LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO
Mostrando entradas con la etiqueta Cueto Agero. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Cueto Agero. Mostrar todas las entradas
sábado, 23 de diciembre de 2023
La hora mágica
Sábado 16 diciembre 2023
Cueto Agero, Espolón Asturcones (180 m, 6a) al Castro Candilejas y Costo Culero (120 m, V+) al Resquilón, con Rubén Díaz
La nieve no termina de llegar, así que volvemos al Agero a disfrutar una nueva jornada roquera.
La temperatura al llegar a Allende es baja, dos grados. En el aparcamiento coincidimos con Eduardo que ha quedado para escalar con una pareja. Presta encontrarse con amigos a los que hace tiempo que no ves. Charlamos un rato y nos ponemos al día.
Salimos para arriba poco a poco. En la aproximación, en un tramo de bosque cerrado, me engancho con una rama y le hago un buen siete al primaloft. Con lo que me gusta esta chaqueta, me quedo mirando como atontado el desastre que le he hecho a la manga...
Finalmente llegamos al pie de vía del espolón Asturcones, no sin habernos perdido un par de veces.
Nos preparamos y arranca Rubén a por el primer largo. Son las once y cuarto de la mañana.
La roca va mejorando según ganas altura. Reunión en una encina.
Salgo yo a por la segunda tirada, la más dura de la vía. Los primeros metros son tranquilos hasta coger la fisura clave.
Aquí, la escalada se hace atlética y concentrada, y al llegar al clavo realmente me obliga a apretar. Este paso, 6a en unos croquis y hasta 6a+ en otros, es realmente típica escalada Agero. Tras los movimientos más apretones, ya en un buen canto, saco alguna foto hacia abajo.
La siguiente tirada para Rubén es bastante más fea y de peor roca. Raro no la hayan enderezado más a la derecha, pienso.
Vuelvo a salir delante yo, la cosa mejora; mejor roca, más estética, más aéreo. Estiro bastantes metros hasta la reunión de dos clavos (los croquis marcan tres).
Rubén disfruta a continuación el largo de V+ que remonta hasta superar por la derecha el techo cuadrado que nos ciega la salida.
Este es bonito de escalar. Cuando llego yo nos desencordamos para el tramo selvático de transición. Recogemos las cuerdas y trepamos hasta el último zócalo donde volvemos a atarnos.
Cumbre. Son las dos de la tarde. Hemos venido bien. Comemos algo y mirando el reloj decidimos ir hasta el Resquilón a aprovechar un poco más la jornada.
No hay nadie más que nosotros dos. Me maravilla que podamos disfrutar este sitio en exclusiva...
Al llegar al pie de vía, la luz de la tarde empieza a hacerse dorada. Estamos en uno de los días más cortos del año, a punto de comenzar el invierno, pero yo estoy en camiseta.
Comienza Rubén delante la Costo Culero. Son las tres y cuarto.
El primer largo estira los sesenta metros de cuerda, y a pesar de los alargues en los seguros, roza considerablemente.
La segunda tirada está marcada de IV+. La roca es excepcional. Los seguros separan y hay que prestar atención. Es muy bueno.
Tercer largo para Rubén, V+ muy guapo. Escalada elegante. Tiene un paso curioso en un pequeño techo, después es estirar metros.
Cuando llego yo a la encina de la última reunión son las cinco menos cuarto. Sin demora iniciamos las maniobras. Terminamos los rápeles a las cinco.
Salimos entre los árboles hacia la cabaña, y de allí para abajo.
Nos encontramos de nuevo con Eduardo y sus amigos, que se van a quedar a dormir. Un rato de charla y nos despedimos.
Mientras bajamos hablando, la mirada se me desvía de cuando en cuando hacia arriba. Las paredes brillan doradas por encima de nosotros por entre las hojas de los árboles.
La luz ahora es realmente mágica.
A las ocho en casa una vez más encantado con la visita al Valle... Esta vez me acompaña el recuerdo de la roca perfecta y de esa luz dorada entre las encinas.
lunes, 6 de noviembre de 2023
Estrenando Otoño en el Cueto Agero
22 Octubre 2023
Cueto Agero, Vías Queroseno (120 m,V+) + Espolón Sur Clásico (300 m, 6a)
Rubén Díaz
El Agero es uno de esos sitios que te ponen en tu lugar desde el primer largo. Si aquí escalas bien, puedes ir casi a cualquier sitio...
Meteorología inestable y frío en altura nos derivó a cotas más bajas. Gran decisión.
El paseo de aproximación nos hizo entrar en calor. Aunque el trayecto sea breve, la cuesta se nota. El bosque de encinas envolviendo la cabaña y los enormes bloques. Una pequeña columna de humo de gente que pasó la noche. Recuerdos de estupendas vivencias por estos lares. Amigos que hace mucho tiempo que no veo y de otros que ya se han ido. El lugar me encanta. Es simplemente mágico.
Primer día de Otoño, venimos con planes modestos, pero estamos seguros de que nos llenarán la jornada plenamente.
A las diez de la mañana comienza Rubenín con los primeros metros de la Queroseno. Excelente roca, seguros separados, opciones de cacharreo.
Segundo largo para mí, un V+ de los que te recuerdan que escalar aquí exige atención y cariño. Dos camalots verdes para ahuyentar los miedos. Muy bueno.
Empalma después Rubén el tercero y cuarto largos. También un friend antes de la pancita de salida.
El quinto largo es para mí, con ese desplomillo de arranque y luego estirar metros hacia la salida. Solo por estos cinco largos merece el paseo en coche y la aproximación. Qué calidad.
Nos calzamos los zapatos y recogemos las cuerdas para la vira hasta el arranque de la clásica al Espolón Sur.
No hay nadie salvo unos chavales que nos adelantaron antes en todoterreno y que tiraron a Pardecillos. Con un guía parecía.
He mandado un mensanje a Javi por si anda por aquí, para vernos. Pero está en Campoo. Una pena, hace tiempo que no nos vemos.
Comienza Rubén nuestra segunda vía. A los pocos metros se enfrenta a un diedro de pasos atléticos. Concentrados. Aprieta y sale. De segundo yo aprieto bastante: este tipo de movimientos poco habituales para nosotros...
El segundo largo es sencillo: me lleva hasta una encina que indica el camino.
Tercera tirada para Rubén por un diedro. Un friend abandonado en el fondo de la fisura y algún clavo. El resto a gusto del consumidor.
Cuando llego yo de segundo, miro para encima al siguiente largo y le pido a Rubén que tire él. Es un largo de 6a de pocos metros, concentradas las dificultades en los diez primeros en una fisura ancha y vertical, con un par de clavos. La escalada vuelve a ser exigente en su grado.
El quinto largo también está cotado de 6a, pero es una escalada más variada. Salgo delante disfrutando en los primeros metros tiesos de rocaza de autoprotección. Ambiente asegurado.
A los diez metros llegas a un friend abandonado. Desde este para arriba vuelve a haber muro, meto un allien, luego otro y ya salgo hacia el siguiente relevo. He tenido que pensar las cosas en varios puntos: señal de que he apretado.
Ya hemos hecho lo más relevante de la vía. El siguiente largo, el sexto, hasta lo alto de la Punta de Flecha es más llevadero. Lo tira Rubén.
Los buitres planean a nuestro alrededor. Por debajo veo gente escalando en el Resquilón, imagino que son los que estaban en la cabaña cuando pasamos.
Apuradas las cuerdas, salgo y me uno con Rubén.
El siguiente largo tiene un arranque tieso, en algunos croquis le dan hasta 6a al paso. Yo salgo por la izquierda tranquilo. Para mí nada que ver con los anteriores.
Estiro de nuevo las cuerdas a tope y aseguro sobre una reunión en los bloques de la zona aterrazada. Se intuye la cima cercana.
Mando a Rubén a por el último largo metiéndolo equivocadamente por una fisura ancha muy aparente que le conduce a un callejón sin salida. Destrepa parte y se cambia a otro sistema más a la derecha. Estiradas las cuerdas, tras su voz de aviso, salgo para arriba y nos juntamos.
Estamos en cumbre. Recogemos cuerdas y nos vamos a sentar en el punto más alto a comer algo. Son las tres y cuarto.
Rubén no había hecho el Espolón Sur. Le ha gustado. Comentamos cómo este es un sitio recio. Cómo nos parece una vía bonita y exigente. Cinco horas y pocos minutos desde el comienzo en el pie del Resquilón. No está mal. Son unos cuatrocientos metros en doce largos, más las transiciones entre vías. Escalada variada y bonita.
Bajada de charleta: planes varios. En Pardecillos vemos de lejos a la cordada de guía y clientes de esta mañana en el espolón Asturcones.
Cerveza en Unquera.
Tenemos que venir más a menudo: vaya sitio bueno el Cueto Agero!
A las siete y media en casa. ¡Nada mal para un domingo cualquiera!
viernes, 22 de junio de 2018
Ecce homo. Roca en los Picos.
20 Mayo 2018
José Antonio Estévez
Sureste de Peña Olvidada “Ecce Homo” 170 m, 6b
Allende, el Agero, Fuentedé, escalar en Picos… Hubo una época en que esto era pura rutina para mí. Bueno para mí y para Estivi. La vida avanza, las cosas cambian, y un fin de semana como este se convierte en algo totalmente excepcional. Claro que Javi sigue igual.
El sábado de tarde nos vamos a Allende, para subir a la cabaña del Agero a tomarnos una cerveza con Miguel.
Somos cuatro: Javi, Jose Ramón, Estivi y yo. Nos sentamos bajo las encinas, rodeados de bloques de caliza que ocultan parcialmente la vista a las paredes, en la luz de la tarde, con los colores y las fragancias de la primavera.
Miguel está allí físicamente, de eso nos encargamos hace ya dos años. Pero sobre todo está allí en espíritu. O así lo percibimos nosotros.
La bajada la hacemos por una zona desconocida para mí. Bosque antiguo, sectores tranquilos, luz declinante, charleta.
La cena en casa de Javi se hace amena. Nos reímos y recordamos. Al día siguiente nosotros nos vamos a Picos a escalar algo, así que nos acostamos pronto.
El horario del teleférico sigue en modo invierno, el primero a las diez. Entre eso y la gran cantidad de nieve, la opción de Tajahierro o la Sureste de Peña Olvidada es la mejor.
Después de un rato en la cola, rodeados por esquiadores y turistas, por fin salimos al espectáculo de esta entrada de Picos.
La aproximación apenas da para calentar, y en poco más de veinte minutos ya estamos bajo la pared. Un largo por encima serpentean intimidantes (intimidantes para mí) los dos largos de fisura que dan sentido a la vía.
Estivi y yo, antaño cordada por largas temporadas, llevábamos mucho tiempo sin atarnos juntos. Como siempre ocurre con alguien con quien has vivido mucho, la sensación es como si no hubieran pasado todos estos años.
El primer largo (V), que es algo feo, se justifica porque te acerca a las fisuras, que atraen como imanes desde el suelo.
Cuando ya estoy en la reunión y bajo la fisura, el imán parece haber cambiado de polaridad y repelerme. Es el respeto natural cuando estás desentrenado y tienes por encima largos de este estilo y con esta firma…
El segundo largo (6a+) me pone a prueba: fisura de autoprotección, escalada atlética obligada, pocas concesiones. Resoplo, aprieto, confío. Y la cosa funciona. Es corto pero intenso.
El tercer largo igual, fisura de 6b. Vuelvo a resoplar, a apretar y a confiar. Y la cosa vuelve a funcionar.
Este ya estira unos cuantos metros, quizá cuarenta, pero hacia la mitad la cosa ya afloja y me deja respirar.
Gracias a Javi que me recomendó repetir algunos intermedios de Camalot, y llevar el 4, que quizá no es totalmente necesario, pero que hay que ver cómo tranquiliza cuando lo pones...
Estando fuerte es para probar lo que él me sugirió, y a lo que yo por supuesto no presté la más mínima atención: empalmar las dos tiradas en una.
El cuarto largo es más fácil, quizá 6a, es más variado de estilo y menos obligado. Más típico de Picos. Igualmente bonito y sobre una roca con un tacto tremendo.
Existe un largo más, y que ya se interna en terreno más “sucio”, digamos que de transición, y esto complica la bajada al llegar a la zona de las agujas. Así que rapelamos desde aquí. En dos rápeles largos llegamos al suelo.
La vía la abrieron juntos Javi, Estivi y Miguel. Se está convirtiendo en una clásica de la zona. Estoy muy contento de haberla escalado a vista, este grado y en este estilo.
El nombre se lo dio Miguel cuando se quejaba del lamentable estado en que le habían quedado las manos después de currar limpiando las excelentes fisuras: antes estaban cegadas de tierra, plantas y piedras.
Me lo puedo imaginar perfectamente, protestando en voz baja, gesto socarrón.
Qué mejor forma de recordarlo que escalando una vía de su creación, con un buen colega de ambos, y habiendo tenido que apretar para conseguirlo. Como a él le gustaba.
Gran fin de semana.
José Antonio Estévez
Sureste de Peña Olvidada “Ecce Homo” 170 m, 6b
El sábado de tarde nos vamos a Allende, para subir a la cabaña del Agero a tomarnos una cerveza con Miguel.
Somos cuatro: Javi, Jose Ramón, Estivi y yo. Nos sentamos bajo las encinas, rodeados de bloques de caliza que ocultan parcialmente la vista a las paredes, en la luz de la tarde, con los colores y las fragancias de la primavera.
Miguel está allí físicamente, de eso nos encargamos hace ya dos años. Pero sobre todo está allí en espíritu. O así lo percibimos nosotros.
La bajada la hacemos por una zona desconocida para mí. Bosque antiguo, sectores tranquilos, luz declinante, charleta.
La cena en casa de Javi se hace amena. Nos reímos y recordamos. Al día siguiente nosotros nos vamos a Picos a escalar algo, así que nos acostamos pronto.
El horario del teleférico sigue en modo invierno, el primero a las diez. Entre eso y la gran cantidad de nieve, la opción de Tajahierro o la Sureste de Peña Olvidada es la mejor.
Después de un rato en la cola, rodeados por esquiadores y turistas, por fin salimos al espectáculo de esta entrada de Picos.
La aproximación apenas da para calentar, y en poco más de veinte minutos ya estamos bajo la pared. Un largo por encima serpentean intimidantes (intimidantes para mí) los dos largos de fisura que dan sentido a la vía.
Estivi y yo, antaño cordada por largas temporadas, llevábamos mucho tiempo sin atarnos juntos. Como siempre ocurre con alguien con quien has vivido mucho, la sensación es como si no hubieran pasado todos estos años.
El primer largo (V), que es algo feo, se justifica porque te acerca a las fisuras, que atraen como imanes desde el suelo.
Cuando ya estoy en la reunión y bajo la fisura, el imán parece haber cambiado de polaridad y repelerme. Es el respeto natural cuando estás desentrenado y tienes por encima largos de este estilo y con esta firma…
El segundo largo (6a+) me pone a prueba: fisura de autoprotección, escalada atlética obligada, pocas concesiones. Resoplo, aprieto, confío. Y la cosa funciona. Es corto pero intenso.
El tercer largo igual, fisura de 6b. Vuelvo a resoplar, a apretar y a confiar. Y la cosa vuelve a funcionar.
Este ya estira unos cuantos metros, quizá cuarenta, pero hacia la mitad la cosa ya afloja y me deja respirar.
Gracias a Javi que me recomendó repetir algunos intermedios de Camalot, y llevar el 4, que quizá no es totalmente necesario, pero que hay que ver cómo tranquiliza cuando lo pones...
Estando fuerte es para probar lo que él me sugirió, y a lo que yo por supuesto no presté la más mínima atención: empalmar las dos tiradas en una.
Existe un largo más, y que ya se interna en terreno más “sucio”, digamos que de transición, y esto complica la bajada al llegar a la zona de las agujas. Así que rapelamos desde aquí. En dos rápeles largos llegamos al suelo.
La vía la abrieron juntos Javi, Estivi y Miguel. Se está convirtiendo en una clásica de la zona. Estoy muy contento de haberla escalado a vista, este grado y en este estilo.
El nombre se lo dio Miguel cuando se quejaba del lamentable estado en que le habían quedado las manos después de currar limpiando las excelentes fisuras: antes estaban cegadas de tierra, plantas y piedras.
Me lo puedo imaginar perfectamente, protestando en voz baja, gesto socarrón.
Qué mejor forma de recordarlo que escalando una vía de su creación, con un buen colega de ambos, y habiendo tenido que apretar para conseguirlo. Como a él le gustaba.
Gran fin de semana.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)