LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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viernes, 5 de julio de 2013

El vuelo sin motor

La vida puede cambiar en un segundo.

La pared Sur de Horcados Rojos

Julio 1998.
La enfermera nos mira con cara alucinada. No entiende las bromas que nos vamos gastando entre nosotros desde las camillas, mientras nos lavan la sangre reseca, nos limpian las heridas y nos cosen. Fuera de contexto, nuestro humor seguramente sea difícil de entender.
Yo llegué hace un rato, no había nadie más, así que me atendieron directamente. Lo del hombro no es más que un arañazo, sangra bastante, pero sin importancia. En la mano izquierda un par de puntos y unos rasponazos. Lo peor está en la rodilla derecha: la herida tiene los bordes muy deteriorados y le está costando mucho enganchar los puntos: ya lleva trece o catorce… Por supuesto, sin anestesia. El efecto de la adrenalina dura bastante rato.
Cuando entró Javi por la puerta del centro de salud de Potes con los demás, yo creía que venían a verme, pero se subió rápidamente a otra camilla al lado de la mía: tenía la espinilla de la pierna derecha totalmente manchada de sangre: nada serio, cuatro puntos y listo.
En la cabina del teleférico, la gente se apartaba de mí como si tuviera la lepra. Estivi y yo charlábamos animados de nuestras cosas, procurando no comentar el hecho de yo fuera sin mochila, con la camiseta desgarrada en el hombro izquierdo, por donde se veía bastante sangre, igual que en las manos y sobre todo en la pierna derecha, arrollando desde la rodilla. En realidad no era nada grave, sólo rasguños escandalosos…
Los rápeles fueron bien, con cuidado yo rapelaba por una cuerda mientras Estivi me aseguraba por la otra. Sobre todo al principio, que era muy aéreo y no era cosa de que me diera un vahído. Las maniobras, bien miradas, no nos dieron problemas.
Cuando las cuerdas se tensaron de golpe me quedé colgando como un chorizo por debajo del desplome. Giraba en el aire sin tocar roca. Lo primero que hice fue revisarme el cuerpo. Había pegado varias veces y con distintas partes: en una inspección rápida confirmé que no había nada roto ni ninguna herida grave: en la rodilla tenía una buena boca abierta, pero no parecía demasiado profunda.
Estivi me llamaba a voces. Yo lo oía como desde muy lejos. No lejos en la distancia, pero era como si no estuviéramos en la misma situación juntos… Cuando me di cuenta le contesté que estaba bien, que no tenía nada grave, y que fijara una cuerda para que yo intentara subir por ella, mientras me aseguraba por la otra.
El largo iba más tieso de lo que esperaba, salí de la reunión colocando como indicaba el croquis un friend del 4 en una fisura horizontal. Desde ahí me remonté al muro, colocando otros dos friends en una fisura poco profunda. Estaba tranquilamente mirando los siguientes movimientos cuando de repente me vi en el aire: me había saltado una pequeña laja de la mano izquierda, aparentemente roca sana. Mientras estuve en el aire, sentí cómo los tres seguros saltaban. En el medio de esto, pegué una vez contra la pared de forma leve, y luego otra más fuerte a la altura de la reunión, y seguí hacia abajo. En realidad, esto es una secuencia que reconstruí posteriormente analizando los recuerdos que me quedaron de esos segundos en forma de fotogramas.
Fue un vuelo de unos veinte metros, quizá algo más. Menos mal que la pared aquí va bien tiesa: de caerte, mejor que sea en una vía dura…
La reunión no era gran cosa, un clavo que reforcé al llegar con un fisurero y un friend pequeño. Los largos anteriores me habían costado, pero la vía a partir de aquí ya aflojaba. La parte dura estaba hecha y la cabeza podía relajarse un poco. “Chico Problemático”, además de una canción muy buena de ACDC también es una vía no menos buena de Horcados Rojos. Muy buena e intensa. Pero ahora ya estaba, las travesías de los largos anteriores ya hechas. La tirada de placa expo del tercero fue resuelta con cuidado. Los nervios al empezar estaban superados. Sólo me quedaban dos tiradas, las más fáciles de la vía, para salir a la arista...

El vivac en Villa Ratón no es cómodo, todo piedras que se te clavan en la espalda mientras duermes, no hay agua lo que obliga a portear todo lo que quieras beber, pero el ambiente es excelente. Aquí nos juntamos cada fin de semana con nuestros amigos de Santander, y disfrutamos de los Picos y sus escaladas. Compartimos experiencias.
El día antes habíamos hecho una vía muy buena. Por la mañana, después de subir en el primer cable, remontamos con el mochilón las pedreras hasta la base de la vía de “Las Placas” de Peña Olvidada. Sacamos los trastos de trepar y dejamos el resto detrás de una piedra. Ya conocía la vía de unos años antes con Miguel y con Iñaky. Escalamos los cuatrocientos metros de la vía sin incidencias: fui siempre de primero y en libre, los diez largos, alguno de ellos con exposición o intrincado, pero eso me gusta. Estivi funciona como un reloj, nos entendemos bien como cordada y hacemos cumbre en un buen horario. Nos dirigimos a la normal para volver a la gravera, recoger las mochilas con los sacos y subir al vivac.

El muro por el que discurre "Las Placas" de Peña Olvidada
Un nuevo fin de semana nos vamos a Picos, a la zona de Fuente De. Llevamos un verano muy activo de escalada en roca. Las cosas están saliendo bien y últimamente siempre conseguimos hacer lo que nos planteamos.
Quizá la confianza estaba llegando a límites peligrosos.

Estuve con la rodilla vendada unos tres o cuatro días, curando los puntos que no terminaban de sellar. En el hombro me ha quedado un rayado muy decorativo, seguro que con unos tres o cuarto puntos, la cicatriz sería más discreta, pero aquella tarde no quería ver más agujas.
Javi, que bajaba mi mochila además de la suya, se coló por el borde de un nevero, y pegó con la espinilla en una laja de caliza, un pequeño corte.
En mi casa dije que me había caído en la canal de la Jenduda. Dije que bajando la canal, en una curva se me había ido una piedra de un pie, y que con el peso de la mochila había bajado rodando unos metros. No era cuestión de que se preocuparan más cada vez que me fuera a escalar. Cualquiera que conozca el sitio, sabe que esto es totalmente posible. Ahora, cada vez que bajo por allí, me obligo a prestar atención, no me vaya a suceder de verdad lo que por entonces me inventé.
Dos semanas después, aún con las postillas frescas, hice la “Casiopea” a la Norte de la Torre de Salinas. De nuevo entera de primero. Y el resto del verano continuó parecido.

Sin embargo, lo sucedido ese domingo fue un gran toque de atención, y desde aquel día me quedó más claro que en esto puedes hacerte daño. Desde entonces procuro fijarme bien en lo que me rodea, en las reuniones que monto, en los seguros que coloco, y en la roca a la que me cojo. Y a no caer en excesos de confianza.

Uno sólo escarmienta en cabeza propia.


(“Chico problemático” sigue en mi lista de pendientes)

martes, 11 de septiembre de 2012

Intento frustrado y premio de consolación

Lunes 3 Septiembre
Martín Moriyón
Horcados Rojos, cara Sur, intento a "Chico Problemático"
Hombro Bustamante, combinación "Dopamina" y "Palacio de Invierno"

"Tira tú, que a mí me da la risa"



Madrugamos lo correcto para llegar a coger la primera cabina del teleférico. Ya estamos en septiembre, es lunes y se nota: vamos sólo nosotros dos con el personal de Cantur que curra arriba. Nada más salir del Cable, el paisaje nos recibe espectacular: entre jirones de niebla se adivinan los perfiles radicales de Tajahierro y la Peña Olvidada, luego cresteando hasta Peña Vieja, y más al fondo, erizadas aristas de Santa Ana y Horcados. Esta entrada a los Picos es tremenda.



La aproximación fue rápida, y en hora y cuarto estábamos en el vivac en la base de la pared. Entre que echamos un trago, comemos algo y nos preparamos, son las once menos cuarto cuando empezamos a escalar.






Llevamos un croquis de Miguel en tamaño A4, de los que te marca todo: los seguros, las formas de la roca, los grados, la exposición, calidad total. La escalada “a vista” está algo comprometida con tanta información, pero en el monte da gusto llevar este comparado con cualquier otro de una guía, incluso de la suya propia: no tiene nada que ver, pero es normal, el espacio del papel en las guías no da para tanto.






La tapia se levanta tiesa desde el primer metro: mientras aseguro a Martín en el primer largo, flexión completa de cuello, mirando hacia arriba con el casco haciendo tope en la mochila, observo varias franjas de techos, algunos de ellos son grandes para las dimensiones de la pared. Estamos a la sombra y aún hace fresco. A Martín le lleva su tiempo, pero resuelve sin problemas. 




En el segundo largo yo tuve que pensármelo ya en su inicio; una sección de V sobre roca dudosa con poca posibilidad de protección, y luego, unos veinte metros más arriba, pararme a enfriar la cabeza y oxigenar los brazos en el segundo clavo, después de una secuencia plaquera de 6a+ y antes del atlético dúlfer que da salida a la reunión, y que marca V+ en el croquis (bien me fastidió tener que reposar, aunque tampoco sé si aquello será V+). Aquí la roca ya es excelente.








Llevamos dos largos y ahora viene el clave de la vía. Los superados hasta ahora nos han colocado en situación: el grado apretado, los seguros justos y la pared tiesa. La roca ahora es perfecta. Martín ya lleva un buen rato pensando: a unos diez metros de mí, soltando brazos y alternando apoyos de pies para relajar los gemelos. 








Lleva como diez minutos en el sitio: está como algo más de un metro por encima y tres metros a la izquierda del segundo de los dos clavos del inicio del largo, donde ya ha superado el primer paso de 6b. Ahora tiene delante una buena tirada hasta el primer spit: son unos cuatro metros de placa con muy buena adherencia pero con cantos poco evidentes. Su mirada alterna entre lo que tiene por delante y el clavo que dejó atrás, sopesando los movimientos a realizar con el potencial vuelo pendular. Por debajo de él la pared ya va tiesa, y quizá tuviera suerte y no se hiciera daño, pero es seguro una caída larga. Prueba y retrocede probando varias opciones, distintas combinaciones de presas, a la derecha, a la izquierda, se levanta un metro, destrepa, mira arriba, mira abajo…






Yo sé lo que hay: en 1998, con Estivi, hice de primero este largo (junto con los dos anteriores y con el siguiente) hasta que nos tuvimos que retirar desde el penúltimo largo por prescripción facultativa, después de que una rotura de un canto me lanzara al aire a un vuelo considerable: como dice Miguel, de los de afiliarse al Sepla. No pasó nada grave para lo que pudo ser, pero esto es otra historia. 

Le doy el único consejo que entiendo procede: cabeza fría, tanto para arriba como para abajo. La decisión es suya, sin presión.
Finalmente se impone la retirada por hoy: Martín no lo ve claro, y a mí hoy me da la risa si tengo que tirar yo...
Es un paso (o unos pasos) de fe. Si se hubiera levantado ese metro, estoy casi seguro de que habríamos hecho la vía. No pasa nada, si llevo desde el 98 con ella pendiente, puedo seguir un poco más…
Una retirada a tiempo siempre es una victoria.
Martín destrepa en libre, con delicadeza y elegancia, la sección de 6b previamente escalada.
Rapelamos los dos aéreos largos que hemos hecho y cuando tocamos suelo vemos que ya son las tres de la tarde: increíble cómo se nos ha ido el día… Pensamos rápido las opciones para el resto de tarde: con todas las vías que tenemos alrededor es difícil elegir: Maraya, la clásica Sur de Horcados, o algo en Santa Ana. No tenemos croquis porque dejamos la guía abajo para aligerar (error): finalmente nos vamos al pilar del hombro de la Bustamante, donde hay varias vías buenísimas: “Dopamina” o “Palacio de Invierno” entre ellas, que yo he hecho varias veces y creo que recordaré cómo van.



Cruzamos rápidos la gravera y nos plantamos en el pie del pilar. Empiezo yo por el zócalo inicial, sin tener muy claro en qué vía estoy, sin ningún seguro fijo de referencia, y sobre roca de calidad regular estiro unos cincuenta metros en V hasta la primera reunión: estamos en la “Dopamina”: unos diez metros a la izquierda veo la reunión dos de “Palacio”. Por encima de mí se levanta el súper estético largo de fisura perfecta hasta donde corta con el cielo. Martín llega veloz y arranca a por esta joya.








Los gritos de entusiasmo me llegan cada poco: está disfrutando como un enano, la calidad de la escalada es muy alta. Colocando muy buenos seguros recorre el atlético largo de 6a+ hasta la reunión. Salgo yo de segundo y aunque sufro bastante, a la vez me doy cuenta de lo buenísima que es la escalada.






Al llegar a la reunión reconozco que estamos en el cruce con la “Palacio de Invierno” y que el largo que tenemos encima es el mejor de esta, un muro espectacular que ya he hecho de primero unas tres veces, así que le digo a Martín que tire de nuevo delante y que lo disfrute (yo voy para el arrastre). De nuevo, sus gritos de admiración me van llegando cada poco: es simplemente una pasada.








Le sigo de nuevo, y con una buena inflada por mi parte nos reunimos en la reunión final del hombro y miramos el reloj: las cinco y cuarto: hemos escalado rápido ahora, pero es tarde y debemos dejarlo por hoy. Iniciamos rápeles.


Triste que bajaba el chaval

Al llegar al suelo, mientras recogemos y comemos, le voy comentando sobre otras tantas vías excelentes que nos rodean, en las paredes y agujas alrededor, muchas de ellas abiertas por Javi y Cholo, Churra, Eduardo, Miguel, Rafa, Agustín… Un mundo de escaladas de calidad en el paisaje mágico de los Picos.
Disfrutamos la bajada hasta el Cable a ratos hablando, a ratos callados. Vamos solos, no hay nadie más.


Línea de sol sobre el trazado de "Chico problemático"





Un intento frustrado a una vía de nivel, pero quizá en esta ocasión yo no mereciera "tachar" tan fácilmente mi séptima vía en esta pared. Para Martín es sin duda una buena toma de contacto con las vías con firma Sáenz.
Un premio de consolación de categoría: gran experiencia disfrutar de los excelentes largos de "Dopamina" y "Palacio", que para mí, no por repetidas pierden encanto, y para el gallo, a vista, placer total.

En conclusión, un excelente día en el monte a pesar de la retirada: que no todo va a ser triunfar…


Referencia
“Chico Problemático”, Sur Horcados Rojos, 230 metros, 6b (expo)
Combinación “Dopamina” – “Palacio de Invierno”, Hombro Bustamante, 150 metros, 6a+.

Los croquis e información completa en "Escalada en Roca en los Picos de Europa" de Angel Bengoechea y Miguel Rodríguez.

Gijón 6:00 h
Fuente De 8:30 h Fuente De superior 9:10 h
Pie de Horcados 10:25h
Inicio escalada “Chico” 11:00 h
Retirada y rapel 15:00 h
Inicio “Dopamina” 15:45 h
Fin “Palacio Invierno” 17:15 h
Fuente De 19: 40 h
Gijón 22:00 h

viernes, 23 de julio de 2010

Cinco rutas en el día: Escalada rápida en roca en Picos de Europa, Julio 2004

Javier Sáenz

“Maraya” a la torre de los Horcados Rojos, 190 m V+
“Demencia Senil” al paredón de Santa Ana, 100 m 6a+
“Palacio de Invierno” y “Diedro José Rubio” a la Aguja Bustamante, 150 m 6a+ y 90 m V+
“Capricho” a la Aguja de la Canalona, 120 m V+
“Pilar de Nazaret” a los Coteros Rojos, 150 m 6a+

El verano avanzaba y ya llevábamos unos cuantos fines de semana en Picos. Cada cual tenía sus planes: unas cordadas tiraban a completar una apertura, otros a repetir tal o cual vía.
Javi y yo ya habíamos hablado hacía tiempo de intentar un encadenamiento de varias vías en el día: los nombres los propuso él. Yo ya las conocía y las había hecho todas, eso sí, por separado. Por supuesto, en el caso de Javi también; en realidad él había abierto varias de ellas. Ninguna de las seleccionadas era especialmente difícil, todas tenían un estilo y dificultad bastante homogéneos. El atractivo por tanto estaba en el hecho de enlazarlas todas en un mismo día.
El vivac de “Villa Ratón” es un sitio perfecto para escalar en esta zona de Picos, con aproximaciones casi nulas a paredes estupendas. Lo único malo es la falta de agua.
Comienza, como decía Mariano, “un nuevo día glorioso en alta montaña, en Picos de Europa”: cielo azul en trescientos sesenta grados.
Pie de Vía Palacio de Invierno, la 3a vía
El amanecer nos encuentra aproximando al primer pie de vía, en el extremo derecho de la pared la Sur de Horcados Rojos. “Maraya” es una vía clásica moderna, su grado máximo es V+, sus cinco largos en doscientos metros tienen ambiente de montaña y continuidad, con los seguros justos. Alternamos los largos de forma fluida, progresamos rápidamente. En poco rato alcanzamos la arista somital: hemos completado la primera vía y sin contemplaciones destrepamos hacia los rápeles instalados en el collado con Santa Ana. En pocos minutos estamos en la pedrera calzándonos las botas que nos ha acercado Estivi.
La aproximación a la segunda vía es muy corta, apenas cinco minutos.

“Demencia Senil” es una vía de tres largos, unos cien metros básicamente de placa, aunque también con canalizos. Con pasajes de hasta 6a+, y con algo de exposición en algún paso. De nuevo, empieza la escalada delante aquel al que le toca por riguroso turno. Nos elevamos por las placas de este frontón que es Santa Ana. Alcanzada la última reunión, en este caso no se llega a la arista, iniciamos maniobras de rápel. De nuevo en el suelo recogemos las cuerdas para acercarnos al pie de vía siguiente.

Diedro José Rubio a Bustamante
El hombro de Bustamante es un pilar que arranca directamente del camino a Peña Vieja. “Palacio de Invierno” es otra de esas vías que al poco de abrirlas, los Cholos ya sabían que se iba a convertir en una clásica de la zona: dificultad media, máximo 6a+, ciento cincuenta metros en cinco largos variados y con buena roca, fisuras, placa, algún desplomillo… De nuevo dejamos las botas y la mochila, que Estivi, junto con agua y algo de comer, recogerá y subirá por nosotros a la base de la normal de la Aguja Bustamante. Esta inestimable ayuda nos librará de parte de los esfuerzos “desagradables” de la escalada. Alcanzado el hombro, tomamos una de las opciones para hacer la cumbre de la aguja, la “Vía del Diedro” o “José Rubio”. Otros cien metros en dos largos estirados por un diedro perfecto de V y alcanzamos la cumbre, donde antes de rapelar nos permitimos el lujo de ponernos de pie: una sensación increíble de vacío todo alrededor te invade cuando te estiras. Rápel y de nuevo en la pedrera.
El cansancio en mi caso empieza a notarse. El sol de verano aprieta, los gatos también aprietan, y mi compañero de cordada que parece el conejito de Duracell, este no veas lo que aprieta…
Nos dirigimos al cuarto objetivo, la Aguja de la Canalona. Tenemos que cruzar la pedrera en horizontal y después elevarnos por el corredor que da acceso al inicio de la vía: “Capricho” es una vía de tres largos, unos ciento veinte metros máximo V+, que recorre la pared oeste de esta aguja, y de nuevo como las anteriores, con una calidad excepcional. Afortunadamente no hay gente a pesar de ser una vía bastante repetida. Alternando el primero de cuerda alcanzamos la cumbre plana de la Canalona. Mientras rapelo hacia la vertiente opuesta, por donde sube la vía normal, me pregunto cómo habré sido capaz de subir por aquí, ya dos veces, sin cuerda. La respuesta es fácil, las cosas siempre impresionan más cuando se rapela que cuando se está escalando.
Última aproximación al pie de vía de los Coteros Rojos. Sólo hay que cruzar en horizontal la pedrera en unos cinco minutos. La verdad es que el encadenamiento está bien diseñado en la elección de rutas. En esta pared vamos a hacer la vía “El Pilar de Nazaret”. Como su nombre indica, la vía se levanta por un pilar bastante marcado de la pared, a lo largo de unos ciento cincuenta metros y cuatro largos. El primero es bastante duro, 6a+, con una zona de roca dudosa. Tira Javi. Cuando por fin alcanzo la reunión resoplando, y me toca pasar delante, renuncio y le pido que complete él la vía, que yo bastante hago ya con seguirle… Llegamos a la cumbre a media tarde, con bastante luz aún por delante. Estivi nos ha subido de nuevo las botas, librándonos de su peso durante la escalada.
Ha sido una jornada muy buena de escalada en Picos. Hemos recorrido un montón de metros de roca, escalando varias paredes y cumbres, con sus descensos incluidos. Hemos ido con lo justo de material, de ropa, de agua… Por supuesto con menos de lo que hubiera sido necesario sino hubiera estado Estivi de apoyo logístico. Estamos cansados; bueno en realidad yo estoy reventado.
En conclusión, hemos escalado de forma ágil y en un estilo minimalista. Hemos escalado alto, rápido y ligero. Buen entrenamiento para la visita programada a Chamonix pocas semanas después.