LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO
Mostrando entradas con la etiqueta San Isidro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta San Isidro. Mostrar todas las entradas

viernes, 6 de diciembre de 2024

Atardecer por la Sierra de Sentiles

Viernes 21 Noviembre 2024, solo.

Puerto de San Isidro - Sierra de Sentiles 


La primera nevada y aprovecho para subir a pasear y pisar blanco.

Apenas ha caído nada, pero el parking de Cebolledo tiene una fina chapa de hielo que resbala que no veas. Aparco a la altura del arranque de la pista del lago Ausente al lado de una autocaravana. Me pongo las botas, cojo piolet y crampones, los bastones y algo de ropa. Está fresco.

Salgo caminando por la pista del lago, pero al rato me desvío a la derecha para remontar directo hacia el collado entre la cresta de Sentiles y la Peña de Requejines. 

Hay nieve pero muy poca. En esta vertiente norte lo justo para tener la ilusión de invierno. Cojo las marcas del PR y subo son problemas. Las torres de roca y la luz oblicua dan ambiente.

Alcanzado el collado a unos 1900 metros me desvío a la izquierda hacia Requejines y Ausente. Corono el primero, Requejines (2.026 m), un par de fotos, sigo hacia el segundo.


Corono el segundo, Ausente (2.041 m), un par de fotos. Y vuelvo sobre mis pasos de vuelta hasta el collado de antes.

Desde aquí continúo dirección oeste por la cresta, pisando todas las pequeñas cumbres que me voy encontrando. Son unas cinco y todas en torno a los 1.950 m.


No se ve a nadie por ningún lado. La luz está preciosa. Destrepando por entre los bloques de cuarcita me recuerdo prestar atención a los gestos.

En el tramo final de la cresta no corono la penúltima torre más roquera y alpina. La última es más alta. Me paro unos minutos a hablar por telefono con Javi, en Inglarerra con ganas de surf y de nieve...

Sigo después hacia las pistas de Cebolledo, girando de vuelta hacia el aparcamiento. 


Hace frío; los regatos están helados.


Cuando llego al asfalto me lo encuentro totalmente helado. Difícil de caminar tranquilo. Me desvío al borde izquierdo y llego hasta el coche. 

Dos horas y media, unos 600 metros positivos. Contento con pisar nieve y confiando en que tengamos un buen invierno...

jueves, 22 de junio de 2023

De humedades, dudas y retiradas

La confianza es por lo menos la mitad del asunto.
Hacía tiempo que no enfrentaba una situación de estas: son parte intrínseca de la escalada en montaña. Antes o después te la encuentras. Cuanto más escalas en el monte, y más aprietas, más a menudo. En este caso, el grado era bien bajo, pero las condiciones inciertas y la incertidumbre alta. A cinco metros del último seguro mirando hacia arriba y no viendo claro el camino a seguir. Dudar, mirar a un lado, mirar al otro, mirar arriba, mirar abajo. Sopesar si seguir, pensar si serás capaz de destrepar si toca. Sopesar si puedes asegurar. Si de ese seguro te podrías descolgar si llega el caso. Terminar destrepando hasta el clavo, levantando por otro lado, volver a mirar, volver a dudar...
Finalmente divisar un clavo lejano, con unos pasos compactos hasta él, pero por el mero hecho de saberte en el buen camino... se disipan las dudas y continuas escalando con la confianza restaurada. Esencia pura de la escalada en el monte.
La previsión era regular tirando a mala. Uno consulta una web detrás de otra intentando que alguna le diga lo que quiere leer, pero la realidad es que en general todas venían diciendo lo mismo: lluvia la noche antes, bastante cantidad, y alto riesgo de lluvia a lo largo de la jornada del sábado. Unas webs la pronosticaban antes que otras, pero todas lo decían. Además, esa precipitación podía ser en forma de tormenta, como ya había sido en los días pasados con bastante intensidad. Para qué quieres más...
Después del invierno, de la operación y de ir rehabilitando poco a poco y retomando la actividad, me apetecía mucho empezar a escalar en el monte. Llevábamos varias sesiones de deportiva y aunque no había escalado más allá de 6b+ me encontraba bien. Además, venía entrenando con cierta asiduidad, sobre todo para lo que soy yo (es decir, no hace falta mucho). La cosa es que con esta previsión habíamos descartado los Picos, no compensaba el viaje para el riesgo. La deportiva también porque daban el agua más temprano en Quirós o en Teverga que en la cordillera. Las Peñas del Prado por repetidas.
A mi sugerencia habíamos elegido intentar el encadenamiento del Puerto de San Isidro que había hecho hace unos años con Fernando: "Espolón del Trasgu" al Pico Valverde y a continuación bajar y hacer la "Directísima" al Pico Torres. Esta combinación tiene varios atractivos y también algún handicap. Los atractivos son la poca aproximación, poco más de media hora desde el coche. También los metros de roca acumulada si haces las dos vías, casi 450 metros. También combinas dos tipos distintos de roca, caliza en la primera, cuarcita en la segunda. Los puntos flacos son la entrada de la primera vía, algo cutre y poco atractiva. Además, para el día que hemos elegido nosotros, esta presenta muchos puntos de drenaje en el arranque de la primera, que la dejan muy húmeda, y la segunda vía siendo cuarcita tarda bastante más en secar. Al llegar al pie de vía se confirman las sospechas: rezumes y humedades varias. Casi para marchar para casa...
No nos arredramos fácilmente: a pesar del desagradable comienzo, Rubén se levanta por el primer largo sin mayores probemas hasta llegar al paso clave. Aquí se atasca algo más porque está pingando. Para cuando llego yo, confirmo que está bien difícil de librar (los dos pasamos en libre, pero con mucho más esfuerzo y tensión del normal). Superada la primera tirada, se sale del desagradable canalón y tras una trepada de transición nos levantamos rápidamente por el propio espolón, de mejor roca. No hay apenas seguros, así que estiramos cuerdas a tope o casi, y montamos reuniones donde nos pide la lógica o el fin del cabo. Si bien la escalada es sencilla y no presenta grandes atractivos, la roca es buena y el paisaje de montaña circundante motivador.
En poco más de dos horas estamos caminando desencordados para ganar la cumbre del Valverde. Desde esta con un pequeño destrepe salimos de nuevo a la hierba del collado entre las dos cumbre, y giramos la lastra adosada a la pared del Torres por su izquierda para llegar al pie de vía de la Directísima.
La pared sur del Pico Torres es muy atractiva desde la distancia, pero a medida que te acercas a ella va enseñando las uñas: sus defensas principales consisten en la propia morfología de la pared. Multitud de pequeños techos se suceden unos detrás de otros como resultado de las lajas que se han ido desprendiendo a lo largo de los milenios. La pared no es vertical sino tumbada. Esto permite escalar de manera menos exigente, pero no obstante, dificulta mucho la orientación en la misma: nunca tienes claro del todo si estás dentro o fuera de la vía. Gracias a que hay algunos seguros fijos, cada x metros vas confirmando sensaciones, pero con todo, se requiere un buen sentido de orientación y de lógica para no acabar embarcado.
El comienzo de la vía nos depara otra sorpresa desagradable: si bien el aspecto de la roca es seco, no lo es tanto. Por un lado las fisuras están literalmente empapadas, con agua corriendo por su interior. Por otro lado, la misma roca exterior aparentemente seca, no lo está y la confianza que nos da es reducida. Se observan enormes chorretones de agua corriendo por las placas vecinas. Por encima de nosotros el cielo presenta nubes amenazantes, pero también tenemos a ratos buenos parches de sol. Nos entran dudas.
Sin demasiada confianza de llegar a buen puerto, arranca Rubén a por el primer largo, que sí tiene un aspecto más atractivo. Lo escala rápidamente como es su estilo, aunque me va comentando lo mojada que está la roca en muchos sitios.
Le sigo yo y nos pasamos los trastos en la reunión. Salgo a por el segundo largo que comienza bien guiado por un par de clavos. Después deriva por lógica a la derecha. Al cabo de unos cuantos metros encuentro otro clavo, pero desde este me elevo con tendencia a la izquierda, superando pequeñas panzas. Cuando ya estoy a unos cinco o seis metros del clavo (terreno fácil) decido recular porque no me gusta lo que tengo encima.
Destrepado el tramo hasta el clavo me levando ahora por la derecha, y después de un buen rato de dudas (hasta sopesando montar un descuelgue) diviso finalmente otro clavo aún más hacia la derecha, a unos seis u ocho metros, y con un tramo de placa de escalar en el medio antes de llegar a él. Si bien la escalada es más fina, el hecho de saber que vas por el buen camino ya me deja escalar tranquilo. Alcanzado el clavo me levanto al recto, coloco un buen camalot y ya hago travesía compacta hacia la reunión de dos parabolts.
Curiosamente, la R está casi en la vertical por la que me quería levantar yo antes de destrepar. Todas estas dudas de recorrido, unidas a la humedad general y a la predicción de tormenta, ha venido minando nuestra confianza.
Rubén recorre el largo sin ningún problema, pero cuando nos juntamos en la reunión comentamos la situación: por encima de nosotros vemos un parabolt a unos seis metros por terreno del estilo del largo que acabamos de escalar. Luego ya no vemos nada, la pared también se oculta tras los pequeños techos que tenemos encima. No somos ninguno de los dos amigos de las retiradas. Nos joden bastante. Pero a la vez confirmamos que venimos ambos escalando incómodos, sin disfrutar, con desconfianza. Estoy seguro de que le ha influido el verme a mí dudando hace un momento. El viene mejor que yo, pero creo que mis dudas le han hecho dudar a él. Tras unos minutos de debate (en los que básicamente nos autoconvencemos de que es la mejor decisión), montamos el rápel y salimos para abajo.
Hemos escalado unos trescientos metros en total, tampoco está mal.
Dos rápeles sin problemas nos dejan en el suelo. Recogemos y salimos para el coche con las orejas gachas. Volveremos. Cerveza en Felechosa. En el trayecto de coche para casa cae una buena tormenta con agua torrencial. Ves? hicimos bien en bajarnos. Nos tratamos de convencer. No todo va a ser triunfar. Gijón 8:30 h Inicio escalada Valverde 10:10 h Cumbre Valverde 12:30 h Inicio escalada Torres 13:10 h Inicio retirada: 14:30 h Coche: 16:00 h

viernes, 24 de febrero de 2023

Finde en Fuentes de Invierno y el refugio del Torrecerredo

Hay veces que se alinean los astros y todo sale a pedir de boca.
Así nos pasó hace unos fines de semana cuando subimos a dormir a La Raya, en el puerto de San Isidro, al refugio del Grupo Torrecerredo, con intención de esquiar al día siguiente.
Coincidió que esa semana había nevado bien, y con temperaturas bien bajas. El puerto esa misma mañana había sido testigo de enormes atascos debido a los inconscientes que suben sin cadenas ni ruedas de invierno, y colapsan a los que sí las llevan. Algo fácil de resolver por otra parte con una pareja de la Guardia Civil inspeccionando abajo... Nosotros salimos a media tarde de casa junto con otra pareja de amigos y sus niñas. El plan era acomodarnos en el refugio, salir a dar una vuelta por la Raya, cenar y dormir tranquilamente y al día siguiente disfrutar de una jornada de esquí en la estación de Fuentes de Invierno. Al llegar al puerto ya se hicieron necesarias las ruedas de invierno. Dejamos los coches en el aparcamiento de la estación, totalmente blanco. Cargamos las bolsas y remomtamos trabajosamente sobre nieve profunda y muy seca hasta las casas del pueblo. El refugio nos queda muy a mano.
Nos recibe súper amable el guarda, Julio. Desde el primer momento las sensaciones del refugio fueron muy buenas: todo ordenado, muy limpio, amplio, calefacción adecuada, duchas con buena presión y agua bien caliente...
Un refugio de montaña, pero bien preparado. Escogemos una habitación por familia. Somos los únicos a excepción de un chico que trabaja en la estación.
Es media tarde así que salimos a pasear que está muy guapo. Las casas están ideales cargadas de nieve, con carámabanos en los aleros, y humo saliendo de las chimeneas. El ambiente es precioso.
Anochece mientras paseamos, así que nos acercamos al bar "La Braña" a tomar algo. Centro de reunión de la comunidad esquiadora, coincidimos con amigos y conocidos.
Camino de vuelta al refugio para la cena, nieva abundantemente. La previsión para el día siguiente son cielos despejados, así que no nos preocupa lo que está cayendo.
La cena abundante y sabrosa, la despachamos entre conversaciones variadas. Cinco niños dan para mucho. En nuestro caso cuatro niñas y un niño. Después de cenar, tertulia los mayores, juegos de mesa los pequeños. Hay revistas y libros para hojear. A las once en la cama.
Amanecemos con energías, desayunamos estupendamente y nos preparamos para salir a las pistas. Hoy el cielo está azul y las vistas preciosas: cogemos desde el mismo pueblo la pista verde de retorno que nos llevará hasta las sillas. La jornada de esquí estupenda. Esquiamos juntos Paula, Jimena y yo: nos centramos en la parte baja y la silla de Entresierras en la parte alta.
Javi después de unas pocas bajadas con nosotros se ha ido con unos amigos que han venido de Gijón (Rafa y Félix, y Guille, con el padre de los primeros); ellos lo esquían todo, rojas, negras, fuerapistas...
Nosotros más tranquilos nos dedicamos a las azules con alguna roja intercalada. Perfecto para Jimena que el año pasado apenas esquió con sus lesiones, y Paula afianzando el tema. Y perfecto para mi pierna, que no está ya para alegrías: de hecho noto que voy ya muy al límite con ella, casi esquío solo con la pierna derecha.
Nuestros amigos tienen a las niñas en la Escuela todo el día, y él también está de cursillo. A lo largo del día hemos ido coincidiendo con cantidad de amigos en las pistas: Kike, Miguel y Elis, Kike Rendueles, la familia Viña en pleno, Iván con María y Pedro... A la una y media quedamos abajo en la zona de la cafetería donde Julio, el amable guarda del refugio, nos ha acercado los bocatas de la comida, junto con agua, zumo, galletas, fruta... ¡Qué más se puede pedir! Después de comer apuramos aún el forfait unas cuantas bajadas más. Es increíble cómo está de buena la nieve a las cuatro y media de la tarde! ¡Qué bueno cuando todo se da tan bien!: buena compañía, buen paisaje, buen alojamiento, buena comida, buen esquí... Ha sido un fin de semana buenísimo, ¡para repetir!
Totalmente recorecomendable el plan con el refugio de A.M.A. Torrecerredo

viernes, 28 de enero de 2022

Ausente y helado

Domingo 23 Ene 22
Puerto San Isidro. Lago Ausente
Salida montañera familiar

 


La previsión era de tiempo despejado y frío, tal y como venía en los últimos días. La opción de esquiar la había descartado por los comentarios de los amigos respecto a la nieve muy helada, demasiado. Como lo que queríamos era pisar un poco de nieve y pasar el día en el monte, la opción de ir hasta el lago Ausente me pareció perfecta.




Se trata de una excursión corta, sin apenas desnivel, pero que nos lleva hasta un paraje muy guapo, especialmente en invierno. Se puede acceder directamente desde el aparcamiento superior de la estación, o bien, salir desde la parte baja y añadirle algo más de recorrido por lomas suaves con buenas vistas.

Salimos de casa sin prisa, a eso de las once de la mañana. El trayecto hasta el puerto es cómodo y a pesar de que había tráfico, en poco más de una hora estábamos aparcando en Salencias. Dos días antes yo había subido por la tarde al Toneo con Luque, de pinchos desde el coche, y a tramos muy duro. Me daba un poco de respeto la nieve helada, y consciente de que resbalar en una pala es muy fácil, coger velocidad y hacerte daño si pegas con algo, también. Las botas de Paula y los niños son muy sencillas, blandas, y cantear es complicado. Si le añades el no haberlo hecho antes, pues más aún.

Por si acaso se complicaba la cosa, nunca se sabe, había cogido unos crampones, un piolet y un cordino por si tenía que amarrar a alguno para cruzar un tramo delicado. Todo esto oculto dentro de la mochila para no alarmar a la madre de las criaturas…

Arrancamos con calma y nada más empezar nos toca un primer obstáculo inesperado: cruzar un arroyo con bastante caudal, pisando sobre piedras resbaladizas y con las orillas heladas. Los ánimos están altos y una vez superado, no sin ciertas dificultades, las posteriores laderas de pendientes suaves de nieve con escobas intercaladas se suceden sin problemas, al revés, con disfrute.

Jimena va con su santa calma, acompañada de su madre, hablando sin parar, haciendo numerosas paradas para tirarse en la nieve a hacer ángeles, a lanzar nieve en polvo al aire, a escribir mensajes… Javi en cambio va por delante, en modo explorador, buscando el mejor trazado, atento a mis advertencias sobre las zonas más heladas (hay muchas de hielo vivo), y a las numerosas huellas de animales marcadas por todas partes (por cierto que algunas de ellas estamos convencidos de que eran lobos).

Al sol se está muy bien, pero se nota el frío. Cuando nos acercamos a la pista que viene de Cebolledo, por la que normalmente se va al lago, la sombra de la vertiente norte nos enfrenta a nieve aún más dura y zonas de hielo. Hay que andar con cuidado. Nos cruzamos bastante gente, de los cuales muchos no han llegado al lago por precaución.


Apenas hay desnivel, y no llevamos mucho caminando, pero es mediodía y el hambre empieza a apretar. En un parche de sol justo debajo de la dura rampa final al lago se me rebelan las tropas: hay que sacar un tentempié o no se avanza más. Aprovechamos la parada para preguntar tiempos a alguna gente que está bajando: apenas son diez minutos.

Una vez recargados los depósitos remontamos por la empinada ladera (el camino normal está muy helado) y llegamos finalmente a la soleada cuenca en la que se aloja el lago. Está totalmente helado. El paisaje es precioso.


Comemos algo más ahora reconfortados por el sol. Los niños exploran la orilla, se tiran resbalando por las laderas…

Ha merecido la pena el esfuerzo final, me reconocen todos. No siempre consigo convencerles y en ocasiones nos perdemos el premio final.

El camino de regreso vuelve a ser cómodo y disfrutón. Incluso el cruce del arroyo casi para llegar al coche nos resulta ameno. Llegamos a casa para merendar.

Hemos aprovechado bien el día y las tropas están contentas. 



Seguro que les quedará buen recuerdo y este me ayudará a fututas convocatorias. Tendré que andar fino para mantener el nivel…