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domingo, 8 de julio de 2012

Mi primera norte de Alpes

Eduardo Rodríguez Dedeus, Javier Sáenz
Julio 2002


Javi disfrutando de la luz de atardecer en el Plan de la Aiguille, al fondo la Aiguille de L´M




Hay que empezar desde abajo. Paso a paso.
Es mi cuarto o quinto viaje a los Alpes, y casi desde el primero, el objetivo ha sido escalar.
La Aiguille de L´M es una cumbre singular, independiente, separada, pero pequeña. Desde el pueblo apenas te fijas en ella: sus vecinas, mucho mayores, recortadas contra el cielo, con su granito naranja y sus glaciares y neveros colgados, hacen que los ojos no vean la pequeña M. Su nombre está totalmente justificado: sus dos cumbres, más o menos igual de altas, separadas por un collado en V, forman una clarísima m mayúscula.



Estamos a principios de verano, recién acampados en los mullidos prados del Plan de L´Aiguille, la norte de la Aiguille de Midi está aún muy blanca de nieve, demasiado. Como siempre al venir a los Alpes, traemos la mente abierta a distintas opciones, y más o menos material para todo, lo mismo roca que nieve o hielo. Disfrutamos la tarde tirados por los prados, vagueando entre los bloques, mordisqueando galletas, espiando a las marmotas que se asoman en gran cantidad de sus madrigueras después de un largo encierro invernal. Revisando las guías nos estamos decantando por el Pilar Rojo de la Blaitiere, una pared de unos trescientos metros de orientación oeste, con muy buena roca y una aproximación relativamente corta. El tema es que de momento se ve algo mojada del rezume de la nieve de algunas terrazas y campas superiores. Vamos a esperar un día más para acercarnos. La alternativa que hemos pensado es hacer la Vía Clásica a la Norte de la Aiguille de L´M: clásica, V+, no muy larga, norte.




No hace falta madrugar demasiado, en poco más de una hora estaremos en el pie de vía. Apenas hay que ganar altura y no necesitamos llevar piolet o crampones. El camino al principio es cómodo: primero por senderos horizontales que van cortando los prados, evitando las pequeñas lagunas formadas por el deshielo. La mirada se escapa inevitablemente al Grand Charmoz, a la Blaitiere, al Peigne, a los Pelerins… Espectacular.





Atravesamos las graveras rápidamente, vamos ligeros y frescos, con ganas de empezar a escalar. La parte final de la aproximación obliga a pisar nieve, tenemos que cruzar la parte baja del glaciar de Nantillons, que baja desde los tres mil ochocientos metros de la parte alta de la Blaitiere y las caras oeste de Grand Charmoz, Grepon, Fou… Es una lengua de hielo con algunas zonas muy fracturadas en su mitad, seracs amenazantes aunque lejanos. Estamos a mitad de cruce de este tramo, ya entre bloques de granito gris, cuando unos cientos de metros por encima algo grande cruje: todos miramos hacia el origen del ruido, un enorme bloque de roca, del tamaño de un Land Rover, se ha puesto en movimiento, rotando sobre sí mismo, chocando con las paredes de roca y con los otros bloques, parece que va a cámara lenta, pero las alarmas se nos encienden: a un grito de Javi los tres estamos corriendo como rebecos, de bloque en bloque, hacia el borde salvador, aún a unos treinta o cuarenta metros. Cuando nos encontramos en zona segura nos paramos a recuperar el aliento, y a observar cómo los efectos del bloque, aunque menores de lo que esperábamos, sí pasan por la zona en la que estábamos. Estas montañas son grandes y eso se nota en todo.


Llegamos al pie de vía, sacamos el material y nos empezamos a preparar: es ahora, al enfriar del pateo, cuando nos damos cuenta de que está bastante fresco. La orientación norte, unida al ligero viento que nos ventila, hace que se note el frío.




Nos repartimos la vía en tres partes, empieza Javi, la parte intermedia la haré yo, y la parte final Edu. Sin más, empezamos a escalar. La vía transcurre sin problemas, tiene corte clásico y discurre por diedros y fisuras, más o menos aéreos. Las reuniones son cómodas en general. Antes de que nos demos cuenta estamos en la cima. Hemos hecho la que para mí es la primera vía en cara norte en los Alpes. Es una vía sencilla, en una cumbre modesta, pero creo que es mejor así, empezar poco a poco, para hacerme a las dimensiones, a las implicaciones y a las complicaciones de escalar en cara norte. Contento voy destrepando con mis compañeros, de vuelta a nuestro campamento en el Plan de l´Aiguille.


Al día siguiente escalamos una vía preciosa al pilar Rojo de la Blaitiere: “L´eau rance d´Arabia”, de Michel Piola. Ocho largos de hasta 6a+/6b, 250 metros de calidad total, cara oeste, así que escalamos casi todo el día a la sombra.






Igual que el día anterior, vamos alternando la cabeza de cuerda, el largo más duro, adherencia en placa, le toca a Eduardo. A mí me tocan largos muy guapos de fisura.






Javi culmina la vía al sol, con un Off-width muy estético.






Desde la cumbre del pilar rapelamos al suelo, donde nos esperan las botas y crampones para el nevero que se apoya en la pared.

Una mariposa encaprichada con Eduardo




A escasos cincuenta metros del pie de vía arranca la fisura Brown, una vía súper clásica que, si se completa, llega a la cima de la Blaitiere: otra más para la lista.




Recogemos el campamento y bajamos a Chamonix a pensar nuevos planes. Para tener tiempo para pensar, bajamos caminando, una experiencia torturadora con peso y botas de plástico. Una vez abajo, mientras nos decidimos, escalamos en una de las muchas zonas de escuela del Valle. La temperatura aquí abajo es altísima y las adherencias se vuelven complicadas.





Después de estas jornadas de roca, nos apetece pisar algo de nieve: subimos con el primer teleférico a Midi, y salimos pitando hacia el Valle Blanco con el objetivo de hacer la Goulotte Chere al Triángulo Rocoso del Tacul. Esta es una vía fácil clásica de hielo, con muy poca aproximación, instalaciones de rápel, y que suele estar en condiciones casi todo el año, incluso como ahora, en verano. Estas condiciones hacen que cada día haya varias (a veces muchas) cordadas que la quieren hacer. Y esto se traduce en que nuestro ritmo de aproximación fue muy alto, intentando pasar a todos aquellos que tenían pinta de ir para allá…


A la caza de las cordadas de delante


Cuando ya empezamos a remontar la pala final que lleva al pie de vía, somos tres cordadas peleando por la pole. En el momento de encordarnos para atacar el cono de entrada a la propia goulotte, una de las cordadas claramente ha tirado la toalla y se preparan con calma, pero la otra sigue a todo tren. 




Yo soy el que va a hacer este primer largo, y arranco con las cuerdas a toda leche por la pala inclinada de hielo, en paralelo con el primero de la otra cordada. A base de corazón me voy poniendo por delante, solo pongo un tornillo en los sesenta metros, pero consigo llegar antes a la roca donde está la reunión. Eduardo y Javi salen rápidos también, y llegan con bastante diferencia frente al otro segundo, así que lo hemos conseguido, tenemos la goulotte para nosotros.









Empezamos una vez más alternando largos, primero Edu, luego Javi y luego yo. La vía es muy guapa y el hielo está bueno. Hay muchos seguros en la roca, y opciones de colocar más. También hay instalaciones montadas para rapelar a distintas alturas y a los dos lados de la lengua de hielo, señal de lo muy transitada que está la vía. Por debajo de nosotros, un guirigay de cordadas de múltiples nacionalidades va ganando altura.





Alcanzado el final de la goulotte, miramos las palas de encima, pero decidimos no continuar y rapelar: hemos hecho la vía. Nuestras cuerdas incordian a los que vienen por detrás, es esto precisamente, junto con los cascotes de hielo que desprendemos al escalar, lo que queríamos evitar al llegar los primeros al pie de vía. Alguna protesta en francés por parte de un guía, pero es lo que hay.






De vuelta en el Valle Blanco, los ojos se van a las cumbres, a la rojiza pared sur de Midi, donde las cordadas disfrutan de su excelente roca, también al risco donde está la Digital Crack, un 8a a cuatro mil metros… Remontar a la estación se hace tan pesado como siempre.







La semana ha sido muy completa, hemos escalado muy variado.
Se acaban los días de vacaciones y enfocamos la carretera de vuelta a casa: el Kadet 1800 gasolina de Eduardo ruge por las autopistas francesas.


Referencia:
Aiguille de L´M, vía Couzy 
"El Macizo del Mont Blanc, las cien mejores ascensiones" Gaston Rebuffat Actividad 46
Aiguille de Blaitiere, Pilar Rojo, "Le eau rance d´Arabia"
"Le todo du massif du Mont Blanc" - Tome 2 - Michel Piola
Mont Blanc de Tacul, Triángulo rocoso, "Goulotte Chere"
"Escaladas en el macizo del Mont Blanc, nieve hielo y mixto" Tomo 2 - Francois Damilano, Actividad 190







viernes, 29 de octubre de 2010

Goulotte Modica-Noury al Tacul – Historia de una peregrinación

Octubre 2007
Javi Sáenz
Ya han pasado tres años, pero lo recuerdo muy bien.
En el curro, me sudan las manos mirando por enésima vez en las últimas semanas la meteo de Grindelwald y la webcam del Eiger. Nos vamos este fin de semana a los Alpes y la previsión a diez días vista es muy buena. Peor aún.
Tengo una sensación muy desagradable en el estómago desde hace días.
Este año, entre una cosa y otra el viaje se ha ido retrasado. Ya estamos en otoño y los días han menguado mucho, de hecho, a nivel de horas de luz es como si estuviésemos en marzo, y la temperatura, aunque no tanto, sí que se va acercando más al invierno, dejando ya atrás el verano.
La parada en Chamonix nos deja una visita a la Casa de la Montaña en la que vemos que no se están haciendo muchas cosas últimamente, las condiciones son regulares, pero la meteo es buena para la semana. Mientras nos preparamos para vivaquear en el túnel junto a Ortház, aparece Eduardo, un viejo conocido de Gijón, que ha venido solo para encontrarse con amigos más tarde. Más tarde sabremos que hizo el pilar Nosotros hemos decidido ir hasta Grindelwald, para ver de cerca la pared norte más famosa de Europa, el Eiger, y quizá intentarla. Cuando al día siguiente llegamos al mediodía al idílico pueblo suizo, el sol con su reflejo nos oculta totalmente la vista del monte. Se intuye una silueta, enorme, pero nada más.
En el parking preparamos las mochilas, apilando en un montón lo que creemos que es recomendable llevar, luego quitando cosas y dejando lo que creemos que es necesario, y por último quitando más cosas aún y dejando únicamente lo que es imprescindible. Aún así, abulta y pesa bastante en la mochila.
Nos dirigimos a la estación del tren que nos subirá a Kleine Schddeigg.
La sensación del estómago se hace insoportable, un comezón permanente que se agudiza por momentos.
Todavía seguimos sin ver apenas la pared, el sol no nos lo permite. El tren va trepando por la cremallera y de repente, después de un pequeño túnel, hemos librado el ángulo ciego y por fin vemos la Norte. Es impresionante. Nada más verla me doy cuenta de que no voy a ir ahí; esto me queda grande para esta ocasión. No hay duda.
El enorme paredón con grandes parches de nieve y roca chorreada tiene un aspecto intimidante, a esto se suma toda su leyenda.
Delante de la Norte más famosa de los Alpes: de retirada antes de empezar
Nos bajamos del tren, nos sacamos fotos, miramos por el famoso catalejo del hotel, Javi me pregunta si estoy seguro, pero no lo tengo ni que pensar. La cosa está clara.
Por fin, después de varios días, la sensación del estómago desaparece, el nudo se desata, ya no hay tensión. Ya está claro lo que era: ¡un miedo tremendo!
Esto mismo ya me ha pasado anteriormente con otras tapias o montañas, es como si necesitase verlas varias veces para hacerme idea de la dimensión antes de intentarlas. No es nada malo, de hecho creo que es incluso bueno.
Tren de vuelta para abajo, coche de vuelta para Chamonix: llegamos por la tarde.
Al día siguiente por la mañana subimos a Argentiere.
El ritual de las mochilas, cada vez distintas según el objetivo
Desde la estación intermedia del teleférico tenemos un buen pateo de tres horas hasta el refugio, que parece no llegar. No estamos solos, nos acompañan dos ingleses que esta noche se van a Les Droites; esta pared de mil metros también me intimida mucho, tiene una estampa de la leche. Javi quería haber subido material pensando en ella, pero mi posición fue firme, yo necesito algo más suave, que en hielo no tengo la confianza necesaria para esa tapia. Con mi postura y los pocos tornillos que hemos subido no hay opción al enorme espejo de la Ginat. Mi propuesta es otra norte clásica, los Suizos a Les Courtes, también de unos mil metros, pero más fácil.
Les Droites: una Norte impresionante
Les Courtes y más al fondo el Triolet, grandes clásicas
Cena temprana y a la cama; poco después de las ocho estamos bajo las mantas. Los comienzos alpinos te hacen levantarte a horas tan extrañas como la una y media de la mañana. Desayunar no apetece demasiado, pero hay que meter algo en el cuerpo para resistir lo que viene. El cielo está raso y destrepamos la morrena sin demasiados problemas. Los ingleses ya son dos puntos de luz entrando en el escudo central de Les Droites, han madrugado mucho y se mueven rápido, falta les hace. Dos horas de aproximación nos plantan en la rimaya de Les Courtes, a priori muy abierta. Después de media hora explorando nos damos cuenta de que no podemos entrar, hay un vacío de unos seis metros que sólo se corta a la derecha en un espolón de roca muy tieso y pulido… ¡Qué mal, tampoco vamos a poder intentar hacer esta clásica! Retirarte a las tres de la mañana fastidia bastante, pero no hay opción.
Retirada de madrugada en la rimaya de Les Courtes
Camino al valle, cabizbajos, miramos cada poco a los ingleses que progresan bien y ya están saliendo del escudo central de la pared cuando los perdemos de vista.
En la Casa de la Montaña nos interesamos por otras zonas, las goulottes del Tacul surgen como opción en otra zona diferente del macizo. Parece que algo se puede hacer, aunque están bastante secas, como corresponde a esta época del año. Sin perder tiempo subimos a Midi, y de allí bajamos al Valle Blanco hacia el refugio viejo de Cosmicos. Esa tarde tirados al sol en la terraza del refugio, mientras nos hidratamos sistemáticamente, con las impresionantes vistas que nos rodean, se convierte en un gran placer. Compartimos espacio con unos españoles, andaluces concretamente, entre los que uno de ellos destaca por sus comentarios torpes, en altas voces, fuera de lugar: un payaso. Afortunadamente también están un par de discretos chavaletes franceses que ayer hicieron la Modica y que nos la recomiendan: la Modica-Noury es una escalada de nieve y hielo de unos quinientos metros, graduada de III, 5+, ya tenemos nuevo objetivo. Hacemos la cena y nos acostamos pronto.
La primera luz del día nos encuentra cruzando la rimaya de la goulotte después de casi dos horas de pateo. Por el mismo corredor entran la Modica y la Gabarrou-Albinoni, pero esta última está demasiado seca.
Estamos encerrados entre pilares enormes de granito rojo a la luz del amanecer, el Gervassutti, el Boccalatte, y otros secundarios. La orientación es Este-Noreste. Arrancamos en ensamble con una cuerda, cuando la cosa se complique ya montaremos reuniones y sacaremos la otra. El caso es que Javi empieza a trepar y lo pierdo de vista rápidamente. La cuerda corre rápida por la placa, pronto se acaba y empiezo yo. El ritmo es continuo y nos elevamos por el corredor siempre separados por los sesenta metros de la cuerda de 8.1 mm. Por tanto apenas nos vemos, y por supuesto no hablamos.
Javi estira la fase de ensamble hasta terminar el material
De cuando en cuando recupero un seguro; ya sea un fisurero o un friend en la roca, o un tornillo en algún tramo más de hielo, pero nunca están demasiado cerca uno de otro; se ve que Javi quiere estirar el material para retrasar la parada.
De esta forma remontamos más de cuatrocientos metros de escalada en hielo, tramos de nieve más tumbados, y algunos resaltes mixtos donde aflora la roca.
El día está azul y no tenemos más preocupaciones que escalar.
Javi ha parado debajo de una zona tiesa, montando reunión en un pilar de roca ya bastante aéreo. Cuando llego le paso los trastos mientras cavilamos por qué lado será: a la derecha se ve más hielo, pero de un tono negruzco. Por la izquierda está más fino, pero la roca parece ofrecer más posibilidades de protección. Javi se decide a probar por la derecha, pero después de un rato cambia de idea y regresa a la reunión para subir por la izquierda.
Javi prueba primero por la derecha...
...Escalando muy fino...
...Para terminar saliendo por la izquierda, con poco hielo
El hielo está muy delgado y hay que ser fino tanto con los piolets como con los crampones. Tras unos breves minutos ya ha salido de la zona complicada y se eleva por terreno más sencillo, monta reunión y recupera las cuerdas.
Voy flipando con lo difícil que me parecen estos pasos, por aquí yo no habría pasado de primero ni de coña; abro las piernas para buscar más espesor en el hielo, aprovecho los agujeros de los piolets de Javi para no estallar más la fina capa, me estiro para agarrarme a los seguros mientras pienso lo fácil que Javi lo ha hecho a vista y por supuesto en libre. Son unos doce o quince metros, pero intensos. Desembocan en una lengua de hielo a unos setenta grados, de buen espesor, donde se puede clavar sin miedo.
Así de relajado llegué yo a la reunión
En la reunión felicito a Javi y después de pensármelo un poco decido seguir yo delante por lo que parece el último largo de goulotte, la arista parece cercana. Por terreno fácil estiro las cuerdas a tope y monto reunión, salimos a una zona de seracs que una vez flanqueada nos lleva hacia la cumbre por la normal.
El último largo y el único en que me puse delante
Hemos hecho la vía bastante rápido, algo más de cinco horas, pero es que el ensamble de tres cuartas partes es lo que tiene.
Recogiendo el material debajo de un serac en la arista
Después de un rato en la cima, la gente que había se fue marchando y nos quedamos solos; callados, comiendo algo, bebiendo, sacando fotos, disfrutamos del ambiente y las vistas, acompañados sólo por las chovas. En estos momentos entiendo qué es lo que nos hace subir a las montañas.
La bajada por la normal del Tacul está delicada de seracs y puentes de nieve. Las cordadas que van delante nos frenan. No hay prisa, vamos a quedarnos en Cosmicos.
Chaminix al fondo, en el valle, tres mil metros por debajo
Contentos por la escalada hecha dormimos esta vez casi solos. Por la mañana, una vez hechas las mochilas, nos planteamos el pateo de vuelta a Midi frente a la arista de los Cosmicos. El día está azul y no hace ni viento ni frío, nos vamos a la arista.
Desencordados vamos trepando rápidos por el granito, así se avanza muy rápido. Algún rápel corto y vuelta a trepar por roca o nieve. El ambiente es espectacular.
Un alud inmenso a la izquierda del Triángulo Rocoso del Tacul nos saca de la concentración con el estruendo. Las cordadas de la Chere o la Contamine seguro que lo han sentido cerca.
Llegamos a un resalte donde se concentran los pasos más complicados, sin cuerda y con crampones hay que estar atento. En una terraza plana sacamos por fin la cuerda para el único y último largo, que ahora se desarrolla a la sombra en la vertiente norte.
Felicidad Alpina
Terminar la actividad agarrándose a la barandilla de la terraza de la cafetería de la estación del teleférico, rodeado de gente que te mira, te saca fotos, te anima… es una sensación muy extraña.
Ha sido una bonita forma de terminar la semana, que empezó de forma bastante regular, con chascos en Suiza y en Argentiere. La peregrinación alpina del año.
Volvemos a casa contentos: uno contento al volante, el otro contento roncando. ¡Así es la vida!

Referencias:
Mont Blanc du Tacul, Goulote Modica-Noury:
"Escaladas en el Macizo del Mont Blanc" Tomo 2, Francois Damilano, Nº 222
Aiguille du Midi, Arista de los Cosmicos:
"El Macizo del Mont Blanc, las 100 mejores ascensiones" Gaston Rébuffat, Nº 17