LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

miércoles, 30 de diciembre de 2020

Wish you were here

 Sábado 21 Noviembre 2020

Nando del Pozo

Peña Maín “Wish you were here” (150 m, V+)

La nieve y el frío hicieron amago de entrar unas semanas atrás, pero se fueron totalmente. Estamos en una de esas fases de otoño cálido y estable, bastante habituales por otra parte. A estas alturas del año, escalar en roca en Picos es todo un regalo. Hoy hemos escogido un sitio de casi nula aproximación, una vía corta y además de las consideradas “placer”.

El sitio elegido es Peña Maín y nuestro objetivo es la primera vía que se abrió en la zona (creo), hace ya unos años, por Moreno y compañía, bautizada “Wish you were here” en memoria del gran Alfredo Iñiguez, que murió antes de tiempo, haciendo lo que tanto le gustaba en un sitio que tanto quería. Hoy día hay unas cuantas líneas más, a ambos lados, atractivas.


Desde el collado de Pandébano, tras un cómodo paseo se llega al pie de vía. La peña presenta aquí un pequeño zócalo rocoso muy bien orientado al sol, ideal para esta época del año, hacia el que habitualmente no miramos, pues nuestros ojos se dirigen hacia cumbres y paredes más grandes y altivas. Aunque aparentemente tenga algo de vegetación, hay un claro espolón y también llamativas placas a su izquierda.

Aparcamos con apenas dos o tres coches más alrededor. Qué contraste con dos meses atrás, cuando vine con Alberto y esto era un auténtico Tetris. Preparamos con calma las mochilas, ligeras, mientras saboreamos un té dulce que ha traído Nando en el termo. Estos detalles marcan la diferencia.

Sin prisa salimos por el sendero arriba, adelantados por algunos corredores. El paisaje y el ambiente tan guapo como siempre, hoy incluso más: las cumbres levemente pintadas de nieve, la luz oblicua, girones de niebla del amanecer en disolución, cencerros del ganado aún presente por las camperas, y en la altura el vuelo de algún buitre…

Poco más de veinte minutos y estamos posando la mochila al pie de vía. Observamos las referencias y comparamos con el croquis. No hay duda: se ve todo claro.

Dos rebecos cercanos nos observan trastear, y luego remontan a nuestra derecha, por la canal que entendemos será nuestro camino de bajada. 


Nando se anima a tirar delante el primer largo: se ve una chapa alta, marcando el camino. La escalada es bonita, sencilla, buena roca y múltiples opciones para asegurar; fisuras, puentes de roca, dientes… Llega al relevo y me avisa para salir.

El segundo largo es teóricamente el más obligado: tras un arranque con fisura, tiene algún paso de placa para enlazar canalizos y puntos de seguro. Se ve compacto.



Salgo a por ello confiado. Coloco un par de Friends pequeños al arranque, luego toca una levantada a por otro nicho, donde hay un buen puente de roca sin equipar, y también deja colocar trastos. De aquí una travesía ascendente de unos cinco o seis metros, en placa de adherencia, hasta alcanzar el gran canalizo que se ve desde pie de vía. Aquí hay un parabolt. El resto del largo sigue igual de guapo.



Mientras aseguro a Nando la vista se va al Picu, al Neverón, a los Albos, a Camburero y el valle hacia Bulnes, Amuesa… Está precioso. Saco fotos tratando de captar esta belleza, pero más tarde veo que no hacen justicia.

El tercer largo, V+, tiene un pequeño tramo vertical, con fisura de canto con algún clavo. La roca sigue siendo buena y algún parabolt protege zonas menos evidentes. El resto se deja asegurar sin problemas: hay muchos puentes de roca, agujeros y fisuras. Buenas sensaciones (es fácil).

Nando llega comentando lo guapa que es la escalada.

Nos queda el cuarto y último largo: tiene un diedro que arranca tieso, V+, y luego ya tumba para llegar a los bloques finales. El paso obliga a colocarse bien para no hacer más fuerza de la necesaria. Rápidamente estamos juntos arriba, recogiendo las cuerdas y comentando lo guapa que ha sido la vía, el acierto de haber venido.

Iñiguez estaría encantado escalando aquí, con estas vistas al Picu. Nosotros también lo hemos estado.


Subimos a la cumbre de Peña Maín. El terreno malo de andar si te sales del camino, lascas calizas afiladas entre hierba alta. Nos lleva unos cuarenta minutos. Las vistas arriba buenísimas.





La bajada al coche la hacemos de charleta planeando la siguiente. Volveremos: las vías vecinas tienen muy buena pinta y el plan de hacer un par de ellas rapelando parece muy cómodo.


Cerrada la hostelería nos compramos dos cervezas en la gasolinera de Arenas y nos subimos a tomarlas al alto Ortiguero, apoyados en el capó del coche mientras comemos algo y comentamos la situación. Tiempos de Covid, tiempos raros.

 

viernes, 4 de diciembre de 2020

Último cartucho, "Centenario" al cueto Castil

 1 Noviembre 2020

Fernando Calvo y Kico Cerdá

Cueto de Peña Castil, "El Centenario ruidoso" (280 m, 6a)

 
Croquis del excelente blog, enlavertical


Nos iban a encerrar. No sabíamos hasta qué punto, porque en realidad ya había bastantes restricciones, pero nos temíamos lo peor. Tampoco sabíamos cuándo, pero teníamos la sensación de inminencia. La curva estaba entrando en valores inasumibles, y la única solución probada para frenar la expansión del bicho era la reducción drástica de la vida social. Así pues, lo tomamos (yo al menos) como el último cartucho.

Uno de noviembre no suele ser fecha ya para andar escalando en roca por los Picos. Esta época, el tiempo suele estar frío, inestable, las horas de luz ya son pocas... Yo había hablado con Fer de ir al Cueto de Peña Castil, donde no había escalado nunca, a hacer la vía "El Centenario ruidoso", de los vascos Orbegozo y Ruiz. Él sí había escalado por aquí, pero esta vía no la conocía. Con el objetivo fijado, se nos había unido Kico.

A las seis, con el toque de queda (manda narices a lo que hemos llegado) recién levantado recojo al argentino debajo de su casa, y mascarilla en ristre arrancamos hacia Cabrales. Para ser un fin de semana de tres días y con buen tiempo relativo, apenas nadie en la carretera. Una vez en Arenas, a eso de las siete, nos juntamos con Fer en su todoterreno y poco a poco remontamos hasta las Vegas de Sotres.

Nos repartimos el material con bastante cachondeo por la cuerda que ha traído Kico: tan fina que parece un cordino auxiliar. Arrancamos a andar a las ocho de la mañana a por las dos horas de aproximación.

El amanecer es claro, pero se ven algunas nubes por zonas. Cuando enfilamos la pared, poco a poco identificamos de lejos la entrada de la vía: se ve bien, va por una chorrera bien marcada, que resulta ser de agua viva como comprobamos al llegar. Antes, un zócalo de II/III que en otra circunstancia habría sido ya un primer largo.

Yo atecho para arrancar, y Fer se pone delante voluntario. Kico viene de un episodio delicado hace unos días... Fer resuelve sin contemplaciones y canturreando a pesar de la humedad. Cuando llegamos al relevo me invitan a ponerme delante: de mano me resisto, el segundo largo arranca tieso (para mí) y mojado (para todos). Después de unas dudas me decido. Es mejor así.

Arranco en mojado V+, pero luego salgo a seco, y salvo por alguna zona de hierbas amazónicas, voy pasando bastante bien. Se deja asegurar y llevo un auténtico arsenal con números repetidos que no me corto en colocar. A los cincuenta metros llego a la reunión. Contento con la tirada aseguro a los colegas, que llegan charlando animados.

Se pone Kico delante a por la tercera tirada, de IV, bonita y fácil. El cielo se ha ido torciendo y al fondo vemos con preocupación cómo Peña Vieja y los Tiros Navarros están envueltos en cortinas de agua... y parece anvanzar hacia nosotros.

El tercer largo es el más difícil de la vía, 6a con algo de navegación para encontrar las secuencias, así como para colocar seguros, porque fijo hay muy poco. Fernandín resuelve muy bien. De segundo el largo me parece fino de escalar.

Una vez en la reunión mandamos a Kico delante de nuevo, y este empalma dos largos en uno: el primero empieza en ligero desplome de canto, V, y luego se estira en canalizos de una rocaza tremenda.



Las voces de Kico nos ponen en marcha pronto, pero parece que empieza a chispear... Mientras hacemos los dos largos parece mejorar algo el tiempo.

Salgo yo delante ahora a por el penúltimo largo. Empieza por zonas fáciles de canalizos, luego tumba y se abre a un mar de placas. Tras algunas dudas navego hacia la izquierda con pasos de adherencia en roca muy compacta. Dos pequeños puentes de roca sin equipar, marcados en el croquis, me dejan proteger el tramo. Continúo hasta entrar en una canal bajo una chimenea que es el último largo de la vía. Asegurando a los guides disfruto el panorama: la parte baja del valle de las Moñetas, las Vegas de Sotres, el Macizo Oriental de los Picos casi entero, la línea de costa... 

Cuando llegan, Fernando toma de nuevo el liderazgo y sale a por el último largo: una chimenea vertical. Lo perdemos de vista pronto, apura los sesenta metros de cuerda y nos asegura. 


Sentados en el hombro, con unas vistas tremendas, comemos, bebemos, charlamos, y sobre todo disfrutamos el momento. ¡Qué privilegio!

La bajada resulta algo laboriosa, sobre todo al principio, y eso que estos dos se conocen bien por dónde hay que ir, que si no se puede echar un buen rato pululando entre canales, llambrias, pedreras... Volvemos hasta un colladete que da paso a la base de nuestra pared: estos dos se paran buscando nuevas líneas posibles e identificando las existentes.

Más abajo, justo antes de enlazar con el camino de Moñetas, paramos a ver una majada troglodita: prados con agua y con unos bloques enormes que los pastores habilitaron en su día como viviendas para sus temporadas en altura. Gente dura. Pensando en lo que sería su vida, comparando con la nuestra: somos unos margaritos.

Coche, mascarillas, birra en Arenas en el "café bar los guías": no podía haber mejor sitio yendo con estos dos elementos...

Gran día con estos dos máquinas. Lo bien que lo pasé.

Fotos de los tres