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lunes, 8 de agosto de 2016

Les Domes de Miage

24 a 29 Julio 2016
Juan y Juaco Piñera, Rafa Belderrain
Travesía de Les Dômes de Miage (3.673 m)


Después de varias temporadas por fin consigo volver a los Alpes. Es una visita express, como todo últimamente, pero estoy feliz.
Como siempre, los compañeros y el destino final no se definieron hasta el último momento. Es difícil cuadrar las ventanas de tiempo disponibles de los amigos, y que además estas se ajusten a los distintos gustos de actividad. Nos vamos cuatro: Rafa, Juan, Juaco y yo.
Yo quería volver a las montañas, sin importar demasiado la dificultad de las vías o ascensiones a acometer. Bueno, sin importar, pero que fueran fáciles, que no está uno en forma precisamente.
Hasta dos o tres días antes de salir, la intención era tirar a Ecrins, con multitud de opciones a intentar por allí. Pero Rafa sugirió probar con la travesía Dômes de Miage-Bionnassay, y claro, esto es irresistible.
Las referencias de la web de la Casa de la Montaña hablaban de buenas condiciones, así que para allí nos fuimos.

Cuatro paisanos con sus correspondientes aperos montañeros ocupan lo suyo, así que mi coche iba hasta arriba. Salimos a primera hora del domingo con intención de llegar esa misma tarde a la Meca. El viaje por Clermont-Ferrand se hace pesado, pero el paisaje nos parece más interesante que por la ruta del sur. Hacia las nueve y media de la tarde/noche estábamos en Chamonix, entrando en la gité que Rafa había reservado por teléfono. Para 18 € la noche está más que bien. Dormimos como lirones.
Por la mañana, la vista de las agujas de Chamonix, el Dru, la Aiguille de Midi, el Montblanc... Me sorprende lo muy grande que lo veo todo. La falta de costumbre.

A media mañana, en Les Contamines, paramos en la Oficina de Turismo a informarnos de los horarios de los autobuses para la vuelta y de paso entramos en el Bureau de Guides: nos informan de que la ruta normal para subir al refugio de Conscrits está cerrada y que debemos subir por el glaciar. Bueno, menos mal que nos hemos enterado, pensamos.


Aparcamos en Cougnon y después de preparar las mochilas con mimo, arrancamos bosque arriba a por los mil quinientos metros de desnivel que tenemos que remontar. Hace calor y hay mucha humedad. Sudamos como pollos hasta alcanzar el refugio de Trè de la Tette, donde hacemos una parada a descansar. Desde aquí, el paisaje empieza a ser más alpino y hay menos gente. Vamos acercándonos a la cabecera del glaciar, hay que destrepar bastante.




Desde lejos vemos gente cruzando el torrente glaciar con dificultad. Cuando llegamos al punto en cuestión, dudamos por dónde ir. Parece que con lo avanzado del día, el caudal ha subido mucho y las zonas de paso están complicadas. Después de quitarnos las botas y cruzar las gélidas aguas a un lado y al otro, finalmente volvemos atrás y remontamos por la ladera izquierda. Somos ocho personas buscando el paso a la parte alta del glaciar, lidiando con peligrosas morrenas. Yo me pego un buen susto en una grieta tapada por la nieve.
Sufriendo con las últimas cuestas y bajo las gotas de lluvia de una inminente tormenta, llegamos al refugio. Nos damos cuenta de que la gente no ha subido ni de coña por donde nosotros: estaba delicado y no había ni una huella. Creo que la chica del Bureau de Guides no nos ha informado bien.

La tarde, la cena y la noche fueron bien. A las cuatro de la mañana ya estamos desayunando (somos de los últimos). Salimos a las cinco pasadas aún de noche, ladera arriba. La nieve está perfecta. Vamos ganando altura a la vez que va a amaneciendo.




Cuando llegamos debajo de la aguja Bérangeré y su franja rocosa, adelantamos a dos grupos numerosos que son cursillos. Primera cumbre, de casi 3.600 metros: tocan ahora trepadas sencillas de roca para bajar al collado con el siguiente Dome.
Desde aquí el paisaje es el esperado de esta travesía: cumbres blancas, redondeadas, con arista nevada, a ratos más afilada a ratos menos.



A partir de la segunda cumbre nos empezamos a cruzar con gente que viene haciendo la travesía desde el otro lado. Todos ellos, igual que nosotros mismos, llevan una enorme sonrisa en la cara. Es terreno sencillo pero no permite errores: las laderas heladas se escapan cientos de metros a cada lado.



Vamos disfrutando como enanos, enlazando las cumbres de 3.600 metros, hasta un collado en el que la gente se tira a la derecha al glaciar para volver a Conscrits, y donde nosotros tenemos que ascender a una última cima para poder bajar hacia el pequeño refugio Durier, una cajita metálica en un collado a los pies de la Bionnassay, con vertiginosas laderas glaciares a los dos lados.
Esta última cima se presenta más difícil, y por primera vez en el día nos encordamos. Trepadas fáciles sobre roca, sube-baja e incluso un pequeño rápel final para posarnos en el último tramo de arista que finalmente nos lleva al refugio.
Mientras recorremos los últimos metros, vemos a dos cordadas destrepando en la parte alta de la Bionnassay hacia nosotros. Qué alpina se ve. Será para mañana.



Una vez en el refugio de Durier, a más de 3.300 m, nos pasamos el resto de la tarde primero holgazaneando al sol. Mientras comemos y bebemos, bromeando, nos deleitamos con las vistas: la sobrecogedora vertiente italiana del Montblanc se eleva inmensa, la arista del Brouillard, los enormes glaciares. Las enorme caída de dos mil metros hacia los valles de Saint Gervais. A lo lejos identificamos macizos vecinos como los Ecrins. Estamos colgados en una atalaya privilegiada…
Nuestro objetivo de mañana me transmite incertidumbre, con su bastión rocoso y su afiladísima arista de bajada.


Más tarde, cuando la nube nos envuelve, nos metemos dentro a dormir la siesta en las literas y a charlar con el resto de la gente en el pequeñísimo refugio donde nos hacinamos casi veinte personas.
Cena temprana y a dormir, que el día siguiente empieza a las tres!

Hoy ha sido sin duda para nosotros una gran jornada de montaña en un ambiente espectacular. Totalmente recomendable.
Seguro que el día siguiente también lo va a ser.

2 comentarios:

  1. ¡Qué gusto! Eso de vagabundear por morrenas, aristas y cosas así.
    Se me está olvidando el "vagabundeo alpino".
    Enhorabuena.

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    1. Gracias Carlos! La verdad es que lo pasamos fenomenal desde el primer momento. El ir con amigos también cuenta claro.

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