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lunes, 11 de agosto de 2025

Jean Christophe Lafaille

La visita periódica a la web de Desnivel es para mí obligada. Mantener todo el tiempo noticias o artículos de interés es imposible, pero en ocasiones te trae cosas que son simplemente fantásticas. Como el relato de supervivencia de Jean Christophe Lafaille que publica en estos días. Y es este relato, de lectura apasionante, que me trae recuerdos personales que me transportan a Chamonix.


Chamonix es la Meca europea del alpinismo. Por múltiples motivos. Siendo así, y gracias a mis numerosas visitas, a lo largo de los años he tenido algunos encuentros con alpinistas míticos, a continuación recuerdo algunos:

Julio 2002. Encuentro por la calle.  

Paseo vespertino en jornada de descanso entre escaladas. De repente giras una esquina de una calle secundaria y te encuentras de frente con esa melena salvaje y esa mirada inconfundible. Durante años yo llevaba fotos suyas en la carpeta del colegio… Codazos entre nosotros, pardillos, ella se da cuenta y nos sonríe amable de vuelta: es la gran Catherine Destivelle…

Junio 2003. Encuentro en la gité.  

Estamos en la gité echando la tarde, preparando la cena y rematando mochilas para el día siguiente. Estamos contentos, hemos bajado de hacer el espolón Frendo y hacemos planes para intentar las Petites Jorases. Compartimos mesa con un grupo de vascos. Vienen de hacer la Bionnassay. Entre ellos, el veterano y tremendamente amable Pedro Udaondo. Le brillan los ojos hablando de su escalada. Nos pregunta por la nuestra con interés. Qué gran paisano, pura historia de nuestra montaña…

Julio 2004. Encuentro en un refugio.  

Estamos en el antiguo refugio Alberto I. El tiempo es inestable y la previsión dudosa, pero al día siguiente vamos a intentar el Espolón Migot. Estamos Javi y yo en el comedor que aún es a la antigua usanza, y puedes cocinar con tu hornillo. Allí a nuestro lado, al otro lado de la mesa, con dos clientes puretas que charlan con él, mientras manipula el cacharro de sopa caliente con unos guantes mil veces remendados, nos sonríe amable y campechano su eminencia el gran Patrick Gabarrou. Solo nos falta hacerle reverencias…

Año indeterminado. Encuentro en Snell.  

De aquella las tiendas de montaña en España no tenían todo el surtido. Era más fácil (aunque también más caro) encontrar lo que buscabas allí. Aquí hay varias tiendas buenas, pero Snell es la más grande. A veces vas a por algo olvidado en casa, o perdido en el monte. En este caso, allí estaba Javi probando un modelo de botas ligeras de LaSportiva sentado en el banco, y yo alrededor trasteando sin intención de comprar nada. Cuando nos fijamos en que a su lado, también sentado y probando botas estaba un tipo discreto, pequeño, rizoso, delgado, enjuto (todos estos adjetivos también valen para Javi), pero que para nosotros es totalmente inconfundible: se trata de alguien que de aquella ya era muy conocido, con un historial apabullante: el máquina de Jean Christophe Lafaille…

Lafaille. No he leído su libro, pero gracias a Desnivel, me lo apunto en la lista. Además también esta lectura me ha hecho acordarme de Javi y mandarle un saludo, que hace mucho que no nos vemos.


sábado, 17 de mayo de 2025

99 años y 10 meses

2 mayo 2025, Pico Estaragne (3.006 m), macizo Neouvielle. Con Rafa Belde

"Vuelve pronto, parece que es inminente."

Mensaje de Paula a las 9 y cuarto de la mañana. Justo cuando nos poníamos las mochilas para empezar la excursión.


El día estaba regular y la previsión era que empeoraría. Habíamos elegido el Pico Estaragne (3006 m), a iniciar desde una curva de la carretera del Cap de Long.


Una barrera en el desvío  nos hizo dudar. No era definitiva, dejaba hueco para pasar, pero no quisimos ser los típicos españoles, así que aparcamos abajo y tiramos en zapatillas con las botas puestas a los esquíes en la mochila. 


No era demasiada distancia pero parece que fastidia caminar asfalto a buscar la nieve cuando te puede subir el coche...

El valle hacia nuestro objetivo se veía súper bonito. Arrancamos siguiendo huellas recientes. De hecho hay un par de coches cerca de gente que ha decidido arriesgar... Al principio nos rodean algunos árboles, pronto se abre en pequeños valles, canales y laderas.  Muy guapo.


Rafa va delante pero me lleva a un ritmo que puedo seguir sin problemas. Igual que el día antes en el Aneto. Me encuentro en forma pero le agradezco, sin decírselo, que me lleve suave; él podría salir disparado para arriba.

Medias laderas, vueltas María, bastantes metros remontados... hacemos paradas de cuando en cuando pada comentar la jugada. Charlamos de mil cosas. 

A pesar de la charla con Rafa,  yo tengo la cabeza todo el rato pensando en mi Abuela. Tantas vivencias, tantas anécdotas. ¡Cuántos recuerdos! 

Los últimos años ya se le habia ido la cabeza, apenas era ella. Algún destello fugaz de esa personalidad fuerte. El resto del tiempo ausente. Y en los últimos meses ya la acompañaban los problemas físicos, que hasta ahora nunca había tenido. La maquinaria ha llegado al final...


El cielo está yendo a peor. A ratos llueve, a ratos aguanieva. La visibilidad se va reduciendo y hace tiempo que la cumbre ha desaparecido entre nubes gris oscuro. Lo normal sería abortar el intento, pero a nosotros nos gusta mucho el monte y no estamos esquiando en Pirineos todas las semanas...

Nos cruzamos con un chaval de bajada al que da gusto verlo esquiar. ¡Qué delicia de estilo, qué envidia!

El pensamiento volvía una y otra vez a mi Abuela. No estaba centrado en el momento. Aunque no cambiaba nada, me daba apuro estar aquí foqueando sabiendo que ella estaba en sus últimos momentos. En un momento dado decido dejarlo por hoy. Me voy a dar la vuelta solo. Renuncio a la cumbre. 

Se lo digo a Rafa, que aún tira de mí unos giros más. Pero en un rellano cómodo para la maniobra me paro y le dejo seguir hacia arriba solo. Estamos a unos 2.600 metros.  Hemos remontado hasta aquí unos 750 m desde el coche. Aún queda para cumbre.

Rafa sale rápido a intentar hacer cumbre con el día cada vez peor.

Yo salgo para abajo con precaución. La nieve está húmeda y pesada. Busco las zonas más amables.

Me paro cada poco a descansar y ver por dónde seguir. En estas pausas me vuelve a la mente mi Abuela. Me alcanzan dos catalanes: vienen del Campbiel y luego pasaron al nuestro por la cresta. Charlamos un rato; hablan de zonas alpinas y delicadas. Luego siguen para abajo rápidos. Majos.

Sigo solo sin prisa. Llego a la carretera y mientras me quito los esquíes y las botas, la lluvia arrecia. Camino la carretera con la capucha puesta. 




Voy sin prisa y con el pensamiento en Asturias. Presiento que en cualquier momento ella dejará su presencia terrenal y pasará a formar parte del cosmos. De este mismo cosmos en el que ahora mismo yo camino bajo la lluvia, pero en medio de un paisaje precioso de bosques, montañas y lagos...

Llego al coche con una buena mojadura. Vuelvo para recoger a Rafa conduciendo hasta la curva. Al poco de aparcar ya aparece el Gallo. Ha hecho la alpina y afilada cumbre a palpo. Seguro que si yo hubiera seguido habría tenido que quitar tablas y poner pinchos...

Nos ha encantado el sitio a pesar de la desagradable meteo.  Habrá que volver por aquí a foquear más veces. Precioso Neouvielle.


En la bajada del puerto nos maravillamos con los verdes primaverales del renacer de la vida.

El viaje de vuelta es largo. Parada en Irún a comer un bocadillo.

Me informan cada cierto tiempo de que no hay novedades: mi Abuela está en su habitación rodeada de sus cuatro hijos, acompañándola en estos momentos finales. Sin dolor. Tranquila. No se me ocurre manera mejor.

Aún llego a casa a tiempo para salir a tomar una cerveza con Paula. Con mi Abuela la cosa sigue igual. 

Esa noche, ya muy tarde, se apagó finalmente. Tenía 99 años y diez meses. Una vida plena en la que habrá visto más cosas y cambios de los que nos podemos imaginar. Su recuerdo me acompañará siempre.

martes, 1 de abril de 2025

En recuerdo de Seoane

26 Julio 1992, 
Aguja de la Canalona (2.530 m), vía Normal (AD sup, IV, 90 m)
Torre de las Corteras Rojas (2.453 m), vía de la Chimenea (IV, 160 m)
Invierno 1993,
Los Argaos (2.160 m), Corredores Izquierda (II,2, 170 m) y Derecha (II,2, 170 m)
Con Alejandro Seoane

Mis primeras escaladas en montaña, en los Picos de Europa, fueron el verano de 1.992, cuando yo tenía 17 años, y algunas de ellas las hice con mi amigo Alejandro Seoane.

Las que hoy recuerdo aquí son algunas escaladas sencillas en una zona espectacular del macizo Central y del Cornión de Picos de Europa:

La Aguja de la Canalona es una torre que cualquier escalador que la vea querrá ascender. Nuestra vía de escalada fue su Normal, como es lógico cuando estás empezando en el tema, como era mi caso. Arrancó delante Alejandro en el primer largo y luego me dejó a mí tirar el resto de la vía, otros tres largos cortos. ¡Qué disfrute llegar a esa cumbre espectacular!

Después de bajar de esta, nos dirigimos a la pared vecina, justo al otro lado de la canal.

Los Coteros Rojos, o las Coteras Rojas como también se llama, es una cumbre muy cercana a la anterior. Es una cima secundaria adosada a la Peña Vieja que ofrece una pared interesante en la vertiente que mira hacia Cabaña Verónica. Tiene varias vías en torno al llamado Pilar de Nazaret: a su derecha, la vía de la Chimenea es quizá la menos atractiva, pero a la vez es la más evidente, fácil y clásica. Hicimos la vía alternando cabeza de cuerda en cinco tiradas cortas.

En la cumbre de la Canalona, con Alejandro aquel día, la única foto que tengo

Escalamos las dos vías seguidas, en la misma jornada. En mi libreta de escaladas indica que la primera nos llevó una hora de ascensión y veinte minutos de rápeles. La segunda nos llevó dos horas y cuarto de escalada. De esta se baja caminando.


Aunque el recuerdo que tengo de aquellos días está ya muy difuminado, ha pasado mucho tiempo, poniéndolo en perspectiva resulta que fue iniciático para mí; vivaqueando, vagando por esas paredes y cumbres.

Y mi compañero de acampada y de cordada, compartiendo la experiencia aquellos días, fue Alejandro Seoane. No tengo ni una foto con él...

En aquellos años también compartí cuerda con Alejandro en temporada invernal. En el macizo del Cornión escalamos juntos algunos de los corredores de los Argaos, típica actividad de iniciación, que era lo que yo estaba haciendo por entonces. Recuerdo escalar con un piolet, una maza de invierno y crampones de correas, todo ello alquilado en el club Torrecerredo. Recuerdo meter clavos montando reuniones, rapelar de vuelta hacia la vertiente de la Llampa Cimera… 


Mismas temporadas, mismos corredores, pero aquí con Rubén

Por Ubiña también hicimos alguna cumbre invernal juntos.

A lo largo de los años he hecho otras escaladas a esas mismas cumbres o paredes. Más difíciles, más estéticas e interesantes, con compañeros y amigos variados, también he repetido algunas de estas mismas escaladas en solo. Pero aquellos días están en lugar destacado por el hecho de ser de los primeros vividos en este plan en los Picos; vivaqueando, caminando y escalando.

Después de aquello creo que ya no escalé más con Alejandro en las montañas. Sí que compartimos cuerda alguna vez más en zonas de deportiva. No obstante Alejandro continuó siempre presente.

Apenas hace cuatro meses Alejandro se puso malo. Un día se empezó a encontrar mal, le costaba respirar, y cuando le revisaron en el hospital ya era demasiado tarde para nada. Y así fue la cosa, en apenas unas semanas se apagó, consumido por el bicho. Rapidísimo. Terrible.

Alejandrón, como yo acostumbraba a llamarlo, por su metro noventa. Mis recuerdos suyos son muchos. Tantas sesiones de entrenamiento en el Grupo, saliendo a correr, entrenamientos en el gimnasio: teníamos muchos amigos comunes así que las tertulias eran continuas, largas y entretenidas.

Recuerdo tardes en el Café Gregorio, del que él era un cliente habitual, con charlas de temas variados, pero casi siempre sobre montaña.

Durante unos años estuvo en la organización de la Semana de Montaña de Gijón. En esta tarea recuerdo su invitación para que yo hiciera de traductor para Steve House. Aquello me hizo mucha ilusión.

También recuerdo vernos alguna vez en Soto de Sajambre, él al volante de un Landrover largo cargado de turistas, camino de Vegabaño, para seguir más tarde hacia Valdeón.

Una persona especial, a la que le encantaban las montañas, y que siempre las tuvo entre sus prioridades. Adaptando la actividad a su nivel de cada momento, es decir, como todos. Siempre subiendo al monte a caminar, a escalar, en bicicleta, a sacar fotos.

Recuerdo vernos múltiples veces atravesando Gijón en bicicleta, y parar a charlar. Siempre una palabra amable, preguntándome por Paula o por los niños. Ese ritmo propio sin prisas, ese estilo a medias entre lo desordenado y lo agudo.

Una de las últimas veces que coincidimos fue precisamente dando un paseo por el Muro, frente a la playa, lugar habitual tanto para él como para mí. Apenas unas semanas antes de su hospitalización.

En su funeral en la iglesia de San José estaba una buena representación de los aficionados a la montaña de Gijón. Me gustó ver a mucha gente de la montaña despidiendo al amigo.

No somos nada. La vida sigue. Nos olvidamos rápido.

Alejandro, se te recuerda y se te echa de menos.

lunes, 11 de noviembre de 2024

50 Aniversario grupo Codema AL

El pasado día 1 de noviembre fue el 50 aniversario de la primera excursión del grupo de montaña de mi colegio, el Corazón de María de Gijón: el grupo se llamaba Codema Aire Libre.


Este grupo fue fundado por dos curas apasionados de la montaña, el padre Bernardo y el padre Valdivielso, que junto con un grupo de alumnos del colegio comenzó a salir al monte de forma continua cada sábado durante los meses de curso escolar.


El grupo estuvo operativo desde finales de 1975 hasta 1998. 

Valdi en su medio

Durante estos casi veinticinco años Bernardo y Valdi organizaron excursiones por toda la Cordillera Cantábrica, pastoreando a grupos de decenas de alumnos del colegio, desde los 6 o 7 años los más pequeños, hasta los 16 o 17 los mayores. Con los años se sumaron a las excursiones padres que participaban en las mismas.

A lo largo de los años, dentro de las actividades del club, aparte del sistemático recorrer cordales y cumbres cada semana, también se organizaron numerosos campamentos y acampadas. 

Se editaron un montón de revistas y publicaciones varias. Se subía a las estaciones de esquí en temporada. Se participó en cursos de alpinismo. Se hacían celebraciones anuales como el Magüestu o la Paella de fin de temporada. Se participaba en marchas reguladas junto con otros clubes, etc.

El grupo fue el impulsor de la Semana de Montaña de Gijón, que va a por la edición 45.

Belenes de cumbre. Misas de campaña. Juegos en las camperas.

Todo esto sucedía inicialmente en una época muy distinta a la actual, en la que los medios disponibles, los recursos, los materiales, etcétera, eran mucho menores que hoy día. No había teléfonos móviles, ni GPSs, ni previsiones meteorológicas detalladas, ni goretex... El empuje de Bernardo y Valdi podía con todo esto. Y la ilusión de los alumnos les seguía.

Yo empecé a ir con el grupo a la montaña cuando tenía 8 o 9 años, incitado por alguno de mis amigos compañeros de clase que ya iba. A partir de esas primeras excursiones, cada vez me fui enganchando más a la montaña, poco a poco. Y desde entonces hasta hoy.

El jersey del grupo, que llevábamos todos. Tejido por nuestras madres o abuelas. En aquella época más apretada, cuando los forros polares aún no existían.


Mi recuerdo es el de ir a la secretaría del colegio, donde Valdi trabajaba, el martes a medio día para apuntarme a la excursión del sábado. A veces ya estabas en reserva en la lista porque ya estaba completo el autobús... Luego, si tenías plaza, el jueves volvías a pasar y te entregaban la hoja de la excursión, donde con un texto descriptivo y un mapa esquemático te hacías una idea de lo que te esperaba.


Hubo algunos cursos en los que fui a más excursiones que en otros, también practicaba otro deporte que me condicionaba la agenda, pero lo que es claro es que gracias al grupo del colegio me había enganchado a la montaña...

Decenas de excursiones, de cumbres, de juegos, de mojaduras, días de frío, de calor, de ratos de sed o de hambre, de risas, de montaña. Un aprendizaje lento, progresivo, de los valores y del respeto al medio, en todos los sentidos. Ese proceso nos transformó a muchos.

Viendo ahora las hojas de las excursiones, me sorprende lo audaces y auténticas que eran muchas de ellas. Verdaderos recorridos de montaña ascendiendo a cumbres en ocasiones complicadas. Y todo esto, recordemos, con un grupo de chavales de rango de edad muy grande. El cierre del grupo por Bernardo, acompañando a los más lentos. Las emisoras entre algunos de delante coordinando en los desvíos. Buscando alternativas cuando el tiempo no acompañaba...


De la gente con la que a día de hoy voy al monte a caminar, a escalar, a esquiar, salgo en bici, etc, un porcentaje alto de ellos viene del grupo Codema AL. Algunos más jóvenes que yo y otros más veteranos, empezamos a ir al monte en el grupo del colegio, y seguimos yendo décadas después. Y seguiremos.

1994 con el jersey del Club en el Solvay, Cervino

Con motivo de este aniversario, hace unos meses un grupo de los más veteranos del grupo organizó un grupo de Whatsapp, convocó una excursión conmemorativa, y organizó una espicha de celebración.

En las semanas previas al aniversario, en el grupo de whatsapp se sucedieron los comentarios, se compartieron multitud de recuerdos, de fotos y vídeos históricos de la trayectoria del grupo.

Lo que se destilaba de todos los comentarios y la información compartida por todos era un cariño enorme hacia la labor de aquellos dos curas, que nos inculcaron, generación tras generación, el amor por la montaña. 

La excursión del pasado día 1 fue un éxito, el día estuvo estupendo y la cumbre elegida, el Pienzu en el Sueve, hizo su parte para lograrlo: espectacular escenario (por problemas de agenda yo no pude ir a la excursión). 

La espicha posterior completó la celebración. Encuentros emotivos intergeneracionales, comida y bebida típicas. Recuerdos varios y por supuesto bastante cachondeo (esta no me la perdí).




El padre Bernardo ya murió hace unos años. Recuerdo su funeral con la iglesia llena hasta los topes, cosa llamativa para una persona tan mayor. Valdi sigue con nosotros y nos compartió un emotivo vídeo en el que nos agradecía la iniciativa. Somos nosotros los que le debemos dar las gracias a él.

(las fotos son de gente variada del grupo, pero muchas de ellas de Isidoro Luque)

No creo que ni Bernardo ni Valdi llegaran a ser conscientes de cuánto nos influyeron a muchos de nosotros.

Grandes Bernardo y Valdi. Os debemos mucho. Gracias. Muchas gracias.

Salud y Montaña



viernes, 19 de mayo de 2023

La Lloca - el sitio de mi recreo

Sentado en las rocas descansando entre series charlo con Jose, recordamos las muchas tardes pasadas aquí con viejos amigos.
Algunos de los amigos recordados ya no están con nosotros: Miguelón y Emlio eran de los puretas habituales... justo esta semana es el aniversario de Miguel. Cuántas tertulias animadas, cuántos planes de escaladas, cuántas risas.
Pensar en ellos me trae nostalgia pero a la vez se me dibuja una sonrisa. Vaya par. Las traves de la Lloca son para mí un sitio muy especial. Aquí, apretando regletas, junto con las traves del Piles, aprendí a escalar.
Me sorprendo escuchando a un par de chavales con los que entro a turnos a la travesía corta decirse que tienen 25 años; pienso para mí que ya hacía búlder aquí 5 años antes de que ellos nacieran!! Estoy fuera de forma y pronto tengo los antebrazos como madera. Congestionado para escalar más me deleito con las vistas a la mar, el perfume del salitre, y el ambiente de paz.
El sitio me encanta y de hecho vengo a pasear por la zona prácticamente todas las semanas. El nombre viene de la estatua dedicada a la Madre del Emigrante, a la que los cachondos gijoneses bautizaron hace décadas como la Lloca del Rinconín.

jueves, 3 de noviembre de 2022

El Evidente

"At either end of the social spectrum there lies a leisure class”

Hay alguna gente, poca, tan valiente que es capaz de bajarse de la rueda del hamster en que vivimos.

Conocí a Emilio desde el principio de mi trayectoria escaladora. De guaje en la playa, en las travesías de búlder. En aquellos momentos, para mí él era otro más de los extraños ejemplares de la especie escaladora, singular, como tantos otros. Siempre andaba por allí con su calma, con gana de charla, con sus interesantes conversaciones. Con el tiempo lo fui conociendo más, y desde siempre me cayó bien. Claramente estaba a otra velocidad.

Hace mucho ya que consiguió salirse de la norma, dar la espalda al sistema, y vivir con menos. Aprendió a optimizar los recursos al máximo. Supo exprimir cada euro hasta su último céntimo, y disfrutar de aquello que es realmente incomprable, impagable. De agudo ingenio, maestro en la reparación del material, en la optimización de los medios, en sacar el máximo provecho a cada objeto, y disfrutar de la vida a su manera. Involuntariamente se adelantó décadas a las teorías de reducir tu huella. Buscó la riqueza de disponer de tiempo, de estar cerca del suelo, de la huerta. Y le dedicó ese tiempo disponible a las cosas que le gustaban y que realmente le importaban.

Emilio, “el Evidente”, como pronto aprendí que lo llamaban, por su expresión cuando orientaba al primero de cuerda en momentos de duda escalando en el monte, con esa instrucción casi siempre acertada: “¡por lo evidente!”.

Con su aspecto de hippy, su mirada intensa, siempre en bicicleta, siempre con su sonrisa socarrona, con sus teorías para el debate. Aprendiz de mucho, maestro de algunas cosas, practicaba la espeleología, la escalada, el ciclismo; disfrutaba mucho la montaña.

Emilio para mí además estaba en una categoría especial, la de los amigos íntimos de Miguel. Esa categoría, por el mero hecho de pertenecer a ella, lo colocaba en un nivel seleccionado para mí. Pocos accedían a la misma. Especialmente en los últimos años de Miguel, junto con Larry, Dani y algunos más, él era uno de sus compañeros en las andanzas, escaramuzas y aventuras varias. De hecho, me consta que era de los que le ponían un poco de cordura a las ideas y propuestas de "el de la gorra", que buena falta le hacía, por geniales que parecieran. Lo recuerdo muy triste el día de su funeral. Nos tomamos juntos una cerveza con Estivi y Javi, al pie del árbol plantado por Miguel en el Agero.

Esos días de su fallecimiento me llegaron varias anécdotas de amigos sobre él. Y comentarios cariñosos de gente muy variada del mundo de la montaña local. Eso es sin duda la mejor señal. Muchos de sus amigos no llegaron siquiera a enterarse a tiempo de su enfermedad y su fallecimiento. Así de discreto fue hasta el final.

Un recuerdo especial también para Julia, con quien estuvimos charlando un rato Estivi y yo en esos momentos tan duros, recordándolo sin escatimar risas, que es lo mejor.

Por lo que ella nos confirmó Emilio irá a unirse a la montaña para siempre en un sitio especial para él: los puertos de Agüeria, en Quirós. Un sitio realmente mágico que en adelante tendrá para mí una nueva significación adicional.

El otro día, paseando al atardecer por la Lloca, viendo a varios chavales haciendo traves en el Muro, recordé viejos tiempos y amigos...

Con su discreción y su bajo impacto, se le echará de menos.

miércoles, 16 de marzo de 2022

Hasta siempre Checha

Ayer por la tarde coincidí en la sala con Chusón. Hacía mucho que no entrenábamos juntos. Juntos en el espacio y en el tiempo, aunque él estaba a su nivel, y yo en el mío,  en el subsuelo... 


Viéndolo montar su trave de 40 movimientos, para darle unas cuantas series, la cabeza se me iba a años atrás, y claro, llegué a Checha. 

Hoy día apenas voy a entrenar, pero hubo una época de gran intensidad y entusiasmo. 


En aquella época, lejana ya, conseguía levantarme con cierta dignidad en escalada deportiva por los 7bs, 7cs, algún 7c+, y hasta tocando por una vez la mágica cifra del 8a. Por aquella época escalaba mucho, muchos días me refiero, y entrenaba más aún. Y todo eso daba resultados.


Como siempre, además de entrenar fuerte e ir a dar pegues, muchos, también cuenta la gente de la que te rodeas. El que sea gente positiva, que anime y empuje, facilita los éxitos.


En la sala éramos una buena banda, unos más ordenados que otros, con más o menos planificación para entrenar. Lo pasábamos fenomenal. Recuerdo entrenar muchos días con Santi, Dani, Chus, Virgi, Chusín, el otro Chus, Kike, Pitu, Bene, tanta gente... Y claro, recuerdo entrenar muchos días con Checha. Traves largas y cortas, pasos de bloque, resistencia, fuerza pura, juegos varios... Recuerdo bien a Checha haciendo tracciones de un solo brazo.


Si alguien me mostró que las ganas y el centrarse en un objetivo siendo concienzudo trae resultados, ese fue Checha. Consiguió transformarse físicamente, y lograr grandes encadenamientos.


Recuerdo estar con Checha en Teverga, en Planeta X, apretando por allí. Y lo recuerdo muy bien en Cueva Boyu, yo estaba probando Burricada o Supergen, o las dos. Él ya las tenía hechas ambas, y me aseguraba dándome ánimos y consejos, empujándome a por la cadena…


Recuerdo coincidir con Checha en el Picu, un día muy especial en el que yo iba con mi amigo Chusín, y por allí andaba Boza con María, Marto currando, Luisón por la norte… tantos amigos. Me encantó verlo a él por el monte. Un buen día aquel.






Dani ha contribuido a su memoria de la mejor manera: un pepino de vía en Olvena, Huesca, 40 metros de 7C que lleva su nombre para siempre.  Grande Dani!


En los últimos tiempos nos veíamos menos. La vida te enreda con el trabajo y los niños. Yo apenas escalo y él había aflojado mucho también. Solíamos coincidir en el Grupo, en esas breves visitas que hago un rato al gimnasio o a recoger niños. En estas ocasiones Checha, como él siempre fue, tenía en la cara una sonrisa de oreja a oreja, y una palabra amable. Solíamos acompañar estos momentos de breve charla con algún recuerdo de los buenos tiempos y una esperanza de volver a ponerse fuertes.




A ver si siguiendo su ejemplo, me pongo a entrenar. 

Grande Checha. Se te echará de menos.