LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
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martes, 12 de octubre de 2010

Kurt

1991 me queda lejos, muy lejos. Por aquel entonces empezamos a escalar unos cuantos amigos de clase: Costales, Elías, Caneja, Celestino... Estábamos pasando de forma natural de las excursiones de montaña con el grupo del colegio, a querer subir a sitios y/o por sitios más difíciles.

Uno de mis primeros recuerdos de aquella época es ir casi a diario a hacer “búlder” a las travesías de la playa, con Luque, Juaco y otros. Otro de los primeros recuerdos es mirar de forma obsesiva las fotos de un catálogo de Boreal que había cogido en alguna tienda. Por entonces (y por muchos años) no me podía permitir comprar la Desnivel, así que la iba a leer a la Biblioteca pública, pero en casa miraba y remiraba las fotos de los catálogos y pegaba fotos en la carpeta o los libros de clase.

Jerry Moffat, Edlinger, Destivelle, Arocena, Bachard hacían volar mi imaginación… Muchos de ellos estaban en esos catálogos que tenía por casa. De entre los que más me gustaban, quizá por la leyenda que acompañaban, estaban Gullich, Glowacz y Albert, todos ellos alemanes. No sé por qué pero estos tipos me llamaban la atención. Gullich se murió al poco tiempo, en un accidente de tráfico, muy triste. Glowacz sigue activo al máximo nivel y además haciendo cosas impresionantes y en un estilo impecable. Albert le ha acompañado bastante en los últimos años, y también ha seguido su camino, sin parar, alrededor del Mundo… pero su vida se acaba de terminar.

Una pena.

Kurt Albert no ha sido un tipo cualquiera, inventó el concepto Punto Rojo, el Rotpunkt: de hecho estaba definiendo en su tierra (en paralelo el movimiento existía en otros sitios del Mundo) la escalada libre. Se subía por vías existentes, eliminando los pasos de artificial, eliminando los reposos en los seguros intermedios, escalando sólo con los medios naturales de la roca y utilizando los anclajes sólo para asegurarse. Estaba, sin querer, definiendo las reglas. Cuando lograba encadenar una vía de esta forma, le pintaba un punto rojo en la base, como testimonio de que estaba hecho, que era posible. Fue una revolución.

Llevó la escalada deportiva al máximo nivel junto con Gullich. Luego subió los estándares en la escalada en pared y en sitios remotos, llevando siempre el libre como objetivo. Juntos marcaron estilo. Wolfgang murió, pero Kurt siguió con lo iniciado durante décadas.

Todo esto sería suficiente, pero además resulta que era un tipo cercano, humilde en el trato, simpático y hasta socarrón. Lo pude ver en directo en una Semana de Montaña de Gijón, hace unos años: nos enseñaba escaladas en Patagonia, en la Antártida, en zonas selváticas… Se escondía de los elogios detrás del bigotón característico, pero una vez empezaban las diapos salía abiertamente a contar con pasión sus experiencias. Además los vídeos y las entrevistas me confirman la sensación: era un tipo grande en todos los aspectos; por supuesto en los deportivos, pero más aún en los personales.

Kurt Albert merece un puesto dentro de los ilustres en la Historia de la Montaña.

Después de unos cuantos años escalando y viajando, he tenido la suerte de encontrarme en directo con algunos personajes “famosos” en el mundillo, incluso hablar, entrenar, o compartir barra de bar o mesa con algunos de ellos: Ron Fawcett, Ben Moon, Joe Simpson, Destivelle, Profit, Gabarrou… También he conocido a otros, que ya han muerto.

No me va la idolatría, al final la gente es gente, y cuantos más gallos conozco más claro me queda que son gente cercana, normal y muy humana: no hay que idolatrarlos. Pero tampoco soy un iconoclasta.

Pasan los años y la estadística no perdona. La escalada y el alpinismo entrañan riesgo, y o bien por buscar lo extremo o bien por probabilidad, la lista de gente que para mí eran ejemplo y que ya han muerto aumenta: Gullich, Ortiz, Lafaille, Udaondo, Berhault… Albert.

Ley de vida.

Cuando muere alguien de Montaña que conoces de los libros o las revistas, te impacta. Si con ese alguien has estado en persona, te impacta mucho más. A Lorenzo Ortiz lo vi en la Semana de Montaña de Gijón. Con Jean-Christophe Lafaille coincidimos Javi y yo hace años en Snell, en Chamonix, probándose botas junto a nosotros. Con Pedro Udaondo, fueron varios encuentros y conversaciones en Picos a lo largo de los años, y la última vez compartiendo mesa de cena en un albergue, también en Chamonix. Kurt Albert, aunque fuera de lejos en una proyección, de lejos, pero en persona...

Todos ellos, los que siguen vivos y los otros, irradiaban un halo de fuerza vital y de energía, un brillo especial en la mirada, el de aquellos que disfrutan intensamente de la vida.

Su imagen me acompañará siempre en los recuerdos.

Adiós Kurt.

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