LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

lunes, 26 de marzo de 2012

Disfrutando el Alto Atlas


Todo empezó en Enero cuando hablé de esta oportunidad de viaje con Bene y más tarde con Nando. Ahora se estaba haciendo realidad: el calor de Marrakech nos ponía en situación.
Sólo nos falta la pulserita de color del “todo incluido”: esta versión de hacer montaña tiene claras ventajas, pero me tiene descolocado. Desde que Eduardo y Mohamed nos reciben en el aeropuerto, ya no tenemos que preocuparnos de nada. Todo está organizado y coordinado, podemos relajarnos y disfrutar. Son profesionales del tema, y se nota. Un lujo.

Eduardo Bilbao
TRS Outdoor Services
Mail: trseduardo@hotmail.com
Facebook: TRS Outdoor Servives

El conductor de la furgoneta negocia muy duro los escasos metros de asfalto con los vehículos que vienen de frente. Parece poseer un sexto sentido para adelantar en curvas cerradas, con visibilidad nula. Eso o la fe en Alá, unido a la suerte, nos lleva por la carretera de montaña en obras a una velocidad bastante superior a la que nos parece recomendable.


La primera parada del viaje es para comer en Asni: aparcados en batería frente a un chiringuito algo cochambroso, con una terraza cubierta con un tejadillo de chapa, nos apretamos en un par de mesas rodeados por hombres locales que comen o toman té. Detrás de mí, en un mostrador, un bigotudo corta trozos de carne de cordero mientras charla con sus acólitos. Al poco rato, mientras devoramos un exquisito tallín, empezamos a conocer al resto del grupo: el cachondeo es continuo.
Esa tarde, caminamos una media hora desde Imlil (1.740 m) hasta Armed (1.900 m) donde está la casa de Mohamed,  un albergue donde dormiremos el primer día. El pueblo está muy cuidado, limpio. Las voces de los niños jugando suenan por todas partes.

En la guía aparecen un montón de vías, unas más duras que otras. Mi intención es escalar, pero sin complicarme la vida. La cara Noroeste del Tete D´Ouanoums (3.970 m) presentaba varias opciones y muchas ventajas: varios corredores con unos seiscientos metros de recorrido para unos quinientos de desnivel, que después nos permiten continuar la ascensión hasta el Toubkal, la mayor cumbre del Atlas. Después de la aproximación desde Armed, algo menos de tres horas muy relajadas al ir sin peso (las mochilas grandes van en las mulas), nada más llegar al refugio la vista se me va hacia arriba: poca nieve en la pared, mucha roca y bastantes mixtos para enlazar campas y cascadas de hielo, estas algo raquíticas. 


Los organizadores: de pie Mohamed, sentado de gorra azul Eduardo
Nando y yo nos conocemos hace muchos años pero nunca nos habíamos encordado juntos: el corredor de más a la derecha, el más continuo, va a ser la opción elegida. Y acertamos.


Efímeras líneas de hielo en la Noroeste de la  Tete D´Oanoums
Noche típica de refugio: ronquidos, toses, pedos (algunos espectaculares), frontales enfocándote la cara a altas horas de la madrugada… es decir, poco sueño. Nos levantamos con ganas de empezar. Después de un desayuno copioso en un comedor internacional, y de ayudar a varios tíos a ponerse bien los crampones (la normal del Toubkal atrae a mucha gente que se está iniciando en la montaña), a eso de las siete y media arrancamos hacia nuestro objetivo.
En media hora de remontar cuestas, tenemos delante nuestra vía. El cielo está algo nublado y caen copos de nieve mientras nos ponemos el arnés, el casco, el material… el ritual clásico.


Primer resalte, más aparente que difícil
La entrada del corredor se estrecha pronto enfrentando un resalte de hielo. Estirado un largo a tope, monto reunión en roca bajo la segunda cascada. Nando llega veloz e inmediatamente después salgo yo: Disfruto de unos quince metros sobre hielo para salir luego a nieve dura. Apuro la cuerda y aseguro al colega. Calidad total.



El tramo intermedio del corredor es fácil, dos o tres largos a unos 45-50º, en los que de cuando en cuando coloco algún seguro en la rojiza roca. Superamos un segundo resalte de hielo, más corto. 



Segundo resaltillo de hielo



Después, dos o tres largos más en nieve variable nos llevan al tramo final, con un último resalte en hielo. Por tramos encajados en roca la canal nos posa en un collado blanco y cornisado en la arista con la vertiente Sur. Parada a comer y beber algo, se nota la flojera de escalar a casi cuatro mil metros. Está nevando continuamente, aunque no nos preocupa. El ambiente está muy guapo.


El camino a seguir ahora es poco evidente, observamos la arista y decidimos quitarnos los crampones. Encordados a treinta metros, sale Nando delante buscando el punto flaco de la roca. 


Nando negociando en la arista, la nieve cayendo


Vamos rodeando varias torres, remontando diedros y haciendo pequeños destrepes y trepadas hasta alcanzar la cumbre. La escalada ha sido bonita y variada, sencilla pero alpina, y con la nieve cayendo, el ambiente auténtico. Nos estrechamos la mano satisfechos. No hemos encontrado nada en la vía, tampoco ha quedado rastro de nuestro paso, salvo las huellas en la nieve.


Segunda cumbre del día, Toubkal Oeste
Bajamos a un collado para empezar a remontar hacia el Toubkal Oeste, 4.030 metros, que desde nuestra vertiente se esbelto y alpino: trepando por entre llambrias, neveros y pedreras hacemos una nueva cumbre. Ahora miramos hacia el Toubkal, 4.167 metros, aún lejos y grande. Salimos buscando el camino más directo y dejo ahora delante a Nando, que adopta un ritmo ochomilista con el que, a pesar de ir despacio, adelantamos a varios grupos que van por la normal. Llegamos a la cima sin nadie alrededor, cansados pero contentos. Tercera cumbre del día. Después de un rato salimos hacia abajo para volver al refugio.



Gracias a las gestiones de Eduardo y Omar, nos hemos trasladado a un segundo edificio separado del refugio, y lo tenemos para nosotros. Cuando llegamos, el resto del grupo lleva rato aquí, y ya han comido. Han subido al Toubkal por la normal del Inkibi Sur, y bajado después por el Inkibi Norte, un buen pateo. Todos están satisfechos con la ascensión, para algunos es su primera montaña grande. Mohamed y Omar nos reciben sacando fuentes de comida; jarera, tallín, fruta, nos ponemos morados. Aún es media tarde y tenemos tiempo para relajarnos, tomar té, charlar y pensar en qué hacer mañana.

La escena es de película de Fellini: el cuarto de la estufa, con bastante olor a humo, tiene bancos acolchados de cojines en tres de sus cuatro paredes. En ellos nos recostamos varios de nosotros, charlando despreocupadamente sobre las vivencias del día. Bajo la ventana, tumbado cómodamente, Mohamed navega por Internet con su Iphone. A la vez, a sus pies, junto al fogón, su hermano Omar se reclina hacia la Meca sobre una alfombrilla, rezando por tercera vez en el día. Todo esto en un mismo espacio y tiempo, modernidad y tradición, oriente y occidente, religión y laicidad, ricos occidentales y sus contratados machacas, todos juntos en armonía.


Cascadas de hielo por todas partes

Amanece un nuevo día y pronto nos vemos caminando junto con el resto del grupo, hoy más ligeros sin material de escalada, hacia el Ras, 4.083 metros. A mitad de valle nos separamos de ellos para enfocar nuestro objetivo, el estético corredor Oeste, que con trescientos metros y una pendiente máxima de 45º, nos deja directamente en la cumbre. Cansados por la nieve pesada, el sol y el día de ayer, nos sentamos en la cumbre. 


Hacia el corredor NE del Ras

Mohamed, Omar y Nando, en el collado a 4.000 metros
Al cabo de un rato salimos hacia el collado pelado, donde dejamos las mochilas para subir al cercano Timesguida, 4.088 metros. La amplia y roma cumbre está totalmente desnuda de nieve. Dos cuatromiles fáciles, pero cuatromiles en cualquier caso. Unas fotos y volvemos al collado a esperar a los amigos. El cielo se está nublando, parece que va a empezar a nevar como el día anterior; es temprano y yo aún tengo mecha. Nando no se anima. Echo un vistazo a la guía para ver qué puedo hacer. Llegan los colegas, y les pregunto a Omar y Mohamed por el Akiud (4.030 m): muy lejos me dicen… No les hago caso y arranco de nuevo hacia el Ras, que es el camino más corto: desciendo por el corredor que subimos hace unas horas, y empiezo a remontar ahora hacia el collado entre el Akiud y la torre Tadaft, esta última muy alpina. Hay huellas recientes de esquí, pero nadie alrededor. Me cuesta remontar la nieve cambiante, a ratos me hundo hasta la rodilla. Con filosofía alcanzo el collado. Me obligo a comer y beber. Me tiro ahora hacia abajo para librar un gran espolón de roca que me bloquea el paso a la pala de nieve que conduce a la normal. Agonía en nieve blanda. Llego hasta la arista donde me encuentro con un inglés y dos polacos, muy majos, que vienen de hacer la cumbre. Charlamos animadamente unos minutos, y luego yo sigo hacia arriba. Veinte minutos más tarde, entre una nevada de densidad creciente, me siento entre las piedras de la cumbre. Tercer pico en el día.


Cumbre solitaria en el Akiud, 4030 m


Estoy solo en una montaña de cuatro mil metros y siento que es algo especial para mí. En realidad, altura aparte, no es muy distinto que en cualquier otra, simplemente es más alta. Son las dos de la tarde y no hay nadie alrededor. Me ha costado bastante, me siento muy contento. Destrepando la arista me obligo a prestar atención. Una vez en el collado, más relajado, me tiro hacia el solitario valle con la única preocupación de la nieve blanda y lo que me cuesta progresar, hundiéndome a ratos hasta la cintura. Hora y media después estoy entrando en el refugio. Sigue nevando.

Pasándolo fatal...
El tío anda por veintipocos años, y como los demás trabaja de guía subiendo gente al Toubkal y otras cumbres de alrededor. Aunque somos tres o cuatro en el grupo, charlando de pie sobre la nieve a las puertas del refugio, él sólo tiene ojos para mí… Nando y Eduardo ya se descojonan abiertamente: “este te quiere encalomar…” “Margarituu!!” se oye entre risas desde el resto del grupo. Uno, que no está acostumbrado a que le tiren los tejos tan abiertamente desde la acera de enfrente (ni desde la otra), pues ya estaba empezando a ponerme nervioso…

Nuevamente la cena es excelente: cous cous y carne preparada en el anafre, al calor de las brasas. Nos acostamos temprano y dormimos bien.


Se había acabado nuestro tiempo en la montaña, tocaba volver la vista hacia el valle, de vuelta a casa. El escenario claramente invitaba a correr: un valle abierto surcado por una pista de tierra rojiza, que colgada a media ladera va pasando de un lado al otro. La tentación era grande. Si a esto le sumas que vamos de vacío, con todo el peso en las mulas, nada más salir del refugio las piernas ya se nos iban. El fresco de la mañana mantiene helados algunos tramos, vamos trotando, sorteando piedras, adelantando a gente y esquivando mulas. Disfrutamos del placer de correr en montaña (más cuando es cuesta abajo): es el cuarto día en el monte y ya estamos de retirada, las piernas no están frescas del todo, pero esta es una buena forma de acabar. Con alguna para intermedia para reagruparnos con los amigos, hemos bajado desde algo más arriba de los 3.000 metros hasta los 1.900 del pueblo de Armed.


... Incombustible


Nando al final de la carrera, llegando a Armed
Después de comer en Armed, despedirnos de Omar y de su padre, guía de montaña, seguimos hacia Imlil donde cogemos la furgoneta que nos lleva a Marrakech, etapa final del viaje, y colofón perfecto: el riad está muy bien, la ciudad es un hervidero de comerciantes, comediantes, turistas… Actividad febril por todas partes. Todo un espectáculo para los sentidos.

El grupo casi al completo

La Medina de Marrakech



Al día siguiente, despedidas, avión a Madrid, y coche para casa. Llego a las diez de la noche, Javi duerme tranquilo. Paula está muy cansada después de toda la semana peleando sola, mientras yo disfrutaba de mi egoísta afición: algo difícil de compensar. A la cama, al día siguiente toca madrugar.

Un viaje corto, pero muy completo: las montañas, la escalada, el país, la comida, pero sobre todo la gente y los nuevos amigos con los que compartí estos días.


La plaza de Marrakech, patrimonio de la humanidad
Sábado 17:  Tete D´Ouanoums, 3970 m, Corredor Noroeste 600 m , Toubkal Oeste 4.030 m y Toubkal 4.167 m por la Normal
Domingo 18: Ras 4.083 m, corrector Nordeste 350 m, Timesguida 4.088 m Normal, Akiud 4.030 m Normal
Lunes 19: Bajada a Armed e Imlil, Viaje a Marrakech

viernes, 2 de marzo de 2012

Mampodre - Tapín tracción en la Polinosa

Sábado 25 Febrero 2012
Polinosa (2.160 m), Mampodre, Variante de escaqueo derecha cara Norte
Pablo Luque

La Norte de la Polinosa bastante pelada, en rojo la clásica, en rosa nuestra opción de escaqueo
“El que por su gusto corre, jamás de la vida cansa”, de lunes a viernes el despertador suena a las siete, y llega el sábado y me levanto a las cinco y media…

Llevábamos toda la semana de anticiclón, con la gente haciendo espectaculares escaladas en hielo en la zona de cascadas de Tarna. El viernes la temperatura ya empezó a subir, y al salir hoy de casa por la mañana, ya me daba cuenta de que no había helado. No era muy buena señal, pero nunca se sabe.
Nada más arrancar el coche en mitad de la calle desierta, veo otros focos que se encienden a unos metros de distancia: a estas horas intempestivas uno no espera encontrarse a nadie. Al pasar por delante del otro coche, se me escapa la risa al ver que es Monchu: “no irás pa Tarna?”. Bingo. Ha quedado con Jesús para ir a intentar la “Conjura”. Les deseo suerte y salgo hacia la autopista. Llego al puerto de Tarna a las siete, después de tener que bajarme del coche para mover unos bloques de piedra enormes que cerraban totalmente la carretera: unos pocos kilos más y ya no habría podido arrastrarlos. Aparco sobre la nieve entre dos furgonetas y me bajo a rematar la mochila. Ya hay varias frontales por la ladera del Remelende en dirección a las cascadas: estamos por encima de cero, a mí me daría mucho miedito… Al poco rato llega Pablo, me subo a su coche y seguimos dirección a Maraña, donde entramos al amanecer encontrándonos la plaza llena de coches. No lo vemos nada claro, el Convento tiene la norte pelada, pero estando aquí, hay que darse el paseo.

La alpina Norte del Mediodía, casi seca del todo
A las ocho vamos saliendo del pueblo, con dos tíos delante a unos cientos de metros que nos van abriendo huella en la nieve blanda. Su huella por un lado nos ayuda, pero por otro no: es más corta de la cuenta (eso para mí, para Pablo tiene que ser de risa), y queriendo ir rápido, llevamos un paso tipo muñeca Nancy que nos tiene mosqueados. Como en todo, “tanto jode no llegar, como llegar y pasar”…

Nunca hemos estado en la Polinosa, yo creo que es por su ubicación, en segundo plano del pequeño macizo del Mampodre, que a su vez está en segundo plano de la Cordillera. Cuando por fin vemos su cara norte asomando en el fondo del valle, nos sorprende su aspecto alpino, flanqueado por espolones de roca y con bandas intermedias. La esperábamos más uniforme y más blanca, quizá por influencia de las fotos de las guías. Es muy atractiva, pero al primer vistazo ya nos entran muchas dudas de que su corredor central, nuestro objetivo para hoy, se encuentre en condiciones: los resaltes inferiores no se ven muy cubiertos, pero aún parece peor el tercio superior, donde la roca aflora por todas partes. Si la nieve estuviera bien helada, todavía se podría intentar, pero viendo cómo está hasta ahora… 
Coronando un colladito que nos deja ver el plató superior me doy cuenta de que no llevamos delante solamente a una cordada y a un par de perros del pueblo (estos perros hacen más monte que muchos que nos las damos de montañeros...), sino que son otros dos tíos más, que claramente van hacia la norte. Por detrás también viene un buen grupo de gente, unos ocho o diez parecen. Comentamos la situación: con dos cordadas por delante, y la pared escasa de nieve y poco transformada, sin mucho tardar nos decidimos a intentar subir por las canales de la parte derecha de la cara, que se ven más cargadas y que además permiten un escape a la arista Oeste caso de que la cosa esté peor de lo que aparenta. 
Nos ponemos el arnés y los pinchos, sacamos el piolet y continuamos remontando los tramos finales de pala, ahora sobre nieve más dura, aunque a ratos siga siendo una costra desagradable. 

Caprichos geológicos
Entro por el corredor, y después de un pasito entre roca llegamos a un tramo de travesía a la izquierda donde la nieve da poca seguridad. Casualmente hay un buen diente de roca con un cordino de reunión, así que aprovechamos para encordarnos. 





Salgo en diagonal ascendente pinchando hierba helada, rascando roca con los pies y colocando algunos seguros, para enlazar luego con una rampa tumbada que, después de agotar la cuerda, me enfrenta con una banda de roca en la que monto reunión. 


Llega Pablo y después de inspeccionar la opción izquierda, decidimos hacer una travesía ascendente a la derecha para ganar un espolón secundario, tumbado, que parece que nos permitirá seguir sin problemas.



Luque resuelve rápido, colocando varios seguros a prueba de bomba, y pinchando en la hierba helada “tapín tracción” estilo escocés: da mejor sensación esto que la nieve escasa y costrosa.

A falta de hielo... tapín
Me reúno con él y salgo ahora a la derecha, bajando un poco, hacia una canal tumbada que parece que remonta bastantes metros. 





Apuramos dos largos a tope de cuerda por esa canal, muy fáciles pero divertidos, para terminar enlazando con la arista Oeste. Desde aquí, una vez recogido el material, seguimos hacia la cumbre por palas de nieve bastante inclinadas, pegados a la arista que nos asoma a la Norte.



En la cumbre comemos algo y comentamos la jugada: la temperatura está muy alta, la nieve parece estar marchándose a ojos vista. Vemos gente por las cumbres vecinas, unos caminando, otros en esquís. El día está más azul de lo que anunciaban las previsiones. Al poco rato salimos para abajo por la vertiginosa arista Este, hacia el collado. Escasea la nieve aquí. Desde el collado y para abajo vamos rápidos, ya sin crampones, en pocos minutos estamos debajo de la norte: no hay nadie escalando. Seguimos ahora valle abajo, saludando a un grupo grande de gente sentada al sol, que parecen estar comiéndose el bocata. El progreso es incómodo: mucho calor (en camiseta y sin guantes) sobre nieve muy blanda cruzando el arroyo a un lado y al otro. 
Llegando al pueblo alcanzamos a otra gente, dos de ellos, de Oviedo, eran de los que intentaron la norte esta mañana, nos confirman que estaba delicado y que se retiraron todos.



Parece que acertamos escogiendo la opción de la derecha: lo pasamos como los indios trasteando con el material, buscando el itinerario y pinchando un poco de hierba helada... Habrá que volver, aunque no sé si será ya este año…

Aunque tarde para comer, llego a casa temprano para disfrutar del resto del sábado con la familia, ventajas de madrugar.

Gijón 5:45 h
Tarna 7:15 h
Maraña 8:00 h empezamos a caminar
Pie de vía 9:15 h
Cumbre 11:50 h
Maraña 13:30 h
Gijón 15:45 h