LA MONTAÑA COMO PASIÓN, COMO ESCENARIO INFINITO SOBRE EL QUE DISFRUTAR INTENSAMENTE DE LA VIDA,
DONDE ESCALAR, ESQUIAR, PEDALEAR, CORRER, CAMINAR...
DONDE LOS AMIGOS, EL ESTILO Y LAS FORMAS CUENTAN, Y MUCHO

lunes, 17 de mayo de 2010

Empanadillas de flan


Es lunes y conduces hacia el curro con el sol deslumbrándote a pesar de las gafas de sol y no puedes por más que pensar "manda huevos".

El sábado, arrancamos medio lloviendo y con una visibilidad de pena. En el Pozo del Alemán paramos a ponernos las chupas y los pantalones de gore, se veía venir una buena. Cuando sales de casa con esa previsión ya sabes que no vas a hacer grandes cosas, pero confías en poder dar un buen paseo, o incluso alguna cumbre aunque sea menor.
El paisaje era extraño, la fina capa de nieve sobre los prados y los bloques, unida a la luz mortecina del amanecer le daba un encanto especial. Charlando fuimos subiendo hasta Vegarredonda, donde paramos a poner las polainas y saludar a Javi, que andaba trasteando con la fregona.
Al despedirnos, Javi me pregunta por un amigo común, del que hace tiempo que ninguno de los dos sabemos, a pesar de intentar contactar con él en repetidas ocasiones: la vida da vueltas extrañas, gente que tenías como muy cercana se aleja sin que sepas bien por qué. Quizá debería preguntarle directamente el motivo: soy poco dado a estas intimidades.

Nunca estuve en Ordiales, y este no era el día para disfrutar de sus vistas, pero al menos caminábamos en montaña, queriendo subir al Cotalba, pisando nieve en mayo y en medio de una buena nevada que no nos dejaba ver más allá de unos cincuenta metros. Bene se conoce la zona como la palma de la mano, y aún así nos despistamos. De repente suena el móvil, entre la nieve, con las manos frías y mojadas lo cojo y hablo con Paula: se preocupa cuando le digo que no sabemos dónde estamos... Nos damos la vuelta, las huellas medio borradas nos llevan hasta el refugio.

Con un colacao bien caliente disfrutamos de un manjar poco común; empanadillas de flan: así es Silvia, le gusta la montaña y la repostería, una combinación poco habitual. Sentados en el exterior del refugio pequeño, viendo cómo la nieve sigue cayendo, ahora en trapos grandes, disfrutamos de los dulces. La conversación va derivando por distintos temas. En el monte disfrutas de placeres variados: este de hoy es excepcional.

Los compañeros en el monte cambian. Afortunadamente están ahí otros amigos para tomar el relevo. ¿Serán ciclos?

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