LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

viernes, 22 de noviembre de 2013

Los amigos y el barro

Noviembre 2008
Miguel Rodríguez, Bene Santos
Ubiña, Integral Tapinón (2.108 m)-Siegalavá (2.131 m)


A veces, cuando la meteorología es mala y ya lleva unos cuantos días en ese plan, todos los elementos indican que lo razonable es quedarse en casa. Sin embargo, si la perspectiva para el futuro próximo habla de más de lo mismo, y las ganas de ir al monte ya son muchas, uno termina buscando qué cosas se pueden hacer incluso en mitad del mal tiempo... 
Noviembre suele ser un mes típico de estas condiciones.
Buscas en la cabeza y en los libros esas cosas que encajen en el cuadro. Una vez que ya se te ha ocurrido, entonces toca engañar a dos amigos para ir a "fozar" un rato por el monte. Bueno, no es engañar porque en realidad les va el mambo como al que más. 

Inspirado por el malogrado Iñiguez, ya había intentado previamente la arista en solitario. Aquella vez hacía mucho mejor tiempo, pero no lo vi claro. Así que la tenía pendiente.

Esta arista en concreto no es el tipo de actividad que me suele hacer especial ilusión. Per se, no tiene gran atractivo. Es una arista fácil, no muy larga, entre dos cumbres bastante secundarias del macizo de Ubiña (con lo que eso conlleva respecto a la calidad general de la roca).

Sin embargo, si le ponemos algo de nieve, la envolvemos en nubes y niebla, de condiciones poco agradables, y por último y por encima de lo anterior, si uno se acompaña de los amigos adecuados, entonces la misma actividad puede dar un giro y transformarse en algo totalmente apetecible, y terminar siendo, como en este caso, una buena media jornada de montaña.

Como casi siempre, lo fundamental en último término son los amigos: hoy, con estos dos elementos no tenía ninguna duda de que la íbamos a hacer (salvo que el cielo se pusiera demasiado bruto). Pero además estaba seguro de que me iba a echar unas cuantas risas, como finalmente fue.


Bene con la reflex, para contrapesar la mochila
Salir de Tuiza (1.300 m) con ese cielo gris marengo ya anunciaba lo que después fue. Una mojadura de las buenas.
Condiciones atmosféricas de lo más desagradable que te puedes encontrar: temperatura baja, en torno a los cinco grados, nube cerrada y lluvia casi continua. ...A los que nos va el barro, es lo que tiene.


Meterte ochocientos metros de desnivel entre barro, hierba mojada, nieve blanda y una humedad tremenda... Mmm, qué guapo es esto del monte!

En la cumbre de Tapinón sigue la niebla. Dudas en el comienzo de la arista. Pronto, cuando el tema se pone aéreo, un par de rápeles cortos. Mientras tanto Miguel, en su línea habitual, lo destrepó todo. La roca típica del macizo, bastante rota.



La arista, típico terreno de montaña en Ubiña.

Mejor aquí que en el rocódromo...
Flanqueos por terrazas, esquivando la nieve poco consistente.

Michael con el bastón,  que ya es una persona mayor
Subidos en un filo en mitad de la nada, viniendo de la nada, dirigido hacia la nada. 



En este tipo de terreno, no sé cómo lo hace, Miguel siempre se me escapa...


Trepa, destrepa, remonta.
Disfrutando la sensación de los dedos fríos, la ropa mojada, del sinsentido de las cosas que nos gustan.




Finalmente, después de hacer la segunda cumbre, el Siegalavá, siempre en mitad de la niebla, comentamos brevemente la jugada (anda vámonos de aquí que menuda chupa llevamos...) y salir para abajo...



Llegando al pueblo a mediodía:  a comer a casa
Si no escoges bien los amigos, date por fastidiado. Vas a estar todo el día escuchando quejas de todo tipo: que si el frío, que si la lluvia, que si la nieve está blanda, que si la roca está mojada, o que si está rota, o que si con esta niebla no se ve nada… Vamos, un coñazo.

Está claro que cuando escojas tienen que ser amigos de esos a los que les gusta mucho el monte. De esos que lo pasan bien por ahí arriba en todas condiciones, casi en cualquier escenario. De esos que le ven la parte divertida a las cosas,  aunque sea como en este caso para reírnos de nosotros mismos y de lo capullos que podemos llegar a ser...

Como se suele decir coloquialmente, tiene que ser gente de esa a la que le gusta el barro.
Suerte que yo tengo unos cuantos amigos de estos (no abundan). 


viernes, 15 de noviembre de 2013

La Feria y la Gueta

El otoño viene acompañado de tiempo inestable y de poca luz, pero siempre hay actividades alternativas.

Estoy seguro de que fue en estos ambientes en los que empezó mi afición por la montaña.
Los dos están muy lejos de cumbres y de aristas, de escaladas o de nieves. Sin embargo, fue en ellos y en otros similares en los que, ya de muy pequeño, empecé a apreciar los placeres del contacto directo con la naturaleza.


Mis primeros contactos con la Gueta (en asturiano, la búsqueda y recolección de castañas) se remontan a tiempos en que mi hermano y yo éramos dos mocosos que íbamos con mi Abuela caleyando por los alrededores de la Pola, recogiendo lo que para ella había sido en su infancia una pieza clave de la alimentación: la castaña.
También los muchos amagüestos con el grupo de montaña del colegio, con alguna indigestión incluida.


Los primeros recuerdos de la Feria de ganado también me resultan remotos, cuando con mi tío Jose íbamos al mercado de ganado a ver los bichos, las gentes (algunos parecían bichos también), y el ambiente general.

También las visitas de guaje a las pumaradas de mi tía Ana a pañar manzana fueron iniciáticas (estas visitas aún las mantengo a día de hoy). Mucho más tarde, con Estivi en Anayo, prensando la fruta en el llagar de su casa, seguí enlazando la relación entre el campo, sus frutos, y los placeres de la vida (la sidra también ayudaba a ese enaltecimiento).

Tradiciones y cultura de naturaleza y montaña.

La vida avanza como un rodillo, los años pasan, y ahora repito esas mismas actividades, pero acompañando a mis hijos en sus primeras experiencias... 




Dos fines de semana seguidos, con tiempo regular tirando a malo, aprovechados en el monte. El primero en Sajambre, junto con unos amigos y sus niños: paseos por el bosque y las majadas, acariciando caballos, observando setas.
También con visita a la Feria de Oseja, donde pudimos apreciar las características del ganado local, orgullo de estas gentes que, contra viento y marea, intentan seguir viviendo en la montaña, de la montaña y para la montaña.
Las ferias ya no son lo que eran. Ahora el comercio del ganado entre las partes, objetivo inicial de las mismas, es minotirario. En la actualidad, se mantienen gracias al impulso de unos pocos, complementándolas con concursos de ganado, con puestos de artesanía y gastronomía locales, y con atracciones como exhibiciones de juegos y deportes tradicionales. De todo ello disfrutamos y tratamos de contribuir: un par de quesos de la tierra sí volvieron para casa.


Tres años más tarde, estreno otra Mochila que habla

El fin de semana siguiente, de los tres días que tenía solo uno libró de la lluvia, y lo aprovechamos. Junto con más amigos y sus niños, en la parte sur de los cordales de la sierra del Sueve, salimos a pasear por sus bosques, a disfrutar de la luz del otoño, y a recolectar el fruto de sus árboles. La castaña está en temporada y en cuanto te separas unos metros de las casas, de las carreteras y de las zonas más accesibles, su abundancia es enorme. Los niños lo pasaron fenomenal, y los mayores también.



Estoy seguro de que a mis niños, como me pasó a mí, estos primeros contactos con el mundo natural les hará aprender a disfrutarlo, a respetarlo y a defenderlo. Por mi parte no va a quedar. 

lunes, 11 de noviembre de 2013

36 Semana de Montaña de Gijón 2013

Ya está disponible el programa completo.
Claramente tengo dos reclamos importantes.
El primero ineludible: la proyección por parte de Kiko y Edu de su ascensión al Cerro Torre por la Ferrari el año pasado. Dos gallos de la tierra (de la tierra astur).
El segundo es Denis Urubko, uno de esos tíos que meten miedo.
Adicionalmente, una película reportaje sobre Messner, una proyección de Carlos Suárez, y otra de Iker Carrera.
Como siempre, un año más, gran nivel.


jueves, 7 de noviembre de 2013

“Training for the New Alpinism, a Manual for the climber as athlete”

Aún no está disponible.  Lo estará a partir de Febrero o Marzo. Estaré atento para encargar un ejemplar tan pronto se pueda.
El primer libro de Steve House, "Beyond the mountain", Más allá de la montaña, es un libro autobiográfico en el que narra en primera persona sus experiencias en la montaña a lo largo de la vida, desde sus primeros pasos hasta sus últimas expediciones. Momentos de triunfo y de alegría, otros de miedo e inquietud. Momentos de fracaso o de desorientación vital. Todo contado con un lenguaje directo y sin rodeos, pero detallista y preciso.
Sin duda es uno de los mejores libros de montaña que yo haya leído hasta la fecha. Lástima que no haya edición en castellano.
Ahora, junto con Scott Johnston, ha escrito un segundo libro:



Entrenamiento para el nuevo Alpinismo, un manual para el escalador como atleta. Tal y como su nombre indica, es un manual orientado al entrenamiento para el Alpinismo Moderno. Cuando Martín y yo tuvimos el privilegio de compartir unos días con él y su mujer Eva, Steve ya nos había comentado las muchas consultas que recibía relativas a entrenamiento (nosotros también le preguntamos a saco claro). De hecho, en su web antes tenía un link a un blog de entrenamiento, donde daba pautas de sus rutinas. Se ve que ahora lo ha plasmado en un libro.


Hoy día, “Alpinismo Extremo, cómo escalar Alto, Rápido y Ligero”, el libro de 1999 de Mark Twight es la biblia para muchos alpinistas, de todas partes y niveles. Sin haberlo siquiera ojeado, me da que este próximo libro de Steve House se va a convertir también en una biblia, o un Nuevo Testamento para los mismos.
Es el mismo Mark Twight, colega de Steve, quien escribe el prólogo de su nuevo libro, que dice (aproximadamente) así:

El borde del mapa
Me considero un miembro fundador de la primera generación de escaladores de alpinismo que entrenaron intencionadamente usando medios artificiales.
Para mí, el entrenamiento nació del fracaso. Cuando fracasaba (y eso me pasaba muchas veces) era porque la ambición superaba a la habilidad. Frecuentemente estreché esa falta de habilidad a motivos puramente físicos, así que decidí hacer algo al respecto. Persiguiendo la primera parte de la consigna de Brian Eno, me empujé a mí mismo hasta “los límites más extremos” y coseché recompensas, pero me llevó años completar la segunda parte la consigna, que es “retirarse a una posición más útil”.
Mi aproximación al entrenamiento recuerda mucho a mi forma de escalar. El romanticismo de la escalada no me interesaba. Yo no perseguía arpas ni alas. Allí arriba no escuchaba ópera. Muy al contrario, las montañas tienen dientes. Ese filo dentado que recorremos allí arriba  me agarró por la garganta, a mí y a mis amigos y compañeros. Cogí esa indiferencia de las montañas por la vida y por la agresión, e intenté pelear. Me hice una armadura contra esa indiferencia a base de entrenamiento, de análisis y de actitud. Entrené con amigos que compartían una estrategia similar. Nuestro mantra era oscuro, pero nos motivaba.
Cuando corríamos, respirábamos al ritmo (sin importar la velocidad), y ese ritmo tenía letra: “todos ellos murieron”. Inhalábamos y exhalábamos las grandes gestas alpinas, como la que sufrió la cordada de Walter Bonatti en el pilar Freney*, para empujarnos a nosotros mismos hasta un punto en el que nunca nos fuéramos a quedar cortos, físicamente.

*Otro buen libro, lectura obligada de una gran épica alpina: “Freney 1961”, de Marco. A. Ferrari

Me encanta la foto de Mark al lado del prólogo, saliendo del vivac del Col de la Fourche: creo que es por el simple hecho de haber pasado por ahí también.
Está claro que esta gente es la élite y se mueve en niveles muy altos, muy dedicados y profesionales. Sin embargo, de sus experiencias sé que puedo extraer aprendizajes para mis escaladas de andar por casa. Eso es lo que pretendo (además de flipar con sus maneras).

La cosa promete…