiciones... Como tantas veces en circunstancias similares, me esfuerzo en concentrarme en el momento, en el siguiente paso. Y además me recuerdo a mí mismo que es esto exactamente lo que hemos venido a buscar.


Domingo 13 OCtubre 2024

Rubén Díaz

Pico Urriellu (2.519 m), Cara Este, Cepeda (350 m, V+)

Después de nuestro intento frustrado a mediados de septiembre por la falta de sitio para aparcar, volvemos a probar suerte ya metidos en otoño, y además de domingo, que siempre hay menos gente. 

El día antes había estado fresco de temperatura y muy ventoso en altura, con rachas hasta 100 km/h. Esto y que ya estamos a mediados de octubre nos ha dado nuestra oportunidad de escalar en el Picu. Manda narices.

Madrugamos como procede, y hoy sí conseguimos aparcar arriba del todo. Repartimos trastos a la luz del amanecer y a eso de las ocho arrancamos por los prados que remontan hacia el collado de Pandébano. La luz está guapa y el día se va despertando mientras nosotros vamos charlando, pasando por delante de la Terenosa, por el collado Vallejo, y luego ya las primeras cuestas a la vista del Picu. Un recorrido que hemos hecho decenas de veces. Me encuentro bien, y Rubén dice lo mismo. Yo se lo achaco claramente a los entrenos en bicicleta, Rubén ya viene en forma de fábrica. Nos cruzamos alguna gente que viene de bajada mañanera del refugio, y también adelantamos a unos pocos que suben. En el desvío hacia la Celada nos cruzamos a Iñigo, pero yo empanado no lo reconozco y no lo saludo, lástima. Vamos a por el último empujón de cuesta.

Las nubes cruzan veloces desde el Sur, apareciendo desde las cumbres del Jou tras el Picu y sobrevolándonos. Está bien fresco y Rubén viene algo destemplado y con frío en las manos a pesar del ritmo vivo de nuestro caminar.

Llegamos a la base de la Este: está vacía. Un lujo poco habitual. Toda para nosotros. Ideal.


No habíamos hablado nada de qué via hacer, y no sé por qué yo ya venía pensando en la “Amistad con el Diablo”. Era la que queríamos haber hecho en septiembre cuando la falta de parking nos mandó al exilio de Fresnidiello. Lo cierto es que cuando nos estamos preparando en su base, ya no nos queda más ropa por poner: yo llevo camiseta, forro fino, primaloft y el chubasquero encima. Las capuchas de los dos últimos caladas sobre el casco, y los guantes calentando en el pecho… Básicamente llevo lo mismo que en invierno.  


Animo a Rubén a empezar él, y no es buena idea: son cerca de las once de la mañana cuando levanta del suelo. A medio camino del primer largo tiene las manos como tablas: escalada en modo muñón, algo muy desagradable y también peligroso. Se las arregla para llegar bien a la reunión. Arranco yo detrás de él después de asegurarle con los guantes puestos. El viento nos zarandea, y el sol apenas nos ha dado, por no haber levantado lo suficiente, y por la presencia de nubes. Calculamos estar quizá a siete u ocho grados, pero con este viento reinante, la sensación térmica es más fría. 



Yo no voy tan frío y para cuando llego a la reunión cojo los trastos y salgo a por la siguiente tirada. 

El segundo largo es del estilo: rocaza y grado fácil, pero compacto para asegurar. Lazo un par de puentes de roca y coloco un friend para llegar a la reunión. Apenas tiene veinte metros, pero mientras escalo noto que me he de esforzar para moverme con atención: el frío, el viento hacen que no vaya cómodo.



Mientras aseguro (de nuevo con guantes), miro alternativamente hacia arriba y hacia abajo a Rubén. La verdad que no está agradable la cosa… ya no hay nubes pero el viento persiste.

Cuando llega Rubén me dice que no lo ve claro, y es justo lo que yo necesitaba, dado que pensaba igual: él llega aún con el frío dentro, no ha recuperado sensaciones y ni uno ni otro nos vemos apretando en hueveras de V+ y apurando algún alargue obligado con estas sensaciones de frío y este viento.  

Lo que tenemos encima puede sonar fácil desde casa mirando el croquis, pero todo cambia rápidamente en este ambiente de montaña, con este frío. Pocas bromas.

Decidimos rápido: rápel de sesenta metros y al suelo. Al llegar apenas debatimos: sacamos las cuerdas y nos vamos a la vecina Cepeda.  

Creemos que aunque en la Cepeda se nos irá antes el sol, por un lado es una vía más fácil y a la vez estaremos más protegidos del incómodo viento que entra de Sur. Es tal cual.


Son las doce menos diez cuando arranca Rubén a por el primer largo y resuelve en un pispás.  

El siguiente lo tiro yo y también va fluido: la cosa parece ir atemperando. En la segunda reunión comentamos que quizá si hubiéramos seguido habríamos ido bien en la Amistad, pero a la vez, si no hubiera mejorado algo el tempero… Nada, para arriba.  

El tercer largo vuelve a ser para Rubén, y nos pone en la punta del brazo izquierdo de la Y.  


Cuarto largo, el de V, lo disfruto yo delante, rocaza.



Quinto largo Rubén, lo hacemos más difícil de lo debido, pero no hay problema.  

Sexto largo y vamos derivando hacia la izquierda en la transición de la vira superior de la cara Este.  


Séptimo largo por Rubén: es precioso, tirada de casi sesenta metros para llegar a la reunión del Rompetobillos. Los croquis lo dan de IV+. Buena roca y realmente muy bonito.




 
El largo del Rompetobillos me toca a mí: resuelvo tranquilo, colocando un alien por encima de la chapa, secuencia controlada a pesar de lo jabonoso de algún agarre. Y salgo por el agujero al Anfiteatro y estoy de vuelta expuesto a la ventolera.  


Mientras aseguro, saludo a una cordada de tres que ya están iniciando el segundo de los rápeles. Vamos a tener el placer de disfrutar el Picu para nosotros dos solos. Esto es poco habitual: lo celebro.

Llega Rubén, salimos a las terrazas, recogemos las cuerdas y caminamos hasta la primera reunión de los rápeles donde las dejamos para ir a cumbre.

Trepamos la canal, la arista, y llegamos a la cima. Son las tres menos diez. Hemos tardado tres horas desde el comienzo de la Cepeda.


Comentamos las buenas sensaciones a nivel de fondo (los dos nos encontramos en forma), y a la vez cuánto cuentan las condiciones: yo hoy he escalado toda la vía con el primaloft puesto, y a ratos incluso con el chubasquero encima. Ahora sigue haciendo viento, pero no molesta mucho. 


Como siempre aquí arriba disfrutamos de las vistas tremendas, unas fotos, un bocado y un trago, mensajes de saludo a casa. Diez minutos de disfrutar del sitio mágico. Repasamos las últimas veces que habíamos subido: yo el año pasado no había venido.

En movimiento de nuevo, destrepamos hasta donde hemos dejado las cuerdas, y una vez allí las recogemos y también destrepamos el primer rápel (muy tumbado y pesado para recuperar cuerdas: tardas y cansas más).

Montamos nuestro primer rápel a sesenta metros, baja delante Rubén y para cuando estoy llegando yo veo que estamos alcanzando a la cordada de tres que vimos antes: desde que los vi cuando salimos por el agujero del anfiteatro y que ellos ya estaban rapelando, nosotros recogimos las cuerdas, cruzamos hasta los rápeles, fuimos a cumbre, echamos nuestros buenos diez minutos allí, volvimos a bajar a los rápeles, destrepamos el primero, montamos el nuestro, rapelamos los dos, ¿y esta gente aún está aquí? (…)

Otro rápel a sesenta metros igual de fluido y estamos en el suelo: yo bajo el último y me separo de la base todo lo que dan las cuerdas. Sorprendentemente uno de los chavales de la cordada que nos precedía está justo en esa vertical recogiendo sus cuerdas (aún no ha terminado) y está sin casco. En cuando quito la placa me pongo a recuperar nuestras cuerdas y le recordamos que está justo en la vertical, pero el hombre no se altera (...)

Recogidas las cuerdas nos vamos a la entrada de la Amistad, donde hemos dejado la otra mochila y los zapatos. Una vez allí comemos otro poco, guardamos los trastos en las mochilas y finalmente, a eso de las cuatro arrancamos canal abajo.


El pateo de vuelta lo hacemos charlando sin parar: la bicicleta de carretera nos ocupa bastante la tertulia. Cruzamos y pasamos gente. Hay una luz preciosa, la atmósfera limpia recorta los perfiles, las cabañas salpicando las camperas por debajo de Pandébano, el ganado menea los cencerros.  

A las seis en el coche. Nos cambiamos. Una cerveza en Tielve comentando con los locales la mejorable gestión del Parque. Charla muy interesante por cierto.

Conduciendo en el coche de vuelta comentamos que vamos cumpliendo años, y que antes o después estas jabatadas de hacer el Picu en el día desde casa y por la Este serán demasiado para los paisanos... Cuando llegue ese momento volveremos al estilo antiguo de subir el día antes a vivaquear o al refugio.

Algo después de las ocho en casa.

Gran día de montaña. Qué buena es la Cepeda. Qué guapo es el Picu.


Gijón 6:00 h

Pandébano 8:00 h

Pie de Vía 10:15 h

Inicio “Amistad con el Diablo” 10:45 h

Inicio “Cepeda” 11:50 h

Cumbre 14:50 h  

Fin Rápeles 15:30 h

Pandébano 18:00 h







domingo, 28 de agosto de 2022

60 cumpleaños de la VIA por excelencia

Excelente resumen en la Web de Barrabés de la gesta de la apertura por parte de Rabadá y Navarro de la primera vía en la Oeste del Picu.
. . https://m.barrabes.com/blog/noticias/2-7928/60-anos-rabada_navarro-oeste-pico se te caen las pistolas pensando en estos dos máquinas.

viernes, 24 de junio de 2022

Urriellu, 30 Cumpleaños

15 Junio 2022      

Picu Urriellu (2.519 m) Cara Este, Vía Martínez-Somoano + salida Cepeda (310 m, 6a)

Rubén Díaz

Tres décadas. Ojo cuidao.


Empecé a escalar a los 15 años. Fue casi una evolución natural después de haber ido de monte desde pequeño. Bueno, eso unido a la inquietud adolescente, y a que escalar es algo tan atractivo que desde el primer momento haciendo boulder en la playa la cosa se convirtió casi en adicción.

También seguramente porque venía de hacer montaña, mi visión respecto a la escalada fue desde el principio orientada a subir montañas, y no tanto hacia la deportiva, bastante adictiva ya en sí misma.

El Picu es la montaña por antonomasia en Asturias. Icónica. Simbólica. 

La primera vez que estuve en Vega Urriellu tendría unos trece años. Subimos a pasar el día. Iba con mi amigo Nacho, del cole, nos llevaban unos amigos de sus padres. Cuando llegué me quedé alucinado con la tapia. Recuerdo estar tirado en el prado resiguiendo la pared en busca de los diminutos puntitos de color que eran los escaladores. Era algo fuera de escala. Desde entonces me quedé enganchado con el Picu.

Cuando llevaba un año escalando ya creía que estaba en condiciones de subir. 

A primeros de verano del 92 durante tres fines de semana seguidos subí a la Vega con distintos compañeros para intentar escalarlo. El primer fin de semana con mi amigo Caneja, el tiempo no acompañó y una niebla densa unida a la nieve en el Jou tras el Picu no nos permitió encontrar el pie de vía. El segundo, con mi amigo Elías llovía y no hubo opción. No desistí. El tercer fin de semana, esta vez con mi amigo Rubén, tuvimos suerte con el tiempo y pudimos hacerlo; subimos por la Sur clásica, la normal, la Directa de los Martínez, teóricamente la vía más fácil del Naranjo. Y lo hicimos a largos, alternando cabeza de cuerda y en libre. Vamos, como tiene que ser. Gran momento.

No tengo ni una triste foto de aquel día (como de tantos otros días memorables de aquellos comienzos).

Al año siguiente, 1993, hice mi segunda escalada al Picu. Esta vez con mi amigo Elías, quien se convertiría desde ese momento en un amante de esta montaña, recorriéndola compulsivamente por multitud de itinerarios por todas sus caras, acompañado y en solitario, en libre y en artificial. Pero la primera vez para Elías fue conmigo, fue por la Cara Este,  y por la Martínez-Somoano, o Carretero como también la llaman. Eso sí que es un buen comienzo. 

Ese mismo verano hicimos aquí nuestra primera Oeste, la Leiva, con Miguel, a largos. Grande Miguel. Tampoco tengo ninguna foto de aquellos días. ¡Qué triste!

A lo largo de los años he venido repitiendo bastantes vías de las que había hecho en mis comienzos (casi todas las vías pendientes o son muy difíciles, o muy expuestas, o ambas cosas), sin embargo la Carretero no la había vuelto a hacer. Y le tenía ganas.

Este verano se cumplen 30 años de mi primera escalada. Y yo quería celebrarlo bien. Y lo he hecho con una combinación de compañero y vías, con Rubén y por la Martínez-Somoano.

A mediados de junio empieza a haber gente ya, y con las restricciones de aparcamiento hemos preferido venir entre semana. A las ocho salimos del coche, junto con otros grupos. 

Sin prisa pero sin pausa, son sobre las diez y media cuando llegamos al pie de pared. En ese momento hay dos cordadas en la Cepeda,  los más altos en el tercer largo. Y otra cordada de tres en la Espejismo de verano.

Habíamos visto otra cordada más en la Pidal, que podía ser Martín trabajando por lo que me había comentado Fer. Por la Sur obviamente habría más gente. Lo dicho, un acierto venir entre semana.

Nos preparamos bajo un sol de justicia. Apenas llevamos ropa para arriba. No subimos ni las zapatillas. Agua y algo de comer.

Son las once cuando arranca Rubén a por el primer largo, de reunión común con la Amistad con el Diablo. 

Subo yo y salgo a por el segundo. Algo de navegación a buscar chapas viejas de La Luna. Después a la derecha por una zona fisurada y hasta la terraza de la reunión sin equipar.



Tercera tirada para Rubén, más vertical por una lastra fisurada con tramos tipo bavaresa fácil.  Un clavo en la zona final.


Rocaza.

El cuarto largo es el más difícil y característico de la vía. Recorre una media luna invertida que es una de las formaciones de referencia de la cara Este. La guía de Alberto indica que tiene cuatro chapas y dos clavos. Nada mal para lo que es la Este del Picu.

Arranca la cosa en travesía casi descendente a la derecha. Se pone tieso desde el primer movimiento, pero con un clavo cerca y esa calidad de roca... 


Me levanto a por la media luna, dentro de ella, al final y al fondo hay un clavo. Movimientos atléticos y me salgo al muro de la derecha. Unos metros más y primer parabolt. Escalada vertical con buena presa y con esta roca... placer puro.



Se mantiene el estilo, alternando zonas de seguro natural con otras con chapas en las zonas compactas. Paso clave hacia la izquierda pero con la chapa en la cara, sin estreses. Después fisura ancha muy tiesa, de canto, hasta el nicho de la reunión.  Estupendo largo. 


El quinto largo es una diagonal a izquierdas,  cuarenta y cinco metros, V+ y según la guía difícil de proteger. La cosa intimida un poco. Rubén prefiere no liarse y me deja repetir delante. Yo creo que lo haría sin problema. Salgo de nuevo al típico mar de roca de la Este. Corto la Amistad si sigo en oblicuo ascendente. Grado fácil, pero metros entre seguros. Creatividad para colocar algún friend en agujeros. Llego al clavo de la reunión,  refuerzo y recupero al colega. Llega de pancho, sabiendo que lo podría haber hecho delante bien.




Ahora tira delante rápidamente un largo a tope de cuerda para acercarnos a la Cepeda. La gente suena cerca pero no parece que vayan muy altos. Se augura atasco...

Cuando llego al relevo lo mando de nuevo delante: tenemos encima una cordada de tres ingleses que van lentos, y llegando por detrás tres cántabros de la Espejismo. Mientras Rubén escala yo charlo con los tres; tenemos amigos comunes, algunos andan por aquí currando, otros andan también seguro en espíritu...

Rubén escala a toda velocidad, pasando a los segundos ingleses en su reunión, y alcanzando al primero de cuerda, de hecho esperando por él. 


Salgo a toda pastilla en mi turno y conseguimos adelantar a los Brits. Son puretas, de cerca de Manchester, majos, charlo con ellos de sus zonas de escalada locales, es su primera vez en Picos, están encantados.

Gracias al sprint nos ponemos delante de los ingleses y vamos a por el Rompetobillos. Yo ya lo he hecho muchas veces y sé que a Rubén le viene bien ir delante para afianzar confianza.

Resuelve rápido y yo le sigo a través del agujero hacia el Anfietatro. Recogemos cuerdas, las dejamos en los rápeles y tiramos a cumbre.

Cruzamos a una pareja bajando de cumbre,  pero al llegar estamos solos. Un lujo. Son las dos y media. Tres horas y media desde el pie de vía.  No está mal para dos carrozas...



Apretón de manos, fotos de rigor. Estamos muy contentos con la escalada, la vía preciosa y la hemos hecho bien. Algo más de calor de la cuenta, pero bien.

  • Gijón 6:00 h
  • Pandébano 8:00 h
  • Pie de la Este 10:30 h
  • Comienzo escalada 11:00 h
  • Cumbre 14:30 h

Rapelando alcanzamos gente, y cruzamos a otros subiendo. Las cordadas de la Este apenas empiezan a salir por el agujero... En el penúltimo rápel, desenredando las cuerdas, se me cae la placa. Tengo que bajar con un dinámico. ¿Exceso de confianza?

A media Celada paramos a cargar agua de una surgencia, con paso delicado de rimaya y puente de nieve para llegar,  pero la sed aprieta... ramasseo hasta el último metro de nieve. 




Calor hasta Pandébano. Cerveza en Ortiguero, y a casa.

Tres décadas escalando en el Picu. Y compartiéndolo con los mismos amigos...