LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

lunes, 23 de septiembre de 2013

Las Bóvedas de Teverga - Sesión deportiva express

Sábado 21 de Septiembre 2013
Pablo Luque, María

Con la sonrisa boba me fui conduciendo todo el viaje de vuelta para casa.
Sólo estuve por allí tres horas por la tarde, pero se me juntaron varias cosas que me alegraron el día.
Lo primero fue el hecho mismo de escalar. Con lo poco que le dedico a la deportiva (segunda vez en lo que va de año), cada vez que voy, disfruto un montón. El gesto, el tacto de la roca, la acción de escalar por sí misma.
La segunda cosa fue encadenar.  Mi intención era simplemente rodar un poco. Desde luego, flashear un 6c+ y un 7a, no entraba en mis planes... Sin apenas trepar ni entrenar, está claro que sonó la flauta, pero me puse muy contento. Por supuesto también me quedaron deberes pendientes: eso es parte necesaria del juego.
La tercera cosa, tan importante o más que las anteriores, fue encontrarme con amigos que hacía tiempo que no veía. Brojos, Cristina, Virginia, Johnny... Con algunos fue apenas un saludo, algunas palabras cruzadas, con otros fue un abrazo. 
Me encantó  el ambiente general que vi: había bastante gente pero sin agobios, buen rollo, muchas chicas y escalando de primero, niños con sus padres...
Las vías, recomendadas por Pablo, buenísimas. No sé los nombres, pero no importa: las recordaré para repetirlas. 
Teverga. La Bóveda de Arriba: Pablo, María y Johnny
Tengo que intentar ir más a menudo. Sin duda la escalada deportiva es un placer.

viernes, 13 de septiembre de 2013

Disfrutando en Urriellu: la Rabadá desde casa

Domingo 1 de Septiembre 2013
Martín Moriyón
“Rabadá-Navarro” al Picu Urriellu, 750 m 6c+/A1


“Aquí sólo hay dos vías que realmente significaron un salto cualitativo: la de 1904 y la “Rabadá-Navarro”. El resto son totalmente secundarias frente a estas.”  

Así opinaba Tomás la tarde del domingo, mientras charlábamos en la puerta del refugio. Y nosotros estamos de acuerdo. La original por lo que supuso en un escenario sin historia previa de escalada. Y la "Rabadá-Navarro" por el enorme salto en toda su concepción y contexto. Sólo hace falta colocarse en la travesía y en el posterior rápel del inicio de la segunda parte de la vía, para estremecerse pensando en sus aperturistas, que desde aquí salieron rumbo a lo desconocido en un paño de roca totalmente compacto. 

Ya había pensado esta actividad hace años. De hecho, cuando en 2011 hicimos la “Festa del Paca” en este mismo plan rápido, habíamos comentado hacer la Rabadá igual. Enredar a Martín sólo me costó dos breves wassaps: le gusta el lío cantidad. Sin embargo, el día antes en casa me asaltaban las dudas de si no sería demasiado pastel para mi estado de forma… Ahora ya estábamos en marcha.

El amanecer nos coge coronando el collado de Pandébano. No hace frío, no hay viento ni nubes, la previsión es favorable. Parece que tenemos a los dioses de nuestro lado. Subir sin apenas peso nos permite ir hablando aun manteniendo buen ritmo: sólo llevamos el material personal y unos pocos friends  y expreses para completar lo que Martín ya tiene en la Vega. La cuerda también está arriba. Esto es todo un lujo: tener amigos guías es así. En hora y media estamos en el cuarto de los guardas, rematando las mochilas.
La Oeste nos saluda: ya hay gente en la “Leiva” y otras dos cordadas caminan hacia la base. Confiamos que no vayan a nuestra vía. Sin perder tiempo arrancamos hacia la tapia: activamos el “modo intimidación” intentando adelantar a alguno de los rezagados para asegurarnos la pole. No hace falta, no vienen a la “Rabadá”.

Después de atarme, colgarme los trastos y calzarme, miro para arriba y… mariquita de mí, me desato para decirle al Gallo que empiece él delante. Necesito calentar antes de ponerme de primero (sin duda mariquita). Son las nueve y media de la mañana: sin dudarlo Martín resuelve el primer y segundo largos empalmados en uno, como es habitual hacer.


Martín empezando la secuencia dura del largo 3
No hace frío y el tacto de la roca es bueno, aunque se nota pulida. Con los aceros de rigor llego a la reunión donde vuelvo a pasarle el material al colega para que tire el largo más duro de la vía con diferencia: el tercero. Si no tiré en el primero no voy a tirar aquí… Aquí, el guide se centra en encadenar: se toma su tiempo, resuelve la secuencia dura con seguridad, colocando buenos cacharros y mirando bien cada paso. Da gusto verle escalar. Ya está saliendo cuando me sorprende parando a reposar en uno de los clavos que dan paso ya a una zona más llevadera. Una pena, ¡tendrá que volver otra vez para encadenar! Yo sufro como un perro a pesar de ir colgándome a reposar de casi todos los trastos…


La 3ª vez que hago el largo, la 1ª vez que voy de 2º, la peor sin duda!
Menos mal que esto afloja: superada la lastra me pongo por fin de primero para una tirada larga. Llevamos una cuerda simple de setenta metros, y con esta puedo enlazar el murete de 6a del largo seis con los dos largos de la Cicatriz. Queda así un largo absolutamente espectacular, increíbles sensaciones, sesenta y cinco metros alucinantes.



Las otras cordadas a nuestra derecha o bien están terminando “Sagitario”, o bien se han retirado de “Leiva”, ya no hay nadie.


Martín retoma la cabeza para el largo hasta la Cornisa del Entreacto, y monta la reunión ya superada la oficial del nicho, asomando a la Travesía. Qué suerte tengo que me toca a mí este largo mítico: de nuevo, un disfrute total.

La mítica Travesía




Seguimos después con las maniobras de rápel y la travesía hasta la base del Gran Diedro. Una cordada que entró más tarde que nosotros está terminando el largo 7 de la “Murciana”: ¡qué roca increíble se ve!

Arqueología de escalada, será de los maños?

Súper ensamblada con Martín delante: todo el Gran Diedro y bajada hasta Rocasolano de una vez. Algo más de cien metros sin parar. 

La caliza que hace famoso al Picu
Bebemos y comemos algo en la terraza, y vuelvo a salir yo de nuevo delante para enlazar otros dos largos en uno: sesenta metros de rocaza, ambientazo y placer.




Cuando llega el Gallo, después de una buena pelea para sacar un “fisurero-parabolt” que metí yo, arranca a por el que será nuestro último largo. Hace un empalme de tres tiradas de croquis en una, con un ensamble de unos quince metros.
La roca aquí está más fría, se nota la orientación norte, aunque los dos vamos en camiseta. Se oyen voces provenientes de abajo y del norte, de la Pidal probablemente. Estamos disfrutando como enanos de los últimos metros de la vía: no la recordaba tan bonita, es realmente una joya.


Una vez en la cumbre, estamos solos. Hemos tardado siete horas y media, un tiempo muy modesto (en el 94 con Iñaky tardamos sólo 8 horas y éramos unos novatos), pero esto nos ha permitido disfrutar enormemente de la escalada. En total hemos hecho diez largos para los setecientos cincuenta metros de vía. ¿Cómo? Pues con unos cuantos ensambles.
Durante un buen rato observamos el paisaje que nos rodea: grandes neveros han resistido el verano, el corredor de la Morra casi parece en condiciones… Comemos, bebemos, nos sacamos la foto de cumbre.
Destrepes de Anfiteatro y un par de rápeles más de los habituales (vamos sólo con la cuerda de 70, no sacamos el cordino), pero estamos solos y acabamos rápido. Bajamos la canal de la Celada y a la Vega.
Rodeando el Bicho te das cuenta de que no tiene una cara fea...

Cara Sur y Sureste
Cara Este
Cara Noroeste
En la terraza del refugio nos demoramos más de una hora en una charla animada con Tomás y con Sergio, y con más gente que anda por allí. Al rato llega la cordada de la "Murciana", se liaron en las últimas tiradas, y además hay que bajar, y es su primera vía al Picu. Les recomendamos otras vías en Peña Santa.

La Oeste
La bajada hasta el coche la hacemos en la luz del atardecer, con mar de nubes en la costa, perfiles recortados y una sonrisa en la cara que no se nos va. A las nueve y media arrancamos en coche para casa.
Gran día de montaña, de los que hacen afición. Seguro que lo voy a recordar mucho tiempo (los primeros cuatro o cinco días seguro… ¡por las agujetas!).


Pensar que saliendo de mi casa por la mañana, puedo hacer una Superclásica como esta y volver a dormir en el mismo día, vuelve a confirmarme algo de lo que ya estaba convencido: esto es un PARAÍSO (hay otros, pero yo vivo en uno bueno!).

Primer y segundo largos en uno: Martín
Tercer largo: Martín
Cuarto y quinto largos en uno: Martín
Sexto, séptimo y octavo largos (murito y Cicatriz) en uno: yo
Noveno, décimo y undécimo largos en uno (hasta la cornisa del Entreacto): Martín
Largo doce (Travesía): yo
Rápel
Largo trece (hasta la base del Gran Diedro): yo
Largos catorce, quince, dieciséis y diecisiete en uno (Gran Diedro y hasta Rocasolano) en uno: Martín (con ensamble de unos treinta metros)
Largos dieciocho y diecinueve en uno: yo
Largos veinte, veintiuno y ventidós en uno: Martín (con ensamble de unos quince metros)


El croquis es de mi amigo Miguel Rodríguez, de la guía "Escalada en roca en los Picos de Europa", de Angel Bengoechea y el propio Miguel.

Gijón:                                          5:00 h
Pandébano, a caminar:                 7:15 h
Vega Urriellu:                              8:45 h
Inicio escalada:                            9:30 h
Fin escalada:                             17:00 h
Pie de cara Sur:                        18:30 h
Vega Urriellu:                           19:00 h
Pandébano:                              21:20 h
Gijón:                                       23:30 h

viernes, 6 de septiembre de 2013

Gente de otra pasta

Algunos están hechos de otra pasta. No hay duda.

En el último número de la Alpinist, el 43, que me llegó hace unos días, hay una extensa entrevista a un tipo de esos que rompió el molde: Wojciech Kurtyka.
Este polaco flaco de mirada directa es de los que abruma con su historial, tanto por lo extenso como por lo impresionante de las realizaciones, no hay más que ver el resumen de su trayectoria en la Wikipedia.
Como siempre, los gallos terminan juntándose entre sí (porque si no a ver quién les sigue el ritmo) y por eso ha tenido como compañeros a gente del tipo Jerzy Kukuczka, Doug Scott, Alex McIntyre, Reinhold Messner, Erhard Loretan y otros mancos del estilo.

El tío fue precursor en los años setenta y ochenta de estilos ligeros y de compromiso (medio en pelotas) en montañas muy grandes, en las que la moda hasta entonces era aprovisionar media docena de campamentos, colocar unos kilómetros de cuerdas fijas, y equipos de alpinistas estilo pelotón militar. Trasladó la forma de escalar en Alpes, con un colega y con lo puesto, a montañas y paredes mucho más grandes. Y lo hizo con éxito. Siguió haciéndolo hasta entrados los noventa cuando se alejó de las grandes cordilleras.

Una de sus más reconocidas ascensiones es la cara Oeste del Gasherbrum IV en estilo alpino junto con el austriaco Robert Schauer en 1985. Considerada entre las mejores escaladas del siglo 20, algo de lo que Kurtyka reniega: "nadie la ha repetido para poder confirmar si es tan buena como nos pareció a nosotros, y por otro lado, es como clasificar un poema como el mejor del siglo 20, no tiene sentido".

A veces uno se imagina a esta gente de las montañas grandes como un ochomilista de caminar y poco más (bueno, eso ya es la leche), pero nada de eso. Como tantos otros de estos máquinas de las alturas, es un escalador de roca fuera de serie (como fueron Tomo Cesen, Tomaz Humar, Lafaille, Loretan, etc.). Baste decir que a los 46 tacos, ya retirado de la primera línea, se hizo en su Polonia natal un 7c+ en solo integral. Una diferencia con muchos de estos otros es que él sigue vivo: a pesar de hacer e intentar líneas extremas, ha sabido darse la vuelta cuando tocaba: su lista de intentos frustrados y retiradas es larguísima.

Kurtyka desde hace años no suele conceder entrevistas: se considera a sí mismo de la generación de los Dinosaurios, y cree que es mejor mirar al presente y a sus protagonistas, y al futuro, en lugar de seguir hablando de sus históricas escaladas.

Lo que más me ha gustado de la entrevista es que, a pesar de sus diez páginas de revista, no habla en ningún momento de grados de dificultad, ni de ángulos de pared o de metros de vías. Habla con pasión de cosas como la importancia de la verdad, la amistad, la calidad en las cosas, el perfeccionismo, el peligro del ego, el conocimiento interior y hasta de la no-existencia de dios. Todo esto desde un punto de vista actualizado, frente a la sociedad de hoy día, y con un punto de ironía, acidez, y de permanente autocrítica.

La última pregunta de la entrevista es si alguna vez ha pensado en dejar de escalar: Kurtyka responde que no, nunca, argumenta unas cuantas cosas y termina la explicación diciendo:

“The Mountains are my breath”

Pues eso. 

lunes, 2 de septiembre de 2013

De Rabadá en Rabadá... y tiro porque me toca

Con apenas un mes de diferencia, he disfrutado de estas dos tremendas vías.
El 30 de Julio, la Rabadá-Navarro de referencia en Ordesa, con Pablo: una zona nueva para mí, una vía nueva para los dos.
Ayer 1 de Septiembre, con Martín en Urriellu. En este caso ya la habíamos hecho antes los dos. En mi caso ya hacía demasiado tiempo desde mi primera vez,  aunque tampoco fue porque no lo intentara en el medio (con retirada forzada por la lluvia).
En este caso, lo especial fue el hacerla ida y vuelta en el día desde casa.
En las dos vías destaca la audacia, la elegancia y el buen estilo imprimido por dos escaladores que fueron sin duda, a nivel nacional, unos adelantados a su tiempo.
En ambos casos han sido días intensos y muy disfrutados.