LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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viernes, 20 de diciembre de 2019

Sesión vermú al Torres

Pico Torres (2104 m).
Vía Black Crowes (320 m, III,2, IV/M3) a la cara Norte, y Corredor Estrecho Oriental (430 m, ??)
Rubén Díaz Gutiérrez


En esta borrasca permanente en que estamos inmersos desde hace dos meses, apenas ha dado margen para nada. Quitando algunas tardes de esquí, muy buenas por cierto, y alguna breve salida en bicicleta, no he podido hacer más. Algunos han sabido aprovechar las breves ventanas para hacer cosas interesantes. No es mi caso.
El día lo daban bueno, pero no tenía disponible más que la mañana. Las referencias de las condiciones de la nieve no eran buenas, así que la opción San Isidro ganó.



En San Isidro, el Pico Torres y el Toneo destacan por su forma alpina por encima de los vecinos. Fue en sus palas y corredores donde aprendí a cramponear de chaval. En el Pico Torres hay varias líneas en su cara norte que nunca había hecho, y si bien Rubén ya había subido por allí, a los dos nos pareció una buena opción para aprovechar la mañana. La guía de actividades invernales de Adrados marca concretamente dos vías. Sin saber condiciones de la nieve, metimos a la mochila un cordino de 30 metros de 7 mm, y algún clavo y fisureros por si acaso.


En el parking nos encontramos a Berni, que sube con varios clientes hacia el Toneo a un curso de iniciación de alpinismo. Charlamos un rato, hacía tiempo que no nos veíamos. Como siempre, un tío muy majo.
Son las ocho y media cuando arrancamos desde la carretera general: nos hemos puesto raquetas (de Rubén), pero al poco rato ya las dejamos guardadas junto a un bloque: la nieve está buena para caminar sin ellas. 





En una hora y cuarto estamos en el collado que hace la arista que comunica el Torres con las Vallinas y hacia el Valmartín y demás vecinos. Aquí nos ponemos el arnés y los crampones, y sacamos el segundo piolet. Comemos y bebemos algo, y salimos a la sombra norte de media ladera a ver cómo pintan las cosas. 





La nieve varía, por tramos vamos en puntas delanteras y con cuidado, por tramos enterramos bota completa. En un cuarto de hora aproximadamente sorteamos un espolón de roca y estamos embocando un corredor que se estrella con una banda rocosa unos sesenta metros por encima de nosotros. Entendemos que por aquí va la vía Black Crowes.  Adrados le da cuarenta minutos para este tramo de aproximación desde el collado hasta aquí…





Remontamos el corredor. Alcanzada la banda de roca, le vemos color buscando paso mixto hacia la derecha por debajo de un pequeño desplome (debe de ser lo que el croquis marca un paso de IV/M3).





Yo de grados M no entiendo nada, pero pasamos tranquilamente: aquí lo mismo pinchamos nieve helada, que tapín de hierba, que gancheamos en bloques de cuarcita verdosa. Son apenas diez metros muy chulos, lástima no hubiera más así. Salimos de nuevo a nieve abierta que vuelve a estar algo pesada.




A ritmo para entrenar un poco (sin correr nada) le ganamos los metros que nos quedan hasta la arista somital. Nos queda un corto tramo hasta la cumbre, entretenido serpenteando entre bloques y con algo de hielo. 





Cumbre. Son las diez y media de la mañana. Desde que cogimos el corredor nos llevó media hora hasta la cumbre. Es verdad que venimos escalando a pelo, pero los horarios de Adrados deben de ser para otras condiciones (cuando haya hielo negro, o una niebla que no te deje ver a medio metro, o te han atado un brazo a la espalda, o las tres cosas juntas…).
Unos minutos para disfrutar las vistas. 





Salimos de vuelta por la arista hacia la normal. Dado lo temprano que es, ya veníamos pensando en hacer uno de los corredores de la vertiente sureste, tan llamativos desde el puerto, si es que la nieve no está demasiado pesada. Con cuidado bajamos hacia su base, admirando la trazada de esquí de alguien que controla de verdad… Veinte minutos desde la cumbre llegamos a los bloques de su base, nos encontramos con un paisano que viene con las mismas intenciones, solo. Comentamos la condición de la nieve, y con la misma arrancamos los tres para arriba. Son las once de la mañana. 


En veinte minutos más, después de haber hecho un entretenido  tramo de tapín tracción (Rubenín, que le gusta enredar), estamos otra vez jugando en la arista. De nuevo, MAA dice para estas canales 400 m y entre una y dos horas (¡!??…). 








Nos volvemos a unir a la normal y nos echamos de nuevo para abajo. Charleta continua, admirando las vistas. Recogemos las raquetas y seguimos para abajo.





Cervecita rápida en Felechosa, y en casa para el vermú. Una mañana bien aprovechada, para hacerlo más veces la verdad.